Musicología
Bruckner 200Música sacra - misas, salmos y motetes (VII/VII): Las obras finales
Josep Mª. Rota
Termina esta serie -que tendrá su epílogo- con dos grandes obras: el Te Deum WAB 45 y el Psalm 150 WAB 38, estrenados respectivamente en 1886 y 1892.
Te Deum in C-Dur (WAB 45)
Gustav Mahler, discípulo y paladín de Bruckner, tachó en su partitura del Te Deum la indicación “Para solistas, coro, orquesta y órgano ad libitum” y escribió “para lenguas angelicales, almas piadosas, corazones atormentados y almas purificadas por el fuego”. A pesar de que se citen diversas fechas, aquí no se puede hablar de versiones o revisiones. Bruckner empezó a trabajar en la obra en 1881, entre la 6ª y 7ª sinfonías. El Adagio de la 7ª, “música fúnebre en honor de Richard Wagner” presenta analogías con la súplica del “non confundar in aeternum” (y con la Trauermusik de Götterdämmerung). Retomó el trabajo a finales de 1883 y lo completó en marzo de 1884. Las diferencias entre las ediciones Rättig (1885) y Nowak (1962) son insignificantes. Bruckner cobró 50 Gulden de parte de Theodor Rättig por publicarle la partitura.
Se estrenó el 10 de enero de 1886 en la Großer Musikvereinssaal de
Viena, bajo la dirección del eminente Hans Richter. Se había estrenado medio
año antes en la Kleiner Musikvereinssaal con el coro de la Wiener Akademischer
Richard Wagner Verein y dos pianos en lugar de la orquesta; uno de los
pianistas fue el hoy denostado Joseph Schalk. Bruckner tuvo la suerte de ver
interpretada su obra más veces, hecho infrecuente para el pobre maestro
compositor. Dura algo menos de unos 25 minutos.
Para solistas, coro, orquesta y órgano ad libitum (maderas a
dos; 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones y tuba; timbales y cuerda). En do
mayor, con la dedicatoria Omnia ad maiorem Dei gloriam. A diferencia del
posterior Salmo 150, que mantiene el carácter triunfal a lo largo de la
partitura, aquí Bruckner combina la brillante alabanza a Dios con secciones más
introspectivas y reflexivas (cuartas y quintas en las cuerdas, ostinato).
La pieza se divide en 5 partes:
Te Deum laudamus, para soprano, alto, tenor y coro, en do mayor.
Allegro con la anotación Feierlich, mit Kraft (solemnemente y con
fuerza). Unísono ff del coro sobre las quintas abiertas del órgano y la
cuerda y el empuje de trompetas y trombones. Bruckner en estado puro. A partir
del compás 15 entran en canon los solistas soprano, tenor y contralto. En el
compás 45 vuelve el coro en la típica gradación pp-p-ff-fff en las
palabras Sanctus (fa menor y la menor) y pleni sunt. La palabra Sanctus
se repite por tres veces p-pp-ff1. De
nuevo do mayor, unísono de voces femeninas y divisi en las masculinas.
Canto homofónico principalmente, de nuevo unísono (Te gloriosus) y nueva
gradación fff-p-pp-fff. Modulación de 16 compases en tonalidades con
bemoles a un coral gregoriano p. Canto triunfal (Tu, rex gloriae)
y cadencia a solb mayor. Fugado desde Tu devicto (c. 137) en la voz de
tenor (doblada por el trombón tenor) con las notas del acorde de séptima
disminuida; pedal de sol en bajos (c. 152-159) y disonancias en tritono. Unísono
final homofónico en do mayor con el poderoso empuje del metal (Kraftvoll
drängend).
Te ergo quaesumus, para cuarteto solista, en fa menor, Moderato.
El tenor, con acompañamiento de violín solo, domina la sección. Además de
cantar legato y con unción, debe subir a unos incómodos lab y sib. Dura
tan solo 38 compases, con el correspondiente compás de silencio final. Los
cuatro períodos antes de la breve coda se ordenan en forma de progresión, de
manera que el segundo y el cuarto suben un tono respecto al primero y tercero.
Las ondulaciones del violín y el clarinete transmiten un sentimiento de
introspección (utilizado por Bruckner en los adagio de sus sinfonías “anullierte”,
3º y 8º.
Aeterna fac para coro, en re menor; de nuevo, Allegro,
Feierlich, mit Kraft. Unísono y homofonía ff-fff con divisi
de sopranos, que deben cantar la nota la aguda tenuto diversas veces y un
sib agudo. El re menor oscila de tonal a modal dórico (c. 213-236). El unísono
sorprende por el salto de 12ª descendente. La siguiente progresión ascendente
es cromática (c. 237-256). Un diminuendo aún homofónico da paso a un
breve fugado sin los bajos, que entran fff en el último unísono, que
lleva al final en la dominante la mayor.
