España - Cantabria

Festival de Santander

Sol y aroma francés

Roberto Blanco
jueves, 5 de septiembre de 2024
Sol Gabetta, Mikko Franck y la Orchestre Philharmonique de Radio France © 2024 by Pedro Puente / FIS Sol Gabetta, Mikko Franck y la Orchestre Philharmonique de Radio France © 2024 by Pedro Puente / FIS
Santander, sábado, 31 de agosto de 2024. Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabria. Claude Debussy: Preludio a la siesta de un fauno. Édouard Lalo: Concierto para violonchelo en re menor. Maurice Ravel: Shéhérazade, obertura feérica. Igor Stravinski: Suite de El pájaro de fuego. Sol Gabetta, violonchelo. Orchestre Philharmonique de Radio France. Mikko Franck, director. Festival Internacional de Santander 2024. Aforo completo.
0,0002918

La noche de clausura del FIS 2024 Mikko Franck, titular de la Orchestre Philharmonique de Radio France, formado en la ubérrima cantera de directores de orquesta finlandeses (Salonen, Oramo, Lintu, Mäkelä,…) desplegó en el debussysta Prélude à l’après-midi d’un faune sonoridades y matices que fueron emergiendo en una atmósfera de misteriosa ensoñación. 

Desde el inolvidable solo de flauta inicial Mikko Franck, director poderoso y gesto amplio y elástico, optó por desarrollar un fraseo retenido, casi vacilante, como si el fauno estuviese ya profundamente inmerso en sus sueños. Y junto al arpa, el dúo instrumental dibujó un universo antiguo y onírico al que la orquesta aportó colores de tono pastel. 

Los trémolos de la cuerda esbozaron el apacible murmullo de las ninfas en un sotobosque tranquilo al que acude a perturbar la intervención del oboe, y junto al tempo fluctuante, Franck creó esa sensación casi real de ritmo poético, con preciosas suspensiones y pausas, encadenamientos y respiraciones que, entrelazadas en su conjunto, confirieron una apreciable cohesión a la interpretación.

La velada continuó con el Concierto para violonchelo y orquesta en re menor de Édouard Lalo, una obra que puede considerarse ‘heredera directa’ de la famosa Sinfonía española y que combina importantes exigencias técnicas con un componente casi operístico, pues el violonchelo parece casi un cantante que va encadenando arias. Y en ambos aspectos destacó Sol Gabetta, afrontando con maestría todas las dificultades de la obra con una interpretación redonda, intensa y cálida que conquistó visiblemente al auditorio.

Respondiendo a la introducción orquestal y siempre en un registro heroico, la solista se presentó cuidando la gradación de un motivo musical muy expresivo que pronto se ilumina y reposa. Un breve instante de suspensión antes de entonar, con una seguridad que no toleró vacilación alguna, el tema principal del “Preludio”. 

En el “Intermezzo” siguiente, Gabetta volvió a cantar primorosamente en la parte inicial y posteriormente se explayó ‘bailando’ el zapateado del scherzo donde la sección de madera fue un complemento ideal. El último movimiento se presentó como un nuevo ejercicio de virtuosismo que el arco incisivo de Sol resolvió sin la menor dificultad, con la evidente complicidad de Franck, que no escatimó sonido con el carácter heroico de la partitura. 

Como bis, la solista propuso una emotiva versión de “Flamenco” de la Suite española nº 1 de Rogelio Huguet y Tagell (1882-1956), muy aplaudida por el público.

La segunda parte del concierto comenzó con la poco habitual Shéhérazade, obertura feérica de Maurice Ravel, obra que en su estreno cosechó un sonoro fracaso de público y crítica. Mikko Franck, que sí demostró creer en la obra, dio lustre a esta partitura que navega entre las escuelas francesa y rusa, destacando en aquello en lo que Ravel empezaba a ser un consumado maestro: orquestación opulenta, variedad de armonías y ritmos, y una habilidad innata para pintar paisajes sonoros. La Orchestre Philharmonique de Radio France -en la que destacó una madera espectacular y una percusión siempre precisa- erigió, en impecable equilibrio, una buena construcción dramática gracias a la sonoridad plena, carnosa e intensa que logró conseguir Franck sumergiéndose en esta música tan expresiva y colorida de Ravel.

Igor Stravinski y El pájaro de fuego, música para ballet presentada en su versión Suite para orquesta de 1919, se encargaron de clausurar el concierto y el 73 Festival. Casi inaudible, la introducción en la cuerda grave nos condujo a una interpretación figurativa que se desarrolló a lo largo de la suite. 

Mikko Franck dejó volar al pájaro de la leyenda con una alternancia de timbres (violín, oboe, fagot, clarinete) de extrema suavidad. Casi visualizamos al pájaro escabulléndose del Príncipe Iván. Danzando, ora en pie, ora sentado, en casi todas las pantomimas y haciéndose eco del ballet original, el director de orquesta jugó después con los contrastes entre los pasajes frenéticos, bien reforzados por el metal, y los episodios más meditativos. 

Respecto a estos últimos, el gesto fue casi minimalista, dejando el protagonismo, por ejemplo, a un excelente solo de fagot mientras la orquesta prácticamente desaparecía en un suspiro. El solo de trompa, en la misma vena, nos aportó un hermoso sentimiento de plenitud. La recapitulación del tema y el tutti final liberaron después el fortissimo en todo el conjunto orquestal, una apoteosis conseguida gracias a la hábil gestión de dinámicas, tempi y fraseo de Mikko Franck. 

El bellísimo Nocturno op 51:3  de Jean Sibelius sirvió de punto final de esta apreciada 73 edición del Festival Internacional de Santander.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.