España - Castilla y León
Fusión
Samuel González Casado
Si por algo se han caracterizado
las incursiones en la música actual de esta temporada, y en particular los
estrenos, es por su accesibilidad hacia el público del Centro Cultural Miguel
Delibes. El Concierto para flauta n.º 2 de Albert Guinovart no fue una
excepción: pese a un comienzo que auguraba una música más “vanguardista”, la
vena melódica y los múltiples homenajes (algunos realmente explícitos y
“estructurales”, como en el caso de Mozart) se impusieron en una suerte de
creación culinaria de fusión bien combinada (estructura muy clásica) y de
múltiples influencias.
Lo que más me llamó la atención
fueron los déjà vu con la música cinematográfica de los 70 y principios
de los 80: Georges Delarue acudía a mi cabeza continuamente, y no por causas evidentes
o incontestables. Muchos de los momentos más dinámicos se tomaron del estilo de
Bernstein, y me pareció que otros meditativos se desarrollaron con más
independencia. La orquestación detallaba aspectos de la temática del concierto
(el viento) en general con imaginación, aunque en los momentos más rítmicos
podría haber sido algo menos lineal. Creo que Guinovart, presente en la sala, pretendió
que el público se divirtiera, desde una organización sólida y reconocible, con
estas buenas dosis de accesibilidad, nostalgia y clasicismo en múltiples
vertientes; misión cumplida: fue ovacionado.
Emmanuel Pahud defendió la pieza
con su habitual solvencia técnica: comenzó con algún pequeño error de afinación
y también con frases poco pulidas; pero fue anecdótico y, de menos a más,
enseguida manejó su estupendo sonido a su antojo y no cedió ante las
dificultades del tercer movimiento, La danza del aire. El público
reaccionó de forma entusiasta, y cuatro flautistas, incluido Thierry Fischer,
regalaron un arreglo sobre temas de La flauta mágica que de nuevo
recibió ovaciones.
Curiosamente la Sinfonía n.º
7, “Leningrado”, de Shostakóvich, tiene partes mucho más herméticas que la
obra entrenada; pero es habitualmente garantía de éxito, aunque ni mucho menos resulte
una perita en dulce: el trabajo que exige en los ensayos, sobre todo si se
quiere ir más allá de la solvencia, y luego en el concierto está fuera de
discusión.
Su parte más recordada, la de la
marcha, fue el punto más débil de la interpretación que comento, pues le
faltaron sorpresas, personalidad y sobre todo dramatismo: volumen aparte, todo
transcurrió de una manera demasiado apacible, y hubo algunos errores en el
equilibrio tímbrico, como cuando la melodía desapareció en unos cuantos
compases con el relevo de los trombones.
Pienso que la versiones en las
que ese despreocupado motivo de Lehár se transforma en una película de terror,
y hay reservas holgadas para el momento en que se invierte, traducen mejor el
espíritu programático de la obra, aunque puedan resultar efectistas. De hecho, que
el motivo se invierta en modo menor resulta el punto más directamente dramático
de la progresión, y resulta lógico pensar que la elección por Shostakóvich del
tema se debe a que precisamente en este momento se puede transformar en otro que
suena inequívocamente a tragedia rusa, presente como consecuencia atroz de lo
anterior; a lo que Fischer realmente no hizo gran caso. Eliahu Inbal, mucho más
ácido, así lo pergeñó en la temporada 2016-2017. También existe la opción de la
implacabilidad rítmica y transparencia absoluta, difícil en esta sala y desde
el estilo de Fischer.
En cualquier caso, todo lo demás
de esta interpretación estuvo bien o muy bien, pues el titular de la OSCyL sabe
contraponer ambientes de una manera muy plástica. Destacaron la extensas partes
en adagio, caracterizadas por un fraseo conmovedor e impecables intervenciones
de la cuerda, muy bien conjuntada esta vez (violas memorables, por indicar lo
más evidente, y estupendos los violines por ejemplo en los pianos). No pudo
haber quejas respecto a las otras familias, que transmitieron motivación. El
final, equilibrado, rotundo y por lo tanto efectivo, enardeció al público, que
jaleó sin descanso al director y a los miembros de la orquesta que este fue
destacando.
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