Ópera y Teatro musical
Giacomo Puccini, un personaje de novela
Juan Carlos Tellechea
Giacomo Puccini, de quien
el próximo 29 de noviembre se conmemora el centenario de su muerte, respiraba
una vida tan apasionada y poderosa como la música que componía. Su existencia
misma, con todos sus trágicos acontecimientos, es digna de ser llevada a la
ópera. Tuvo romances con numerosas mujeres, De estas relaciones sacaba fuerzas
y energías para trabajar en sus obras líricas.
Cuando la esposa de Doria
Manfredi, la criada, de 23 años, mantenía una relación amorosa con
él, la joven acabó suicidándose. En realidad Giacomo se acostaba con Giulia
Manfredi, prima de Doria, con quien tuvo también un hijo, Alfredo Manfredi,
nacido en 1923, quince meses antes de fallecer Puccini en Bruselas a los 66
años de edad.
Como uno de los más destacados representantes
del verismo,
Giacomo Puccini creó un estilo completamente nuevo que inmortalizó su nombre en
vida. Fue el último gran maestro de la ópera italiana. Ningún otro compositor
llevó las emociones de la gente al escenario lírico de forma tan cautivadora y
dramática como él.
Amante inmortal
En fin, que entre los compositores, las
aventuras amorosas formaban parte casi de las buenas costrumbres; Mozart tuvo
las suyas, al igual que Richard Strauss y Johannes Brahms, como desvela Helmut Krausser, él mismo
compositor, además de escritor, poeta y dramaturgo en la novela biográfica Die kleinen
Gärten des Maestro Puccini (Los pequeños jardines del maestro
Puccini), publicada por la editorial Dumont
de Colonia.
Para las mujeres, las aventuras a veces
acabaron fatalmente. Lo que no se sabe con total certeza es quién fue la amante
inmortal de Puccini. Incluso con los compositores -por muy bellas que sean las
notas- la curiosidad de muchos se reduce a lo que ocurría bajo el borde del
escritorio o el teclado del piano. A veces eso es suficientemente apasionante.
Empezando por Orfeo, que incluso siguió a su pareja al inframundo.
Turandot inacabada
Cuando Puccini se encontraba en la cima de su
fama, títulos como
Turandot no llegó a completarse porque el
compositor murió de cáncer de laringe (Puccini era un fumador empedernido)
antes de poder terminar las últimas páginas. Como el genuino final se lo llevó
él a la tumba se añadieron entonces diferentes finales a la ópera: el de Franco
La familia
Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria
Puccini, nacido en Lucca el 22 de diciembre de 1858, fue el sexto de los nueve
hijos de Michele Puccini y Albina Magi, también oriundos de esa capital de la
provincia homónima de la región de Toscana. Durante cuatro generaciones, los
Puccini habían sido maestros de capilla de la catedral de Lucca y hasta 1799
sus antepasados habían trabajado para la prestigiosa Cappella Palatina de la
República de Lucca.
Si se quiere entender a Puccini, hay que
conocer la historia de su familia, afirma el musicólogo Dr Dieter
Schickling, en su libro Puccini.
Biografie (Puccini. Biografía), de la editorial Reclam de Stuttgart (ya va por la tercera
edición y ha sido traducido al italiano). Para el Dr Dieter Schickling,
lamentablemente fallecido en 2023, el más importante investigador en lengua
alemana sobre la vida y la obra de uno de los compositores más populares de
todos los tiempos, miembro del Centro studi
Giacomo Puccini de Lucca y coeditor de la edición crítica completa
de las obras y cartas de Puccini:
La ciudad, el paisaje, la historia, los orígenes, la familia... caracterizan sutilmente la vida y la obra de Giacomo Puccini. Hay mucha tradición, y eso también significa rutina. Mucho provincianismo, y eso también significa deseo de fama. Mucha estrechura, que también significa estrechez de miras. Mucha añoranza, y eso también significa temeridad. Mucha seguridad, que también significa miedo.
