España - Madrid

Beczala, el arte de la técnica

Germán García Tomás
jueves, 15 de agosto de 2024
Piotr Beczala © 2024 by Anja Frera Piotr Beczala © 2024 by Anja Frera
San Lorenzo del Escorial, sábado, 3 de agosto de 2024. Teatro Auditorio. Piotr Beczala (tenor), Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Óliver Díaz (director), Josep Vila (director del coro). Obras de Giuseppe Verdi, Stanislaw Moniuszko, Giacomo Puccini, Pietro Mascagni, Umberto Giordano y Georges Bizet. Festival de San Lorenzo de El Escorial 2024
0,000297

Una de las citas más interesantes, por no decir la que más, del Festival de San Lorenzo de El Escorial de este año, un cajón de sastre entre conciertos sinfónicos, lírica y danza, ha sido el recital del afamado tenor Piotr Beczala acompañado por los conjuntos orquestales y corales de la Comunidad de Madrid bajo la dirección del asturiano Óliver Díaz. En pleno descanso estival, el polaco, una de las más bellas y potentes voces de tenor lírico en la actualidad, venía a visitar la ciudad de la sierra oeste madrileña para dar una completa muestra de su inigualable arte canoro en ópera italiana con una pequeña incursión en la ópera de su país natal.

En la primera parte, enteramente dedicada a Giuseppe Verdi, Beczala tuvo su primera intervención con el aria “Quando le sere al placido” de Luisa Miller, precedida de la dramática introducción “O fede negar potessi”, a la que confirió auténtico toque heroico. En el aria propiamente dicha el polaco comenzó exhibiendo su acostumbrada nobleza de canto, su gran caudal sonoro y un control admirable del fiato. La voz, robusta, de un exquisito metal, sonó timbrada y homogénea entre registros –con su primoroso centro y su agudo firme-. 

Siguió el aria con coro del primer acto de Un ballo in maschera, “Di’tu se fedele”, salvando las arriesgadas oscilaciones y cambios rítmicos de la página, y saltando con asombrosa facilidad de la zona aguda al más firme y sonoro grave.

Pero estas dos piezas habían sido meros calentamientos comparadas con lo que vino después, la gran escena de Don Álvaro del acto tercero de La forza del destino, “La vita è inferno all’infelice”, donde destinó patetismo a todo el recitado con unos expresivos “Leonora” y unos ascensos en cantabile a media voz en el aria propiamente dicha, “O tu che in seno agli' angeli”. 

A continuación, el público madrileño, poco o nada acostumbrado a la ópera en lengua eslava –al margen del ruso-, tuvo la oportunidad de descubrir una muestra de uno de los mayores representantes de la ópera romántica en Polonia, Stanislaw Moniuszko –de quien en esta pasada temporada el Teatro Real ofreció su más afamada creación, Halka, en versión de concierto con el propio Beczala en el reparto-. En esta ocasión el tenor brindó una emocionante aria de Straszny Dwór, que se mueve entre el recitado y el arioso con interpolaciones de la celesta, instrumento que entona una sencilla melodía de carácter infantil.

El maestro Óliver Díaz consiguió extraer un excelente nivel de la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid en las páginas orquestales y corales, infundiéndolas variedad, atención al detalle y no poca garra, como en la bien delineada y enérgica obertura de Nabucco, continuando con un coro de esclavos hebreos “Va pensiero” en el que subrayó las dinámicas, además de un coro de gitanos de Il trovatore donde se permitió pequeñas licencias de accelerando en el tempo.

Para dar comienzo a la segunda parte, centrada toda ella en el verismo, el intermezzo de Manon Lescaut de Puccini fue llevado con una modélica planificación de planos melódicos por parte del director asturiano. Beczala se sintió igual de cómodo en registro, pues su depurada técnica vocal hace que domine con pasmosa facilidad todos los repertorios, encandilando al público aún más si cabe con interpretaciones de Tosca (“Recondita armonia”), Cavalleria rusticana y “Come un bel dì di maggio” de Andrea Chénier, recreaciones todas ellas de hondísima emoción, especialmente en la memorable interpretación del aria de Turiddu “Mamma, quel vino è generoso” de la ópera de Mascagni, seguida de un muy festivo brindis “Viva el vino spumeggiante” de gran pujanza rítmica por parte de la batuta de Díaz. Quizá se le puede pedir a Beczala un poco más de variedad expresiva en el fraseo, pero su canto legato, su squillo y su brillantez en la zona superior bastan por sí solas para arrebatar al público.

Evanescente y delicado aunque apenas audible sonó luego el coro a boca cerrada de Madama Butterfly, precedido de la introducción orquestal, y con el apoyo de la viola situada en las gradas superiores doblando las voces del coro. Beczala coronó su actuación con una apasionada versión del “Nessun dorma” de Turandot, aunque en el agudo final la voz pareció achicarse de repente. 

Y llegaron las dos propinas: la primera de ellas de su otro gran repertorio, el francés, con el aria de la flor de Carmen de Bizet, de impecable, aseada línea vocal, y de una dicción perfecta, además del “Amor ti vieta” Fedora de Giordano. El abarrotado Teatro Auditorio de El Escorial se venía abajo pidiendo más, pero el tenor, muy sonriente y agradecido, ya había entregado bastante, unos momentos de puro canto para el recuerdo que provocan deseos de volverse a encontrar con, para el que esto escribe, la mejor voz de tenor lírico del momento presente.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.