España - Madrid

Vodevil zarzuelero

Germán García Tomás
jueves, 21 de noviembre de 2024
Cállate corazón © 2024 by Teatro Pavón Cállate corazón © 2024 by Teatro Pavón
Madrid, sábado, 31 de agosto de 2024. Teatro Pavón. Cállate corazón. Dirección de escena y dramaturgia: Susana Gómez. Dirección musical: Miguel Huertas. Reparto: Milagros Martín (soprano), Andrés Lara (tenor), Rebeca Cardiel (soprano), Polo Falcón (tenor cómico) y Enrique Sánchez (barítono). Músicos: Cecilia Serra, Miguel Huertas, Irene Celestino. Diseño de escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Diseño de iluminación: Rodrigo Ortega. Diseño de vestuario: Gabriela Salaverri y Mónica Teijeiro. Fragmentos de zarzuelas de Barbieri, Moreno Torroba, Chueca y Valverde, Fernández Caballero, Gaztambide, Vives, Sorozábal, Alonso, Giménez, Chapí, Miguel Huertas, Serrano, Penella, Lleó y Bretón, además de canciones de Miguel Huertas y Quintero, León y Quiroga.
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En los escenarios teatrales a veces se realizan experimentos de pequeño formato con la ópera o la zarzuela como vehículo argumental. 

Albert Boadella es hoy por hoy el director de escena que más ha cultivado este formato teatral con jugosas dramaturgias presenciadas en Teatros del Canal en los últimos años como las de El pimiento Verdi, ¿Y si nos enamoramos de Scarpia?, Diva y Malos tiempos para la lírica

Al margen del dramaturgo catalán, sobre la figura de Maria Callas aparte de su Diva se pudo ver en la capital española, concretamente en el Teatro Infanta Isabel en julio de 2022, el espectáculo de Pedro Víllora Sfogato, y ya en el terreno exclusivamente zarzuelístico, el Teatro de la Comedia en diciembre del pasado año 2023 acogió la propuesta lírica de Rafa Castejón: Los Bufos Madrileños. Un espectáculo a partir de la figura de Francisco Arderíus y la zarzuela bufa Los órganos de Móstoles”. 

Y para finalizar este preámbulo, la última Verbena de la Paloma que subió a escena en el Teatro de la Zarzuela contó con el prólogo de Álvaro Tato, sin olvidarnos de su concepción más bailable del género en Zarzuela en Danza, que tras verse en la Zarzuela en 2019 fue repuesto este mismo verano en el Centro Cultural Conde Duque.

Tras este amplio catálogo, este pasado verano nos llegó el alumbramiento escénico de Susana Gómez con el género lírico español como hilo conductor. Cállate corazón, que ha acogido durante dos meses el casi centenario Teatro Pavón –lo cumplirá en 2025- del distrito Centro, en el barrio de Embajadores, es la historia de Josefina, una experimentada cantante de zarzuela con aires de diva que sigue conservando el brillo de su otrora esplendor y que se ve eclipsada por la irrupción en su camerino –diseccionado con todo lujo de detalles de mobiliario en la escenografía del siempre experto Ricardo Sánchez Cuerda- de una tímida joven en busca de un autógrafo de ella, su ídolo, que la corte de aduladores buscará echar de allí para no molestar a Josefina.

A partir de ahí, se suceden una serie de situaciones en las que Paloma se quitará la careta de mojigata y se revelará como una prometedora cantante, que encandilará a los presentes, hasta el punto de competir con la veterana artista en el amor del mismo hombre, el galán tenoril. Ese enredo de sinsabores amorosos y feroces competiciones entre ambas mujeres, con las alianzas y enemistades de por medio de los dos varones serios, finalmente supone ser un sueño que concluye con la celebración por todos los presentes del cumpleaños de Josefina al ritmo de un distorsionado pasacalle Por la calle de Alcalá de la revista Las Leandras de Alonso.

En esta historia intrascendente del mundillo de la lírica sin más ánimo que el de divertir y entretener, los números de zarzuela seleccionados hacen las delicias de los aficionados en una especie de pseudo antología sin llegar a serlo, ya que es una lástima que no se ofrecieran completos la gran mayoría de ellos, porque Susana Gómez los emplea más como recursos dramatúrgicos que como detenimiento de la acción, aunque gran parte de ellos son empleados como vehículos de transmisión para el exhibicionismo canoro de todos los cantantes.

Como todo montaje que interpela a la zarzuela, hallamos no pocas dosis de chascarrillos –no escandalosamente irrisorios, pero simpáticos- encomendados sobre todo al carácter carismático del tenor cómico –quedándose cojo el asunto por faltar la figura de la tiple cómica-, y situaciones desenfadadas de las que participan igualmente el tenor y el barítono, siendo éste el antiguo amante y protegido de Josefina, que se enfrenta al actual, el tenor, en un chistoso dúo, que no es otro que el de Joaquín y Ricardo de La del manojo de rosas de Sorozábal. 

Otro momento de es el dúo de Giuseppini y Querubini de El dúo de la Africana de Fernández Caballero. El contraste expresivo lo encontramos en el dúo de Luisa Fernanda y Javier Moreno que da título al espectáculo, el lastimoso y sentimental Cállate, corazón, de Luisa Fernanda de Moreno Torroba, que entona la cuando ve que el amor de antaño ya es imposible. Semánticas de los números originales que en general casan bien con las nuevas situaciones planteadas en la historia que se nos cuenta, aunque en ocasiones hagan esbozar una sonrisa irónica al recordar el original contexto de esos cantables que escuchamos ahora en ropaje escénico más prosaico.

