Geopolítica y Relaciones internacionales
Elecciones presidenciales de los EE.UU. 2024
Juan Carlos Tellechea
El próximo martes 5 de noviembre, los
ciudadanos estadounidenses decidirán quién ocupará la Casa Blanca: la actual
vicepresidenta
Estados Unidos es la nación más poderosa del
mundo: económicamente sigue siendo la referencia, militarmente no tiene rival,
culturalmente sigue moldeando los gustos de generaciones enteras a través de
Hollywood y las listas de éxitos musicales más relevantes. Pero, políticamente
es asombroso que una nación tan grandiosa presente una oferta tan modesta
cuando quiere elegir a la personalidad mejor, más brillante y más convincente
para los próximos cuatro años al que sigue siendo el puesto más importante del
mundo.
Su actual oferta es un expresidente mentiroso y
fanfarrón, que fue condenado por un jurado como delincuente y que no tiene ni
una pizca de lo que antes se llamaba “moralidad y ética”. Una vicepresidenta a
la que no se puede acusar de ninguna aberración, pero de la que no se puede
pensar que habría salido victoriosa si el actual presidente Joe Bieden hubiera
anunciado en primavera su decisión de no volver a presentarse a las elecciones,
dando a los demócratas la oportunidad de elegir un nuevo candidato en
primarias.
A la hora señalada
En fin, que ahora llega el momento de que los
estadounidenses acudan personalmente a las urnas, si todavía no han enviado su
voto por correo. Aparentemente, Trump iría al frente en las encuestas. Sin
embargo la ventaja es tan mínima que puede caer dentro del margen de error o de
algún sesgo no previsto en el muestreo. Así que nada está decidido por ahora.
Sería ingenuo creer que Harris puede ganar los
comicios simplemente porque es demócrata y la más simpática de los dos. Hay
quienes creen sin embargo que Trump es el más simpático. Pero más aún, además
de sus fieles seguidores, hay quienes no gustan para nada de este delincuente,
pero el martes se taparán la nariz para evitar su nauseabundo olor y lo votarán
de todos modos porque creen que es el más capaz e idóneo para luchar contra la
inflación y detener o al menos reducir la inmigración ilegal.
Si Trump puede cumplir alguna de sus promesas solo se vería después de su victoria electoral. Pero si bien todas las esperanzas en Europa están puestas en Kamala Harris no sería de descartar por completo la posibilidad de una victoria de Trump, aunque resulte insoportable pensarlo.
Diferencias
Harris, aparentemente, va por detrás de Trump
en algunos sondeos de opinión, pero esto no ocurre así en todos los ámbitos ni
con todos los grupos de votantes. Sin embargo, a la candidata demócrata le
quedan pocas oportunidades para el repechaje en la carrera final. Donald Trump
no le cae bien al 52,1% de ls población de los Estados Unidos; solo al 43,5% le
cae bien (según el portal estadístico FiveThirtyEight). La
diferencia es grande. Si el resultado de los comicios dependiera de la
popularidad, Trump no tendría ninguna posibilidad de ganar las elecciones del 5
de noviembre.
Por otra parte, los bandos de detractores y
admiradores de la vicepresidenta Kamala Harris están casi equilibrados, y los
que la desaprueban (48,3 por ciento) están comparativamente cerca de los
partidarios (45 por ciento). Sin embargo, las estadísticas nunca deben verse en
un punto arbitrario, sino siempre a lo largo del tiempo para visualizar la
evolución. Y aquí se puede ver que en julio de 2023, los detractores de Trump
todavía estaban en el 57 por ciento, mientras que los partidarios solo estaban
en el 38,9 por ciento.
Desde entonces, un número notablemente mayor de
estadounidenses se ha reconciliado con Trump, pese a que durante ese lapso fue
condenado por un jurado por 34 cargos y de que la nominación de Harris dejó
obsoleto su antiguo argumento de que era más adecuado para la presidencia que
el titular Joe Biden, que mostraba signos de envejecimiento.
