Italia

Cadena de maldiciones

Jorge Binaghi
lunes, 18 de noviembre de 2024
McVicar, Das Rheingold © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala McVicar, Das Rheingold © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala
Milán, martes, 5 de noviembre de 2024. Teatro alla Scala. Das Rheingold (Munich, Königliches Hof und Nationaltheater, 22 de sepitembre de 1869), texto y música de R. Wagner. Puesta en escena: David McVicar. Escenografía: D. McVicar y Hannah Postlethwaite. Vestuario: Emma Kingsbury. Coreografía: Gareth Mole. Iluminación: David Finn. Intérpretes: Michael Volle (Wotan), Norbert Ernst (Loge), Ólafur Sigurdarson (Alberich), Wolfgang Ablinger-Sperrhacke (Mime), Okka von der Damerau (Fricka), Olga Bezsmertna (Freia), Christa Mayer (Erda), Jongmin Park (Fasolt), Ain Anger (Fafner), Siyabonga Maqungo (Froh), André Schuen (Donner), Andrea Carroll (Woglinde), Svetlina Stoyanova (Wellgunde) y Virginie Verrez (Flosshilde). Orquesta del Teatro, con participación de los alumnos del coro de voces blancas de la Academia del Teatro. Director: Alexander Soddy.
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Una nueva Tetralogía en la Scala que procederá por títulos: el prólogo cierra la presente temporada, primera y segunda jornada se verán en la próxima, y la última y dos ciclos completos en la siguiente. A ver si llego a ver todo en el caso de que se llegue a concluir porque estaba prevista la dirección unitaria de Thielemann (que renunció por salud y por considerar que con la partida de Meyer la situación de la Scala era precaria). Se le ha sustituido con Simone Young y Alexander Soddy que conducirán al alimón la nave al puerto y luego cada uno tendrá un ciclo entero a su cargo. Al menos esa es la propuesta.

Un prólogo que se prometía o tranquilo o exitoso terminó en protestas por la dirección de Young y la puesta de McVicar en el día del estreno. El día en que debutó Soddy (este que se analiza) no sucedió nada y hubo muchos aplausos y hasta un grito de ‘bravo Maestro’ (que uno no sabe nunca si va a favor del director o en contra de algún otro; y lo mismo con los abucheos).

Tampoco el espectáculo (habrá que ver cómo sigue) fue para demoler. Seguramente no es lo mejor de McVicar, pero el intento de leerlo como un tebeo con partes cómicas puede no parecer muy feliz (e irritar a los fieles wagnerianos para los que nada es nunca menos que trascendente y de profundidad y seriedad filosóficas que ni los griegos), pero no hay por qué desgarrarse las vestiduras. El vestuario es, quiero pensar que deliberadamente, grotesco en muchos casos (el premio se lo lleva Froh), pero los pocos decorados esenciales no están mal, el fondo del río está bien logrado, la personificación del oro en un bailarín que de pura belleza y brillo pasa a la mugre, el lodo y la sangre al final está bien conseguida y el ojo-anillo que preside durante el preludio y algún otro momento tiene su qué. Muy bien también el envejecimiento de los dioses cuando quien les proporciona las manzanas de la juventud (a tomar zumo, mejor sin azúcar, ya saben ustedes) les es -justamente- arrebatada por los gigantes que sólo pretenden lo que se les ha prometido (igual que ahora, pero sin los mismos resultados).

‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.

Por ahora no parece muy interesante, pero no está mal. Como ha dicho que para él este prólogo y la segunda jornada son las partes líricas y las impares las dramáticas habrá que tener paciencia al menos hasta la primera jornada, aunque ya se ha decretado que es la definitiva conversión de McVicar en un director sin ideas, tradicional y no sé si algo peor. Como se dice en Italia, y nunca mejor que ahora, ‘chi vivrà vedrà’.

La orquesta, que al parecer estaba cansada por su trabajo en el Rosenkavalier y los ensayos de esta (¿a quién se le ocurre juntar dos títulos así fuera de Alemania o Austria?), no lo pareció esta vez. Ni hubo errores materiales en la ejecución (tal vez un trombón y una trompa no fueron perfectísimos, pero eso ocurre incluso en el santuario de Bayreuth con directores avezados) ni la interpretación fue sólo rutina de lujo. Hubo un buen inicio y una gran afirmación tras la primera escena que llegó al máximo en la profecía de Erda y la posterior entrada al Walhala mientras la única nota discordante es el llanto de las ondinas (presentadas como las frívolas que son).

