Musicología
Bruckner 200Nuevas perspectivas sobre Bruckner: El revolucionario piadoso
Juan Carlos Tellechea
La investigación contemporánea sobre Bruckner -sobre todo en las actividades del Instituto Anton Bruckner de Linz- está explorando la imagen fascinantemente contradictoria de este compositor excepcional en numerosos simposios y publicaciones, afirma el musicólogo Dr Thomas Leibnitz, presidente de la Sociedad Bruckner Internacional, quien participó la semana pasada en el Congreso Internacional “Bruckner hoy y entonces”, organizado por el Festival St. Florianer Brucknertag 2024 y la Bruckner Society of America, celebrado en la Abadía de los canónigos agustinos de San Florián (Alta Austria).
El Dr Leibnitz es conservador de la exposición Anton Bruckner. Der fromme Revolutionär (Anton Bruckner. El revolucionario piadoso), que tiene lugar hasta el 26 de enero de 2025 en la regia sala de Estado de la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena.
Como el centro de investigación sobre Bruckner más importante del mundo que es, la Biblioteca está aprovechando la ocasión del bicentenario de su nacimiento, el 4 de septiembre en Ansfelden (Alta Austria), no solo para “honrar” a Anton Bruckner, sino también para dejarle “hablar” por sí mismo en el transcurso de la exposición y a través de numerosos documentos originales, pero sobre todo en los autógrafos de sus principales obras.
Predeterminado
Anton Bruckner, ¿un revolucionario? Ésta es la pregunta que se formula retóricamente el Dr Thomas Leibnitz, quien fue además director de la Colección de Música de la Biblioteca Nacional de Austria. A primera vista esta palabra puede parecer algo extraña, incluso contradictoria, porque el público asistente a conciertos asocia a Bruckner con ciertas ideas primarias: un hombre viejo y temeroso de Dios que escribe sinfonías monumentales con dimensiones místicas de expresión, un músico modesto, incluso sumiso, que no se permite salirse de su camino vital, a menudo predeterminado.
En efecto, a juzgar por los contornos de esa vida, es difícil hablar de un «revolucionario»; tal epíteto puede ser mucho más apropiado para la biografía de Richard Wagner, por ejemplo, llena de sobresaltos, rebeliones y giros repentinos. Lo “nuevo” en la música de Bruckner se encuentra en su lenguaje sinfónico, que cada vez deja más atrás sus inicios convencionales y finalmente, en los atrevidos acordes tredécimos del Adagio de la Novena, avanza hacia las dimensiones del expresionismo.
Brecha
En el título de la exposición, “revolucionario” va acompañado de un adjetivo casi antitético: piadoso. No cabe duda de la piedad de Bruckner hacia la Iglesia, que no es un aspecto secundario, sino más bien, a los ojos tanto de sus partidarios como de sus adversarios, constitutivo de su ser. Esta piedad -fundada en casa de sus padres y solidificada en el ámbito monástico de su juventud- le hizo aceptar la estructura de autoridad del Estado y la Iglesia como un orden divino de los asuntos mundiales, de cuya validez no se permitía dudar en absoluto.
Sin embargo, cuando Bruckner se trasladó a Viena en 1868, esta constelación se volvió tensa: la brecha entre el ambiente eclesiástico-jerárquico de su tierra natal de la Alta Austria y el ambiente cosmopolita liberal de la Viena de la segunda mitad del siglo XIX.
De hecho, la decisión de Bruckner de abandonar su entorno anterior en 1868 y trasladarse a Viena para ocupar una cátedra en el Konservatorium der Musikfreunde puede considerarse un importante punto de inflexión en su vida. Coincide con su reorientación como compositor: Tras centrarse en la música coral y sacra, Bruckner se convirtió en compositor sinfónico, enfrentándose a un público crítico y recibiendo críticas de gran severidad.
