España - Cantabria

Festival de Santander

Una función de despedida

Maruxa Baliñas
lunes, 2 de septiembre de 2024
La Sylphide © 2024 by Pedro Puente La Sylphide © 2024 by Pedro Puente
Santander, jueves, 8 de agosto de 2024. Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabria. La Sylphide, ballet en dos actos de August Bournonville sobre música de Herman Severin Lovenskjold y libreto de Adolphe Nourrit (transcrito por Bournonville en 1836). Petrusjka Broholm, puesta en escena. Elisa Sanz, escenografía. Tania Bakunova, vestuario. Nicolás Fischtel, iluminación. Bailarines primeros: Alessandro Riga, Giada Rossi y Kayoko Everhart. Bailarines principales: Cristina Casa, Yanier Gómez Noda, Isaac Montllor, y Anthony Pina. Bailarines solistas: Elisabet Biosca, Ana María Calderón, Elisabetta Formento, Yaman Kelemet, Natalia Muñoz, YaeGee Park, Ana Pérez-Nievas, Shani Peretz, Ion Agirretxe, Felipe Domingos, Mario Galindo, Thomas Giugovaz, Erez Ilan, Shlomi Shlomo Miara, Josué Ullate, y Daan Vervoort. Compañía Nacional de Danza. Joaquín de Luz, director. Festival Internacional de Santander 2024.
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Aunque no se ha dado mucha publicidad al dato, esta Sylphide ha sido la última representación de la Compañía Nacional de Danza (CND) bajo la dirección de Joaquín de Luz, quien inició su etapa en septiembre de 2019 y ha permanecido cinco años al frente (poco más de tres en realidad, con el parón del Covid). Desde el 1 de septiembre la nueva directora será Muriel Romero, quien también ha sido contratada por un periodo de cinco años. Y nuevamente no se trata de un cambio 'pacífico', Joaquín de Luz ha declarado que sus años al frente de la CND han sido desagradables desde el punto de vista 'administrativo', que el Ministerio no tiene un proyecto serio y no respeta a la Compañía Nacional de Danza, y que 

Ha habido cuatro ministros en mi etapa y no he logrado sentarme con ninguno. 

Nada de ello se ha trasladado a esta función de Sylphide, que ha sido impecable e ilusionante. De hecho, la entradas estaban agotadas desde antes del día de la representación y a la entrada del Palacio de Festivales se notaba 'expectación'. Como siempre en estos casos, bastante público infantil y juvenil, especialmente niñas con aspecto de bailar ellas mismas. 

Lamentablemente el ballet sigue siendo poco habitual en los escenarios españoles, mientras que hay bastantes aficionados, o por lo menos gente con curiosidad para asistir, ... aunque es difícil cuantificar la afición al ballet en España, porque fuera de Madrid y Barcelona es meramente anecdótico, y a menudo se presenta con compañías de segunda clase, que ofrecen casi exclusivamente los ballets de Chaicovski. 

Joaquín de Luz declaró en una entrevista su deseo de que igual que hay orquestas sinfónicas en casi todas las autonomías españolas e incluso más de una, también pudiera haber compañías de ballet ... y me pareció una propuesta 'extraña', revolucionaria, casi inimaginable (aunque la razón diga que no tiene nada de especial). 

August Bournonville, «La Sylphide» puesta en escena de Petrusjka Broholm. © 2024 by Pedro Puente.August Bournonville, «La Sylphide» puesta en escena de Petrusjka Broholm. © 2024 by Pedro Puente.

Esta fue para mí la segunda representación de una coreografía de Bournonville en directo, y creo que ya superaba a algunos -o bastantes- de los espectadores en la sala. 

La Compañía Nacional de Danza y otras compañías públicas o subvencionadas no alcanzan a compensar las deficiencias históricas del repertorio: el desfase es tanto que no se pueden estrenar todos los 'clásicos' que aún no se han visto en España, e intentar hacerlo implicaría la renuncia al repertorio actual e incluso a los clásicos del siglo XX, que son muchos (casi el último estreno de Joaquín de Luz con la Compañía Nacional de Danza fue Le jeune homme et la mort [1946] de Roland Petit, que creo que ninguna compañía española había presentado nunca). 

Y ciertamente la falta de Bournonville en los escenarios españoles es un déficit importante, sobre todo en comparación con las relativamente abundantes coreografías de Petipa, predominantes también en el ballet televisado, coreografías escolares, etc. En comparación Bournonville puede parecer menos 'mágico', menos delicado incluso. 

Pero La Sylphide (1836) es uno de los grandes hitos del ballet romántico, el punto de partida de todos los ballets 'mágicos', con esa extraña historia de la criatura mágica, la sílfide, que se entremete en una pareja a primera vista enamorada y destroza la convención social del matrimonio, la familia, etc. como un juego, dejando sólo destrozos a su alrededor (un poco al modo de Giselle, otro hito del ballet romántico)

Alessandro Riga en «La Sylphide». © 2024 by Pedro Puente.Alessandro Riga en «La Sylphide». © 2024 by Pedro Puente.

Este montaje de La Sylphide, estrenado por la CND el pasado 7 de diciembre de 2023 en Madrid, contó con unos bailarines espléndidos, empezando por James, que fue el centro de la acción más aún que la Sílfide, quien resultó esquiva, y no sólo en el aspecto figurado: debía haber sido la protagonista y no siempre conseguía imponerse al impetuoso James, un bailarín potente aunque el papel le exigiera cierta contención, y con una técnica y un legato impecables. 

Effie me pareció una bailarina expresiva, capaz de reflejar sus emociones convincentemente, incluso ese cambio tan repentino de estar preparando su matrimonio con James a enamorarse de Gurn. La otra gran figura de la noche fue la bruja Madge, en la que es tanto o más importante la pantomima que los propios pasos de baile. 

A este rotundo éxito contribuyó el cuerpo de ballet, que aunque sea menos 'visible' resulta a menudo la piedra de toque que diferencia una buena representación de otra 'de trámite'. Me impresionó muy positivamente la calidad de la Compañía Nacional de Danza, que parece haber mejorado en estos años bajo la dirección de Joaquín de Luz (aunque debo confesar que llevaba demasiados años sin ver a la compañía para poder juzgar)

August Bournonville, «La Sylphide» puesta en escena de Petrusjka Broholm. © 2024 by Pedro Puente.August Bournonville, «La Sylphide» puesta en escena de Petrusjka Broholm. © 2024 by Pedro Puente.

Sólo cabe lamentar que la representación se hiciera con música pregrabada, algo quizá más cómodo para la compañía, pero decepcionante para el público, sobre todo cuando -como en este caso- la amplificación de la sala es tan deficiente y ni siquiera el volumen de salida parece estar bien controlado. 

Y un detalle que es tradicional en las representaciones de ballet en España y que no acabo de entender: ¿por qué no se indica en el programa de mano quién baila cada rol? Mientras en tantos países parte del atractivo de las representaciones es la admiración por las figuras más célebres, aquí hay que imaginar quién es cada uno de los bailarines. 

¿O es que se supone que hay tan pocas figuras destacadas que debemos conocerlas a todas de vista? No sirve tampoco fijarse en los nombres de los bailarines 'primeros' o 'principales' puesto que si en el estreno en Madrid los protagónicos fueron confiados a 'bailarines solistas' es de suponer que lo mismo ha sucedido en Santander. 

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