Ópera y Teatro musical
Madrileñismo a raudales
Germán García Tomás
Es un hecho desalentador, pero cada vez se constata más
dificultoso representar zarzuela en Madrid en verano por las compañías privadas
–lo más seguro por razones monetarias-, pues en los últimos años varios teatros
han acogido los más populares títulos de género chico madrileño pero sin que
llegue nunca a consolidarse un festival enteramente consagrado a nuestro género
lírico durante los meses estivales al margen de la temporada lírica de un
Teatro de la Zarzuela que en julio programa ballet y que cierra en agosto, y de
las representaciones que con cuentagotas ofrecen los Veranos de la Villa en el
Centro Cultural Conde Duque.
Los
, dos sagaces hermanos provenientes de una saga de artistas de zarzuela, aún continúan en esa resistencia de programar nuestro teatro musical. Aunque con escasos medios tanto instrumentales como escénicos, pero con enorme calidad artística y vocal, desde antes de este verano –concretamente desde mayo, y hasta principios de agosto- el barítono Marco Moncloa y su experimentada compañía lírica L’Operamore han apostado fuertemente por la zarzuela y han ido representando títulos de muy diversa índole –no exclusivamente género chico- en el modesto Teatro Amaya del distrito de Chamberí.Un año, este 2024, en el que más títulos han subido a escena en su ya tercer Festival
de Ópera y Zarzuela. Concretamente, Luisa
Fernanda, Doña Francisquita, La dolorosa, La Gran Vía y un reivindicativo espectáculo, ¡Música, maestra!, dedicado a la figura de la directora
Además, y centrándonos en lo que nos ocupa, este verano, la bautizada
como Compañía Teatral Clásicos de la Lírica bajo la dirección artística de un gran
conocedor de los entresijos de la zarzuela como es Luis * La chulapona* y La revoltosa,
dos sainetes de género chico y una zarzuela de género grande cuyas versiones
escénicas ya habían sido montadas en otros escenarios.
Como la gran mayoría de los teatros del centro de Madrid concebidos para la representación exclusivamente de teatro hablado, el recinto del distrito homónimo que convirtió en emblema y embajada de la comedia la inolvidable
, dirigido actualmente por Jesús , posee unas limitadas funcionalidades para representar zarzuela, pero lo cierto es que Drao Producciones, la productora que ha organizado este tríptico zarzuelero, ha encajado bien las piezas del puzle del espacio- el gran hándicap de representar zarzuela en teatros que no poseen foso-, pues ha dispuesto excelentemente los medios para congregar no la plantilla ideal porque es materialmente imposible pero sí una muy digna orquesta de 20 instrumentistas justo enfrente del escenario, lo que ya de entrada –por el número- es un acierto y una ventaja respecto a otras propuestas líricas.Una veintena de músicos en su mayoría muy jóvenes que se
nota que tocan con ilusión y muchas ganas bajo la precisa dirección del experto
maestro Enrique
El coro de la compañía, por su parte, a pesar de sus escasos integrantes, estuvo bien afinado y empastado, rindiendo a buen nivel, notándose más desenvuelto en la obra de
que en la de Federico , pues el Pasacalle “Dejaría de ser madrileño” de la zarzuela grande suena apagado y poco garboso, y las limitaciones del propio escenario tampoco favorecen a la coreografía de Patricia , pues se queda algo constreñido para números corales y de conjunto de gran movimiento como éste –pródigo en jaleos y vivas que aquí no se lanzaron-, limitándose los artistas a girar sobre ellos mismos moviéndose hacia atrás y adelante en un número visualmente rígido.El famoso
chotis también protagonizado por el coro “Ay madrileña chulapa” funcionó mejor,
pues es un número de mayor lentitud y menor dinamismo escénico. Tampoco sonó el
organillo por la ausencia del mismo, siendo sustituido por uno de atrezzo, entendemos que por el alto
coste que supone alquilar esa reliquia para sacar su peculiar sonoridad en dos
escasísimos momentos (el número de “Las chicas de Madrid” del comienzo, el
pasacalle, y un tercero instante si se opta por incluir el final instrumental
de la obra con la misma melodía del pasacalle), pero que se nos priva de ella a
los amantes de ese icónico emblema del Madrid popular.
