Alemania

Bruckner 200

Bruckner y Ligeti en búsca de la luz

Juan Carlos Tellechea
martes, 8 de octubre de 2024
Kent Nagano © 2024 by Felix Broede Kent Nagano © 2024 by Felix Broede
Hamburgo, sábado, 28 de septiembre de 2024. Gran sala auditorio de la Elbphilharmonie de Hamburgo. Vokalensemble LauschWerk, preparado y dirigido por Martin Steidler. Philharmonisches Staatsorchester Hamburg. Director Kent Nagano. Anton Bruckner, Sinfonía nº 9 en re menor WAB 109. György Ligeti, Lux aeterna para coro mixto de 16 voces a cappella. Matiné: Primer concierto filarmónico de la temporada 2024/2025. 100% del aforo.
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Kent Nagano, al frente de la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, y Martin Steidler, dirigiendo al Vokalensemble LauschWerk, entregaron un maravilloso y místico concierto con la Novena Sinfonía en re menor WAB 109 (inconclusa) de Anton Bruckner, y la obra Lux aeterna, (1966), para coro mixto de 16 voces a cappella, de György Ligeti, respectivamente, que emocionó hondamente al millar de espectadores presente en esta matiné dominical en la gran sala auditorio de la Elbphilharmonie de Hamburgo.

Nagano, gran conocedor de las posibilidades acústicas de este monumental recinto, organizó el programa y sus aspectos técnicos de tal forma que el Vokalensemble LauschWerk cantara desde el “cielo”, en la penúltima galería (15º piso), de modo que cuando la Philharmonisches Staatsorchester Hamburg concluyó el tercero y último movimiento de la Novena (Adagio. Langsam, feierlich), se apagaron las luces de la sala y solamente quedó iluminado en las alturas el grupo vocal para entonar, seguidamente y sin intervalo, esa composición coral de Ligeti a modo de “Finale”.

Unción y solemnidad

El maestro Nagano, sumido en una larga meditación, completamente en paz consigo mismo y, sin embargo, mágicamente presente, dirigió con unción, solemnidad y profundo sentimiento esta última obra de Bruckner, en la que trabajó el compositor hasta la mañana del mismo día de su muerte, el 11 de octubre de 1896. Este es el estilo de Nagano, elaborar la música desde un punto de vista más elevado y dejar que se desarrolle libremente, sin ninguna presión ni urgencia. La absoluta y mutua confianza entre Nagano y su orquesta está omnipresente en toda esta abrumadora ejecución. La compenetración entre los músicos y su director es de una intensidad asombrosa.

Nagano está consciente de las enormes ondas y arcos de este cuerpo de una hora de duración. Les da forma con una previsión superior, ejemplificada por la culminación del primer movimiento (Feierlich, misterioso), que se construye sistemáticamente a lo largo de varios minutos y desarrolla un efecto y una fuerza casi apocalípticos. Significativamente, sin embargo, el sonido global permanece siempre redondo, no “hiere”, y explora repetidamente los límites acústicos de la Elbphilharmonie.

Fluidez

Puede ser que esto tenga algo que ver con la técnica de percusión de Nagano, orgánicamente fluida y nunca irregular. Crea cierta vaguedad y obliga a los músicos de la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo a armonizar muy sutilmente y a escucharse con suma atención.

Hay algunas entradas flotantes, por decirlo de algún modo, que ponen de relieve el proceso dinámico de la interpretación y que surgen del momento, no de la mera lectura exacta de la partitura. Esto hace que la música vibre internamente y le de mucho espacio para respirar.

La percusión establece el tono sombrío y fatalista que caracteriza toda la interpretación de la Novena de Bruckner. Es una tonalidad opresiva y evocadora que deja poco margen a la esperanza hasta el final.

Vitalidad

En el segundo movimiento (Scherzo. Bewegt, lebhaft – Trio. Schnell) Nagano subraya la vitalidad rítmica y la calidad danzante del movimiento, aunque mantiene muy bien medida esa alegría rural habitual de Bruckner. Aquí parece más bien meditativo, antes de que se precipite el rápido trío, con pasajes ágiles y fluidos en los que las maderas contrastan con los timbales.

Tras el final deliberadamente abierto del Adagio -Bruckner dejó inacabado el último movimiento- el espectador se preguntaba involuntariamente, al apagarse las luces, qué tormenta amenazará al mundo a continuación.

Lux aeterna

Vokalensemble LauschWerk dirigido por Martin Steidler. © 2024 by Daniel Dittus.Vokalensemble LauschWerk dirigido por Martin Steidler. © 2024 by Daniel Dittus.

A partir de ese instante Nagano permaneció inmóvil y en el más absoluto silencio delante de la Orquesta, mientras Martin Steidler, profesor del Conservatorio Superior de Música y Teatro de Múnich y director artístico del Vokalensemble LauschWerk, comenzaba con la interpretación, muy sensible, etérea y delicada, de Lux aeterna de György Ligeti, que duró unos nueve minutos y parecía venir del más allá en el vasto universo bruckeriano.

En la obra, emparentada con el Réquiem de Ligeti de 1965, que solo contiene las primeras partes de la Misa de Difuntos, se pone música a la última parte del Réquiem en latín a un tempo de 56 pulsaciones por minuto.

Inaudibles

En las instrucciones de la partitura el compositor indica expresamente: “Sostenuto, molto calmo [muy tranquilo], “Wie aus der Ferne” y “Stets vollkommen akzentlos singen: Las líneas de compás no significan énfasis”. La mayoría de las entradas deben ser “inaudibles” o “muy suaves”; se omiten las consonantes antes de una pausa (verbigracia, “lucea” en lugar de “luceat”).

El sentimiento espiritual de infinitud, la luz eternamente brillante y perdurable que Lux aeterna lleva como idea básica, se convirtió en el símbolo de la Novena Sinfonía de Anton Bruckner en este concierto dominical, como homenaje en el bicentenario de su nacimiento en Ansfelden (Alta Austria) el 4 de septiembre de 1824; los espectadores aclamaron y vivaron efusivamente a la orquesta, al coro y a sus directores, al tiempo que estas insolubles cuestiones permanecían abiertas para todos y cada uno de nosotros, pobres mortales.

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