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Cambio climático

CLV La asociación UE-Brasil, una combinación de descarbonización y competencia

Juan Carlos Tellechea
lunes, 9 de diciembre de 2024
Lula da Silva y Ursula von der Leyen © 2024 by Associated Press / Geert Vanden Wijngaert Lula da Silva y Ursula von der Leyen © 2024 by Associated Press / Geert Vanden Wijngaert
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Tras 25 años de negociaciones, la Unión Europea y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) firmaron en Montevideo un acuerdo de libre comercio entre ambos bloques, que abarca casi el 20% de la economía mundial y más del 31% de las exportaciones de bienes en todo el planeta. 

Es incierto si el acuerdo recibirá la mayoría cualificada necesaria en la Unión Europea, es decir, la aprobación de al menos 15 países que representen como mínimo el 65% de la población.

Siguiendo a Francia y Polonia, Italia se ha sumado recientemente a las críticas. El gobierno de Roma exige garantías y compensaciones para el sector agrario. Alemania, por su parte, acogió con satisfacción el acuerdo.

Con una población total de 450 millones de habitantes, la UE tiene una densidad demográfica de 109 personas por kilómetro cuadrado; el Mercosur, con 300 millones, tiene una densidad de 23 habitantes por kilómetro cuadrado. La sobreproducción agrícola en la densamente poblada Unión Europea, y el fuerte incremento de la deforestación en la Amazonia son algunos de los factores más insidiosos en las alteraciones del clima en sus respectivas regiones.

Los objetivos centrales de la nueva Comisión de la UE son precisamente aumentar la resiliencia geoeconómica, impulsar la descarbonización y fomentar la competitividad. Para lograrlo, la UE depende de economías emergentes como Brasil. Sin embargo, mientras China ha aumentado su compromiso con Brasil, la UE está perdiendo influencia porque carece de una estrategia a largo plazo y es incapaz de abordar adecuadamente la posición asertiva de Brasil en un mundo cada vez más multipolar.

En consecuencia, su agenda estratégica está cada vez más en peligro. A nivel político y discursivo, la política climática y la competitividad se han entrelazado cada vez más en los últimos años. A raíz de las recientes elecciones al Parlamento Europeo y de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, esta tendencia seguirá intensificándose.

Temores

China domina ahora gran parte de la producción y las cadenas de suministro de tecnologías clave como los paneles solares y los vehículos eléctricos (VE). Esta evolución ha hecho temer en la UE una excesiva dependencia de las importaciones de China. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a los riesgos para la seguridad del suministro, las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales y las posibles tensiones geopolíticas, como los conflictos comerciales.

La industria europea está en crisis y su competitividad, amenazada. Para evitar quedarse rezagada en la competencia por el liderazgo tecnológico, la cuota de mercado de las tecnologías verdes y el acceso a materias primas fundamentales, la UE está redoblando sus esfuerzos por diversificar sus cadenas de suministro y, al mismo tiempo, impulsar la descarbonización.

Esto es lo que afirma en un estudio la politóloga Jule Könneke investigadora del Grupo de Investigación sobre Cuestiones Globales, que dirige el proyecto Diplomacia climática alemana en el contexto del Pacto Verde Europeo en la Fundación Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik, SWP), gabinete estratégico que asesora al gobierno y al parlamento federal de Alemania. La autora agradece al analista de datos de economía y estadística internacional Paul Bochtler, también de la SWP, su apoyo en el análisis de los datos, para este análisis bajo licencia CC BY 4.0.

Acuerdo

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que presentará un Acuerdo Industrial Limpio en los primeros 100 días de su nueva Comisión. Esto significa que la política industrial que acompaña a la política climática europea seguirá ocupando un lugar central. En la última legislatura, la política climática gozó de una gran prioridad con el Acuerdo Verde Europeo (EGD).

Ahora, sin embargo, la composición de la nueva Comisión y su programa político indican que la competitividad, la seguridad económica y la autonomía estratégica marcarán la agenda de la UE en el ciclo político 2024-2029. La Comisión debe navegar sus iniciativas en una situación geopolítica que ha cambiado significativamente en los últimos cinco años, no solo por la elección de Trump, y lidiar con nuevos conflictos de intereses y alianzas.

Global Gateway

En la última legislatura, la UE ya tomó medidas concretas para aumentar su competitividad y resiliencia: la Ley de Industria Neta Cero y la Ley de Materias Primas Críticas pretenden reducir la dependencia de las importaciones e impulsar la producción nacional de tecnologías verdes. La nueva Comisión ha anunciado que mejorará la iniciativa Global Gateway (GG) para promover los intereses geoeconómicos y la autonomía estratégica de la UE. Junto con las asociaciones previstas para el comercio y la inversión limpios, pretende apoyar la descarbonización y la diversificación de las cadenas de suministro, financiando proyectos de infraestructuras en países del Sur Global y garantizando el suministro de materias primas y tecnologías verdes.