Como dato curioso, los niños de la compañía no solo cantaron
deliciosamente sus partes en el Coro de niñeras del sainete, sino que
concedieron al público el placer de ofrecer íntegramente el Coro de marineritos
de La Gran Vía, algo que recordemos nunca
visto en el coliseo de Jovellanos y que, aunque tuvo comprensibles
imperfecciones, fue entonado con una soltura pasmosa por la cohorte infantil.
Nuestra más sincera enhorabuena a los preparadores de estos chavales, pues fue para
quitarse el sombrero, y ojalá, como modelo a seguir, se repita más
habitualmente en otras representaciones de zarzuelas de Chueca. Fue igualmente gracioso
ver aparecer al final de Agua,
azucarillos y aguardiente a los tres ratas de la mencionada revista de
actualidad cantando su Jota, pero el hecho de insertar números de otras obras por
rellenar y hacer más larga la función, no funciona siempre. Por más que esos
tres granujas sean los que se encuentran a Serafinito dormido como un tronco en
un banco del Paseo de Recoletos víctima del efecto narcótico de su propia
calaverada.
Quien esto firma solo pudo asistir a las dos primeras producciones -realizadas por todo el equipo arriba detallado-, aunque ya presenció en su día la puesta en escena de La revoltosa que en Latina se ofrecía, pues era la misma que se pudo ver en 2022 en los Veranos de la Villa, aquí reseñada. La concepción escénica de Luis Roquero para el pasillo veraniego Agua, azucarillos y aguardiente (Teatro Apolo, 1897), como en el mencionado título de Chapí, fue complementado con otras piezas de zarzuelas de género chico, en este caso del genial binomio Chueca y , como El año pasado por agua, Luces y sombras o La Gran Vía, adiciones muy acordes con la obra representada y que la complementan en estilo y temática “acuática”, aunque la opción más preferible para nosotros siempre hubiera sido realizar un programa doble con dos zarzuelas íntegras.
La introducción “Que llueva que
llueva” con los abundantes niños del elenco, estupendamente dirigidos y
afinados, y el dúo de los paraguas de El
año pasado por agua al que dan vida los personajes no de la modista y Julio
Ruiz (“¿El actriz? / ¡El actor! / ¡Uy, qué horror!”), sino de Asia y Serafín, abren
la representación, teniendo que cambiarse la letra cuando se hace alusión al
célebre actor cómico de la época. Un leve chirrido literario que no empaña la
agilidad del comienzo, y que ciertamente era una lástima que no siguiera como
una representación propiamente dicha de El
año pasado por agua.
Porque la escena –inalterable- durante todo el sainete de
Chueca y Valverde nos muestra los bancos del Paseo de Recoletos y el puesto
fijo de la aguadora Pepa, con su mesa para los parroquianos. El diálogo entre
madre e hija del primer cuadro se produce por tanto al aire libre, y no en la casa
de ambas, por lo que no suena el endiablado timbre cuando Don Aquilino llama insistentemente,
otra licencia que priva de comicidad al primer y extenso parlamento. Más
extenso que el original de
En esta zarzuela, quizá lo más atractivo de todo el reparto haya
sido la presencia de Lola
Un título señero del periodo político republicano y de la
época final del teatro lírico español como es La chulapona (Teatro Calderón, 1934), zarzuela de género grande que
es revisión y puesta al día del sainete madrileño, requiere evidentemente de
medios musicales, y más concretamente vocales, mucho más solventes, más
robustos, y contar de nuevo con la presencia de Lola Casariego dando vida a la
protagonista es toda una garantía y asegura que la historia de los amores de
Manuela salga encumbrada por medio de un enorme saber hacer. La cantante
ovetense tiene el personaje interiorizado de tal forma –no en vano debutó en
zarzuela con él- que hace respirar con intención cada frase de ánimo o
desaliento, consiguiendo que nos identifiquemos con ella en la alegría o la
adversidad de ver cómo el tunante de su novio la intercambia por su compañera
de faena, antes de que tome la decisión que la convierte en uno de los
personajes de zarzuela más valientes de la historia.