Vago sin talento
El padre de Giacomo, Michele Puccini, había
sido un apreciado profesor de composición en el Istituto Musicale Pacini desde
la época del duque de Lucca, Carlo Lodovico di Borbone. La muerte de su
progenitor, acaecida cuando Giacomo tenía cinco años, puso a la familia en una
situación desesperada. El joven músico fue enviado a estudiar con su tío
materno, Fortunato Magi, que lo consideraba un alumno poco dotado y, sobre
todo, poco disciplinado (un falento, como llegó a definirlo, es decir un vago
sin talento).
Sea como fuere, Fortunato Magi inició a Giacomo
en el estudio del teclado y en el canto coral. Alemanno Cortopassi, discípulo
del célebre maestro Michele Puccini, a cuyo hijo Giacomo impartiría las
primeras nociones musicales, le inició, siendo aún adolescente, en sus primeros
estudios, y luego le hizo continuarlos en Lucca y en Milán.
Nada le habría hecho imaginar a Magi que este
joven, de origen pobre en medio de tan adversas circunstancias, llegaría a
viajar por todo el mundo y alcanzaría tanto éxito con sus óperas. Puccini
compraba los coches más rápidos de la época y las lanchas a motor más modernas.
Innovador
Cuando falleció, Puccini era el compositor más
rico de su tiempo. Sus últimos ingresos ascendían al equivalente de 1,5
millones de euros de la actualidad. Dejó una fortuna estimada en unos 200
millones de euros, y en Torre del
lago, una preciosa villa junto al lago Massaciuccoli, donde
anualmente se celebran festivales en
su honor.
Además de ávido cazador de aves salvajes, de
libretos de ópera y de mujeres hermosas, ese apasionado estilo de vida,
característico de la Italia de fin de siglo (XIX), sumado a su temperamento
exuberante, su voluntad de innovación y su excepcional talento musical se
conjugaron en una obra operística de gran éxito.
Helmut Krausser es también autor de Die Jagd nach
Corinna (La caza de Corinna), de la editorial. Belleville
de Múnich, volumen agotado desde hace años, un sobrio informe de trabajo que
desentraña y documenta cómo Puccini encontró a la mujer a la que está dedicada
la primera parte de la referida novela biográfica y a la que anuncia
pomposamente como “uno de los mayores misterios de la historia de la música”
que ahora habría resuelto.
Ficción
El compositor de fama mundial atrapa a la
costurerita turinesa Maria Anna Coriasco, menor de edad, y Krausser hace aquí
un trabajo de poda totalmente profesional, dándole forma con gran precisión. A
lo laro de la obra queda claro hasta qué punto el amor de Puccini por esta
joven, a quien las cartas solo mencionan como “Corinna”, influyó en sus
pensamientos y en su obra después del cambio de siglo.
Los sentimientos de “Corinna” seguían sin ser
correspondidos. El asunto se prolongó probablemente durante cuatro años; al
final, los abogados negociaron, se llamó a los detectives y casi todo el
entorno de Puccini se vio implicado en el episodio cada vez más desagradable,
desde Elvira y varios amigos varones hasta el imperioso editor Giulio Riccordi.
Hay intrigas, mentiras, sobornos, cohechos,
súplicas y esperanzas. Y, sobre todo, porque “Corinna”, finalmente abandonada,
exige su amor sincero y no quiere ni puede renunciar a él. Todo es ficción pura
(se non è
vero, è ben trovato), pero muestra qué inspiradora puede ser la
movida biografía de Puccini para diversos géneros: literario, lírico,
musical...en la que la realidad superaba siempre a la ficción.
Vejez insoportable
Como regidor de la melodía, Puccini encontró
una expresión tonal muy individual entre la tradición y la modernidad. Su
inteligente elección del tema y su profunda así como emotiva realización
musical hicieron que sus óperas ocupen hasta hoy un lugar permanente en los
repertorios de los escenarios internacionales.
