Alemania

Anna Vinnitskaya, una camerista nata

Juan Carlos Tellechea
miércoles, 23 de octubre de 2024
Anna Vinnitskaya © Bjoern Kadenbach | Palau de la Música Catalana Anna Vinnitskaya © Bjoern Kadenbach | Palau de la Música Catalana
Essen, jueves, 3 de octubre de 2024. Gran sala auditorio Alfried Krupp de la Filarmónica de Essen. Anna Vinnitskaya (piano). Brahms Ensemble Berlin (Violines Rachel Schmidt, Raimar Orlovsky; viola Julia Gartemann; violonchelo Christoph Igelbrink). Dmitri Shostakovich. Johannes Brahms, Quinteto para piano en fa menor op 34. Dmitri Shostakovich, Danzas de las muñecas para piano, Quinteto para piano en sol menor op 57. Concierto promovido por el Círculo de amigos del Teatro y la Filarmónica de Essen. 80% del aforo.
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Anna Vinnitskaya y el Brahms Ensemble Berlin ofrecieron un maravilloso recital de música de cámara el 3 de octubre (Día de la Unidad Alemana) en el gran auditorio Alfried Krupp de la Filarmónica de Essen, con obras de Johannes Brahms y Dmitri Shostakovich.

En la presente temporada, la Filarmónica le ha dedicado un retrato artístico especial a la pianista con un total de ocho conciertos, en los que actuó como solista, músico de cámara y pianista con orquesta.

A su admirado Shostakovich, compositor del año (con motivo del 50º aniversario de su fallecimiento) Vinnitskaya ha querido consagrar expresamente esta extraordinaria presentación con el Brahms Ensemble, integrado por excelentes instrumentistas de cuerda de la Filarmónica de Berlín.

Programa

La primera parte la ocupó el Quinteto para piano y cuerda en fa menor op 34 de Brahms. La segunda mitad comenzó con la  Danza de las muñecas de Shostakovich, raramente interpretada, que Vinnitskaya ha llevado no hace mucho tiempo atrás al disco compacto (Piano Dances, Ravel, Shostakovich, Widmann, sello Alpha/Outhere), y que próximamente reseñaremos también en estas páginas.

Este intermezzo solista antecedió al Quinteto para piano en sol menor op 57 de Shostakovich con el que se cerró la bellísima velada, plena de interpretaciones extremadamente bien pensadas y de gran refinamiento, a las que la calidad superlativa de los instrumentistas dota de un aura de transparencia pocas veces oído y visto.

Tal es el caso también del Quinteto en fa menor op 34, una de las obras más populares de Brahms, y que tuvo una génesis compleja. En 1862, Brahms concibió originalmente un quinteto para cuerdas, que fue duramente criticado por el violinista amigo Joseph Joachim. A continuación, la obra se arregló como sonata para dos pianos, que también fue criticada, sobre todo por Clara Schumann.

Desafío

Una nueva adaptación para quinteto de piano apareció en 1865, para satisfacción general. En esta configuración, la pieza revela una nueva intensidad por su abundancia temática y un hábil equilibrio entre teclado y cuerdas.

Todo ello supone un serio reto para los intérpretes. El Brahms Ensemble Berlin y Anna Vinnitskaya están a la altura con una visión de sorprendente relieve, maduramente pensada y meticulosamente elaborada, sacando el máximo partido de la sutil combinación de melodía y ritmo en el corazón de esta composición.

Así ocurre con el Allegro non troppo – Poco sostenuto, que domina la obra con sus imponentes proporciones y su riqueza temática, incluyendo un vigoroso primer tema y un segundo muy melodioso. El desarrollo, muy modulante, está adornado con gran flexibilidad, y la larga coda acelera hasta el enérgico tempo del comienzo del movimiento.

Atrevida

El Andante, un poco Adagio, es lírico, dirigido por el expresivo piano de Anna Vinnitskaya, con un toque de melancolía. El Scherzo: Allegro, con su escansión vehemente, casi sin aliento, está igualmente conducido por el piano, sin que los bordes sean demasiado afilados, como suele ocurrir en algunos casos. Su carácter nórdico, fantástico, casi épico, es aún más evidente. La breve sección del Trío contrasta con su canto folclórico, y la repetición es igual de voluntarista.