Salvum fac populum tuum para cuarteto solista y coro, en fa
menor, con la indicación Moderato. Lidera de nuevo el tenor solista, al
que acompañan las voces femeninas del coro. Se incorporan las otras voces
solistas, con más libertad para el bajo, como de costumbre. El patrón se
repite. Ahora es el bajo solista el que toma el diálogo con el coro. Sobre un
pedal de sol de 9 compases, se cierra la sección en un acorde de sol mayor.
Luego del calderón de silencio sigue un Allegro en do mayor. El coro
canta en unísono y en divisi luego en las voces femeninas (nos
custodire). Sigue unísono y homofonía, para concluir con otro pedal de sol.
La estructura es en cinco partes, siendo la quinta (c. 354-371) una reelaboración
de la primera (c. 146-160).
In Te, Domine, speravi para cuarteto solista y coro, en do
mayor, con la indicación Mäßig bewegt. 142 compases para los dos últimos
versos del himno ambrosiano. Empiezan los cuatro solistas en homofonía silábica.
Después de unos breves compases solistas, entra el coro ff en una
modulación lab f a si mayor ff. Viene ahora una grandiosa fuga
con repetidos pedales de sol en los bajos; predomina el estilo imitativo en
todas las voces hasta la entrada de los cuatro solistas, homofónica, estilo que
retoma el coro, que avanza en disonancias y modulaciones hasta alcanzar el fff.
Trombones y tuba (c. 449-490) introducen una sección de reminiscencia coral que
modula lab mayor-sib menor-si mayor-do# mayor. Tras un último compás de
silencio, premonitorio, el coro entona el non confundar a cappella,
en compás partido y con la indicación Alla breve, siempre fff,
que da paso al gran final, con el empuje implacable de las trompetas, tenores y
sopranos en divisi, (sopranos que deben subir al do5) y toda la
orquesta, que cierra la obra en un brillante do mayor.
Discografía
El Te Deum ha disfrutado de una larga y copiosa discografía
desde los albores de la industria fonográfica. Como se dijo anteriormente, del Te
Deum hay docenas de grabaciones. Un hecho favorable a esta proliferación es
que encajaba perfectamente, por su duración, para completar discos con otras
obras brucknerianas, ya fueran sinfonías o misas, de mayor duración.
La primera de Jochum es todo un hito. Grabada en 1950 (recuerde el amable lector que la ocupación aliada duró en Alemania de 1945 a 1949), desapareció del catálogo cuando Jochum la volvió a grabar en 1965. Reapareció, afortunadamente, en la edición de Deutsche Grammophon dedicada a Eugen Jochum.
Tres años después, el gran Bruno Walter la grabó para Columbia con sus conjuntos de Nueva York. El resultado no fue demasiado satisfactorio, especialmente por el coro y los solistas. Mucho mejor resultó la grabación del eminente bruckneriano Volkmar Andreae y un cuarteto solista excepcional. No se quedó atrás Electrola con Forster y sus fuerzas berlinesas. Todo en los años 50, una época dorada de la discografía.
Jochum lo volvió a grabar, junto con el Salmo 150, que luego se comenta, no en Múnich sino en Berlín, en la Jesus-Christus-Kirche, en julio de 1965; no con los conjuntos de la Radio bávara sino con el Coro de la Deutsche Oper de Berlín, los Berliner Philharmoniker y un cuarteto solista ideal.
De Karajan hay diversas grabaciones, siendo la más famosa, sin duda, la toma en vivo del Festival de Salzburgo de 1960, editada en diversos sellos. Barenboim grabó para EMI en Londres y para Deutsche Grammophon en Chicago dos versiones de estilo muy personal.
Aquí hay que añadir a los anteriormente citados a lo largo de las referencias discográficas Best, Rilling y Rögner. Lamento tener que excluir a Celibidache en su registro en la Lukaskirche muniquesa de 1982 (Price, Borchers, Ahnsjö, Helm). La interpretación, que le dura más de media hora, se hace pesada tirando a plúmbea.
1. Maud Cunitz, Gertrude Pitzinger, Lorenz Fehenberger, y Georg
Hann. Chor und Sinfonie-Orchester des Bayerischen Rundfunks, Eugen Jochum, director. Deutsche Grammophon, 1950.
2. Frances Yeend, Martha Lipton, David Lloyd, y Mack
Harell. Westminster Choir, New York Philharmonic. Bruno Walter, director. Columbia-Sony, 1953.
