España - Castilla y León

Bruckner 200

Compacta ONE

Samuel González Casado
miércoles, 17 de abril de 2024
David Afkham © by Gisela Schenker David Afkham © by Gisela Schenker
Valladolid, sábado, 6 de abril de 2024. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Nacional de España. David Afkham, dirección. Bruckner: Sinfonía n.º 8 en do menor. Ocupación: 95 %
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Estupenda interpretación de la Orquesta Nacional de España en el Centro Cultural Miguel Delibes de la Sinfonía n.º 8 de Anton Bruckner, que se caracterizó esencialmente por un sonido muy compacto y equilibrado con el que el director titular, David Afkham, logró moldear una versión potente en ciertos momentos y exenta de aristas. Como Andris Poga y la Orquesta de Stavanger en un concierto reciente, Afkham sabe aprovechar las virtudes actuales de la Orquesta Nacional de España, y de aquí partió, de manera que el grupo mostrara lo mejor de sí.

Vaya por delante que el concepto de Afkham no es mi ideal, ya que siempre he preferido en Bruckner el contraste y sobre todo el drama, algo difícil de experimentar últimamente, por lo que he apreciado en directo y en grabaciones recientes. En ese sentido, lo que menos me convenció fue el primer movimiento, Allegro moderato, que en ocasiones casi se convirtió en un adagio, lo cual siempre me produce la sensación de oportunidad perdida. Eso sí, la realización técnica fue muy cuidadosa y, aunque algunas familias mejorarían más adelante (cuerda aguda), todo sonó tan perfecto que por momentos me olvidé del asunto y entré plenamente en el concepto de Afkham. En el debe, y por decir algo, solo puede mencionarse alguna descoordinación en las entradas (comienzo, por ejemplo) y pifias muy discretas en el grupo de metales, por otra parte espléndidos toda la noche.

Todo lo demás me gustó mucho. Creo que lo que más recordaré será el trío, una absoluta exhibición de perfección y creatividad, o conjunción de la sensibilidad del director en el fraseo y de las maravillosas posibilidades de la orquesta, tanto por secciones (en la cuerda, inmensos violonchelos y violas) como en conjunto; en definitiva, una de esas ocasiones en que todo funciona tan bien que se crea una especie de ambiente que parece autónomo. Sin tacha en la partes potentes del Scherzo y un regalo el Adagio, quizá comenzado con demasiado volumen, pero más adagio que nunca (poca variación en los tempi) y de lo mejor planificado de la noche. Hubo poco piloto automático y bastantes momentos ideales y a veces sorprendentes (apasionada conexión con el desarrollo), los cuales se beneficiaron de un arco dinámico muy amplio y bien distribuido que hacía justicia a gran parte de lo que la música quería expresar.

El cuarto movimiento estuvo a la altura, aunque quizá faltó algo de variedad y color en algunas partes después del potente inicio. Como es habitual en el Finale, la música fue ganando en interés según trascurría hasta llegar a la coda magna, un planeta que se puede hacer girar de muchas formas y que se afrontó desde la monumentalidad de la obra: la conclusión fue minuciosa, reposada y, poco a poco y aquí sí, con un grado de tensión perfectamente repartido. Resulta admirable cómo Afkham es capaz de añadir volumen cuando ya el escuchante no se lo espera, un rasgo habitual en los grandes músicos.

Estupendas notas al programa de Roberto Pajares Alonso, pese al poco aprecio que muestran por ellas, y claro está por la Orquesta Nacional de España, los responsables de edición, dadas las múltiples y reiteradas erratas: es evidente que el poeta estadounidense, que no musicólogo austriaco, Robert Hass poco tiene que ver con Bruckner. Tampoco podemos olvidar los habituales errores ortográficos en los nombres de las obras y en otros lugares. 

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