Una jirafa en Copenhague
¿A qué sabe la carne humana?
Omar Jerez
Muchas son las personas que me han preguntado a qué sabe la carne humana que tomé, procedente del cuerpo de Julia Martínez, en la performance Banquete poscolonial que presentamos hace unas semanas. Creo sinceramente que justo esa pregunta es sin duda la menos interesante de todo lo que rodea a la maravillosa performance Banquete poscolonial.
La carne de animal más parecida a la carne humana es la
del cerdo, podríamos decir que es como comerte un solomillo de cerdo, pero con
un sabor más agradable y un poco más intenso. Diría que si no fuera por los
sistemas de creencias que nos han inculcado desde pequeños comer carne humana
sería algo tan normal para una persona como comer carne de res o de pollo en su
menú habitual. Es curioso que precisamente yo os esté hablando de comer algún
tipo de carne, ya sea humana o de cerdo, y lo digo porque he sido durante 7
años de mi vida vegano y otros 10 años vegetariano. No como carne de ningún tipo,
pero por el arte hago lo que sea necesario, llegando incluso a saltarme mi
régimen dietético al ingerir carne, en este caso humana procedente del cuerpo
de Julia Martínez.
Aquí es donde quiero que nos paremos un poco a reflexionar, realmente al igual que yo antepongo el arte por encima de cualquiera de mis hábitos, en este caso alimenticios, ¿son capaces el resto de hacer lo mismo para defender a ultranza su propia ideología? En Banquete poscolonial se puede comprobar que una cosa es aquello que se dice y otra muy diferente es aquello que se hace.
Durante la performance ninguno de los participantes era conscientes de que estaban degustando un pozili en lugar de un pozole, pero sí eran conscientes de aquello que nos estaban expresando y cuestionando como españoles; los participantes nos explican sin filtro la cosmovisión de los aztecas y mexicas en cuanto al tema que hoy nos trae aquí: los sacrificios rituales y el canibalismo.
Cuando los 5
mexicanos se enteraron de que su pozole no contenía carne de cerdo, sino que
contenía carne humana, por la simbología de la misma y la necesidad de la
vuelta al origen, su reacción no se correspondió con aquello que nos expresaban
y defendían una vez sabido que ellos mismos habían practicado literalmente el canibalismo.
Nunca he sentido algún tipo de interés, ya sea por curiosidad intelectual o por que quisiera llevarlo a cabo, con respecto a lo que concierne al canibalismo. Pero cuando supimos un año antes que íbamos a abordar el tema de la conquista que realizó España en lo que aquel entonces era el territorio del previo actual México, tuvimos que realizar un estudio documental de lo que suponían las practicas caníbales alrededor del mundo y lo que implicaba culturalmente entre los aztecas y los mexicas.
Esta performance Banquete poscolonial ha puesto de manifiesto cuestiones tan capitales como la colonización, la vuelta al origen y la reparación, porque dejando tabús aparte, creemos que para enmendar algo ¿qué mejor que volver a dónde empezó? Estas cinco personas reclamaban un perdón, pero olvidaron que ese mismo perdón es un concepto impuesto desde una religión que los colonizó. Volver al origen de algo que condenaron y prohibieron los españoles ¿es realmente lo que esa parte de la sociedad mexicana quiere?
La
reacción una vez que se vuelve al origen en su forma y su fondo, como hemos
realizado, sería la respuesta a esa pregunta que durante décadas se han
realizado muchos mexicanos. Nosotros insistimos que el perdón que los mexicanos
exigen es un concepto colonizador, que se debe buscar la reparación en las
bases culturales como es en la de ofrecer carne humana del cuerpo de Julia
Martínez al igual que se hacía en los sacrificios rituales, estableciendo así
el contacto entre lo divino y lo humano, como bien nos explicaron nuestros
cinco invitados.
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