La UE depende de sus socios para aplicar su agenda. Quiere aumentar su compromiso, sobre todo en economías emergentes como Brasil, que desempeñan un papel clave en el cambiante equilibrio de poder mundial por su gran influencia e importancia estratégica y cuentan con importantes materias primas para las tecnologías verdes.

Retos

Sin embargo, la estrategia de asociación de la UE en Brasil y otros países del Sur Global se enfrenta a retos estrechamente relacionados con la dependencia de China y las preocupaciones de seguridad asociadas: mientras China sigue ampliando su implicación en Brasil y otros países socios de la UE, ésta pierde cada vez más influencia. Ello es consecuencia de sus esfuerzos, hasta ahora insuficientes y menos decididos, por configurar estratégicamente las asociaciones y adaptarlas a las cambiantes realidades geopolíticas.

La combinación de importancia económica, liderazgo regional y acceso a materias primas cruciales para la descarbonización hace de Brasil un socio codiciado en el cambiante orden mundial. Durante los próximos tres años, el país también desempeñará un papel central en la configuración de la cooperación climática mundial: como anfitrión de la COP30, que tendrá lugar en Belém en 2025, pero también como presidente del G20 en 2024 y de los BRICS en 2025, por lo que tanto la UE como China se esfuerzan por profundizar sus relaciones con Brasil.

Fiabilidad

Esto no deja de tener consecuencias para las decisiones estratégicas y las prioridades políticas de Brasil. El país es un actor seguro de sí mismo que intenta activamente configurar el orden mundial y utilizar su posición estratégica y sus relaciones comerciales para asegurarse ventajas económicas y tecnológicas para su propia transformación ecológica.

En Brasil, la UE es valorada como un socio fiable para la inversión extranjera directa, la promoción de valores compartidos como la democracia y los derechos humanos y para la cooperación en política climática. El Gobierno brasileño espera que una cooperación política más intensa con China se traduzca sobre todo en inversiones en los ámbitos de las infraestructuras y la industria, que la UE y EE.UU. solo han cubierto de forma limitada hasta la fecha.

Gobernanza

Brasil también espera que esto refuerce su posición en la configuración de la gobernanza mundial en un mundo multipolar y aumente la influencia del Sur Global en el sistema internacional. Al mismo tiempo, sin embargo, existe controversia en Brasil -incluso dentro del gobierno- sobre hasta qué punto la dependencia económica de China y la proximidad política a ese país son estratégicamente ventajosas a largo plazo. Mientras que el ministerio de Asuntos Exteriores teme que la retórica prochina del presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva ponga en peligro la no alineación de Brasil, el fuerte lobby de la agroindustria exportadora, en particular, apoya un mayor acercamiento a China.

Creciente influencia de China

China ha ampliado masivamente su presencia en Brasil desde el cambio de milenio y se esfuerza por seguir aumentando su influencia diplomática, económica y militar en el marco de la “cooperación Sur-Sur”. Para ello, la República Popular recurre cada vez más al “poder blando”, por ejemplo mediante el suministro de vacunas durante la pandemia de Covid-19.

Tras una fase de moderación brasileña bajo los presidentes Michel Temer (2016-2018) y Jair Bolsonaro (2019-2022), Luiz Inácio “Lula” da Silva vuelve a estar mucho más abierto a la cooperación con China. En el grupo de los BRICS y en otros formatos, China y Brasil hacen campaña a favor de reformas en instituciones internacionales como el Banco Mundial y presionan para lograr una mayor representación y voz. Junto con China, Brasil aboga por un plan de seis puntos para poner fin a la guerra en Ucrania, duramente criticado en Estados Unidos y la UE.

Mercosur-China

“Lula” también ha planteado un amplio acuerdo de libre comercio entre los Estados del Mercosur y China. Después de que Brasil se negara durante años a unirse a la Iniciativa china de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), en parte por temor a aislarse de socios como la UE y EE.UU., la adhesión en 2024 parecía más probable que nunca. Aunque “Lula”, en contra de lo que muchos esperaban, declaró poco antes de la visita del jefe de Estado y líder del partido chino, Xi Jinping, que no quería unirse, sus recientes declaraciones sobre la BRI expresan un cierto reconocimiento de la creciente influencia mundial de China y el apoyo a su visión global.