El Finale ofrece una riqueza aún mayor y una atrevida complejidad compositiva. Se abre con un Poco sostenuto, una sección introductoria, de la sombra a la luz. Le sigue un episodio Allegro que los intérpretes articulan y en el que llevan el contraste al máximo hasta la sección Presto, que comienza como un piano y va creciendo hasta alcanzar un clímax febril. De nuevo aquí, el refinamiento prima sobre un enfoque nórdico-alemán, especialmente en las transiciones.

Humor

Tras el intervalo vinieron, las Danzas de las muñecas de Shostakóvich que a la pianista le recuerdan a los dibujos animados soviéticos de su infancia, pero también a Wolfgang Amadé Mozart: por su brillantez como diamantes, sinceras y hermosas.

Shostakovich escribió esta suite de siete piezas cortas expresamente para jóvenes estudiantes de piano. Bajo los dedos de Vinnitskaya estas danzas, lejos de los tonos sombríos del compositor, aportan un toque refrescante lleno de humor e inocencia, a veces lírico ( “Vals lírico “), refinado ( “Romance “) o irónicamente animado ( “Polka “).

El contraste es total con el Quinteto para piano en sol menor op 57 en cuya lectura la intensidad procede de una gama de sonoridad y dinámica notablemente amplia y controlada con maestría: el segundo movimiento (Fuga:Adagio) adquiere calidez de forma muy gradual; el conmovedor Intermezzo: Lento gana patetismo gracias a los delicados choques de la línea pianística. Vinnitskaya es una soberbia compañera del Brahms Ensemble Berlin y no una mera solista, sino una camerista nata.

Historia

El 28 de enero de 1936, apareció un mordaz artículo en el periódico  “Pravda “ sobre una representación de la ópera de Shostakovich Lady Macbeth de Mtsensk, que anteriormente había sido puesta en escena con éxito en todas partes. Al parecer, el temible Iosif Stalin había asistido a la representación la noche anterior. Inmediatamente después la obra y su libreto, así como otras composiciones de Shostakovich fueron incluidas en el índice. El compositor temía por su vida durante aquella purga.

Con la 5ª Sinfonía, que él mismo describiría como su  “respuesta compositiva“ a las hostilidades, el compositor había empezado de nuevo. Fue nombrado profesor de composición y pudo rehabilitarse. Sin embargo, los vaivenes de su posición social continuaron hasta el final de su vida. Según cuenta Julian Barnes en su novela biográfica El ruido del tiempo, Dmitri Shostakóvich esperaba noche tras noche, con la maleta preparada en el hueco de la escalera, a los esbirros del NKVD, la policía secreta rusa... Por tanto, era necesario andarse con cuidado con cada moderna obra para evitar nuevos y peligrosos debates sobre formalismo con los dirigentes del partido y del Estado.

1940

Después de 1936, Shostakovich compuso principalmente música para películas, además de la 5ª Sinfonía; en 1939 retiró la 6ª Sinfonía y un año más tarde, recibió la petición del Cuarteto Beethoven de una obra para interpretarla juntos. Shostakovich accedió y compuso el Quinteto para piano op. 57 en el verano de 1940, que se estrenó en Moscú el 23 de noviembre, con gran éxito.

La música de Shostakovich está estrechamente vinculada a los hechos que viviera el compositor y a los grandes cambios de la sociedad rusa en la primera mitad del siglo XX. Ese trasfondo puede percibirse en cada una de sus obras de madurez, incluido éste, su único Quinteto estrenado nueve meses antes de que el genocida y no menos tenebroso Adolf Hitler rompiera el pacto con Stalin y permitiera a sus tropas invadir la Unión Soviética.

Pravda

La crítica del estreno del Quinteto de Shostakovich en el Pravda era un único canto a la estética del  “realismo socialista “: 

Shostakovich encontró la solución lírica a una importantísima tarea artística del presente: retratar la riqueza interior de una gran personalidad de forma veraz, sincera y cautivadora.

reseñaba el órgano oficial del partido Comunista de la Unión Soviética.

En 1941, Shostakovich recibió el Premio Stalin de primera clase (100.000 rublos) y fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja. Su reputación pública parecía haberse restablecido.

Para el tan denostado compositor, este artículo supuso una reivindicación tras los duros ataques a su música publicados por Pravda cuatro años antes. En aquel momento, se le había tachado de representante de la  “decadencia occidental “.

