Francia
¿Qué hacemos con la orquesta?
Francisco Leonarte
Permítanme comenzar hablándoles sinceramente. Con la catástrofe de la inundaciones en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía, servidor de ustedes no tiene ánimo para nada. Pero las entradas fueron compradas hace meses, y es bueno buscar también distracción a la tristeza.
Así que vamos a escuchar una de las obras más finamente humorísticas del repertorio, la rossiniana Le Comte Ory.
El libreto, que inaugura una cierta tradición -sobre todo francesa- de libretos en que monjas y frailes son puestos en solfa con más o menos acritud, se debe (ya en 1828) a Scribe como coautor.
Y la música
rossiniana, tomada en parte de su deliciosa ópera de circunstancias Il
viaggio a Reims, será a su vez fuente de inspiración para buena parte de la opéra-comique y la opereta francesas, con algunas pinceladas que Hervé y
Offenbach sabrán mucho más adelante desarrollar y explotar.
Para encarnar al protagonista, Cyrille . A menudo hemos podido ensalzar a Dubois -recientemente de hecho tras su participación en otra opéra-comique, Le domino noir- pero en este caso fuerza es reconocer que su talón de Aquiles, la falta de agudos, es demasiado notable.
El conde Ory necesita, como todo rol rossiniano, facilidad en los
agudos, y Dubois no la tiene, debiendo negociarlos como puede cuando no hay
forma de saltárselos a la torera. Si a eso añadimos que Dubois está muy
pendiente de su atril (lo que le impide emitir el sonido hacia el graderío) y
que vuelve a hacer su personaje habitual, que es más bobalicón que listo, más
inocente que taimado, y más bonachón que depravado, desdibujando al héroe
previsto por Scribe, Delestre-Poirson y Rossini, el resultado es pobre.
Lástima. No era su papel.
Le da la réplica como condesa Adela la
española Sara
A su lado, como el paje Isolier, Ambroisine
Más a gusto se encuentra el más experimentado
Nicola
También la Ragonda de Monica
En cuanto a Raimbaud, a quien Rossini reserva
una de esas arias de catálogo propias de la ópera bufa (y que la opéra-comique adopta también) en que se cuenta tanto como se canta y que son una fiesta
cuando están bien conta-cantadas, Sergio Villegas-Galvain no da tampoco la
talla. Volumen escaso, escasa inteligibilidad, poca gracia... ¿Todo culpa del
barítono?
Pues tal vez no, y aquí llegamos al mayor
problema de este concierto.
El problema de la orquesta
La Orquesta de Cámara de París en principio es
el instrumento adecuado para una ópera como Le Comte Ory. Una formación
pequeña (el jueves 7 eran tres contrabajos y cuatro violoncelos, creo recordar)
que en principio sería perfecta para acompañar sin avasallar. ¿Cómo es entonces
que resultó avasalladora?
En efecto, se escuchan muchos comentarios en
el entreacto: la orquesta suena demasiado fuerte. Sin embargo Patrick
Cierto, la sala, el Teatro de los Campos
Eliseos, es relativamente grande (más que la de la Opéra-Comique por ejemplo)
pero tal vez no mayor que la de la desaparecida Salle Le Peletier donde se
estrenó la obra.
Por otra parte, la partitura misma reserva a
los cantantes ciertas frases en momentos de tutti orquestal. Y no creo que
pueda hablarse de impericia del compositor tratándose de la penúltima ópera de
Rossini.
¿Sonaba la orquesta del estreno con menos
volumen? Muy probablemente, puesto que las cuerdas debían de ser naturales y no
sintéticas, y los vientos menos sofisticados. ¿Eran las voces de 1828 mayores
que las actuales? Bueno, la obra fue estrenada por algunas leyendas del canto
como
Lo cierto es que en el concierto de 2024
ciertas intervenciones, como la citada de Raimbaud, quedaron completamente
ahogadas por la orquesta y durante toda la obra persisitió la desagradable
sensación sonora de que no había equilibrio entre instrumentos y voces.
Por lo demás, Lange, director al que ya
habíamos escuchado y apreciado dirigiendo ballet en Garnier, parecía entender
la obra, su comicidad... Eso sí, en raras ocasiones girose hacia los
cantantes...
El coro, compuesto por el Coro de Cámara de
Ruán y el coro de la Sorbona, estuvo a buena altura.
El público, divertido por el libreto, por la
música y por los pequeños guiños que, incluso en versión de concierto, Dubois o
Blanch supieron deslizar, aplaudió generosamente.
Servidor de ustedes, tras el concierto, volvió a su teléfono para seguir las noticias que llegaban de España. Y el corazón volvió a encogerse por la tragedia y a enaltecerse por la generosidad de los voluntarios que tan magníficamente están brillando estos días en los lugares de la catástrofe.
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