Italia

Ermione o ‘la magia del teatro roto’

Jorge Binaghi
jueves, 22 de agosto de 2024
Erath, Ermione © 2024 by Amati Bacciardi Erath, Ermione © 2024 by Amati Bacciardi
Pesaro, viernes, 9 de agosto de 2024. Vitrifrigo Arena. Ermione (Nápoles, Teatro de San Carlo, 27 de marzo de 1819). Música de G. Rossini. Libreto de Andrea L. Totttola sobre la Andromaque de Racine basada en la tragedia homónima de Eurípides. Puesta en escena: Johannes Erath. Escenografía: Heike Scheele. Vestuario: Jorge Jara. Video: Bibi Abel. Luces: Fabio Antoci. Intérpretes: Anastasia Bartoli (Ermione), Enea Scala (Pirro), Juan Diego Flórez (Oreste), Victoria Yarovaya (Andromaca), Michael Mofidian (Fenicio), Antonio Mandrillo (Pilade), Martiniana Antonie (Cleone), Paola Leguizamón (Cefisa), y Tianxuefei Sun (Attalo). Coro del Teatro Ventidio Basso (maestro de coro: Giovanni Farina). Dirección musical: Michele Mariotti.
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El título o subtítulo de esta nota está entrecomillado porque lo he sacado de una de las charlas que se da en una de las salas del Teatro Rossini el primer día en que se representa un título del Festival. En este caso, además de una interesante exposición (con puntos de vista diversos) sobre los efectos de la Inteligencia Artificial sobre la cultura, la música clásica y el propio Festival Rossini, hablaron los directores musical y escénico de Ermione. He descubierto que Mariotti sabe explicar de modo perfectamente sencillo y comprensible los motivos de su admiración y de su interpretación de las obras que dirige.

Y la relación del fracaso de este título tan innovador de Rossini con el hecho de que el autor hizo saltar las costuras del género para volver a reconstruirlo -pero de otro modo- en su última ópera italiana, Semiramide, fue tan iluminadora como escueta. Sin caer en el lugar común del acercamiento a la reforma de Gluck o a los personajes siempre y demasiado airados (Stendhal dixit), puede haberse interesado en algunos elementos, pero Rossini era Rossini (y así pasó del título de Andromaca, que era el de las tragedias en que el libreto se inspiraba, al suyo propio de la antagonista).

Lo primerísimo que hay que destacar de este espectáculo es, precisamente, una dirección que mejor no se me ocurre (mi pobre experiencia directa con el título es el recuerdo de una desafortunada versión de concierto en Bruselas a finales del siglo pasado), que hace época y se pone como referencia indispensable e indiscutible, en la que se nota el trabajo no sólo con orquesta y coro (esa obertura ‘violada’ -sic- desde el mismo principio con la intervención del coro), sino con los cantantes para hacer resaltar las cualidades incluso en los recitativos (tan importantes, si no cruciales) y en esos silencios que eran una prolongación o anticipación de la música.

Este año se le concede a Mariotti el Rossini de Oro -tal vez algo tarde, pero muy oportunamente porque su trabajo ha sido lisa y llanamente descomunal y ha servido para defender de modo inequívoco la modernidad e importancia de una partitura a la que el éxito se le resiste…. pero no esta vez (las ovaciones durante la representación fueron en aumento, pero al final se llegó a una apoteosis que involucró a todos).

Concertación, equilibrio, fraseo, dinámicas, atención constante, con la ayuda de una orquesta que obviamente estaba convencida de lo que estaba realizando y del dominio absoluto que de la partitura tenía el director, y un coro excelente (lástima que en la escena final el hacerlo cantar en los laterales del escenario descompensó un tanto el sonido) fueron las bazas legítimas del triunfo de Mariotti.

Flórez y Bartoli en ‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.Flórez y Bartoli en ‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.

Y también los cantantes. Ayudó a consagrar a Anastasia Bartoli, que sólo en algún momento exhibió un grave no del todo grato y natural (en los recitativos), en un rol espeluznante en el que hasta ahora sólo brillaba el faro de la Antonacci (Meade lo hizo muy bien en lo canoro, sí, pero no en lo escénico, creo). Voz enorme, extensa, capaz de agilidades, messe di voce segurísimas.