Aceptado

Ahora, el músico de 36 años volvía a ser aceptado con agrado por la política cultural socialista. Las verdaderas pruebas de la  “gran guerra patriótica “ estaban, por supuesto, aún por llegar para el compositor, su ciudad natal (San Petersburgo/Leningrado) y la Unión Soviética.

En su Quinteto, Shostakovich habla subliminalmente de esta amenaza, como en muchas de sus grandes obras. Pese al eco socialista-positivo del Pravda y a las críticas de Serguei Prokofiev, quien calificaba el Quinteto de su colega de obra “sin aventura ni ímpetu“, se trata de una pieza llena de dramatismo reprimido.

El gran modelo musical fue Johann Sebastian Bach. Shostakovich extrajo del Thomaskantor la idea para el comienzo del Quinteto; también un par de movimientos consistentes en preludio y fuga, de los arcos armónicos de tensión de los preludios y fugas de Bach.

Influjo

Las líneas cristalinas de la obra, en las que cada nota parece calculada con precisión, también estarían relacionadas con la música de Bach. Incluso Prokofiev tuvo que admitirlo, aunque bajo los auspicios de la crítica:

Lo que me sorprende de este quinteto es que un compositor tan joven, en la cima de su capacidad creativa, sea tan comedido y calcule cada nota con tanto cuidado.

Lo que Prokofiev interpretaba como miedo al riesgo (“Nunca arriesga nada “) es lo que caracteriza hoy el tono típico de Shostakovich para el público del siglo XXI: el desgarro de una música que evita la exuberancia romántica y traduce los contrastes emocionales en pasión reprimida.

Análisis

Es comprensible que el compositor reaccionara con una poderosa obra compuesta en tono neoclásico tras las experiencias del decenio de 1930. Comienza con un preludio sonoro y patético que desemboca en una danza tranquila.

El movimiento de apertura (Preludio: Lento) contiene ya todos los elementos que caracterizan la estructura de todo el Quinteto para piano: retórica dramática (a menudo a partir de la parte del piano, como en la apertura), ritmos y formas clásicas (fuga, scherzo) y lirismo intimista.

Siguiendo el modelo barroco, al preludio le sigue la Fuga: Adagio, introducida muy suavemente por cuerdas apagadas. Lo más impresionante es la magnífica acumulación que se desarrolla a partir de estos cautelosos comienzos y que finalmente conduce a un doloroso clímax.

Para Prokofiev, este par de movimientos era demasiado “bachiano“. Sin embargo, es sorprendente el contenido emocional que Shostakovich es capaz de extraer del contrapunto clásico. El Scherzo: Allegretto siguiente disipa en un instante la atmósfera de sombría resignación, tal es su exuberancia.

Tormentosa

Sin embargo, hay que desconfiar del espíritu de ingenio y vigor, ya que roza una caricatura amargamente malvada: los acordes de cuerda se repiten de forma demasiado mecánica, el piano tratado con percusión rabia demasiado bruscamente a veces. Los peces gordos de la cultura estaban encantados de escuchar aquí una  “tormentosa alegría de vivir“, pero ¿qué pretendía realmente el compositor?

En el reflexivo Intermezzo: Lento se restablece la seriedad y se toma aliento para el chispeante Finale: Allegretto / Tormentosamente movido. Aunque no exenta de momentos amenazadores, la música del movimiento final lucha repetidamente por el optimismo y la alegría.

Efusivas ovaciones y altisonantes exclamaciones de aprobación cerraron este impecable concierto en la Filarmónica de Essen.

Biografía

La pianista Anna Vinnitskaya, nacida en 1983 en Novorossiysk, Rusia, estudió con Serguei Ossipienko en Rostov y después con Evgueni Koroliov en el Conservatorio Superior de Música y Teatro de Hamburgo, donde ella es profesora desde 2009.

El primer premio del Concurso Reine Elisabeth de Bruselas en 2007 supuso su salto internacional. Desde entonces actúa en los escenarios de las principales ciudades, ofrece conciertos con orquestas de primera fila como la Filarmónica de Berlín, la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, la Staatskapelle de Dresde, la Filarmónica de Múnich, la Orquesta Sinfónica de la NHK de Tokio, la Orquesta Filarmónica de Radio Francia y la Orquesta Sinfónica de Boston, y es cortejada (con toda razón) por los directores más renombrados de todo el mundo.

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