Devoción
Se mantiene la tensión entre su socialización primaria en casa y su entorno vienés; el lenguaje, la vestimenta y los modales de Bruckner contrastan con las normas de la cultura metropolitana en la que se mueve. Al mismo tiempo, su lenguaje musical como sinfonista marca una nueva nota, que es alabada por sus partidarios pero duramente criticada por sus detractores: Sus movimientos sinfónicos alcanzan una expansividad desconocida hasta entonces, se perciben como armónicamente avanzados y exigen una forma de escuchar que también incorpora la Nachklingen (persistencia) al proceso de escucha activa.
Así, por un lado, Bruckner es visto como un innovador musical de gran audacia, pero por otro se le experimenta como una persona caracterizada predominantemente por elementos conservadores. Siguió siendo un católico devoto durante toda su vida y trató a las autoridades eclesiásticas y seculares con una reverencia que sus oponentes veían como veneración, y ocasionalmente como cálculo.
Por ello, señala el Dr Thomas Leibnitz;
Parece apropiado presentarlo en la exposición como un 'piadoso revolucionario', como un hombre caracterizado por las tensiones de esferas sociales divergentes, pero también de esferas musicales diferentes.
Magisterio
El recorrido de la exposición comienza con los años de juventud de Bruckner en la Alta Austria. Su socialización no se sale de lo común. La “papeleta de confirmación”, una pequeña hoja con una oración, que Bruckner llevaba cuidadosamente consigo, puede considerarse un indicio de sus fuertes lazos con la iglesia. Al principio emprende una carrera como profesor y asiste al centro de formación de magisterio en Linz, la Präparandie (preparatorio).
Allí recibió una profunda educación musical básica, y su inclinación por la música se hizo cada vez más patente. Pasó diez años en la Abadía de San Florián como profesor, pero también como organista y ya como compositor de música eclesiástica. Se tomó muy en serio su formación en teoría musical, que le llevó a realizar un “curso por correspondencia” de un año de duración sobre armonía y contrapunto con el teórico musical vienés Simon Sechter, la principal autoridad de la época.
Organista de la Catedral de Linz
En 1855, Bruckner asumió el cargo de organista de la antigua Catedral de San Ignacio de Loyola y parroquia de Linz, iniciando así su carrera como músico profesional. Continuó sus estudios de composición con el Kapellmeister de Linz Otto Kitzler, documentados en un extenso “libro de estudio“. Una representación de Tannhäuser de Richard Wagner le causa una profunda impresión y le abre nuevas dimensiones musicales.
Más tarde, en torno a los cuarenta años, Bruckner encuentra un lenguaje compositivo propio e individualizado. Contempló la posibilidad de trasladarse a Viena, pero sabía que eso significaría entrar en un mundo nuevo y a menudo desconocido. Tras superar serias dudas y una crisis nerviosa, se trasladó a Viena en 1868 y asumió su nuevo cargo de profesor de Armonía y Contrapunto en el Conservatorio de la Gesellschaft der Musikfreunde.
Facciones
La exposición no sigue un orden estrictamente cronológico, sino que se centra en áreas temáticas individuales para arrojar más luz sobre los diversos aspectos de la vida y la obra de Bruckner. En primer lugar, se examina el entorno vital inmediato del compositor, sus apartamentos vieneses, pero también las tabernas en las que pasaba las tardes, soltero de toda la vida. No solo enseñó en el conservatorio, sino también en la Universidad de Viena a partir de 1875. Sus clases en la Escuela Normal de Santa Ana acabaron en humillación cuando fue acusado de comportamiento indecoroso con sus alumnas.
Bruckner continuó su carrera en Viena como organista, convirtiéndose en miembro de la orquesta de la corte imperial, y varias giras como virtuoso del órgano le llevaron a capitales europeas. La vida musical de la época se caracterizaba por un conflicto entre “partidos” musicales, entre el bando “progresista”, en torno a Richard Wagner y Franz Liszt, y el grupo “conservador”, en torno a Johannes Brahms.
