Italia

Una audiencia no demasiado nutrida

Jorge Binaghi
lunes, 19 de agosto de 2024
Grinda, Bianca e Falliero © 2024 by Amati Bacciardi Grinda, Bianca e Falliero © 2024 by Amati Bacciardi
Pesaro, miércoles, 7 de agosto de 2024. Auditorio Scavolini. Bianca e Falliero (Milán, Teatro alla Scala, 26 de diciembre de 1819). Libreto de F. Romani, música de G. Rossini. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Escenografía y vestuario: Rudy Sabounghi. Luces: Laurent Castaingt. Intérpretes: Jessica Pratt (Bianca), Aya Wakizono (Falliero), Dmitry Korchak (Contareno), Giorgi Manoshvili (Capellio), Nicolò Donini (Priuli), y otros. Coro del Teatro Ventidio Basso (Maestro: Giovanni Farina) y Orchestra Sinfonica Nazionale de la Rai. Dirección musical: Roberto Abbado.
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La tercera de las cuatro óperas serias y última escrita para el teatro milanés no digo que sea un misterio, pero casi. Tras reescribir el último acto de Mosè y la creación en Nápoles de dos títulos fundamentales como Ermione y La donna del lago, uno no pensaría en un salto hacia atrás tan asombroso en forma de tema y partitura tan ‘conservadores’, donde incluso se recuperó el recitativo secco. Pero, se sabe, Rossini a uno siempre lo pilla desprevenido.

Se trató de un buen éxito de público pero no de crítica y su estrella se apagó pero no de inmediato aunque fue sufriendo mutilaciones y desapareció hasta la edición crítica de 1986 aquí mismo (no es raro que no reciba ninguna atención de todo un Fedele D’Amico en Il teatro di Rossini, Il Mulino, 1992).

Hoy parece difícil encontrarlo si no es en festivales especializados, sobre todo este, en el que tiene toda su razón de ser… para confirmar que seguirá siendo un título de circulación restringida que no entrará nunca en repertorio por varias razones antes que por su música (en muchos momentos inspirada, en otros -como el final- retomando el rondó final de su hermana contemporánea La donna del lago, siempre con una escritura orquestal notable); las partes vocales dificilísimas -aquí tres en particular- y el libreto, aunque lo firme un maestro como Romani, no tiene demasiado interés, como tampoco el argumento en sí, con sus largos recitativos.

Los dos jóvenes protagonistas contrastados en su amor por el padre de ella (todavía con registro de tenor, como quería la tradición) y tardíamente ayudados por el pretendiente oficial (Capellio, un personaje desperdiciado totalmente) van y vienen en medio de arias (las primeras de Bianca y Falliero no demasiado interesantes pero sí de gran virtuosismo), dúos, números de conjunto, un cuarteto fantástico en el último acto, comprimarios puestos allí para que los principales puedan dar rienda suelta a sus habilidades, y más bien pocos, pocas y monótonas las situaciones dramáticas.

‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.

Se requeriría una puesta en escena casi imposible de pensar, que animara el conjunto sin exagerar o desnaturalizar. El tibio aplauso que recibió al equipo de la nueva producción demostró que la misma no había molestado, pero tampoco convencido y sí aburrido.

Al margen de ramos de rosas abrazados y pateados según los acontecimientos, movimientos convencionales, había un personaje mudo que circulaba por allí sin mayor explicación ni necesidad: una señora mayor ciega (representada por un hombre, ya se sabe lo de la fluidez) que acompañaba cada presentación de Bianca, a veces en desacuerdo con ella, otras no. Las apuestas llegaban a imaginar una aparición ante litteram de la Cieca de La Gioconda, pero entonces habría que transformar a Bianca en la cantante callejera (claro que si el final es una especie de ensoñación de la protagonista ante una situación imposible…). Más probable que se trate simplemente de una abuela un tanto pesada.

Como la acción transcurre en la Venecia del Setecientos hay bellos telones que la representan, vestidos vagamente de época, luces convencionales… y poco más. Ninguno de los personajes cobra un mínimo de vida.

‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.

En la parte musical las cosas fueron mejor. En el nuevo auditorio (el antiguo Palafestival) en medio de la ciudad, para alegría de todos, renovado, cómodo y de buena acústica no le costó a Roberto Abbado imponer una concepción adecuadamente enfática de la partitura a la que respondió muy bien la orquesta y asimismo el coro, de excelente nivel, que interviene en ocho de los once números de la partitura. Pero el ‘coturno constante’ o bien la aristocracia algo apabullante y bien distante no ayudó al público. Seguramente el maestro lleva razón en su planteamiento, pero eso mismo indicaría que no es una de las grandes obras de Rossini.

Si Pratt fue una extraordinaria Bianca (agudos, sobreagudos, messe di voce, piani, agilidades y adornos, fantástica técnica y estilo) que no debería insistir tanto en prolongar las notas (así fue como la final de la ópera no resultó tan lucida como se esperaba), la elección de Wakizono en Falliero deja algo perplejos. Ni por figura ni por vocalidad es la voz adecuada. Ciertamente lo primero no sería relevante sin lo segundo, pero es lástima que el amante parezca el hermano menor de la amada, que sí cante con musicalidad y buenas herramientas, pero con poco volumen que en centro y grave casi desaparece. Lo mejor es el agudo, pero en los dúos se oía a Pratt y a una especie de eco que era -con suerte- Falliero, inaudible totalmente en cuanto cantaban tres o más, o coro y orquesta se unían a su voz. Tal vez lo mejor haya sido su escena de la prisión (‘Alma, ben mio, sì pura) pero no la cabaletta conclusiva.

‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.‘Bianca e Falliero’ de Rossini. Dirección musical: Roberto Abbado. Dirección escénica: Jean-Louis Grinda. Festival Rossini de Pesaro 2024. © 2024 by Amati Bacciardi.

Buena la labor de Korchak en el ingrato papel del padre despótico. Él también es un excelente rossiniano y no tiene problemas con la extensión ni, incluso, con los graves, pero tal vez por eso mismo, si no hubo casi nasalidad tampoco la voz pareció muy brillante sino homogénea pero opaca (habiéndolo visto hace poco en el Tell de la Scala me ha llamado la atención).

El joven y talentoso Manoshvili, que por momentos parecía una voz oscura importante y se oyó mucho en el célebre cuarteto del último acto (‘Cielo, il mio labbro ispira’), en otros momentos pareció perder volumen aunque su presencia escénica lo salvó siempre. En el rol de Priuli, el dogo, tuvo una buena intervención Donini. La confidente de Bianca, una Costanza que entre libreto y dirección escénica parecía un tanto lela y de no mucha ayuda o confianza, fue una muy correcta Carmen Buendía. Los otros comprimarios, Claudio Zazzaro y Dangelo Díaz, parecieron funcionales a sus respectivos roles.

Se aplaudieron varios números y al final una audiencia no demasiado nutrida para el día de la inauguración del Festival celebró a los artistas y, como queda dicho, fue mucho más discreta en su recepción al equipo escénico

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