Ópera y Teatro musical
Giacomo Puccini en su Centenario, otras facetas: sus viajes y su avidez como espectador
Gustavo Gabriel Otero
Despreciado por los intelectuales, ignorado por los musicólogos, envidiado por los colegas, denostado por los críticos, amado por el público: Giacomo Puccini. En el año del Centenario de su muerte se puede afirmar sin temor que
Este Centenario parece ser una buena posibilidad de revalorizar su obra para los aún indecisos, de agigantar el recuerdo, de estudiar detenidamente su vida y sus composiciones. Pero, fundamentalmente, de disfrutar su música.
Todos lo teatros del mundo en mayor o menor medida han programado sus obras, y se estima que no pasa un día sin que alguna composición del maestro de Luca no esté en cartel en este año en algún lugar del orbe. Pero, quizás, el teatro que ha tomado la delantera en los homenajes sea el Regio de Turín, punto de partida histórico de su reconocimiento como compositor.
Comenzó la temporada pasada, en junio de 2023, con Madama Butterfly, para iniciar la actual temporada con La Bohème en octubre de 2023, una nueva producción de La Rondine, en noviembre de 2023, para continuar ya en este año con tres nuevas producciones escénicas: La fanciulla del West (marzo/abril), la juvenil Le Villi, también en abril, para cerrar la temporada en junio/julio con Il Trittico. Mientras que iniciará el próximo curso con una idea de programación notable: ofrecer Manon Lescaut en paralelo con Manon de Massenet y Manon Lescaut de Auber, en octubre de 2024; las tres obras con nuevas producciones escénicas firmadas por Arnaud Bernard y la dirección musical de Renato Palumbo, Evelino Pidò, y Guillaume Tourniaire, respectivamente.
Dejamos a cargo del lector la tarea de disfrutar la música de Giacomo Puccini mientras nos dedicamos a repasar dos aspectos menos conocidos de su vida: sus viajes y las obras que presenció como espectador.
De Lucca a Milán
Desde su nacimiento, el 22 de diciembre de 1858, hasta octubre de 1880 vivió junto a su familia en la casa de Corte San Lorenzo 9 en ángulo con Vía del Poggio en Lucca. Fueron frecuentes las escapadas veraniegas a la casa de sus ancestros en Celle y luego trabajó como pianista en las localidades cercanas de Bagni di Lucca, Ponte a Seraglio y Lerici.
Resulta imposible determinar cuál fue el primer espectáculo operístico que presenció Puccini en su vida. Las fuentes indican que concurría a diversos teatros de Lucca. Hay certeza de su presencia en
Lo que sí está documentado es su viaje, en la primavera o el verano de 1876, hasta Pisa para presenciar Aida de Verdi en el Teatro Nuovo. Según los más recientes estudios se fletaron trenes especiales desde Lucca a Pisa y su respectivo regreso para poder presenciar el espectáculo. La leyenda del viaje caminando hasta Pisa trastabilla. Pero conociendo algunas de las diabluras del joven Puccini es posible pensar que no haya abonado el correspondiente pasaje para usar esos trenes especiales y por eso el mito del viaje a pie.
La novedad de la obra, el tratamiento dramático y musical y la posibilidad de asistir a un espectáculo ofrecido por una compañía de mayor envergadura que cualquiera de las que podía ofrecerle su Lucca natal fascinaron a Puccini y, para su propia fortuna y la de sucesivas generaciones de amantes del género, optó por apartarse de la tradición familiar de músicos de iglesia para intentar abrirse camino en la ópera.
Sabemos -y además resulta imposible imaginar que fuera de otro modo- que, durante la segunda etapa de sus estudios en Milán, que se prolongó hasta 1883, concurrió frecuentemente a los teatros Dal Verme, Carcano y Alla Scala. Se encuentra documentada su asistencia a
Viajar como promotor de sus propias obras
Giacomo Puccini asiste a los estrenos mundiales de sus obras y con inusitada frecuencia se traslada a supervisar las puestas de las primeras representaciones locales o de las reposiciones más importantes. La elección de los teatros y de las ciudades en las cuales se presentaban las óperas se basaba en cuidadas estrategias comerciales y de programación de la Casa Ricordi.
Desde diciembre de 1884 cuando se traslada a Turín para supervisar los ensayos y asistir a las representaciones de la inicial
Pero también esos viajes servían para presenciar las distintas producciones líricas del momento, una forma de estar al corriente de las novedades y de la actualidad.