Bruckner se declara aquí muy enfáticamente al expresar su admiración por Richard Wagner, a quien también está dedicada su Tercera Sinfonía, la “Sinfonía Wagner”. Recuerdos de carácter personal documentan esta devoción, que tiene ciertamente un carácter unilateral, ya que Wagner, por su parte, solo reconoce a Bruckner de pasada. La relación con Johannes Brahms, que gozaba del apoyo de importantes círculos musicales de Viena y era más bien escéptico respecto a Bruckner, resultó tensa.
Críticas
Bruckner recibió tanto la aprobación como el duro rechazo de la crítica musical vienesa, y las “mordaces” reseñas de Eduard Hanslick, Max Kalbeck y Gustav Dömpke tuvieron un fuerte impacto en la conciencia histórica. Las voces negativas de la prensa fueron muy duras con Bruckner, sobre todo porque -a diferencia de muchos de sus colegas compositores de la época- no era uno de los compositores “escritores” y se sentía indefenso a merced de los ataques verbales. Por ello estaba tanto más agradecido a los autores que le defendían en la prensa.
Bruckner recibe numerosos apoyos, sobre todo de sus alumnos, entre los que los hermanos Franz y Joseph Schalk, Ferdinand Löwe y Friedrich Eckstein desempeñan un papel especial. Se organizaron diversos tipos de “propaganda Bruckner”, no solo a través de artículos de prensa, sino sobre todo mediante interpretaciones al piano de las obras de Bruckner, que pretendían familiarizar al público vienés con este nuevo lenguaje musical, incluso antes de las interpretaciones orquestales. Los acontecimientos que rodearon la interpretación al piano de su Quinta Sinfonía en 1887 demuestran que Bruckner podía resultar bastante “difícil” en tales ocasiones.
Sin embargo, Bruckner también recibió apoyo material; había “mecenas” que querían dar al compositor, reconocido como un compositor excepcional, tiempo para componer, sobre todo aliviándole de las clases particulares que constituían una parte considerable del tiempo disponible de Bruckner. Esto se llevó a cabo de varias maneras: en parte mediante ayuda económica directa (por ejemplo de Max von Oberleithner, un alumno adinerado), o también mediante la puesta a disposición de un piso -verbigracia Anton Oelzelt von Newin puso a disposición de Bruckner el apartamento de la Heßgasse número 7.
Apego a la fe
¿Era el compositor realmente dependiente de estas prestaciones, o estaba acosado por profundos temores existenciales, que sin duda tenían su origen en las privaciones de su juventud? En vista de la nada desdeñable fortuna que Bruckner deja tras de sí, el observador histórico puede inclinarse por la segunda posibilidad, pero el compositor está sin duda lleno de la certeza de que podrá cumplir y de que en realidad necesitaba los numerosos dones.
Desde el punto de vista de sus contemporáneos - pero también de la posteridad - la personalidad de Bruckner se caracterizó en gran medida por su apego a la fe y a la Iglesia. Por mucho que la investigación contemporánea sobre Bruckner se esfuerce por superar el epíteto del “músico de Dios” en su unilateralidad y abreviación, la imagen del “Bruckner piadoso” sigue estando muy presente en la percepción general.
El propio Bruckner contribuyó a ello de muchas maneras al subrayar constantemente sus raíces eclesiásticas, y también hay documentos en su esfera altamente privada que ilustran este apego, como las páginas de “anotaciones de oración” meticulosamente detalladas de sus diarios de bolsillo. Sin embargo, el compositor se veía a sí mismo principalmente como creador de música instrumental, como compositor sinfónico, especialmente en el periodo vienés; las obras de música eclesiástica, sobre todo su Te Deum, también fueron creadas en los últimos años, pero no dominan el panorama.
