Italia
Carmen por dos
Jorge Binaghi
Se generaliza cada vez más el de presentar las óperas con un doble reparto, al menos en los ‘grandes teatros’. Aquí se ha recurrido a una puesta en escena que lleva su tiempo, pero que en la ocasión anterior (en plena pandemia y al aire libre) no se vio. Ha vuelto con el beneplácito del público. No hay francamente mucho para decir.
Poco decorado, trajes en general bonitos, ninguna dirección de actores, luces normales hasta que se les da por el neón y ahí sí te ciegan, por ejemplo nada menos que en el aria de las cartas, pero no sólo en ese momento. Coreografía rutinaria. Y francamente podría marcarse a las intérpretes ‘gitanas’ como alumnas de flamenco siempre con los mismos gestos (no importa si habanera, seguidilla, quinteto o lo que venga).
En el aspecto musical, el director de la casa ya había
dirigido, precisamente en esas funciones veraniegas al aire libre, a mi parecer
mejor entonces sin llegar a notable.
Esta vez, efectos bruscos, sonoridades desmedidas, contrastes exagerados de
tiempos (la canción gitana del segundo acto es un buen ejemplo). Naturalmente
se desencadenó en el preludio y el público, sin falta, aplaudió los dos días en
la mitad del mismo.
Bien orquesta y coro aunque en esta oportunidad el sector
masculino resultó por momentos demasiado fuerte (en realidad, pocas fueron las
medias tintas). Bien el coro de voces blancas (en los que una parte cantaba y
la otra mimaba).
Se encontraron dos cantantes para los papeles principales, menos al parecer para Escamillo. Y así , al que ya he visto en dos ocasiones en el papel, cantó casi ininterrumpidamente ocho funciones como Escamillo. Un papel corto, pero exigente aunque no demasiado simpático.
El barítono lo convirtió en interesante, y más que en su famosa canción de entrada (donde los registros central y grave parecieron reforzados) la intención de su fraseo hizo maravillas en el tercero en el altercado con José y en esa invitante frase dirigida a todos, pero en realidad sólo a Carmen ‘et qui m’aime y viendra’.
Ciertamente, tiene una voz extraordinaria y ha adquirido confianza con la parte, pero su forma de insistir en notas de pecho (no sólo en el aria de las cartas) y emitir algún que otro grito verista preocupan un poco cuando se sabe que a sus veintiocho años ya ha cantado la parte siete veces y que su repertorio incluye contemporáneamente el belcanto. Esperemos que pueda gestionarlo bien.
No veía por primera vez a en el rol de Don José; esta vez, respecto a Turín (hace ya…) me pareció con un instrumento menos flexible aunque firme y logró aún algunas medias voces interesantes; el artista fue correcto.
repetía también su Micaela al aire libre, y ella también pareció entonces más segura que ahora. Conserva sus filados y tal vez la voz se haya desarrollado sin perder su bello color, pero los agudos son más de una vez metálicos y a veces hay un vibrato excesivo; por supuesto tuvo mucho éxito en su aria y, dentro de lo que el personaje da de sí, que no es mucho, lo hizo bien.
Quien se llevó la ovación de la noche fue en cambio , una sustitución anunciada desde algún tiempo: cantó con naturalidad, buena extensión y técnica, buen francés, y se mostró muy voluntariosa en la actuación. No puedo decir que el color de su voz sea muy personal o bellísimo, pero se oye con agrado y funciona bien.
Del grupo de contrabandistas destacó
De los restantes roles
Mucho público en ambas funciones (más en el del primer reparto) aunque nunca entradas agotadas y convencidos aplausos al final más que durante la función (a excepción de los extemporáneos mencionados).
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