El difícil camino al éxito
El suceso obtenido con su ejercicio final del Conservatorio -el Capriccio Sinfonico- lo impulsó a tentar suerte en la composición de una ópera y el primer certamen musical de la Casa Sonzogno, de 1883, fue el acicate. Por su trabajo no recibió siquiera una mención, pero aún así logró estrenar su ópera el 31 de mayo de 1884 en el Teatro Dal Verme de Milán, con el título de Le Willis. Las posteriores puestas en Turín -reestructurada y con su nombre definitivo de
Mientras tanto encontró lugar en medio de la agitación incipiente de su agenda para ver, marzo de 1884 en el Teatro Manzoni de Milán
Por esos años concurre dos veces a Bayreuth, en 1888 junto a
No es éste el espacio adecuado para profundizar sobre los sinsabores que le produjeron la concepción y la recepción de que fuera objeto su Edgar, pero a los fines del presente digamos que estuvo en su estreno mundial en Milán y luego se presentó en Lucca, en Ferrara -versión en tres actos, enero de 1892- y en Brescia, continuando con su costumbre de viajar a supervisar las puestas de sus óperas e iniciando su periplo por países extranjeros. Así Madrid –donde además presencia, el 20 de febrero de 1892, el Guillermo Tell de Rossini- fue su primer destino internacional, con motivo del estreno de su única ópera que tiene como título el nombre del personaje del tenor y que, según los más modernos estudios, no es en modo alguno una obra menor (o ‘sopa recalentada’, como habitualmente se repite sin fundamento), sino un gran paso a la madurez musical enmascarado por un libreto mediocre. Como es habitual serán muy pocas las oportunidades en este 2024 de presenciar en vivo Edgar, sólo en el Festival de Torre del Lago (en julio) y en la ópera de Niza, en noviembre.
María Isabel
Como es sabido, el verdadero éxito le llegó de la mano de
Un viajero incansable por Italia
La muerte de la madre en julio de 1884, las complicaciones con sus conciudadanos por su relación con una mujer casada, los iniciales problemas económicos y la venta de su casa natal en 1889, determinaron que Puccini no estableciera su domicilio en Lucca, aunque pernoctara muchísimas veces en esa ciudad. Naturalmente asistió al estreno local de sus obras, que siempre se dieron en el mes de septiembre: así en 1892 ve Edgar, en 1893 Manon Lescaut, en 1896 La Bohème, en 1900 Tosca, en 1907 Madama Butterfly, y en 1911
La estabilidad artística y económica lo lleva a recuperar, luego, la casa natal de Lucca (aunque nunca vuelve a vivir en ella), a comprar una Villa en Chiatri, una morada en Abetone (Pistoia), la Torre della Tagliata (Orbetello), y naturalmente la casa de Torre del Lago y el terreno en Viareggio donde construirá su última vivienda. Su domicilio en Torre del Lago -trasladado en 1921 a Viareggio- implicaba permanentes desplazamientos entre su Toscana natal y la capital lírica de Italia, Milán, ciudad a la que viajó al menos en 32 oportunidades entre el estreno de Edgar en 1889 y octubre de 1924, cuando se entrevistó con
En Milán presenció el estreno mundial de Falstaff de Verdi y los de las hoy casi olvidadas
A Roma concurrió en al menos 21 oportunidades; las más importantes se correspondieron con el estreno mundial de Tosca, los estrenos italianos de La Fanciulla del West e Il Trittico y la primera audición de su última partitura completa, el Inno a Roma.
Como simple espectador presenció en Roma los estrenos mundiales de Iris de
Casi siempre con el objeto de presenciar sus obras viajó innumerables veces por toda la península. No es mucho lo que vio de otros compositores en estas ciudades italianas: Aida de Verdi y Pergolese de Bruno Landi, en su Lucca natal, Salome de Strauss (Nápoles, 1908, aunque ya la había presenciado en Graz en mayo de 1906) y Francesca da Rimini de Zandonai en su estreno mundial en Turín el 19 de febrero de 1914. Es importante señalar su viaje a Florencia del 1ro. de abril de 1924 con el sólo propósito de escuchar, en el Palacio Pitti,
Singular importancia adquiere su presencia en obras teatrales que luego devendrían en sus óperas, así asiste a La Tosca de Victorien
Pocas veces lo hallamos como verdadero turista: en junio de 1894 por Sicilia -aunque aprovechó este viaje para ‘empaparse del ambiente’ en preparación para la composición de La Lupa de Giovanni Verga, uno de los muchos libretos que luego desechó-, una breve estada en Malta, varios viajes a Boscolungo Abetone, también a algunos villorrios toscanos y a Viareggio, antes de instalarse definitivamente en esta ciudad balnearia, además de viajes para estar con su amante de turno. Sus tres largos itinerarios en automóvil con amigos podrían catalogarse de verdadero turismo: en agosto de 1904 viaja por la Toscana y alrededores, en julio de 1913 por el centro de Italia y en agosto de 1922 un largo periplo a través de Austria, Alemania y Holanda retornando a través de la Selva Negra y Suiza. En este viaje presenció el Drama de la Pasión (Passionsspiel) en Oberammergau y en Ingolstadt tuvo el famoso incidente con un hueso de ave que se le alojó en la garganta y necesitó el auxilio de un médico para extraerlo, quizás origen del tumor de garganta del que padeció (sin olvidar, naturalmente, alguna propensión familiar al cáncer y su compulsivo consumo de tabaco).
