Reino Unido

Una Butterfly de antología: Asmik Grigorian

Agustín Blanco Bazán
lunes, 15 de abril de 2024
Leiser y Caurier, Madama Butterfly © 2024 by Marc Brenner Leiser y Caurier, Madama Butterfly © 2024 by Marc Brenner
Londres, miércoles, 3 de abril de 2024. Royal Opera House (ROH) en el Covent Garden. Madama Butterfly, ópera en tres actos con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica y música de Giacomo Puccini. Regie: Moshe Leiser y Patrice Caurier (reposición por Daisy Evans). Escenografía: Christian Fenouillat. Vestuario: Agostino Cavalca. Iluminación: Christophe Forey. Cio-Cio-San: Asmik Grigorian. Lieutenant B.F. Pinkerton: Joshua Guerrero. Sharpless : Lauri Vasar. Suzuki: Hongni Wu. Goro: Ya-Chung Huang. Bonzo: Jeremy White. Yamadori: Joseph Jeongmeen Ahn. Kate Pinkerton: Veena Akama-Makia. Comisario Imperial: Romanas Kudriašovas. Coros y orquesta de la ROH dirigidas por Kevin John Edusei. Co-producción con el Liceu de Barcelona.
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Mas de una vez ha reseñado Mundo Clásico la puesta de Moshe Leiser y Patrice Caurier para Madama Butterfly que el Covent Garden comparte con el Liceu de Barcelona y ... ¿vale volver a ella a más de veinte años de su inauguración en Londres? Sí, porque cada reposición pareciera ser una oportunidad de refinar dramáticamente la caracterización de cada personaje, con el cuadro escénico de una escenografía japonesísima por su minimalismo y un juego de luces y sombras sugestivamente amalgamado con la partitura. 

Es gracias a este perceptivo refinamiento que logran sobresalir algunos aspectos dramáticos ignorados en las puestas de rutina, por ejemplo, el contraste inicial entre Pinkerton, un amante que se presenta con un cinismo similar al duque de Mantua en “Questa o´ Quella” y Sharpless, el Cónsul que advierte y reprocha con la intensidad de un implacable corifeo griego. 

Durante el dúo de amor, Pinkerton acentúa con su lenguaje corporal ese sadismo estilo Scarpia que le hace ver a una mujer como presa: cuando Butterfly expresa su temor ante el hecho que en Occidente las mariposas sean pinchadas en una tabla de exposición, su marido le explica que es para que no se escapen. Finalmente, este donjuancito termina cantando un “Addio Fiorito Asil”, desde el suelo, después de un ataque de histeria abruptamente terminado por el empujón que le propina su Cónsul. 

‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.

Como pocas veces recuerdo haber visto, logran en esta reposición Sharpless, Goro y Yamadori transmitir al público su desconcierto frente al autoengaño que enajena a Butterfly en la esperanza de volver a su marido. Los tres, paralizados, se miran ansiosa y tímidamente en medio de un palpitante balance de acordes y silencios orquestales impuestos sin apuros, y con la pesadumbre de una asfixia. 

Kevin John Edusei no llega a transmitir todos los contrastes cromáticos y dinámicos en el preludio al acto tercero, pero a cambio de ello nos brinda una interpretación de intimidad cameristica que progresa dosificadamente hasta el terceto de Susuki, Sharpless y Pinkerton durante el cual orquesta y solistas explotan en un cantabile de desesperación extrema. Éste fue el gran momento mágico de la velada. Mágico por la unión de espectadores e intérpretes para compartir la catarsis final de ésta, la más sutil y perceptiva ópera de Puccini. 

Factor decisivo en la excelencia de esta reposición fue la protagonista de Asmik Grigorian, una artista capaz de transformar cualquier rol con talentosa originalidad y percepción psicológica. Como muchos críticos insistieron en que la suya fue la mejor Butterfly vista en Londres desde los setenta del siglo pasado me permito hacer alguna de esas comparaciones que suenan medio pedantonas para públicos jóvenes. La voz de Grigorian es cristalina y de penetrante intensidad. Más cristalina y menos forzada que la de Renata Scotto en los pasajes dramáticos. Sin alcanzar la irrepetible mezcla de transparencia y calidez de Victoria de los Ángeles, Grigorian exhibe un fraseo redondo, tanto en dicción como en intencionalidad dramática. Y sube al agudo con notable espontaneidad de pasaje para culminar sin quiebros en filados gloriosamente sostenidos. 

‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.

Pero es su actuación la que abre, creo, un camino poco transitado. Porque Grigorian es el polo opuesto a, digamos, Ermonela Jaho, o las sopranos entregadas a excesos extremos de pasión o sufrimiento. Grigorian en cambio conserva un digno e implacable distanciamiento oriental del principio al fin, frente a una parodia de hipocresías y miserias que le son ajenas por naturaleza y nunca está dispuesta a aceptar, porque prefiere refugiarse en la genuinidad de un eros éticamente íntegro hasta la misma muerte. 

Aunque parezca extemporáneo, diría que esta actitud me hizo asociarla con la Mariscala de El Caballero de la Rosa, siempre autónoma en el arte de amar o sufrir. Esta no es una Butterfly dócil, débil o llorona, sino un prototipo de sensibilidad y fortaleza que sólo se quiebra a solas con Susuki después de haber aceptado entregar su hijo. Pero, aún en este momento, sabe desplomarse sin histerias, y con la contenida dignidad de quien sabrá suicidarse con la valiente convicción de quienes saben enfrentar su destino. Solo ante su hijo parece titubear, aún cuando fugazmente. 

‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.‘Madama Butterfly’ de Puccini. Director musical, Kevin John Edusei. Regie, Moshe Leiser y Patrice Caurier. Londres, Royal Opera House, abril de 2024. © 2024 by Marc Brenner / ROH.

Gracias a esta caracterización desprovista de amaneramientos melodramáticos, la Butterfly de Grigorian se impone con una sensibilidad incomparablemente conmovedora. En medio de su meticulosamente desarrollada gesticulación elijo dos momentos inolvidables. En el primer acto, una Butterfly al principio remisa a tocar siquiera a su prometido, le agarra a éste la muñeca con inesperada firmeza para advertirle que él es su único amor. Y en medio de “un bel di vedremo” Butterfly lleva a tierra su sueño imposible cuando al referirse al cañón que anunciará la vuelta de Pinkerton, taconea firmemente su pie derecho. El dúo de amor lo actúa Grigorian como una seducción verdaderamente “de mariposa”, con expresividad corpórea incitante pero recatada para finalmente recostarse sobre el suelo para mirando fijamente a su némesis. 

Frente a ella, Joshua Guerrero, un tenor de registro parejamente impostado con alguna debilidad en los mezzopiano interpretó un Pinkerton tan convincente como el Sharpless de Laurie Vasar. Mas soprano que mezzo, pero de cualquier manera descollante, fue la Susuki de Hongni Wu.

En medio de la constante búsqueda de innovación que frecuentemente llevan al negocio de tantas nuevas producciones pretendidamente innovadoras pero a la postre efímeras, esta Butterfly preserva la lozanía simple e irresistible de una obra imperecedera. 

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