No toma parte
Amigos y contemporáneos observaron repetidamente que algunos acontecimientos contemporáneos sorprendentes causaron una impresión extraordinaria en Bruckner: El destino de Maximiliano de México es uno de ellos, pero también la expedición austriaca al Polo Norte de 1873 a 1874. Su interés, mezclado con sensacionalismo, se extiende a los detalles de estos acontecimientos, mientras que no toma parte en las discusiones políticas o artístico-estéticas de la época.
Un capítulo difícil de la vida de Bruckner, no exento de aspectos trágicos, se refiere a su relación con las mujeres, que se presenta al observador como una cadena de esperanzas y decepciones. No cabe duda de que la vida “célibe” que llevó Bruckner no fue el resultado de una decisión vital fundamental, sino la consecuencia involuntaria de repetidos pero infructuosos intentos de entablar una relación.
En sus años de juventud, Bruckner estaba dominado por los escrúpulos de no disponer aún de los medios necesarios para formar un “hogar”; más tarde, su “encendimiento” le impulsa muy pronto a proponer matrimonio, lo que abruma y coge por sorpresa a las mujeres -por lo general bastante jóvenes- de su elección. Así que permanece soltero, con la “Sra. Kathi” Kachelmaier prestándole muchos años de servicio en la gestión de su hogar. Las relaciones esporádicas fuera del matrimonio eran inconcebibles para Bruckner; en este terreno aceptaba los estrictos mandamientos de su Iglesia.
Honores
En los últimos años de su vida, Bruckner recibió numerosos honores; se convirtió en miembro honorario de asociaciones, ciudadano honorario de Ansfelden y Linz y, por último, doctor honoris causa por la Universidad de Viena en 1891. Estos actos de reconocimiento público significaron mucho para él y, sin duda, compensaron algunas de las injurias con que siempre percibió las críticas polémicas de sus obras en la prensa.
Cuando su enfermedad cardíaca le impidió subir las escaleras, el emperador Francisco José le proporcionó un apartamento en el Kustodenstöckl (ala de custodia) del Belvedere Superior. Bruckner trabajó allí en su Novena Sinfonía, pero no pudo terminarla; murió el 11 de octubre de 1896.
Las reacciones a la muerte de Bruckner así lo demuestran: El mundo de la música despide a una gran personalidad creativa. Esto va desde la simpatía generalizada en las celebraciones fúnebres hasta reacciones respetuosas y humorísticas como una silueta de Otto Böhler, cuyo tema es la llegada de Anton Bruckner al cielo: Bruckner es recibido en el más allá por grandes predecesores, en primer lugar Franz Liszt y Richard Wagner; una vez más se hace referencia a su anclaje en el campo de la “nueva Alemania”.
Legado
Bruckner legó los manuscritos de sus principales obras compositivas a la Biblioteca de la Corte Imperial-Real, donde fueron a parar (en algunos casos solo tras largos rodeos). La Biblioteca de la Corte -y su sucesora, la actual Biblioteca Nacional de Austria- se convirtieron así en el centro de investigación sobre Bruckner más importante del mundo.
Los directores de la colección de música durante el siglo XX (entre ellos Robert Haas, Leopold Nowak y Franz Grasberger) demostraron ser investigadores de Bruckner de primer orden y se esforzaron por ampliar sistemáticamente la colección central, adquiriendo también cartas y material biográfico y documentando no solo al propio Bruckner, sino también a personas importantes de su círculo (August Göllerich, Max Auer, Friedrich Eckstein, los hermanos Franz y Josef Schalk).
Transformación
En la primera mitad del siglo XX, especialmente en la década de 1920, la imagen de Bruckner experimentaría una notable transformación. Mientras quienes le rodeaban seguían viéndole como un neotonalista en la estela de Richard Wagner, la geografía musical cambiaría fundamentalmente en las primeras décadas del nuevo siglo.