Pero sufría cada vez más a causa de la vejez,
la senectud le causaría grandes problemas. Cuando el deterioro de la salud se
sumó a la mezcla, incluso componer se convertiría en una carga. En 1924 se
sometió a un tratamiento contra el cáncer de laringe en Bélgica. Mas la
operación fracasó y su vida tuvo un final dramático en Bruselas.
Musicología y psiquiatría
Desde hace muchas décadas el nombre de Giacomo
Puccini figura en los repertorios de los teatros de ópera de todo el mundo. El
entusiasmo del público y por sus óperas parece inquebrantable. El interés de
los musicólogos es muy diferente, ya que Puccini y su obra han estado muy
olvidados, al menos en Alemania, afirman el psiquíatra Dr. Stefan Demel
y su padre Gernot Demel,
ambos apasionados de la ópera, en su libro (agotado desde hace años) Giacomo
Puccini. Eine Psychobiographie (Giacomo Puccini. Una
psicobiografía), de la editorial Kohlhammer
de Stuttgart, especializada en obras de referencia.
En el capítulo dedicado a la infancia de
Puccini desde una perspectiva psicológica, el Dr Stefan Demel afirma que:
El mayor impacto en la infancia de Giacomo Puccini fue la muerte de su padre, Michele Puccini. Esto golpeó al pequeño Puccini en una fase de su vida conocida como periodo fálico o edípico. Es cuando el niño forma su propia imagen sexual y su relación con el sexo opuesto. El padre desempeña un papel importante en el desarrollo de un niño. En la mente del niño, compite con él por el favor y el amor de la madre y ahora encuentra su papel de género en el constante juego de relaciones entre él y cada uno de los padres. Fue precisamente esta fase del desarrollo la que se vio interrumpida por la muerte del padre.
El joven Giacomo creía inconscientemente que tenía parte de culpa en la muerte de su progenitor, ya que había deseado demasiado a su madre (Albina Magi Puccini) y, como consecuencia, podría haber destruido a su padre. Estos sentimientos de culpa se veían reforzados por los castigos corporales de su tío Fortunato Magi, que asumía el papel de una autoridad superior y castigadora en la mente del muchacho, y también alimentaban su deseo de compensarlos mostrando ternura a su madre.
La madre no aceptó este cortejo liberador de culpas, este deseo del muchacho, o tal vez lo rechazó inconscientemente. Además de este aspecto psicológico, es muy probable que no sopesara adecuadamente las difíciles circunstancias de la vida de su hijo causadas por la muerte de su padre, ya que este acontecimiento la había colocado a ella misma en una situación humana y social difícil”.
Hijo predilecto
Como viuda con ocho huérfanos, se necesita una
gran fortaleza para hacer frente a la vida. La madre de Giacomo poseía esta
energía y desarrolló la ambición de formar a su hijo favorito, Giacomo, de cuyo
extraordinario talento musical estaba convencida, para que se convirtiera en un
gran músico.
Es un hecho triste ver desequilibrios psíquicos
infantiles sobre todo en viudas que viven bien, pero que tienen una
insaciabilidad interior no resuelta y que inconscientemente y sin quererlo,
pero en realidad con consecuencias de largo alcance, abusan de sus hijos para
llenar el vacío dejado por la pérdida de su marido, afirmaba la psicoterapeuta
Dra Jutta von
Graevenitz, citada por el Dr en su libro.
Albina Magi Puccini pasó por alto el hecho de
que sus elevadas expectativas sobre el futuro de su hijo y su defensa contra
sus deseos infantiles eran demasiado para él. Giacomo se sentía inaceptado, no
querido y rechazado. Aumentó su profundo e inconsciente remordimiento por ser
culpable de la muerte de su padre. Esto intensificó la imagen ambivalente de su
madre que ya se había desarrollado durante la fase oral.