Si la elegancia y las hechuras con que reviste a su Pepa o su Mari Pepa son ya de por sí una garantía de verosimilitud, su Manuela es quizá hoy por hoy su mejor y mayor composición teatral, tal es la elegancia y la distinción con que dota al personaje. Un auténtico lujo al que se añade la dignidad vocal con que lo enseñorea, sin querer emular en ningún caso a esos otros dos modelos, Teresa
en el disco y en la escena, siendo en todo momento ella misma, cantando y otorgándole su sello castizo en estilo parlato en las frases musicales de su Pasacalle de entrada “Como soy chulapona”.Escuchar su hablado
final sobre el redoble en piano del
timbal –preparado con efectividad por el maestro
Posee en este cast
un buen compañero masculino en la voz de Mario
Excelente en el decir y elegante en el escenario el Señor
Antonio de Jesús Lumbreras, un actor-cantante en su voz de barítono bien
timbrada que es un puntal muy importante de la representación. Como lo es
también la doble vis cómica del padre y hermano de la protagonista retratados en
el descacharrante e histriónico Don Epifanio de
Consideramos que tenía más riesgo que ninguna de las tres
zarzuelas esta elogiable Chulapona,
pues no cabe duda de que es el título más ambicioso en lo teatral y musical,
obra que fue algo más reforzada aunque no mucho más en lo instrumental, respetada
en su texto escrupulosamente por Luis Roquero y Drao Producciones, y con una
escenografía que, en los puestos del taller de plancha y en el decorado que
ilustra la fachada del Café de Naranjeros al que acude José María cantando su
famosa romanza, recuerda inequívocamente a la de Gerardo Malla de 1988 para el
Teatro de la Zarzuela, repuesta en varias ocasiones, producción en la que allí
debutó precisamente la insigne Milagros Martín –que iba a ser protagonista unas
semanas después del espectáculo Cállate
corazón en el Teatro Pavón-, y de la que Lola Casariego -lo decimos con absoluto
convencimiento- se ha convertido en su más fiel y digna continuadora.
Notas
1. Madrid, sábado 10 de agosto de 2024. Teatro La Latina. Agua, azucarillos y aguardiente. Pasillo veraniego en un acto. Música: Federico Chueca y Joaquín Valverde. Libreto: Miguel Ramos Carrión. Compañía teatral Clásicos de la Lírica. Drao Producciones. Dirección artística: Luis Roquero. Dirección musical: Enrique García Requena. Coreografía: Patricia Doménech. Vocal coach: Margarita Marbán. Coordinación técnica: Pablo Muñoz. Maquinaria: Jaime Medina. Iluminación: Andrés Pérez. Utilería: Pablo Velasco. Vestuario: Belén Jiménez. Reparto: Lola Casariego (Pepa), María Rodríguez (Manuela), Margarita Marbán (Asia), Charo Reina (Doña Simona), Jesús Lumbreras (Lorenzo), David Sentinella (Vicente), Alberto Porcell (Serafín), Pedro Javier (Don Aquilino), Rodrigo Morales (Garibaldi), entre otros.
2. Madrid, sábado 17 de agosto de 2024. Teatro La Latina. La chulapona. Zarzuela en tres actos. Música: Federico Moreno Torroba. Libreto: Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw. Reparto: Lola Casariego (Manuela), Margarita Marbán (Rosario), Charo Reina (Doña Venustiana), Mario Corberán (José María), Jesús Lumbreras (Señor Antonio), Alberto Porcell (El Chalina), Pedro Javier (Don Epifanio), Miguel Ferrer (Juan de Dios), Marta Heras (Emilia), entre otros. Coro y Orquesta titulares de la Compañía.
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