Alemania
Klavier-Festival RuhrIt don't mean a thing, if it ain't got that swing
Juan Carlos Tellechea

Con un concierto de homenaje al gran Duke Ellington, en el 125º aniversario de su nacimiento, el pianista y compositor Jason Moran y la Big band de la Radio de Hesse (hr-Bigband), con la cantante de jazz Eva Buchmann, clausuraron este martes el Klavier-Festival Ruhr 2024, que dirige la musicóloga y gestora cultural Katrin Zagrosek.
Nueva York, es director artístico de Jazz en el Kennedy Center for Performing Arts de Washington DC y docente en el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra. Meticuloso investigador, se ha hecho un nombre como maestro de proyectos transfronterizos. Además de comisariar exposiciones, Moran combina el influyente género de la música afroamericana con las artes visuales y escénicas. En su música, recorre la historia del jazz desde el swing hasta el hip-hop, iluminándola desde perspectivas siempre cambiantes. , nacido en Houston (Texas) y formado en
En el 125º aniversario del nacimiento de Edward Kennedy “Duke”
Solo
Moran ha explorado repetidamente la tradición jazzística, dedicando proyectos muy originales, a veces multimedia, a leyendas como James Reese Europe, James P. Johnson, Fats Waller y Thelonious Monk.
Tras una presentación con interesantes y amenos comentarios sobre la vida y obra de Duke, Jason Moran arrancó con una virtuosa interpretación al piano solo de su pieza Mount Ellington, guiado por el canon de este creador, antes de que se le uniera la extraordinaria orquesta hr-Bigband sobre el escenario.
Moran, cuyos padres y antepasados de origen hispano (Morán) llegaron a Texas desde el estado de Louisiana, confiesa:
Soy un pianista moderno, no un pionero ni un vanguardista. Recargo lo viejo con ideas nuevas.
Esta autoevaluación la demuestra ya desde un principio de la velada, con un introito muestreado y enriquecido con citas históricas.
Clásicos
En el recital fueron incluidas 14 composiciones de Ellington, desde In a Sentimental Mood (1935), Reflections in D (1953) y I've Got it Bad and That Ain't Good (1941), pasando por Satin Doll (1957) y Something to Live For (1939), hasta la celebérrima Take the A Train (1939). Los solistas de la hr-Bigband hacen maravillas con sus instrumentos: trompetas, saxofones, clarinete, batería, percusión, guitarra eléctrica y contrabajo. Otro tanto ocurre con la exquisita voz de la cantante Eva Buchmann.
El también pianista, compositor y arreglista Billy Strayhorn, quien colaboraba con Ellington desde 1939, tuvo una labor destacadas en estos clásicos. Así lo subraya asimismo en sus comentarios e interpretaciones, Jason Moran, quien va más allá de la mera ejecución de estas obras y su encasillamiento. Para Moran, la relación entre Ellington y fue como una verdadera fusión entre el hemisferio derecho y el izquierdo del cerebro; ambos se tomaban muy en serio su trabajo.
Cuando Moran introduce lentamente la siguiente balada con una suave presión sobre los pedales y por fin se hace audible la anhelante frase ascendente de In a Sentimental Mood, un suspiro de alivio apenas perceptible recorre al público y queda entonces claro que los asistentes al concierto no buscan la saturación de conocimientos previos, sino el placer de escuchar en el momento su creación. Porque se trata de la interpretación de la obra de un maestro que se preocupaba mucho a la hora de equilibrar atmósferas, sentimientos y experiencias auditivas, estilos musicales y personalidades en cada una de sus orquestas.
Pionero
Duke Ellington fue el líder pionero de una big band y un compositor de jazz excepcional. Pero también era un creador fantástico que traspasaba las fronteras de los géneros y eso se puede escuchar en muchas grabaciones en pequeños conjuntos, aunque esto siempre queda un poco en segundo plano. Cuando Ellington tocaba una pieza propia, tenía un aire casi clásico, como en Prelude to a Kiss en una grabación a trío de 1953. En realidad, el pianista solo toca el tema en un pasaje y luego desde la sección B hasta la conclusión. No es gran cosa, no es un verdadero solo, pero es una lección de cómo frasear, dar forma y variar una melodía para que oscile irresistiblemente.
Jason Moran es uno de los pocos que han sobrevivido creativamente a la fiebre de los “Young Lions” -los jóvenes intérpretes de neobop, en su mayoría conservadores, en la línea de Wynton Marsalis- y posee un estilo completamente independiente.
Con su trío “The Bandwagon” (Tarus Mateen, contrabajo; Nasheet Waits, batería), que está cumpliendo 20 años también en 2024 en los Estados Unidos, Moran puede pasar del stride al free jazz piano en un abrir y cerrar de ojos, evocar en cualquier momento la historia del jazz completamente interiorizada y hacerla aparecer bajo una nueva luz.
Tener ese swing
El concierto concluyó con un popurrí de composiciones de Ellington de la época de las big bands de los decenios de 1930 y 1940. Una vez más se hizo patente aquí ante el público la variedad intemporal de sonidos, impresiones sensoriales y estilos interpretativos experimentados con Jason Moran y la hr-Bigband.
A los músicos y a Eva Buchmann (también compositora) se los veía muy entusiasmados con el enfoque del pianista, quien tocó los temas de forma creativa, abriéndolos formalmente, añadiendo nuevos ritmos y, sobre todo, animando a cada instrumentista a tocar a su manera. Más que las notas, lo que interesaba aquí era revivir el espíritu de la banda de Ellington y de sus integrantes, los que siempre tuvieron el valor de tocar ellos mismos y jamás olvidaron este emblemático verso que evocó otra vez en esta velada la cantante: It don't mean a thing, if it ain't got that swing (“No significa nada, si no tiene ese swing).
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