El lenguaje musical radicalmente nuevo de Arnold
Con sus raíces religiosas y su continuación de la música sinfónica clásica, Bruckner aparecía ahora como un representante de lo “antiguo verdadero”, como un baluarte espiritual contra las tendencias de supuesta desintegración y disolución.
Idealización
Fue entonces que se crearía el epíteto del “Músico de Dios”, basado en la obra teatral homónima (Der Musikant Gottes) de Victor Léon y Ernst Décsey (1924), que retrata a Bruckner en cuatro “escenas populares” ficticias como epítome de la encarnación de los viejos valores “austriacos”. El resultado es la biografía de Bruckner en varios volúmenes de August y Max , cuyo retrato idealiza a Bruckner y lo estiliza como víctima de un entorno hostil y “liberal”, sobre todo la prensa contemporánea.
A esto se añadió el descubrimiento de que las primeras versiones impresas de las sinfonías (editadas por alumnos y amigos) diferían, en algunos casos radicalmente, de las versiones manuscritas originales de Bruckner; la Bruckner Complete Edition bajo la dirección de Robert se fijó el objetivo de dar a conocer al mundo de la música las “versiones originales” de las obras, por lo que Bruckner fue declarado una vez más víctima, en este caso de intervenciones no autorizadas y arbitrarias de sus alumnos y amigos.
La barbarie nazi
El Tercer Reich, bajo el régimen racista y genocida nazi de Adolf Hitler y su nefasto ministro de Propaganda Joseph Goebbels, adoptó estos clichés conservadores de Bruckner, pero se centró exclusivamente en el Bruckner “alemán”, que se había opuesto a lo que denominaba el Zeitgeist “judeo-liberal” de su época.
Hitler, que apreciaba la música de Bruckner, le rindió homenaje en 1937 erigiendo un busto de Bruckner en el “Walhalla“, cerca de Ratisbona; en 1942 se fundó en Linz una “Orquesta Bruckner del Reich”. Durante esos años, sin embargo, la dimensión religiosa retrocede completamente a un segundo plano, mientras que al compositor se le reivindica una marcada “germanidad”, que el propio Bruckner -en contraste con Richard Wagner, por ejemplo- nunca enfatizó. El péndulo cambió después de 1945; ahora el “gran creyente” Bruckner volvía a ser el centro de atención, ejemplificado en las numerosas publicaciones del estudioso y especialista bruckeriano Leopold .
La década de 1950
En retrospectiva, el decenio de 1950 se presenta como una época de renacimiento y auge económico, al tiempo que se conservan estructuras y valores conservadoraes. Ésto y el auge de la vida eclesiástica durante esos años benefician sin duda a la imagen “tradicional” de Bruckner. Pero siguen produciéndose trastornos y nuevas acentuaciones.
La “revolución“ de 1968, probablemente uno de los cambios de perspectiva más graves del siglo XX, no se detuvo en la imagen tradicional de Anton Bruckner y lo mostró bajo una nueva luz, como en el Simposio Bruckner de Linz en 1977, durante el cual el psiquíatra Dr Erwin Ringel elaboró un “psicograma” del compositor que identificaba rasgos neuróticos y cuestionables de la personalidad de Bruckner y ofendió así a numerosos admiradores de Bruckner que no querían verse privados de su imagen tradicional e idealizada.
La actualidad
La investigación contemporánea sobre Bruckner -sobre todo en las actividades del Instituto Anton Bruckner de Linz- está explorando esa imagen fascinantemente contradictoria de este compositor excepcional en numerosos simposios y publicaciones, y la Biblioteca Nacional de Austria, como el centro de investigación sobre Bruckner más importante del mundo, también está aprovechando la ocasión del bicentenario de su nacimiento en 2024 no solo para “honrar” a Anton Bruckner, sino también para dejarle “hablar” por sí mismo en el transcurso de la exposición Anton Bruckner. El revolucionario piadoso en numerosos documentos originales, pero sobre todo en los autógrafos de sus principales obras.
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