Los espléndidos artistas presenciados en esta función –que se alternan con otros igual de magníficos- dan lo mejor de sí mismos en una función que disfrutan de verdad. De primeras tenemos a toda una dama del canto que se mete en este papel de Josefina tanto como lo ha hecho decenas de veces dando vida a la Ascensión de La del manojo de rosas o a la Manuela de La chulapona, con cuyo emocionante hablado sobre música conclusivo comienza la trama, grabado y fuera de escena, antes de que ella entone el famoso Pasacalle Como soy chulapona de los Madriles

Milagros Martín, ya lo hemos dicho en infinidad de ocasiones, es una cantante de pura raza, un animal de escena, y aunque su voz acuse vibrato, la expresividad, el arrebato, el impulso que confiere a sus interpretaciones, siempre sinceras y revestidas de una apabullante teatralidad (esa vehemencia en el Tango de Doña Virtudes de La Gran Vía replicando a la Menegilda, esa vibrante romanza de Rosa de Los claveles de Serrano Qué te importa que no venga) hacen de ella la esplendorosa triunfadora, la indiscutible valedora de este nuevo argumento de zarzuela que aprovecha números de zarzuela, y que le ha servido para seguir demostrando que su entorno natural está sobre las tablas de un escenario.

De la soprano Rebeca Cardiel, integrante del Coro Nacional de España, en el personaje de Paloma –no había más castiza y zarzuelera elección de nombre- podríamos decir que se interpreta a sí misma, ya que es uno de esos valores en alza, un diamante en bruto que impresionó gratamente por la belleza y la potencia de su voz que se pudo comprobar nada más hacer acto de presentación canora con, como no podía ser de otro modo, la canción de Paloma de El barberillo de Lavapiés, Como nací en la Calle de la Paloma

Conjugó muy bien esa ambivalencia teatral entre lo reservado y lo chispeante, demostrando una enorme desenvoltura escénica para la comedia musical en números como Yo soy una mujer, dúo a ritmo de fox-trot de Me llaman la presumida del maestro Alonso, bailando con una gracia y facilidad asombrosa, y exhibiendo que ella era una mujer moderna que tiene que vivir, como dice la letra, o en la copla de Quintero, León y Quiroga, Yo soy esa.

Frente a la seriedad, la firmeza y la dignidad vocal con que cantó la hermosa romanza “¡Ah! Yo me vi en el mundo desamparada” de El juramento de Gaztambide, destiló pura gracia y picardía en la canción del arlequín de La generala de Vives, todo un clásico para mostrar el manejo de los hombres por parte de las mujeres, o la canción del pajarito de Juegos malabares del mismo autor, auténticos regalos para su voz lírica con facilidad para el agudo, como igualmente lució en la polonesa Me llaman la primorosa de El barbero de Sevilla de Giménez y Nieto.

En el apartado masculino, y como uno de los pocos números que se salva de los cortes encontramos la romanza “No puede ser” de La tabernera del puerto de Sorozábal, que congratula escuchar por ser algo inhabitual en una voz de emisión brillante y volumen poderoso como la del tenor Andrés Lara, un cantante con honda personalidad musical al que hay que seguir muy de cerca, asimismo gran actor exhibiendo gallardía, en la línea de los galanes románticos de las grandes zarzuelas como Doña Francisquita de Vives, de la que se interpreta recortado el dúo de Aurora y Fernando, con Milagros Martín en un ejercicio de pura exaltación.

El barítono Enrique Sánchez es otro cantante que se mueve cómodo por el escenario como el tercero en discordia en ese triángulo amoroso, transmitiendo cierta dosis de cinismo y regalando su timbrado canto en páginas como el Vals del Caballero de Gracia de La Gran Vía de Chueca y Valverde, para describir ese paradigma de conquistador. Junto a Martín, fue un gusto escucharle su arrojo y elegancia en el dúo de Gracia y Paco (Si presumo es porque quiero) de Me llaman la presumida, una obra de género grande muy en la línea de La del manojo de la que aquí se ofrecieron dos fragmentos y que ardemos en deseos de ver representada en la Zarzuela, una clase la de Sánchez que igualmente enseñorea en el sesgado dúo de Felipe y Mari Pepa de La revoltosa de Chapí.

Por fin, el tenor Polo Falcón esparce por la escena su veta de comediante y maestro de ceremonias, todo un histrión en fragmentos como el garrotín de La corte de Faraón de Lleó o En la Habana hay una casa -tango del abanico- de La chulapona

Los únicos tres instrumentistas, en ideal encaje y combinación camerística, los jóvenes solistas Irene Celestino al violonchelo, Cecilia Serra al clarinete y Miguel Huertas al piano –versátil ejecutante encargado a su vez de la imaginativa dirección musical- acompañan con esmero, énfasis y mucho mimo a los cantantes, siendo un apoyo y sostén sencillo pero efectivo y suficiente, perfectamente integrado en los tiempos y los ritmos de la historia.

Puro teatro musical dentro del teatro musical (bueno, más bien de un tocador) el conseguido en este Cállate corazón, un vodevil o juguete escénico delicioso que quiere apelar a la emoción, cuyo fin último es hacernos rememorar los tesoros musicales de nuestro teatro lírico. Porque Josefina y Paloma nos exhortan a cantar y no llorar con el toque sentimental de la Habanera de Don Gil de Alcalá de Penella, o aquello otro de Tomar la vida en serio es una tontería, como lanzan al público los cinco solistas glosando la revista Luna de miel en El Cairo del maestro Alonso, antes de que en el apoteosis final se apoderen del escenario del Pavón las seguidillas de la Verbena de Bretón. 

Función esta a la que asistimos que tuvo la presencia de Plácido Domingo y su esposa Marta, obsequiados con unas palabras por parte de Polo Falcón, subrayando al respetable la reivindicación e interés que el cantante madrileño siempre ha manifestado por nuestro género lírico durante toda su carrera.

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