Reino Unido

ROB Covent Garden

Cuentos de Hoffmann desvencijados

Agustín Blanco Bazán
martes, 19 de noviembre de 2024
Michieletto, Los cuentos de Hoffmann © 2024 by Camilla Greenwell / RBO Michieletto, Los cuentos de Hoffmann © 2024 by Camilla Greenwell / RBO
Londres, martes, 12 de noviembre de 2024. Royal Ballet and Opera (RBO) en el Covent Garden. Los cuentos de Hoffmann, ópera fantástica en un prólogo, tres actos y un epílogo con libreto de Jules Barbier y Michel Carré y música de Jacques Offenbach. Regie: Damiano Michieletto. Escenografía: Paolo Fantin. Vestuarios: Carla Teti. Iluminación: Alessandro Carletti. Coreografía: Chiara Vecchi. Elenco: Juan Diego Flórez (Hoffmann), Alex Esposito (Lindorf/Coppélius/Dr.Miracle/Dapperetutto), Olga Pudova (Olympia), Ermonela Jaho (Antonia), Marina Costa-Jackson (Giulietta), Julie Boulianne (Nicklause), Christophe Mortagne (Andrès/Cochenille/Frantz/Pitichinaccio) Vincent Ordonneau (Spalanzani), Alastair Miles (Crespel), Christine Rice (musa de la Poesía/Espíritu de la madre de Antonia), Jeremy White (Luther), Grisha Martirosyan (Hermann/Schlemil), Ryan Vaughan Davies (Nathanael), Olle Zetterströn (el arpa). Coros y orquesta de la RBO dirigidos por Antonello Manacorda.
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Los cuentos de Hoffmann abren con un coro de “espíritus invisibles”, que en el contexto del prólogo de esta obra única por su fantasía y ambigüedad son más bien espumas de “bebidas espirituosas” que como tales se presentan: “Glou, glou,…je sui la bière!…je sui le vin!” En esta regie de Damiano Micheletto la mágica sugestión de este comienzo es neutralizada por un ballet de geniecillos similar a la de un acto escolar de fin de curso. Y durante toda la obra estos geniecillos, unidos a diablillos de pezones y cuernos rojos, insisten en entrometerse con los momentos más dramáticos de la obra, por ejemplo, la muerte de Antonia, para desfigurarlos con obviedades de exagerada convencionalismo.

¡Qué diferencia con la puesta en escena de John Schlesinger que algunos tuvimos oportunidad de ver en su estreno el 15 de enero de 1980, cuando el Covent Garden era una casa internacional que no tomaba producciones de segunda mano! Esta en cambio ya ha sido presentada en Sydney, con “construcción escénica” (sic) y accesorios de la “Opera Australia y Royal Ballet”, más vestuarios, sombreros, joyas, pintura, teñidos, pelucas, y calzado atribuidos en el programa de mano al "Royal Ballet and Opera Production Department". Coproductores son también la Opéra National de Lyon y la Fondazione Teatro La Fenice de Venecia

Demasiadas manos tal vez para una escenografía modesta, que seguramente viaja bien por simplicidad de espacios abiertos enmarcados en paredes con ocasionales aperturas superiores, laterales y al fondo. Pero a veces la simplicidad no hace sino realzar defectos, en este caso, un relato malogrado por cortes y cambios que nublan la posibilidad de un desarrollo dramático coherente.

‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.

Michieletto ubica el primer acto en un colegio secundario donde el protagonista, un inocente púber de pantalones cortos, se enamora de Olympia, una alumna de canto tan perfecto como artificial. Con su obsesión de marcarlo todo con un ballet, Michieletto arruina el fraude de esta muñeca disfrazada de ser humano, haciendo zapatear como muñecas a varias Olympias ya al comienzo del acto. Y en lugar del vals de invitados a la presentación de un títere finalmente tan artificial como la sociedad que lo admira, un desordenado danzón estudiantil arruina la ambigüedad este momento clave en que fantasía y realidad se confunden antes del primer gran desengaño del poeta enamorado.

No sé si fue una malentendida corrección política la que llevó a Michieletto a omitir el percance de un Coppélius frustrado por haber recibido contra su creación mecánica un cheque a pagar por un judío en bancarrota, pero lo cierto es que este corte cercenó la evolución dramática que lleva a la destrucción de la muñeca: cuando Coppélius aparece de golpe haciéndola añicos con la excusa que “Spalanzani no tiene dinero” es imposible comprender la relación entre lo ocurrido durante todo el acto y este desquiciado final. Si lo que quiso el regisseur fue sugerir el aprendizaje del amor asociándolo con el currículo educativo escolar, el resultado le salió poco convincente.

Como Olympia, Olga Pudova superó algunas inseguridades de entonación en el registro medio para colocar los sobreagudos más brillantes y mejor proyectados que recuerdo haber escuchado en vivo, incluido uno final milagrosamente sostenido gracias a un fiato descomunal.

‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.

En el segundo acto, Hoffmann se infatúa en una Antonia en muletas y silla de ruedas. Porque, he aquí otra idea con que el regisseur creyó mejorar la trama original, esta joven obsesionada en ser como la mamá terminó quebrándose a porrazos intentando seguir una progenitora que Michieletto presenta como bailarina y no como soprano. Pero la inválida quiere cantar (¡ya que, claro, bailar no puede!) Ello aun cuando, hacia el final, la voz maternal exorcizada por el Dr. Miracle en sus pases espiritistas no tiene sentido porque…. ¡la mamá se aparece de tutú en medio de una miríada de nenitas también en tutú!

En vano trata el regisseur de dar sentido a Antonia como una de las bailarinitas. Con esta nueva pincelada de brocha gorda el regisseur destruye la esencia dramática del acto, a saber, la magia de la voz humana y el engaño de un divismo finalmente nihilista.

Un defecto persistente en esta producción es la reiteración de amaneramientos en la regie de personas. Por ejemplo: ¿cuántas veces vemos a Antonia tratando de liberarse de sus muletas para caerse al suelo? Una vez bastaba y sólo al final, para no malograr el suspenso creciente de un anhelo de liberación fatalmente frustrado.

De cualquier manera, Antonia fue aquí Ermonela Jaho, una artista capaz de encarnarse dentro de cada personaje con una intensidad de infalible convicción ¿Qué importa que algunas líneas legato en el centro salgan con un vibrato algo estridente si el resto es un fraseo palpitante, un pasaje al registro agudo seguro y decantado y una incomparable proyección de mezzo piano?

‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.‘Los cuentos de Hoffmann’ de Offenbach. Dirección musical, Antonello Manacorda. Regie: Damiano Michieletto. Londres, Royal Ballet and Opera (RBO), noviembre de 2024. © 2024 by Camilla Greenwell / RBO.

El acto veneciano, expuesto como una simple fiesta de sociedad a lo Dolce Vita fue de un movimiento de comparsas algo desprolijo y me entretuve con las respuestas que algunos entusiastas miembros del público dieron a mi pregunta sobre qué habían entendido. Respuestas: decadencia, sexo, perdición etc., pero ¿cómo evolucionaba el triángulo amoroso Giulietta, Hoffman, Dappertutto? Aquí los comentarios fueron tan confusos como las idas y venidas al proscenio y a un espejo que sólo al final logró aprisionar a Hoffmann como una cárcel, pero, ¿por qué? ¿Y cómo fue que Nicklaus logró librarlo?

Engalanada en un rutilante atuendo dorado, Marina Costa-Jackson cantó una Giulietta de atractivo physique du rôle y voz cálida, aunque a veces demasiado caudalosa y por ello visiblemente difícil de controlar. No así Julie Boulianne, un Nicklause excelentemente fraseado que debió luchar contra un devastador capricho escénico: en respuesta a la alusión al personaje al comienzo como un papagayo de Hoffmann, el regisseur decidió disfrazarlo de papagayo y hacerle llevar un papagayo de felpa durante toda la obra.

Alex Espósito, aquí simplificado como un villano de paródicos gestos satánicos logró sobreponerse a esta simplona y burlesca caracterización con timbre firme y excelente squillo en sus sucesivas encarnaciones de Lindorff, Coppélius, Dr. Miracle y Dappertutto. A su vez Christophe Mortagne aportó humorística claridad al cuarteto de Andrès, Cochenille/Frantz y Pitichinaccio.

En esta versión Christine Rice pudo cantar su Musa con convincente expresividad para caer escénicamente como víctima de otro capricho reiterativo del regisseur: antes de cada acto la Musa se pasea sonriendo al público con su traje de luces, arrojando lentejuelas, e insistiendo con esta mímica sobre lo obvio, esto es, que ella es el hada de estos cuentos de misterio, sugestión y encanto.

Finalmente … el protagonista: en repertorios diferentes al del bel canto que lo ha hecho famoso, la voz de Juan Diego Flórez pareciera sonar siempre más pequeña y en lucha contra la masa orquestal. Pero de cualquier manera el suyo fue un Hoffman excelente por su legato, impostación y seguridad en colocación de sobreagudos que no recuerdo haber escuchado a otros cantantes en este rol pero que sonaron gloriosos y convincentes.

Al frente de una orquesta de la casa algo opaca pero siempre precisa, Antonello Manacora se lució con una dirección a la vez ágil y sólida que benefició también a los excelentes coros de la casa. El tutti final salió magnífico y conmovedor con todos los elementos de la regie finalmente unificados en una efectiva calidoscopia de luz y color. Tal vez una versión de mejor gusto y más recursos en materia de escenografía y colores hubiera ayudado a desarrollar algunas ideas interesantes pero malogradas por la tendencia al sobreénfasis y la repetición.

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