España - Valencia

Si Thatcher y Reagan mataron el canto lírico, no lo mataron bien

Rafael Díaz Gómez
jueves, 30 de mayo de 2024
Villalobos, Un ballo in maschera © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts Villalobos, Un ballo in maschera © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts
Valenci, domingo, 5 de mayo de 2024. Palau de les Arts, sala principal. Un ballo in maschera, ópera en tres actos. Libreto de Antonio Somma basado en el libreto de E. Scribe para la ópera Gustave III de D.F. Auber. Música de G. Verdi. Estreno: 17 de febrero de 1859, Teatro Apollo, Roma. Nueva producción del Palau de les Arts Reina Sofía en coproducción con la Staatsoper Unter den Linden, Berlín. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. Escenografía: Emanuele Sinisi. Vestuario: Lorenzo Caprile. Iluminación: Felipe Ramos. Francesco Meli (Riccardo), Anna Pirozzi (Amelia), Franco Vassallo (Renato), Marina Monzó (Oscar), Agnieszka Rehlis (Ulrica), Toni Marsol (Silvano), Thomas Viñals (un servo d'Amelia), Javier Castañeda (Tom), Irakli Pkhaladze (Samuel). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Antonino Fogliani, dirección musical.
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Si firmara estas líneas con el seudónimo de Don Dinosaurio, echaría en ellas sulfúreas pestes sobre la puesta en escena de este Ballo, afirmaría que ya no se canta como en los antañones tiempos (esos en los que la próstata aún era una maravilla biológica) y, digno en mi rencor, apuntaría con el mentón al lucero del alba. Y aunque es una postura tentadora de asumir, por el prestigio que confiere entre la gente de bien (y que probablemente vote bien), voy a intentar resistirme un poco a sus encantos.

Y eso que lo de dinosaurio, por razones laborales más allá de las prostáticas, me podría venir como de molde. Trabajo de un tiempo a esta parte en un lugar que en mi mundillo profesional se conoce, con cierta dosis de injusticia, como una reserva de especies cuanto menos en vías de extinción. Paradojas de la vida, nuestra labor se nutre de estar en contacto con gente joven, alguna de ella formándose musicalmente (también cantantes) en las instituciones al uso. Y qué quieren que les diga, hay ahí mucho talento. Y un aprendizaje bastante más completo que el que uno pudo recibir hace ya unas cuantas décadas. No sé qué desempeños acabará alcanzando esa juventud.

‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.

Sin embargo, no tengo más que mirar y escuchar a Marina Monzó para sentir que ahora se canta magníficamente (y en su caso, además, se actúa). Que Francesco Meli, Anna Pirozzi y Franco Vassallo no alcancen las glorias del cum laude es una lástima (de las tres voces, la menos pulida me resultó la del barítono), sobre todo para quien asiste a la representación pensando en sus ideales discográficos o en lo que cree recordar de no sé qué versión vivida a saber dónde. Sin embargo, los tres rindieron a un alto nivel porque tienen sustancia, se apoyan en una buena técnica y no regatean entrega en unos papeles que conocen sobradamente. Ahora bien, ese punto de expresividad que te pone el espíritu en guardia más allá de la complacencia, pues sí, efectivamente, no se llegó a conquistar.

‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.

Si ese plus resulta verdad que ahora escasea (como un signo de los actuales tiempos canoros), a ver si vamos a acabar dándole la razón a Rafael R. Villalobos y tal carencia va a ser otra de las obras del neoliberalismo azuzado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan a partir de los años 80. Bueno, para para ser honestos, el director de escena no postula eso concretamente. Pero sí sitúa la acción en esa época, como anticipo de los desequilibrios del mundo actual, y hace de la doctrina de ambos mandatarios la levadura que fermenta los conflictos que envuelven a los personajes, amén de los que él quiere encontrar y elevar a categoría social (la sociedad del mundo occidental capitalista, claro). Entre estos últimos no faltan, con mayor o menor facilidad de encaje en la historia original, los que atienden al concepto de la imagen fingida, a la mentira de los medios de comunicación o a diversos tipos de marginación social: principalmente el racismo y el provocado por el rechazo de las identidades de género y de las orientaciones sexuales no normativas. Y, sin embargo, nada, ¡vaya por dios!, acerca de la refutación, censura y expulsión de lo que por también entonces empezó a dejar de llamarse clase obrera (la primera y más elemental forma de marginar algo, si no de anularlo, viene dada por la pérdida de su nombre).

‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.‘Un ballo in maschera’ de Verdi. Dirección musical, Antonino Fogliani. Dirección de escena, Rafael R. Villalobos. Valencia, Palau de les Arts, mayo de 2024. © 2024 by Miguel Lorenzo, Mikel Ponce, Les Arts.

Veremos si cuando esta coproducción con la Staatsoper Unter den Linden se estrene en Berlín, el regista se ve en la obligación de contar, como lo hizo en Les Arts (explicatio non petita, excusatio manifesta), su idea escénica en un artículo que figure en el programa de mano (en pdf; fácil, por lo tanto, de obtener) o deja al público alemán a su libre albedrío. No obstante, servidor, heredero de la Movida y no del famoso underground ochentero berlinés, y sin duda por ello más flojo en lo intelectual, agradecí la nota, porque de lo contrario habría ido en algunos momentos bastante perdido. Total, eso sí, para no mucha chicha.

Lo del mundo como gran teatro o lo de pan y circo no es lo que se dice una novedad. Ni siquiera, almodovarianamente hablando, el hecho de que el personaje de Óscar sea el hijo transexual de Amelia y Renato. Por su parte, la dirección actoral oscila entre lo confuso y lo estático (salvo en el caso de Monzó) para tranquilidad y proyección vocal de los cantantes (esa suerte tuvieron). Los objetos y símbolos, manidos. La luz, pobre. El vestuario, mejor cuanto más fantástico.

Y con todo, no creo que se la pueda considerar una propuesta fallida. Se deja ver e incluso volver a ver. Además, cuenta con el añadido de que se va a hablar de ella, que incita al debate. Ni tan mal. Contando con el excelente sustrato orquestal y coral de la casa y la muy ponderada y a la vez expresiva lectura musical de Antonino Fogliani, sale uno del teatro más que satisfecho. Y dispuesto a cualquier cosa, como invitar al director de escena a que explore las responsabilidades de la socialdemocracia de la tercera vía, que tiende a irse siempre de rositas, en el desaguisado contemporáneo. O incluso a escribir una crónica como esta.

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