3. Emmy Loose, Hilde
Rössel-Majdan, Anton Dermota, y Gottlob Frick. Singverein der
Gesellschaft der Musikfreunde Wien, Wiener Symphoniker, Volkmar Andreae, director. ORF Music & Arts, 1953.
4. Agnes Giebel, Marga Höffgen, Josef Traxel, y Gottlob Frick. Chor
der St. Hedwigs-Kathedrale Berlin, Berliner Philharmoniker. Karl Forster, director. Electrola, 1957.
5. Leontine Price, Hilde Rössel-Majdan, Fritz Wunderlich, y Walter
Berry. Singverein der Gesellschaft der Musikfreunde in Wien, Wiener
Philharmoniker. Herbert von
Karajan, director. ORF, 1960.
6. Maria Stader, Sieglinde Wagner, Ernst Haefliger, y Peter
Lagger. Chor de Deutschen Oper Berlin, Berliner Philharmoniker, Eugen
Jochum, director. Deutsche Grammophon, 1965.
7. Anne Pashley, Brigit Finnila, Robert Tear, y Don Garrard. New
Philharmonia Orchestra & Chorus. Daniel Barenboim, director. EMI, 1969.
8. Jessye Norman, Yvonne Minton, David Rendall, y Samuel
Ramey. Chicago Symphony Orchestra and Chorus. Daniel Barenboim, director. Deutsche Grammophon, 1981.
Videografía
A diferencia de las misas, sí hay dos filmaciones oficiales del Te Deum, debidas a dos brucknerianos de pro, muy alejados el uno del otro en estética y visión de la obra. Ambas son muy interesantes. El Te Deum de Karajan viene acoplado con la novena, grabados ambos en la Grosser Saal de la Musikverein de Viena. Se distribuye en un doble DVD junto con la octava, grabada un año después en San Florián. La grabación es esplendorosa, el sonido es soberbio, los solistas son de primera, coro y orquesta están sobresalientes y Karajan, finalmente, suntuoso como nunca. Lástima que Karajan, director también de la filmación y protagonista de ella, decidiera que este Te Deum no sería ad maiorem Dei gloriam sino ad maiorem Karajan Gloriam.
La segunda es
el concierto inaugural del Festival de Salzburgo del 2010, grabado en la
Grosses Festspielhaus. Cuarteto de campanillas, con la Garanča como estrella
mediática. Dirección encendida y dramática de Barenboim. A mí, el escenario me
parece frío e inapropiado para una obra como esta.
1. Anna Tomowa-Sintow,
Agnes Baltsa, David Rendall, y José van Dam. Wiener Singverein,
Wiener Philharmoniker. Herbert von Karajan, director. Deutsche Grammophon, 1978.
2. Dorothea Röschmann, Elīna Garanča, Klaus Florian Vogt, y René Pape. Konzertvereinigung Wiener
Staatsopernchor, Wiener Philharmoniker; Daniel Barenboim, director. Arthaus,
2010.
Son fáciles de encontrar algunas retransmisiones televisivas. Una es la del Schleswig-Holstein Musik Festival del año 1993, desde la iglesia de Santa María, en Lübeck, con John Eliot Gardiner al frente de la NDR Sinfonieorchester.
Merece la pena ver el concierto de la Abadía de Montserrat con motivo de la
inauguración de su nuevo órgano, en 2010, con Marta Mathéu, Gemma Coma-Alabert,
Roger Padullés, Xavier Mendoza; Escolania de Montserrat, Capella de Música de
Montserrat, Orfeó Català, Orquestra Simfònica Julià Carbonell de les Terres de
Lleida; Salvador Mas. Se da la curiosidad de que tanto los solistas Padullés y
Mendoza como el director Mas fueron miembros de la Escolanía.
Psalm 150 in C-Dur (WAB 38)
La composición del Salmo 150
le vino a Bruckner por encargo de Richard Heuberger2, para el concierto inaugural de la
“Exposición universal de música y teatro” de 1892 en Viena. Por entonces estaba
Bruckner metido en la composición de su 9ª sinfonía y el motete Vexilla
regis. La composición no llegó a tiempo para la exposición y se planeó el
estreno para septiembre en el marco de la Tonkünstlerfest de la
Algemeine Deutsches Musikverein, que no fructificó. Finalmente se estrenó el 13
de noviembre en la Musikvereinssaal vienesa. Se le habían propuesto el salmo 98
y el 150. De los dos, Bruckner no tuvo dudas a la hora de elegir el salmo 150
“por su especial solemnidad” (resulta imposible no tener presente el Lobgesang
de Mendelssohn). El texto dice:
Halleluja. Lobet den Herrn in seinem Heiligthum; lobet ihn in der Feste seiner Macht. Lobet ihn in seinen Thaten; lobet ihn in seiner großen Herrlichkeit. Lobet ihn mit Posaunen; lobet ihn mit Psalter und Harfe. Lobet ihn mit Pauken und Reigen; lobet ihn mit Saiten und Pfeifen. Lobet ihn mit hellen Cymbeln; lobet ihn mit wohlklingenden Cymbeln. Alles, was Odem hat, lobe den Herrn, Halleluja.
