España - Madrid
Bruckner 200Mozart, Bruckner y Schmidt en el órgano del Auditorio Sony
Xoán M. Carreira
La embajada de Austria en España -el Foro Cultural de Austria- organizó un concierto en conmemoración del 200 aniversario del nacimiento de Anton Bruckner contando con la hospitalidad de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en cuyo auditorio el organista Michael interpretó un programa monográfico de música vienesa para órgano con obras de Wolfgang Amadè Mozart (1756-1791), Anton Bruckner (1824-1896), y su alumno (1874-1939).
El órgano Grentzig, construido específicamente para este Auditorio Sony, es una pequeña joya de bellísimo y equilibrado sonido, que se proyecta en el plano del escenario, en el cual está oculta la trompetería y otros juegos, lo que produce en los oyentes una percepción de suave envoltura. Es un instrumento idóneo para el repertorio programado, que no fue concebido para la exhibición sonora de grandes órganos.
Los tres autores fueron grandes sinfonistas que encontraban en las grandes formas su medio natural. Sin embargo las esporádicas obras de órgano de Mozart cumplían una función de refinado divertimento 'doméstico' muy distinto de los servicios litúrgicos. Y a pesar de que Bruckner era organista profesional, también mostró un limitado interés por trasplantar a su instrumento sus ambiciosas concepciones sinfónicas. Tampoco eran ambiciosas las de su discípulo Franz Schmidt, quien escribió unas piezas de órgano de enorme interés en las que la influencia de Liszt se trasluce en el interés por lo moderno expresado en un tratamiento intimista.
Michael Schöch (Innsbruck, 1985) es un espléndido organista que cuida al extremo la calidad de sonido y presta suma atención a la lógica del discurso. La proyección de las imágenes de su interpretación en dos grandes pantallas nos permitió admirar su preciso y flexible juego de pies.
El diseño del programa es el resultado de una cuidada estrategia destinada a convertir todo el recital en una única narración, cuya retórica pone en evidencia las relaciones conceptuales, discursivas y afectivas entre los tres compositores (con el fantasma de Franz Schubert sonriendo plácidamente entre bastidores). Esta visibilidad de las emociones del intérprete, característica de la Belle Époque y esencial en las obras de Schmidt, contaminó acertadamente a los otros dos compositores, consiguiendo resaltar el sentido del humor mozartiano y ahondando en la espiritualidad de Bruckner.
Es probable que Schöch hubiese preferido interpretar todo el programa sin interrupciones pero el público no pudo reprimir los aplausos en tres momentos, que se convirtieron en ovaciones tras la intensidad de la Tocata para órgano en do mayor de Schmidt, que se fue un despliegue de belleza propiciado por la idónea fusión acústica entre el órgano Grentzig y el auditorio Sony.
Comentarios