España - Madrid
Beczala, el arte de la técnica
Germán García Tomás
Una de las citas más interesantes, por no decir la que más,
del Festival de San Lorenzo de El Escorial de este año, un cajón de sastre
entre conciertos sinfónicos, lírica y danza, ha sido el recital del afamado tenor
Piotr acompañado por los conjuntos orquestales y corales de la
Comunidad de Madrid bajo la dirección del asturiano . En pleno
descanso estival, el polaco, una de las más bellas y potentes voces de tenor
lírico en la actualidad, venía a visitar la ciudad de la sierra oeste madrileña
para dar una completa muestra de su inigualable arte canoro en ópera italiana
con una pequeña incursión en la ópera de su país natal.
En la primera parte, enteramente dedicada a Giuseppe Verdi, Beczala tuvo su primera intervención con el aria “Quando le sere al placido” de Luisa Miller, precedida de la dramática introducción “O fede negar potessi”, a la que confirió auténtico toque heroico. En el aria propiamente dicha el polaco comenzó exhibiendo su acostumbrada nobleza de canto, su gran caudal sonoro y un control admirable del fiato. La voz, robusta, de un exquisito metal, sonó timbrada y homogénea entre registros –con su primoroso centro y su agudo firme-.
Siguió el aria con coro del primer acto de Un ballo in maschera, “Di’tu se fedele”, salvando las arriesgadas
oscilaciones y cambios rítmicos de la página, y saltando con asombrosa facilidad
de la zona aguda al más firme y sonoro grave.
Pero estas dos piezas habían sido meros calentamientos comparadas con lo que vino después, la gran escena de Don Álvaro del acto tercero de La forza del destino, “La vita è inferno all’infelice”, donde destinó patetismo a todo el recitado con unos expresivos “Leonora” y unos ascensos en cantabile a media voz en el aria propiamente dicha, “O tu che in seno agli' angeli”.
A continuación, el público madrileño, poco o nada
acostumbrado a la ópera en lengua eslava –al margen del ruso-, tuvo la
oportunidad de descubrir una muestra de uno de los mayores representantes de la
ópera romántica en Polonia, Stanislaw
El maestro Óliver Díaz consiguió extraer un excelente nivel
de la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid en las páginas orquestales y
corales, infundiéndolas variedad, atención al detalle y no poca garra, como en la
bien delineada y enérgica obertura de Nabucco,
continuando con un coro de esclavos hebreos “Va pensiero” en el que subrayó las
dinámicas, además de un coro de gitanos de Il
trovatore donde se permitió pequeñas licencias de accelerando en el tempo.
Para dar comienzo a la segunda parte, centrada toda ella en
el verismo, el intermezzo de Manon Lescaut de Puccini fue llevado con
una modélica planificación de planos melódicos por parte del director asturiano.
Beczala se sintió igual de cómodo en registro, pues su depurada técnica vocal
hace que domine con pasmosa facilidad todos los repertorios, encandilando al
público aún más si cabe con interpretaciones de Tosca (“Recondita armonia”), Cavalleria
rusticana y “Come un bel dì di maggio” de Andrea Chénier, recreaciones todas ellas de hondísima emoción, especialmente
en la memorable interpretación del aria de Turiddu “Mamma, quel vino è
generoso” de la ópera de Mascagni, seguida de un muy festivo brindis “Viva el
vino spumeggiante” de gran pujanza rítmica por parte de la batuta de Díaz.
Quizá se le puede pedir a Beczala un poco más de variedad expresiva en el
fraseo, pero su canto legato, su squillo
y su brillantez en la zona superior bastan por sí solas para arrebatar al
público.
Evanescente y delicado aunque apenas audible sonó luego el coro a boca cerrada de Madama Butterfly, precedido de la introducción orquestal, y con el apoyo de la viola situada en las gradas superiores doblando las voces del coro. Beczala coronó su actuación con una apasionada versión del “Nessun dorma” de Turandot, aunque en el agudo final la voz pareció achicarse de repente.
Y llegaron las dos propinas: la primera de ellas de su otro gran
repertorio, el francés, con el aria de la flor de Carmen de Bizet, de impecable, aseada línea vocal, y de una dicción
perfecta, además del “Amor ti vieta” Fedora
de Giordano. El abarrotado Teatro Auditorio de El Escorial se venía abajo
pidiendo más, pero el tenor, muy sonriente y agradecido, ya había entregado bastante,
unos momentos de puro canto para el recuerdo que provocan deseos de volverse a
encontrar con, para el que esto escribe, la mejor voz de tenor lírico del
momento presente.
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