(¡Aleluya! Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos resonantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya!).
Para soprano solista, coro mixto y orquesta (maderas a dos; 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones y tuba; timbales y cuerda, la misma que en el Te Deum). En do mayor, en compás partido, con la indicación Mehr langsam! Feierlich, kräftig (¡Más lentamente! Solemne, con fuerza).
La sección principal se divide en cinco
partes, con una estructura de espejo (ABCBA). Dos compases de toda la orquesta ff
preparan la entrada del coro en unísono (una vez más). Se repite el patrón por
22 compases, después de entonar Halleluja por seis veces.
A partir del compás 23 entran contraltos y sopranos en canon; luego las voces masculinas en divisi (Lobet den Herrn) hasta una cadencia de reb a cappella. Se repite el patrón, con la cadencia ahora a re mayor, y una tercera vez, con tenores y bajos a tres voces respectivamente, a una cadencia de sol en quintas abiertas (otra vez más). Los tenores deben subir a un si natural. Trompas y trombones (c. 75), con la indicación Bewegter (más movido), preceden el canto homofónico del coro ff, luego p y cres. sempre (el Bruckner de toda la vida) en una modulación tonal, los característicos tresillos en las trompetas y una nueva cadencia a cappella a si mayor.
Una sección contrastada, más reflexiva, como la segunda, a partir del compás
109, viene marcada por el solo de violín y el solo de soprano, a partir del
compás 125, con la indicación Langsamer (más lento). La solista debe
subir a un si natural de paso, apoyatura del la#.
Después de un calderón de silencio, se repite la sección inicial (Tempo primo), con la palabra Halleluja!. Aquí Bruckner, que ha modulado de lab a reb, de la a re, de fa# a sib (siempre mayores), modula de si mayor a mib mayor a través de fa mayor con un acorde de séptima en primera inversión.
Después del calderón de silencio (c. 164), empieza la gran fuga, (Alles was Odem hat) de voces grave a aguda, que evoluciona en intrincada polifonía hasta el compás 207, cuando vuelve la homofonía ff que conduce al gran final fff (c. 229 et seq.) con tresillos de semicorchea en las trompetas y el tetracordio ascendente que abría la composición. Como pasara en el Te Deum, las sopranos tienen que subir a un do5 mantenido en dos compases y luego bajar al do4 en arpegio para cerrar la obra en un brillante do mayor.
Bruckner se cita a sí mismo también en la fuga, análoga a la de la Quinta sinfonía y emparentada con el Adagio de la Novena. La cabeza del tema se basa en dos saltos de octava, uno descendente y otro ascendente. Como ya pasara en las misas, este salto de octava descendente representa en Bruckner la grandeza del poder divino. Dura algo menos de 9 minutos.
Discografía
El Salmo 150 ha tenido una suerte parecida al Te Deum en la discografía. Su corta duración ha permitido que sirviera de complemento para rellenar la cara de algún disco dedicado a alguna otra obra mayor de Bruckner. Aquí habrá que repetir a todos los grandes antes citados. Mis preferencias, una vez más, van hacia Jochum con el Coro de la Deutsche Oper de Berlín, los Berliner Philharmoniker y una angelical Maria Stader. Barenboim también grabó la obra para el sello amarillo, en Chicago, en 1979, junto con la integral de las sinfonías. El sonido de Deutsche Grammophon es magnífico en ambas.
1. Maria
Stader. Chor der Deutschen Oper Berlin, Berliner Philharmoniker.
Eugen Jochum, director. Deutsche Grammophon, 1965
2. Ruth Welting. Chicago
Symphony Orchestra & Chorus. Daniel Barenboim, director. Deutsche
Grammophon, 1979.
3. Joan
Rodgers. Corydon Singers and Orchestra. Matthew Best,
director. Hyperion, 1992.
4. Pamela Coburn. Gächinger
Kantorei und Bach-Collegium Stuttgart. Helmuth Rilling,
director. Hänssler Classic, 1996.
Notas
1. La lengua hebrea carece de grado superlativo en sus adjetivos, de manera que debe recurrir a un determinante cuantificador o repetirlo tres veces para conseguir ese efecto. De ahí el 'Sanctus, Sanctus, Sanctus'.
2. Compositor de óperas y operetas, entre las cuales la más famosa es sin duda 'Der Opernball' (1898)
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