Amor-odio
El afecto de Giacomo por su madre se transformó
en odio. A su vez, era incapaz de admitir este sentimiento negativo ante sí
mismo y, por tanto, lo reprimía. Su actitud ambivalente hacia su madre se
trasladó al subconsciente y permaneció allí sin procesar durante el resto de su
vida. La relación de amor y odio de Puccini hacia su madre, este defecto
psicológico, diagnosticado como depresión neurótica, le causó una ansiedad
interior de por vida y una inquietud constante.
El perturbado mental no puede descansar porque
está huyendo, lleno de miedo debido a sus conflictos interiores. ...Huye de sí
mismo, de su propia agitación interior, inquietud e inseguridad, señala el
psicólogo Dr Jürgen von
Scheidt, también mencionado en la obra del Dr Demel.
Para Puccini, la única esperanza de romper este
círculo vicioso era influir en el impulso psicológico que subyace al miedo
agonizante. Por ello, inconscientemente, intentaba poner a su estricto superyó
de humor favorable. En una persona depresiva, el superyó es inusualmente
estricto e inflexible con ella.
El camino
Según Sigmund Freud, el papel del superyó es
comparable al de un juez o un censor con respecto al yo. Sus funciones incluyen
la formación de la conciencia moral, los ideales y la introspección. Está
moldeado por los padres y el entorno social y encarna la estricta autoridad
moral frente al yo instintivo.
Debido al conflicto no resuelto que surgió en
la primera infancia, Giacomo Puccini fue incapaz de desarrollar estructuras
maduras y permaneció en un estado arcaico. Como consecuencia, el compositor
tampoco pudo construir una autoestima suficiente en ninguna etapa de su vida.
Según el Dr Stavros Mentzos, en su
estudio sobre Procesamiento neurótico del conflicto. Introducción a la teoría
psicoanalítica de la neurosis con consideración de nuevas perspectivas, de
pequeño, el depresivo tenía mucho miedo de perder el amor de sus padres y, por
tanto, tenía que seguir estrictamente sus prohibiciones y mandatos para ser
amado y exigirse grandes logros para compensar la posible o real falta de amor
(ambas cosas son necesarias para mantener la autoestima).
El camino de Puccini ya estaba trazado en este
sentido. Su extraordinario talento musical le predestinaba a convertirse en
compositor. Dados sus orígenes y la tradición artística de su familia, habría
parecido obvio que Puccini optara por una carrera como músico de iglesia. Pero
su aversión por la música sacra y, en particular, por el órgano como
instrumento, le hizo decidir lo contrario. Los criterios abstractos de la
música absoluta, como las sinfonías o la música de cámara, tampoco se
correspondían con sus intenciones.
Turbulencias
La historia de amor más larga de la vida de
Giacomo Puccini, aunque turbulenta, fue precisamente con Elvira, quien se
convirtió en su compañera sentimental y, después de 20 años, en su esposa. Elvira
(de soltera Bonturi) y Giacomo eran amantes cuando ella todavía estaba casada
con el acaudalado tendero de Lucca Narciso Gemignani, barítono diletante, amigo
de Puccini y también mujeriego empedernido.
Nacida en Lucca, el 13 de junio de 1860, Elvira
era dos años más joven que Giacomo. Con Narciso se había casado ella en 1880 y
tuvieron una hija, Fosca, y un hijo, Renato. Narciso había conseguido los
servicios de Giacomo para que diera clases de piano a su mujer.
En 1884, Puccini y Elvira se enamoraron. Cuando
ella descubrió que estaba embarazada, en un esfuerzo por evitar un escándalo
(sin éxito, como así resultó), los amantes dejaron Lucca y se mudaron a Monza,
donde el hijo de ambos, Antonio Ferdinando Maria, conocido como Tonio, nació el
23 de diciembre de 1886. De acuerdo con el relato de Gemignani, Fosca se unió a
la nueva familia, mientras que Renato permaneció con su padre.