Y aquí debo hacer brevemente referencia al título. Sabido es que la posesión del oro requiere maldecir y rechazar el amor, que es lo hace el enano maléfico (ay, este Don Ricardo, siempre tan supremacista él), y que el anillo con él forjado trae consigo la muerte (el efecto es instantáneo porque se usa para terminar de pagar el precio de Freia que los gigantes -sobre todo Fasolt- insisten en conservar como premio de su trabajo para los dioses- y de inmediato los hermanos se vuelven enemigos y Fafner mata a Fasolt con un seco ‘¡ahí tienes a Freia!’?).

Ahora bien, hay que tener mala fe para convertir en ‘amor’ lo que es claramente un deseo sexual (Alberich lo intenta con las tres ninfas, que para él son intercambiables ante su deseo de ‘jugar’ con ellas, y las tres le toman el pelo; Freia es un objeto preciado, pero Fasolt no quiere renunciar a su belleza sin que ella parezca mínimamente interesada).

Las artimañas y contradicciones de Wotan son tantas ya en su primera escena que uno se pregunta cómo dura hasta el final del Ocaso antes de que él, su familia prepotente y ese palacio mal parido desde el inicio, sean abrazados por el fuego de Loge, que ya se relame desde ahora pensando en la posibilidad, y es el único simpático, aunque más díscolo y pícaro que Mercurio/Hermes. Sin él, y lo sabe, Wotan no podría hacerse con las riquezas -a su vez mal habidas- del Nibelungo, que cuando maldice al anillo y compañía (el yelmo mágico no está nada mal resuelto aunque sea deliberadamente infantil) no debería tener ninguna fuerza moral para hacerlo.

‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.

De todas estas confusiones y embrollos van a terminar pagando, como siempre, inocentes como los gemelos divinos (e incestuosos, pero en la mitología no pasa nada), su hijo, la valquiria díscola y valiente y el resto del mundo humano y divino que entre fuego y agua queda a la espera de una nueva pureza inicial (eso de las inundaciones no sé a qué me suena, y por el caso que se le hace, incluso cuando ocurre muy cerca, parece que vamos derecho al cumplimiento de la profecía wagneriana -me pregunto sólo si habrá redención por el amor de quiénes o si esos tendrán también que inmolarse con caballo y todo, o sólo nos quedaremos asados a la parrilla y pasados por agua como tenemos merecido mucho más que nibelungos, guibichungos, welsungos, y otros chungos).

Los pequeños alumnos de la escuela de la Scala hicieron muy bien de gnomos chillones ma non troppo. Mime fue, como hace tiempo, el extraordinario Ablinger-Sperrhacke mientras que Alberich estuvo a cargo del no menos poderoso Sigurdarson (digo yo, ¿no podríamos volver a nombres artísticos más manejables? Siempre tengo que mirar tres veces dónde pongo las consonantes y por lo general en algún sitio me equivoco, de puro ‘pig’).

‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.‘Das Rheingold’ de Wagner. Director musical: Alexander Soddy. Puesta en escena: David McVicar. Milán, Teatro alla Scala, noviembre de 2024. © 2024 by Brescia/Amisano - Teatro alla Scala.

Volle fue un notable Wotan aunque aparte del ojo que dio por Fricka (pero en realidad por suerte conserva) parece que tiene algún problema en una pierna que hace temer por su estabilidad y no le permite siempre tener su aspecto de imponente dios ario. Bien las tres ondinas, en papeles que se corresponden con sus cualidades. También Bezsmertna como Freia tuvo buena actuación, y de las mezzos resultó mejor (aunque los graves dejaron de oírse con Marga Hoeffgen en 1962) la Erda de Mayer que la Fricka de Van der Damerau quien al parecer no ha salido del todo indemne de su paso por Brunildas alternando con Ulricas.

De los gigantes tiene delito que el más débil y menos decidido Fasolt tenga más voz y grave que el queda en vida y se convertirá en dragón (Park 1- Anger 0). Si el Froh de Maqungo resulta débil vocalmente no sé qué hay que decir del importante Loge de Ernst, destimbrado y con poco volumen: ¿habrá que recordar que esto lo solían cantar tenores heroicos o lírico spinto como Svanholm o Uhl? Aquí el color no importa mucho pero la firmeza, la presencia de un timbre y el squillo y la extensión sí. No puede ser que Mime resulte más poderoso vocalmente que el dios del fuego. Schuen consiguió brillar en parte tan ingrata como Donner de la que sacó el máximo partido.

Teatro sin una entrada y mucho aplauso al final. Y colorín colorado, al oro del Rhin se lo han afanado.

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