Qué puede hacer Harris
La tendencia es, más bien a la baja para la
demócrata y al alza para el republicano. Esto se corresponde con las encuestas
sobre intención de voto, que ven cada vez más a Trump en cabeza. La media de
todos los sondeos nacionales analizados por RealClearPolitics muestra
a Trump por delante en 0,2 puntos porcentuales el 28 de octubre. Y va en
cabeza, en algunos casos por escaso margen y sin superar el margen de error, en
todos y cada uno de los llamados “swing states” en los que probablemente
se decida la presidencia, a saber, Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Arizona,
Carolina del Norte y Georgia.
¿Qué puede hacer Harris para cambiar las tornas tan cerca del 5 de noviembre? En primer lugar, puede calificar a Trump de amenaza para la democracia. Pero ella ya lo está haciendo, llamándole “fascista”, y él la está llamando “comunista”. Pero el “Proyecto Miedo” parece en gran medida agotado
cuando el tan mentado 'Hitler' teñido de rubio reparte comida rápida como un simpático abuelo en McDonald's con un delantal de la empresa y obtiene índices de aprobación récord entre los jóvenes negros y latinos,
escribe el columnista libertario y antiguo partidario del presidente Barack
Andrew
Sullivan en su boletín The Daily Dish. Por lo
tanto, Harris no debería ni dejar de lado el tema ni depender solo de él.
Activar minorías
En segundo lugar, sería muy importante también
activar a las minorías. Los afroamericanos están tradicionalmente del lado de
los demócratas. Es probable que la mayoría de ellos voten también esta vez a
Harris, sobre todo porque tiene un padre jamaicano y, por tanto, negro. Sin
embargo, solo alrededor del 58% de los hombres negros y el 63% de las mujeres
negras (que suelen acudir más a los colegios electorales) están actualmente a
favor de Harris en las encuestas de opinión, mientras que Biden alcanzó el 90%
en este grupo.
Entre los latinos, el 56% de las mujeres quiere
votar a Harris, pero solo el 37% de los hombres. ¿Significa esto que la carrera
ya no es ganable para Harris? En absoluto. A la pregunta de quién se preocupa
más por las necesidades de “gente como tú”, el 54% de los negros responde: “Kamala
Harris”. Trump solo es mencionado por el 20% de los hombres negros y solo por
el 9% de las mujeres negras en la misma encuesta.
En tercer lugar, Kamala Harris debería tener en
cuenta al conjunto. Si solo se centra en las minorías, se pierde de vista a la
totalidad de los votantes. En general, según una encuesta reciente (GenForward Survey en la Universidad de Chicago), Trump es visto como el que trataría mejor la cuestión de la
inmigración (39 a 34%), el que lucharía más eficazmente contra la inflación (39
a 32%) o el que tendría más posibilidades de poner fin a la guerra de Gaza (37
a 26%), aunque para detrimento de los palestinos (como ya ha ocurrido).
Otros aspectos
Pero en otras áreas, Harris es considerada más
fuerte por la mayoría de los votantes. Está por delante de Trump en la cuestión
de quién de los dos protegería mejor la democracia (42 a 31%), quién protegería
mejor los derechos reproductivos (57 a 21%), quién haría más por “mejorar su
vida y la de su familia” (39 a 32%), quién paliaría más eficazmente la escasez
de vivienda (39 a 30%), quién es más digno de confianza (37 a 25%), e incluso
quién tiene la capacidad de ser un líder fuerte (40 a 35%).
En estas cuestiones, aparte de la reproducción
y el aborto, así como la protección de la democracia, Harris ha tenido poca
visibilidad hasta ahora, principalmente porque no ha ofrecido a los medios de
comunicación suficientes hechos y conceptos sobre cómo quiere hacer una
política mejor en estas áreas. Aquí tendría que presentar urgentemente un
verdadero aluvión de planes en los últimos metros hasta el 5 de noviembre.
En cuarto lugar: es imperioso ir a la caza
furtiva de las competencias de Trump. Según la citada encuesta representativa,
realizada entre finales de septiembre y principios de octubre, el “crecimiento
económico” es la cuestión más citada de entre 29 temas, concretamente por el
16%.