Boda
El 26 de febrero de 1903, al día siguiente del
accidente casi mortal que sufrió Puccini conduciendo un veloz automóvil,
Narciso Gemignani moría tras una paliza recibida a manos del marido de una
mujer con la que había tenido una aventura. Tras su recuperación del accidente,
Puccini pudo finalmente casarse con Elvira el 3 de enero de 1904, legitimando a
Tonio.
Al entablar precipitadamente una estrecha
relación con Elvira, Puccini fue incapaz de utilizar el tiempo posterior a la
muerte de su madre (17 de julio de 1884) para visualizar su problemática
relación con la difunta a través del duelo, para asumirla y liberarse así de
los problemas que tanto dominaban su vida. Huyó de su soledad iniciando esta
relación amorosa y así fue pasando de una mujer a otra en su afán de calor
humano.
A través de esta relación amorosa con Elvira,
Puccini pudo inicialmente compensar con éxito la pérdida emocional causada por
la muerte de su madre. Como muestra la correspondencia, la relación amorosa fue
inicialmente satisfactoria para ambos, aunque los dos personajes eran muy
difíciles. Con el tiempo, sin embargo, surgieron crisis en la relación, que se
intensificaron constantemente. Puccini se quejaba del mal humor y de los
defectos de carácter de Elvira, mencionando especialmente sus celos.
Patología y delirio
Según algunos biógrafos, esto no solo debía
considerarse una reacción al comportamiento de Puccini contrario a su relación,
sino también un componente primario de la personalidad y, por tanto, en vista
de su extrema amplitud, debía calificarse de patológico y delirante.
Sin embargo, Giacomo provocaba y ofendía a
Elvira con numerosas aventuras. Puccini tampoco intentaba hablar con Elvira de
los problemas ajenos a la sexualidad que afectaban a su matrimonio y buscar
juntos una solución. Puccini era consciente de la difícil situación de su
matrimonio y lo expresaba abiertamente en sus cartas. Sin embargo, incluso en
situaciones extremas, como el asunto Manfredi,
no tuvo el valor de tomar medidas decisivas.
Ambos reconocían que sus problemas radicaban en
su incapacidad para entenderse, pero eran demasiado débiles para sacar las
conclusiones necesarias. Debido a su personalidad depresiva, Puccini fue
incapaz de separarse en toda su vida. Incluso se casó con Elvira después de
veinte años de convivencia, aunque la relación ya era muy frágil entonces.
Además, mantuvo constantemente a su pareja alejada de su trabajo artístico y de
sus éxitos.
Se ahonda el problema
Con su falta de voluntad para hacer de Elvira
una verdadera compañera en su vida creativa, Puccini probablemente causó su
propio mayor problema matrimonial. Este sentimiento de marginación se vio
exacerbado por el comportamiento lúdico de Puccini. A menudo pasaba el tiempo
solo o con otros hombres. Allí se entregaba a sus pasatiempos favoritos: la
caza, la conducción y las reuniones de hombres. Hacía poco con su familia;
solía viajar al extranjero sin Elvira para asistir a las representaciones de
sus óperas.
Puccini siguió viviendo su vida de soltero,
pese a estar en pareja, continuó la existencia del llamado cripto-soltero. Esto
se refiere a un compañero que, aunque vive en comunidad con otras personas, a
menudo está solo y vive en una soledad interior tan pronunciada que se le
podría describir como soltero sin dudarlo. Cripto es la palabra griega que
significa oculto, así que un cripto-soltero es alguien cuya soledad, cuya
soltería, no se muestra abiertamente, sino que primero hay que rastrearla en el
secreto de su vida anímica.
Puccini era consciente de esa soledad interior,
ya que a menudo se quejaba de ella en muchas cartas. Aunque tuvo innumerables
oportunidades para hacerlo, no hizo ningún esfuerzo por cambiar este estado
psicológico. Como muchos cripto-solteros, Puccini enviaba un doble mensaje; por
un lado, quería vivir en una relación comprometida y, por otro, quería
comportarse como un auténtico soltero, normalmente sin darse cuenta
conscientemente.
