Alemania

Beatrice Rana y Emmanuel Pahud en el Klavier-Festival Ruhr

Juan Carlos Tellechea
martes, 2 de julio de 2024
Beatrice Rana y Emmanuel Pahud  © 2024 by Dana Schmidt Beatrice Rana y Emmanuel Pahud © 2024 by Dana Schmidt
Bochum, lunes, 17 de junio de 2024. Gran sala auditorio Anneliese Brost Musikforum Ruhr. Beatrice Rana (piano). Emmanuel Pahud (flauta travesera). Robert Schumann, Tres Romanzas op 94, Piezas de Fantasía op 73. Clara Schumann Romanzas op 22. Francis Poulenc, Sonata para violín y piano FP 119 (arreglo para flauta). Serguei Prokofiev, Sonata para flauta y piano op 94. Bis: Clara Schumann, Romanzas para violín y piano op 22/3 (“Leidenschaft und schnell”, con apasionada rapidez). Organizador Klavier-Festival Ruhr. 80% del aforo.
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Emmanuel Pahud se arrodilló literalmente ante Beatrice Rana, para reverenciarla, al término del sensacional concierto debut que ambos ofrecieron esta tarde juntos por primera vez en el Klavier-Festival Ruhr, en medio de efusivas ovaciones y estentóreas aclamaciones del público, en el auditorio Anneliese Brost Musikforum Ruhr de Bochum. Ella tomó la mano extendida de Pahud y se inclinó también ante él en señal de recíproca admiración, al tiempo que aumentaba más y más el estallido de los aplausos. ¡Qué bella e inédita escena sobre el escenario!

El acontecimiento fue único y quienes no asistieron al recital se perdieron realmente algo memorable. No solo por la combinación de piano y flauta en este Festival, sino por la brillante constelación de Beatrice Rana y Emmanuel Pahud hasta ahora no registrada en el mundo de la música clásica (al menos por estos lares). Es de suponer que no estará muy lejana la fecha en que graben un álbum a dúo; tendría seguramente una muy buena receptividad.

Composiciones hay suficientes, incluso transcripciones para flauta, como mostraron ambos aquí con obras de Robert Schumann, Clara Schumann, Francis Poulenc y Serguei Prokofiev. Beatrice Rana exhibió una gran ductilidad pianística, así como la ausencia de toda aspereza y una constante preocupación por la sobriedad en la ejecución. Emmanuel Pahud deslumbró otra vez por su musicalidad y virtuosismo en magistrales interpretaciones que exigieron del flautista unos recursos fenomenales.

Parentesco

Escritas originalmente para oboe y piano, las Tres romanzas op 94 de Robert Schumann no ocultan su carácter vocal. Existe también un parentesco de espíritu entre esta obra y las Piezas de fantasía op 73 (ambas de 1849), que Rana y Pahud tocaron en segundo término.

El tratamiento cincelado de las dos voces en la primera pieza y su fina labor de orfebrería con una discreta nota de melancolía en el “Nicht schnell”, así como el exquisito trabajo sobre el tema en la segunda, armonizado de forma diferente, según sus diversas repeticiones, y finalmente el apasionado “Rausch mit Feuer”, tan rítmico e ígneo hasta la incandescencia, muestran hasta qué punto están íntimamente ligadas las dos caras opuestas de Robert Schuman, hombre y músico, fogoso e introvertido.

Papel esencial

La pianista Clara Schumann, su esposa, fue la creadora o la intérprete elegida de muchas de sus obras. Las Tres romanzas para violín y piano op 22 de Clara Schumann, su última obra de música de cámara, no palidecen en comparación con las composiciones de su marido o del joven Brahms, amigo de la familia.

Aunque la obra está dedicada al violinista Joseph Joachim, el piano desempeña un papel esencial y la escritura es, en general, de tono intimista. La primera Romanza, Andante molto, presenta una cálida frase de violín sobre un acompañamiento de piano que la complementa con gusto y añade algunos adornos. La segunda, Allegretto: Mit zartem Vortrage” (con un tierno fluir), es bellamente sincera. El último, Leidenschaftlich schnell (con apasionada rapidez), se despliega en varias secuencias, fluida al principio, dando paso a un intenso discurso de la flauta (el violín originalmente), para luego volver al tempo inicial.

Tras el intervalo Beatrice Rana y Emmanuel Pahud tocaron la Sonata para violín y piano de Francis Poulenc, en la transcripción para flauta. Ambos artistas ofrecieron una interpretación que rozó el exceso. La flauta se estiró hasta el límite; las líneas se susurraron o se exaltaron, los pizzicatos son furiosos y arrebatados, y los acordes del piano casi se aplastan. Fue una interpretación que asumió todos los riesgos y a la que no le faltó ni un ápice de donaire.

Pensada originalmente para la violinista Jelly d'Aranyi, pero escrita finalmente ante la insistencia de Ginette Neveu, que la estrenó con el compositor, la Sonata para violín (1943) no está considerada como una de las piezas más inspiradas de Poulenc, cuyo brío estaba reservado a los vientos. No gozaba de la estima del compositor, que reconocía que no le gustaba el violín.

No obstante, contiene algunas ideas interesantes, combinando las dos caras de Poulenc: melodías envolventes y picardía, como la cita de Tea for two, un clásico del jazz de la época, en el Allegro con fuoco inicial; el "Intermezzo" aparentemente tranquilo y confiado; y la tragedia asumida del "Presto tragico", en un sentido homenaje a Federico García Lorca.

La velada concluyó con una impresionante interpretación de la Sonata para flauta y piano op 94 de Serguei Prokofiev en la radiante tonalidad de re mayor y totalmente comprometida con la línea clásica, lírica, y motívica, en el Scherzo: Presto. Aunque la obra fue compuesta en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), su alegría de vivir no deja entrever las sombras de la conflagración bélica. Prokofiev la compuso en Perm, en las orillas boscosas del Kama, uno de los mayores afluentes del Volga, donde había sido evacuado.

Para los flautistas, es la única sonata que puede competir con las sonatas románticas para violín y violonchelo: técnicamente muy exigente en cuanto al dominio de la tercera octava y la fluidez, al mismo tiempo romántica en la expresión y clásica en la forma. En el primer movimiento (Moderato), la forma clásica es fácil de captar, pero su espíritu tardorromántico debe despertarse a través del matiz, del mayor colorido de los cambios tímbricos y de fuertes contrastes (el segundo tema cantabile en la tercera octava, una marcha idealizada, y los matices cantabile del fluido tema principal son ejemplos del espíritu tardorromántico).

El fantástico Scherzo: Presto contiene probablemente las semicorcheas más rápidas de toda la literatura para flauta. El tercer movimiento, Andante, se caracteriza por la serenidad y un ambiente idílico. Los tresillos, comparables al murmullo de un arroyo, soportan un poco menos de tempo. El cuarto movimiento, un Allegro con brio en forma de rondó, se caracteriza por temas de danza rústica, con bonitos arpegios en el segundo tema y virtuosos pasajes en terceras.

Así fue que inspirados por la energía y la fuerza, la gramática y la semántica de esta pieza, Emmanuel Pahud se arrodilló ante Beatrice Rana, venerándola, y ella lo tomó de la mano con incontenible admiración. El público también lo entendió así y los aplaudió frenéticamente, hasta que repitieron con salero y elegancia la tercera de las Romanzas para violín y piano op 22, transcritas para flauta, (“Leidenschaftlich schnell”, con apasionada rapidez).

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