España - Cataluña

Muy buena inauguración

Jorge Binaghi
lunes, 7 de octubre de 2024
Ollé, Lady Macbeth de Mtsensk © 2024 by Sergi Panizo Ollé, Lady Macbeth de Mtsensk © 2024 by Sergi Panizo
Barcelona, martes, 1 de octubre de 2024. Gran Teatre del Liceu. Lady Macbeth de Mtsensk (Leningrado, Teatro Mali, 22 de enero de 1934), libreto de Alexander Preis y Dimitri Shostakovich, con música del último. Puesta en escena: Àlex Ollé. Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Lluc Castells. Luces: Urs Schönebaum. Intérpretes: Sara Jakubiak (Katerina), Pavel Cernoch (Sergei), Alexei Bontnarciuc (Boris), Ilya Selivanov (Zinobi), Núria Vilà (Aksinia), Mireia Pintó (Sonetka), Paata Burchuladze (Viejo convicto), Goran Juric (pope), José Manuel Montero (paisano borracho), Scott Wilde (Jefe de policía), y otros. Orquesta y Coro (maestro: Pablo Assante) del Teatro. Director: Josep Pons.
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Si he mirado bien, al menos hace quince años que he visto por última vez esta obra maestra en Barcelona. Aunque me queda la semana próxima un segundo reparto, no sé si esta será mi última reseña de la misma. Cierto que dentro un año Chailly abrirá el que parece su último año en la Scala con una nueva producción, pero a ciertas alturas un año puede equivaler a quince o más…

En todo caso bien ha hecho el Liceu en volver a proponer a la atención del público la obra que tantos dolores de cabeza le costó a su autor, ejemplar caso de censura e idiotez política (la primera vez que me tropecé con ella fue en la versión ‘post censura’, Katerina Ismailova, gracias al entonces gran Teatro Colón de Buenos Aires aunque en traducción italiana).

Y como era nueva producción de su artista en residencia cabe decir que, pese a detalles o algo más que no me parecen acertados, este es en conjunto el mejor trabajo de Ollé. Si la sensatez fuera una virtud entre los directores de escena de hoy tal vez habríamos tenido una obra ambientada donde trascurre la ópera y el relato original, que es de 1865 y hasta está en el título, por las dudas. En cambio, estamos en una casa burguesa acomodada más o menos atemporal o actual (como el pobre Pasolini se ha puesto de moda en el mundo lírico diría que he pensado en algún ambiente de Teorema), que no equivale a una sociedad rural rusa aunque sea de propietario rico.

‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.

Pero al menos se sigue la trama muy bien, hay pocos elementos de decorado, y espacios confinados por practicables movidos por caballeros, algunos medio desnudos. Hay agua en el escenario y proyecciones de la misma, supongo que en alusión al destino final de la protagonista.

Lástima que en el último acto es cuando menos se nota y la forma de plantear la escena (con cómodas camas para los convictos que, aunque están en Siberia, van bastante ligeros de ropas) motiva que el final no sea el que corresponde. El guardia dice ‘para esas dos ya no hay salvación’ (Katerina se ha lanzado sobre Sonietka, su rival en amores, y con ella se ha precipitado al río helado) y se ve a Sonietka degollada mientras la protagonista se suicida con calma del mismo modo.

‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.

Tampoco se sabe qué aporta que el monstruoso suegro espíe a la pobre nuera no a solas, sino en compañía de amigos -mudos, claro- con los que bebe, orina y juega a cartas. Y ya que estamos, si tal vez sea necesario que veamos las posaderas de Sergei en la escena de la seducción (por suerte últimamente los tenores acuden al gimnasio) no sabemos por qué el resto del tiempo se exhibe en el mismo moderno slip (supongo que de ‘Intimissimi’, porque Armani no era) incluso en Siberia (aunque así sea más creíble que le pida a Katerina que le preste sus medias, pero no para regalarlas a la nueva amante). Los actores están bien dirigidos y representan bien sus personajes, con un aplauso especial para el campesino borracho.

Y, aunque como siempre he comenzado por la parte escénica, lo que a mí me importa más es la musical porque finalmente de ella depende que la función llegue a buen puerto. Y llegó.

No es novedad para nadie que este tipo de repertorio es el que mejor se le da a Pons (recuerdo un excelente Shostakovich en el Auditori), y la orquesta no sólo estuvo de notable alto sino que logró expresar la ironía, amargura, aburrimiento, odio, devastación. Tal vez a veces pudo controlarla algo más para mayor comodidad de los cantantes, pero se trató sólo de momentos fugaces.

Notable también el coro (en su doble faceta musical y escénica), siempre bajo la sabia dirección de Assante.

‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.‘Lady Macbeth de Mtsensk’ de Shostakovich. Puesta en escena: Àlex Ollé. Director musical: Josep Pons. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, octubre de 2024. © 2024 by Sergi Panizo.

Y como además estamos en una ópera, los cantantes vaya sí importan. En particular los roles protagónicos, pero no sólo. Excelente elección la de Jakubiak (que debutaba ‘in loco’) como Katerina, y en una parte bien difícil mostró buena técnica y buenos recursos (un agudo un tanto metálico aquí no molesta y hasta contribuye a la caracterización del personaje), figura creíble y buena actuación.

Muy acertada también la del desagradable Sergei, a cuyo lado el Duque de Mantua parece un aprendiz, un Pavel Cernoch de buena voz, de timbre no muy bello, pero extensa y pareja, y también buen actor y buena figura.

Y aunque el marido reprimido, Zinobi, no tenga mucha parte, el debutante Selivanov lo hizo bien. En cambio no fue tan acertado contratar como Boris, el suegro terrible, a un Bontnarciuk, correcto cantante y mejor actor, pero con voz no muy amplia y sobre todo carente de grave. Tampoco se entiende por qué, en su aparición como fantasma, lo sustituyó Alejandro López con amplificación.

Los demás fueron todos absolutamente adecuados a sus papeles, más o menos pequeños, pero algunos de importancia. Con una excepción notable: la parte del viejo convicto es breve pero su canto que inicia el cuarto acto (y que hoy en día se presenta en los concursos) es importante no sólo dramáticamente. ¿Qué sentido tiene contratar a un Burchuladze, que siempre se ha destacado por sus medios (ya no, lamentablemente, y no es su culpa), pero no por su musicalidad? Merecen nombrarse al menos Juric en el Pope y Wilde en el jefe de policía, pero también la Sonietka de Pintó y sobre todo el campesino borracho de (supongo) José Manuel Montero.

Hubo mucha atención en la sala, llena aunque con huecos en los pisos superiores, sin ruidos molestos más que las inevitables toses, sin llegadas tardías o marchas precipitadas antes de tiempo, sin abandonos tras el único intervalo (ya habían pasado los dos primeros actos, con un total de 105 minutos, y con mucho menos y en títulos más tradicionales a veces se han producido verdaderas desbandadas -en particular cuando las cosas se hacen mal-) y, sobre todo, milagro entre milagros, sin celulares importunos. También se aplaudió con fuerza en el final de la primera parte y sobre todo al final. 

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