Scala debería cantar siempre este tipo de personajes en los que la belleza del timbre o no importa o es secundaria: se movió como se le pedía (a veces en forma demasiado chulesca o exagerada, pero eso no se le imputará a él) y cantó, no sólo su tremenda escena del primer acto, de modo estupendo. Sólo en algún momento el extremo agudo sonó muy metálico y en el dúo con Andrómaca del segundo acto tal vez un par de notas resultaron algo forzadas, pero sólo lo señalo; no me parece un reparo importante vista la dificultad del rol.

Flórez llega tal vez algo tarde a Oreste, para el que puede faltarle incisividad en algunos momentos (en particular la escena final) y, según expertos (yo no puedo asegurarlo) eliminó algunos adornos en su gran dúo con Ermione del primer acto. De todos modos, ese fue uno de sus grandes momentos, junto con la cavatina de entrada y sobre todo unos recitativos (desafío a quien hoy haga mejor una palabra tan manida como ‘dessa’) que lo mostraron como lo que siempre ha sido: un rossiniano ad hoc por técnica y estilo, y con un timbre más bello que lo habitual (no hablaré aquí de su decisión -respetable pero discutible- de ampliar tal vez demasiado su repertorio).

Antonie, Leguizamón, Mofidian y Sun en ‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.Antonie, Leguizamón, Mofidian y Sun en ‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.

Muy bien la mezzo Yarovaya en una Andromaca (y eso que la primera fue la famosa Pisaroni) que queda un tanto relegada injustamente por su rival (claro que era la Colbran), que hasta hizo alterar el título de la ópera, pero con lo que tiene puede lucirse y así lo hizo (por qué se la vistió como una señora más bien madura, más parecida a la princesa de Bouillon que a una heroína de tragedia griega no sé, como no fuera para mostrar un complejo de Edipo en Pirro).

Muy interesante el Fenicio de Mofidian (voz impactante, aunque a veces emisión monótona) y más que correcto el Pilade de Mandrillo (el ‘duettino’ de ambos fue muy bueno musicalmente y un desacierto total en lo dramático). De los tres restantes destacó, no sólo por la importancia de sus intervenciones, la confidente de la protagonista, Cleone, en la voz de Antonie (a la hora de dar consejos, con confidentes así quién los quiere). Los otros dos, en particular Sun, lo hicieron muy correctamente.

Y a la parte escénica. Erath, un hombre afable, explicó muy bien lo que quería demostrar: enamorados del amor, pero como equivalente a posesión o dominio del otro (Mariotti habló de amores imposibles). La presión de los famosos padres o marido sobre los principales es evidente (Pirro en su gran escena se define como ‘il figlio’…y es que ser hijo de Aquiles habrá debido costar lo suyo); la voz de la razón que habla con Oreste en Pilade y con los otros tres principales en la voz de Fenicio no logra interferir con las heridas, los sentimientos y orgullos heridos.

‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.‘Ermione’ de Rossini. Dirección musical: Michele Mariotti. Puesta en escena: Johannes Erath. Rossini Opera Festival 2024. © 2024 by Amati Bacciardi / Rossini Opera Festival.

Pero que el ‘Amor’ aquí en persona y corriendo por toda la escena con su flecha hasta que al final lo matan, que la corte de Pirro parezca una decadente tiranía oriental, que Astianax no sea el ‘pargoletto’ del que se habla (porque un adolescente torturado según el director de escena hace comprender mejor el miedo por sus reacciones posteriores -de hecho es el único que queda vivo y en mejor estado mental, al parecer) ni sale de la música ni del texto y yo francamente lo he visto de modo intermitente con la mejor buena voluntad. Los videos a los costados sobran, las luces de neón y el telón que enmarcan y cierran espacios de modo asfixiante en la inmensa Arena tal vez no estén mal, pero no los veo necesarios.

En suma, como se suele decir, sin duda una meditada ‘dirección escénica’, pero que a mí (como ya ocurriera con sus Troyens en Colonia, de los que algún recuerdo hay) no me parece la mejor, aunque algunos momentos (como en general los de la protagonista) resultaran buenos o interesantes. Fue también muy aplaudida.

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