El bolsillo
El problema para Harris es que los republicanos
(genuinos, no los trumpistas) son vistos como más competentes que los
demócratas en este campo, sobre todo porque muchos estadounidenses recuerdan
hoy menos el asalto al Capitolio por los partidarios de Trump el 6 de enero de
2021 que el hecho de que los precios en los supermercados y en la gasolinera
eran más bajos bajo su presidencia, especialmente en relación con sus ingresos.
Por eso, la mayoría de los votantes no están
convencidos de que los macrodatos económicos muestren que Joe Biden está
haciendo un buen trabajo, sino que ven que los microdatos les están haciendo la
vida más difícil; no se puede responder de entrada si Biden y Harris tienen la
culpa de ello o si Trump lo haría mejor. Así que ella tiene que reclamar para
sí la competencia en la resolución de problemas del mismo modo que Trump lo
hace para sí mismo. Sencillamente, tiene que aprovecharse de él.
En segundo lugar está la cuestión de la “desigualdad
de ingresos” (10%), que parece hacer el juego a los demócratas y celebra al ala
izquierda del partido con el habitual llamamiento a la redistribución. Pero si
Harris insiste demasiado en esta postura, perderá a los esperados votantes
independientes del centro.
Inmigración
El tercer tema, la inmigración (9%), es de
nuevo un tema de Trump, que promete la emigración de millones de inmigrantes
ilegales. En su primera presidencia, no construyó el prometido muro con México
y no detuvo en absoluto la inmigración ilegal. Pero al menos la ralentizó, y
con el telón de fondo de una recesión y más tarde de la pandemia de Covid,
redujo principalmente la inmigración legal a través de tarjetas verdes a
alrededor del diez por ciento. Aquí es donde Harris debe abrirse paso entre el
electorado de Trump y presentar sus propios conceptos.
Unas leyes de armas más estrictas (6%), la
deuda nacional, el cambio climático y el sistema sanitario (5% cada uno) siguen
en la lista de prioridades y están todos claramente más dentro de la esfera de
competencia de los demócratas, pero hasta ahora Harris no ha conseguido llevar
estos temas al gran escenario.
En quinto lugar, Kamala Harris haría bien en
distanciarse de Joe Biden para poder prometer de forma creíble que lo hará
mejor; lamentablemente tendría que empujar al presidente para que ruede
escaleras abajo, por así decirlo. Esto es difícil porque, en cualquier caso,
seguirá siendo su adjunta hasta enero. Pero ahora ya no puede permitirse ser
demasiado considerada con él. Debe, por ejemplo, cortejar a las clases medias,
atraer tanto a hombres como a mujeres, donde es claramente líder, y hacer
creíble que tomará medidas más duras contra la inmigración ilegal, aunque esto
enfurezca a la izquierda del partido.
Arriba y fuerza
Quienquiera que la acuse de estar a favor de un
enfoque muy laxo de la inmigración o en contra del fracking
en la anterior campaña electoral podría decirle que ha aprendido mucho en sus
cuatro años de mandato, pero que desgraciadamente no tiene autoridad todavía
como vicepresidenta y presidenta del Senado para cambiar las tornas en este
terreno.
Si Kamala Harris no se presentara ahora con fuerza como la nueva candidata con nuevos conceptos para la presidencia en el sprint final, el antiguo presidente retornaría a la Casa Blanca aunque tenga ideas poco claras o nulas.
Ambos candidatos siguen estando muy cerca el uno del otro; Kamala Harris aún no ha ganado ni ha perdido. Pero sus posibilidades irían en sólido incremento si la ciudadanía estadounidense la apoyara resueltamente: los jóvenes pensantes, los nativos americanos, las mujeres y hombres negros, los latinos de buena fe, los republicanos decentes que no quieren ser cómplices de un delincuente de la calaña de Donald Trump o de sus secuaces, sediciosos y subversivos.
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