Reino Unido
Monteverdi in Arcadia
Agustín Blanco Bazán
Et in
Arcadia… De todos los festivales veraniegos ingleses
“de campaña y picnic” este es el más atmosférico: entre bucólicos lagos y
colinas se levanta una principesca residencia en semirruína donde después de
cada función es posible compartir charlas y champán con los artistas. O
apartarse a un primer piso de paredes ruinosas y suelo enclenque, todo ello
sostenido por un precario maderamen. Quienes prefieran evitar el picnic de 100
minutos durante el intervalo pueden trascender el jardín de toldos festivos con
mesas y vajilla falsamente finolis para cambiar zapatos por zapatillas,
adentrarse en los caminos que separan cultivos y atisbar el ganado del otro
lado del lago: Aberdeen Angus, creo.
Pero
uno viene a ver ópera, en el teatro de la Orangerie (600 localidades) y,
también en este rubro, el repertorio es de selectivo refinamiento.
Una de las
ventajas de este tipo de empresas campestres, es que, en estos teatros chicos y
con poco presupuesto, no les queda más remedio que presentar versiones
escénicas de destilada simplicidad. Siempre se trata de ir a lo básico y
presentarlo en la mejor forma posible y gracias a ello se evita que muchos
directores de escena aprovechen mucha disponibilidad de recursos para
convertirse en co-creadores. Aquí no les queda mas remedio que proponer
un concepto que no sea muy caro y desarrollarlo hasta el final sin digresiones
ego-maníacas.
La
propuesta de Walter
Desopilante
fue sólo el inicio de la segunda parte en que Nerone y Lucano celebran con
extáticas inhalaciones de cocaína la muerte de Seneca, pero ¿por qué no
extendió Sutcliffe este tipo de ocurrencias a Arnalta, la desopilante nodriza
de Poppea, representada aquí como una secretaria controladora y contenida, aún
en su risueña explosión final de egocentrismo, cuando imagina su rol junto a la
nueva emperatriz?
La
actuación y la exactitud de la voz de merecía posibilidades
escénicas mas variadas. La otra nodriza, la de Octavia, fue interpretada con la
entrega y control reservada a las grandes cantantes de carácter por la
septuagenaria Fiona y en las antípodas, el jovencísimo vitalizó la acción con un vocal y físicamente ágil Lucano. ¡He aquí los
dos personajes secundarios que se convirtieron en los pilares de la acción
dramática!
El rol
protagónico fue cantado por Kitty , una excelente mezzo-soprano de
brillante voz lírica y fraseo de clara articulación y admirablemente
sincronizado con una actuación sensible y espontánea. Su capacidad de
interactuar con cada situación fue de esas que aún en los momentos en que no
canta, le permitió una presencia escénica alerta y palpitante. En suma, una
artista genuina, de esas en las cuales deberían fijarse quienes aspiran a
reconocer tiempo voces jóvenes y destinadas a buenas carreras internacionales.
Sam
Y Christopher
Un
desdoblamiento de cantantes en dos roles diferentes confundió a veces la
dirección escénica. Poppea hizo también de Fortuna, y Ottavia de Virtu, y una
excelente Canessa Waldhart se las arregló con Drusilla y Amore.
La versión
instrumental fue encomendada a La nuova música una orquesta
especializada en barroco y obras de cámara creado en el 2007 que su director
artístico David Bates dirigió con esa mezcla de agitada expresividad y
languidez poética pero nunca calada que requiere la obra. El balance de
dinámicas y la excelente coordinación con los cantantes contribuyeron a un todo
redondo y de un nivel de calidad excepcional. Algo sólo alcanzable con un
conjunto de artistas que saben combinar entusiasmo con solidez profesional.
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