Lejos
El doble mensaje de Puccini a Elvira puede
resumirse en una frase: Siento un gran anhelo por ti... ¡pero no te acerques
demasiado a mí!. Y esto revela el trasfondo psicológico de su rápida relación
con Elvira: la transferencia del conflicto no resuelto de ambivalencia con su
madre a su pareja, pero también otros conflictos psicológicos lastraban la
relación de Puccini con Elvira. Se sentía muy afectado por los estados de ánimo
y las escenas de celos de ella.
Sus éxitos artísticos, de los que Elvira
también estaba muy orgullosa, le dieron la oportunidad de vengarse de ella no
dejándola participar en ellos. Al distanciarse de su mujer, pudo disfrutar en
solitario del reconocimiento artístico y humano, ganando confianza en sí mismo
y también poder en su matrimonio.
Por otra parte, parecía envidiar a Elvira por
su extraordinario logro humano de haber abandonado a su antigua familia para
vivir con él en un matrimonio salvaje a pesar de su insegura situación
material, una decisión que Elvira tomó por afecto a Giacomo y que no se puede
sobrevalorar, sobre todo si se tienen en cuenta las dificultades sociales, las
habladurías y la discriminación en una ciudad de provincias a finales del siglo
XIX, como Lucca, en un país católico como Italia.
Otro amor-odio
Puccini, por su parte, sintió que nunca habría
reunido ese gran valor y se vio a su vez atrapado en un gran conflicto de
ambivalencia. Por un lado, envidiaba el valor de Elvira y se habría sentido
culpable si se hubieran separado; por otro, empezó a odiar a Elvira por su
comportamiento extremadamente temperamental.
El conflicto de ambivalencia se trasladó de su
madre a Elvira. Puccini empezó a experimentar los síntomas familiares. Se
volvió incapaz de tomar decisiones y empezó a quejarse de su situación y de lo
mucho que sufría por los celos patológicos de Elvira. Sin embargo, esto solo le
servía de excusa para distraerse de sus frecuentes infidelidades y
justificarlas.
De este modo consiguió un gran beneficio
subjetivo y pudo encubrir sus propios problemas psicológicos proyectándolos en
su esposa. Sin embargo, el comportamiento de Puccini sugiere que quería
devaluar su propio lado sensible, pero también femenino, y a las propias
mujeres, proyectando sus propios pensamientos en Elvira para ahuyentar la
envidia de las mujeres.
Conciencia sucia
La justificación de Puccini en una carta del 30
de agosto de 1915, en la que escribe a Elvira que la mujer de un artista tiene
que soportar cosas especiales, es por tanto solo un intento de liberarse de su
propia conciencia culpable. Pero Elvira también mostraba un claro déficit
psicológico, que se manifestaba en un alto grado de celos, lo que hacía
aparecer a ambos cónyuges como personas que habían retrocedido a un nivel
infantil.
Las personas celosas son niños que básicamente
siguen con el biberón. La pareja es la propia botella. Elvira y Giacomo eran
dos personas que sufrían graves problemas psicológicos debido a sus estructuras
de personalidad. Como consecuencia de su inestable equilibrio mental y su falta
de fuerza en el ego, tenían grandes dificultades para respetarse y quererse a
sí mismos. Pero el amor intenso y la aceptación de la pareja respectiva
requieren una homeostasis estable con suficiente reconocimiento del propio yo.
Debido a esta misma carencia, a ambos se les negó en última instancia una
relación emocional profunda.
A esta altura del relato, quien quiera contener el llanto, restregándose las melodiosas lágrimas de Manon (Manon Lescaut), Mimí (La Bohème), Cio-Cio-San (Madama Butterfly) y Minnie ( ) después de leer estos libros, sin duda lo hará con otros oídos.
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