Una jirafa en Copenhague

María Yanes tiene anhedonia musical específica

Omar Jerez
miércoles, 4 de septiembre de 2024
María Yanes © 2024 by María Yanes María Yanes © 2024 by María Yanes
0,0004941

El caso de la artista del grabado María Yanes me tiene fascinado desde que tuve la oportunidad de conocer su testimonio en primera persona sobre una condición que tiene y que es desconocida por el público general llamada anhedonia musical específica. 

Básicamente, el cerebro María Yanes no conecta en términos emocionales con la música independientemente del género musical del que se trate. El ejercicio reflexivo sobre esta condición inusual que ha realizado María Yanes, en un mundo donde la música es protagonista en los cinco continentes, se me hace sumamente interesante como una observación antropológica, pero que rompe de alguna manera las leyes de la gravedad en una dirección completamente opuesta a la de la mayoría de las personas.

María Yanes nos relata su increíble condición llamada anhedonia musical específica:

Entender una condición requiere una aceptación personal. Ser parte de un campo reducido crea un fenómeno interno en dónde “ser” no tiene espacio y se vuelve necesario inventarle uno para ser “aceptado”.

Siempre ha sido normal mi poco gusto a la música, no me causa felicidad, no me da tranquilidad o comodidad. A lo largo del tiempo he tenido que adaptarme a una sociedad donde la música es clave necesaria de conexión y lenguaje humano para pertenecer al mismo. Personalmente me esforcé por buscar mi lugar en la música, por adquirir un gusto que me abrazara y fuera parte de mi, al oírla entiendo el cuerpo más no me causa un sentimiento de encuentro. Siempre es vacío.

He inventado dentro de mí un lugar en donde la música tampoco me siente y hemos sido transformadas para ser parte de algo generando gustos falsos y engaños que no me creo ni yo misma. Lo mejor que he escuchado es el silencio y sostengo que ahí me encuentro muy bien. El ruido no se sordea con más ruido pero es más fácil taparlo y escapar de ahí, por mucho, prefiero no tenerlo, no me calma, no me repara ni me hace falta.

Al principio me avergonzaba de no saber que responder cuando me preguntaban “¿Qué música te gusta?” No sabía cómo decir que ninguna, desde siempre ninguna. No sé que me gusta o ¿porqué me gustaría? Hay géneros de los que tampoco entiendo su existencia o porque causan alguna sensación de felicidad o tristeza, hay música para liberarse del enojo, música para llorar, música para el amor, música para todo y dentro de mi cabeza solo es ruido, ruido externo que adopta en emociones a diestra y siniestra que quizá ni siquiera nos pertenecen y los hacemos nuestros.

Mis pensamientos son tan míos que no quiero que sean invadidos, confundidos o mudos. La música nunca me liberó, solo me hizo presa de emociones y pensamientos que son ajenos a mi, al escucharla buscaba sangrar para poder unir o conectar, cuando al mismo tiempo no me causa absolutamente nada. 

Entonces me cuestionó ¿cuál es la necesidad de escuchar para tapar el ruido con más ruido? Absurda monotonía de buscar callar el pensamiento con música que inconscientemente conecta con el mismo sentir del que se busca escapar. O ¿será todo lo contrario? silenciar con ritmos y letras que solo llenan la cabeza de “innecesarios pensamientos o sentimientos” para evadir los nuestros. 

De cualquier forma ruido, ruido, ruido. Ruido para “calmar” y al final, cuando se termina nada cesa ni cede, vuelven a invadir las emociones, pensamientos de los que es imposible correr. Hace unos años cuando comprendí lo que era la anhedonia musical específica por fin mi nulo gusto a ella tomo forma y razón en mi, me fue la respuesta correcta para dejar de tomar presencia en espacios que nunca fueron míos, dejar de consumir para pertenecer a un grupo que no me mueve ni me siente. 