Sus últimos viajes por Italia, en 1924, tuvieron que ver con su tratamiento médico: así fue a Salsomaggiore en junio y a Florencia en octubre. El 26 de octubre de 1924 volvió a Celle, para recibir el homenaje de sus conciudadanos y, aparentemente, el 28 de ese mes se despide de su amada Torre del Lago.
Un compositor por el mundo
De las ciudades extranjeras París es la más visitada por el compositor toscano: al menos lo localizamos en ella 22 veces. Aparte de las puestas de sus óperas concurre a los estrenos mundiales de
A Londres viaja en 11 oportunidades, siempre a presenciar sus obras, salvo por la tradicional dupla Cavallería y Pagliacci que ve el 22 de mayo de 1909, y algunas obras teatrales, entre ellas Cuento de invierno (The Winter's Tale) de William Shakespeare en el Teatro Savoy y Everywoman de Walter Browne y Stephen Phillips en el Teatro Drury Lane, que presencia en su viaje de octubre de 1912, y la comedia musical Chu Chin Chow con texto de Oscar Asche y música de Frederic Norton, que ve en el His Majesty's Theatre en julio de1919.
Sus 8 viajes a Viena le permiten conocer las operetas Der arme Millionär de Otthenheimer,
En este último viaje a Viena, de octubre de 1923, se hace un lugar para concurrir a Salzburgo, para conocer los monumentos conmemorativos de Mozart, periplo que cumple el 20 de octubre. Viaje en el cual debe ser internado unos días, alrededor del 25, en el Cottage Sanatorium.
Sus 5 viajes a Montecarlo siempre son para presentar sus obras. Uno de ellos, en 1917, para el estreno mundial de
El primero de sus 4 viajes a Hamburgo, en 1892, es para ofrecer Le Villi. Dieter Schickling en un artículo publicado en 2022 desmitifica la supuesta dirección musical, de la primera representación de la obra por parte de un joven Gustav Mahler. Schickling demuestra palmariamente que nunca fue así, como se sugiere en varias publicaciones. Fue Theodor
Sus 3 viajes a Budapest lo hacen encontrarse nuevamente con la música de Richard Strauss: vuelve a presenciar Salome (1906) y Der Rosenkavalier (1912), lo que se repite en sus 2 estadías en Berlín: otra vez Der Rosenkavalier y Ariadne auf Naxos de Strauss.
En una sola oportunidad visita Manchester, Dresde, El Cairo, Leipzig, Liverpol, Luxor, Niza, Alejandría, Zurich, y Bucarest.
En agosto de 1921 viaja a Múnich sin que se registre la puesta de alguna de sus obras. En este viaje presencia en solo 10 días (del 15 al 25 de agosto), diez obras: Palestrina de Hans Pfitzner, El Rapto en el Serrallo, La Flauta Mágica y Così fan tutte de Mozart, Parsifal y Tristán e Isolda de Wagner, Das Spielwerk de Franz
Su primer viaje transatlántico es, en 1905, a Buenos Aires. Asiste a Bohemios de y a San Juan de Luz de y Torregosa por la Compañía Cómico-Lírica Española de Luis Alcalá el 4 de julio en el Teatro Comedia, el 12 de julio en el Teatro Apolo a la zarzuela criolla La Trilla de
Concurre a La Bohème (25 de junio), Tosca (1ro. de julio), Manon Lescaut (2 de julio) y a la función a su beneficio de Madama Butterfly (19 de julio), siempre en el Teatro de la Ópera con la Compañía Nardi & Bonetti, donde se produce, el 8 de julio, el estreno mundial de la versión definitiva de Edgar -que vuelve a presenciar el 9- y que, por esto, ha quedado intrínsecamente ligada a Buenos Aires, aunque el Teatro Colón jamás la haya programado en sus más de cien años de existencia y con la cual tiene una deuda de honor.
También en agosto de 1905 visita brevemente Montevideo y presencia sólo sus obras: Tosca y Manon Lescaut por la Compañía Bernabei en el
Nueva York lo tienta en 1907 y una vez más en 1910, cuando estrena La fanciulla del west, que también presencia en Filadelfia. Se supone que en alguno de sus dos viajes a Estados Unidos conoce las cataratas del Niágara y asiste a Salome de Strauss y Armide de Gluck. La guerra mundial impidió en 1918 el que hubiese sido su cuarto viaje transatlántico y tercero a Nueva York: de este modo,
Tres veces viaja a Bruselas, la última a partir del 5 de noviembre de 1924 con la finalidad de curar su cáncer de garganta. En el Teatro de la Monnaie de Bruselas tiene oportunidad de escuchar por vez postrera a sus criaturas: La Bohème el 18 de noviembre y Tosca el 19. A la fecha no ha podido determinarse si presenció las dos o sólo una de ellas.
Por fin, desde esa misma ciudad, el 29 de noviembre de 1924 emprende un último viaje: el último viaje humano posible, llevándose consigo el verdadero final de Turandot.
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