Dejé de buscar “música” que me provocara algo más que ansiedad, decidí darle un lugar a mi bullicio para SER yo, sin pretender saber y comprender un lenguaje del cual fría y puramente puedo decir que no me interesa en lo absoluto.

Yo, Omar Jerez, debo confesar algo que he omitido al principio del artículo, y es que yo también tengo la condición llamada anhedonia musical específica y todo esto contiene una historia que está relatada perfectamente por la locutora de radio Mariana Estrada Figueroa donde pude charlar junto a María Yanes sobre algo que nos sucede a ambos.

Mariana Estrada Figueroa y el relato de lo que sucedió:

El Limbo es un programa de radio pública de la Universidad Autónoma de Querétaro, el giro del programa está relacionado con los diferentes gustos musicales que cada uno de los locutores tiene, somos eclécticos, dispuestos a escuchar música nueva todo el tiempo, vibrando alto con el lujo de la música en vivo.

Este año hemos tenido uno de los programas más interesantes en cabina, les comparto que llevo alrededor de un año conociendo a María Yanes, quien me presentó con Omar Jerez y Julia Martínez el mes pasado, nunca en mi vida había escuchado sobre la anhedonia musical específica una condición neurológica que implica la incapacidad de un individuo para disfrutar escuchando música, cuando Omar me compartió que tenía esta condición, visto desde mi realidad mi cerebro entró en shock, no podía entender cómo es que eso era posible, ya que yo soy una persona que no puede llevar su día a día sin escuchar música, en cuanto me levanto de la cama por las mañanas lo primero que hago es prender la bocina, escucho música para dormir, para bañarme, para concentrarme, para todo.

El segundo shock que tuve fue cuando Omar una vez compartiéndome su condición me revela que María también la tiene, mi memoria de inmediato se remontó a todas las veces que le mandaba canciones al chat para que las escuchara, incluso le comenté “y yo mandándote música de mierda”, dicho esto acordamos que se presentarán el programa, era una temática increíble, dos personas que sienten malestar con el 99.9% de la música, imperdible. 

En el play list que se transmitió agregamos las 3 canciones que Omar que tolera y las 3 que María soporta, una nueva sorpresa con Omar a que pasar de Mercury: Retrograde de Ghostemane a Little by little de Oasis fue brutal, al menos María seguía una misma línea en la armonía de la música.

La perplejidad no acabó ahí, otro dato interesante sobre ellos es que el silencio es lo más preciado, y no es que para mí no lo sea, pero en pequeñas dosis claro está, somos un cuarteto de personas que pareciéramos bastante contradictorias ya que Julia Martínez, aunque no habló durante el programa es de mi equipo, melómana, y además pionera de la fotografía de conciertos de metal, soy su fan.

Este dato, aunque no sucedió en cabina, es el colmo con este par, en una reunión antes de vernos en cabina, por alguna razón algo nos llevó a hablar de música, estos sinvergüenzas se atrevieron a decir que los mejores músicos del planeta eran los nórdicos, no porque no tuviesen razón, pero imagen la escena de las únicas dos personas que conozco en el mundo que no escuchan música porque la sensación corporal que les provoca nos es placentera, aseverando tal cosa, a eso le llamo seguridad y confianza.

Y como aquí lo que nos gusta son los datos, Omar en pleno programa me destroza, a mí me invitan al Limbo porque me la pasaba en conciertos de Metal, estaba muy inmersa en el género, hubo un tiempo en que los demás locutores me apodaban la Lady Metal, sin más ni menos se avienta un dato sobre el surgimiento del Black Metal, pensé “claro, en Noruega, de donde son los mejores músicos del planeta”, el remate fue desestructurar mucha de la información que como metalera true tenía, pues no fue en Noruega sino en Gran Bretaña, destrozada en mi propio programa.

En conclusión, la vida no deja de sorprender, el día que menos esperas conoces a gente tan rara como Omar y María, los menos fans de la música, las personas que mejor he visto fingir acerca de algo que tanto me apasiona, al final la música nos une, de una forma poco usual, pero lo hace.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.