En general, la posición de Brasil sigue siendo ambivalente, como demuestra el claro rechazo a la adhesión por parte del ministerio de Asuntos Exteriores. El acercamiento político entre China y Brasil va de la mano de la intensificación de las relaciones comerciales. La UE sigue siendo el mayor inversor extranjero (stock) en muchos sectores de la economía brasileña y el segundo socio comercial de Brasil. Sin embargo, el comercio entre Brasil y China y las inversiones chinas en Brasil (flujo) han aumentado considerablemente en los últimos tiempos.

Automóviles

La República Popular se ha convertido en un prestamista relevante. China ya se había convertido en el socio comercial más importante de Brasil en 2009. Este ascenso se tradujo en una reprimarización de la gama de exportaciones de Brasil, es decir, una mayor concentración en bienes del sector primario. China representa el 28% del comercio total de Brasil y el 31% de las exportaciones, incluido el 73% de toda la soja exportada.

Brasil exporta principalmente a China materias primas y productos agrícolas sin procesar, como soja y productos minerales, e importa de allí sobre todo productos finales, como vehículos eléctricos y productos electrónicos. Brasil es ahora el mercado de exportación más importante para los vehículos eléctricos chinos (en detrimento de Volkswagen o Mercedes Benz, por ejemplo).

A lo largo de 2023, el valor de las exportaciones de VE chinos a Brasil se multiplicó por dieciocho. Los VE chinos representaron el 92% de las importaciones totales de VE de Brasil durante este periodo.

Inversiones

Brasil es actualmente el principal receptor de inversión extranjera directa de China en América Latina. En 2023, aumentó un 33% en comparación con el año anterior, hasta los 1730 millones de dólares. Esto convierte a Brasil en el noveno destino más popular para la inversión directa china en todo el mundo. En los últimos años, China ha seguido una estrategia de inversión de gran alcance para ampliar aún más su posición como proveedor líder de tecnologías verdes.

Las empresas chinas están invirtiendo más en el sector eléctrico (39%) que en cualquier otro sector económico de Brasil. Para satisfacer sus crecientes necesidades energéticas, diversificar su suministro de energía y reducir su dependencia de los combustibles fósiles,

China está invirtiendo cada vez más en energías renovables en Brasil y otros países latinoamericanos. Como mayor inversor mundial en energías renovables, China participa en la transición energética de Brasil desde 2010. Tras un descenso en 2020, la proporción de proyectos de energías renovables creció de año en año hasta alcanzar la cifra récord del 72% en 2023.

Tecnologías verdes

Ese año, “Lula” y Xi firmaron una declaración conjunta para ampliar, profundizar y diversificar en el futuro la cooperación bilateral en tecnologías verdes como las energías renovables y la electromovilidad. A principios de 2024, la empresa china State Grid Corporation firmó un acuerdo de concesión de 30 años con Brasil para construir una línea de transmisión de 1500 km en el noreste de Brasil. El proyecto, valorado en 3600 millones de dólares, pretende fomentar la integración de fuentes de energía renovables, como la eólica y la solar, en la red eléctrica brasileña.

Estas inversiones forman parte integrante de la estrategia geoeconómica de China. Su objetivo es crear redes económicas y alianzas políticas que apoyen su visión de un orden mundial multipolar alineado con sus intereses.

Implicaciones del acercamiento Brasil-China

El desequilibrio económico entre China y Brasil y la dependencia comercial de este último, ahora muy elevada, constituyen un problema para el país. El gobierno brasileño ha respondido al enorme aumento de las importaciones procedentes de China en los últimos meses con medidas específicas para animar a las empresas chinas a producir localmente y aumentar la creación de valor local. Estas medidas han incluido investigaciones sobre el supuesto dumping de productos industriales chinos y aranceles más altos sobre los vehículos eléctricos.

La creciente implicación de China en Brasil es un acto de equilibrio para el país sudamericano, que tradicionalmente lucha por la autonomía en política exterior y la equidistancia respecto a China y los denominados Estados occidentales. Además, la profundización de las relaciones entre Brasil y China tiene implicaciones de largo alcance que van más allá de la relación bilateral: refleja los cambios en la dinámica del poder geopolítico y cuestiona cada vez más el orden mundial poscolonial, cuyas instituciones multilaterales han estado históricamente dominadas por los países industrializados.

Incapacidad

Mientras que China ha ampliado constantemente su compromiso con Brasil, la UE ha sido incapaz hasta ahora de adaptarse al mundo cada vez más multipolar y responder adecuadamente y más allá del reconocimiento simbólico a la voz más fuerte y al mayor poder y agencia de Brasil y otros países del Sur Global. La diplomacia brasileña lleva mucho tiempo tratando de estrechar relaciones con la UE para contrarrestar la hegemonía de Estados Unidos, que duró hasta principios de los años noventa.

Sin embargo, a pesar de los fuertes lazos culturales e históricos y de compartir normas y valores como la democracia y los derechos humanos, Bruselas no ha dado prioridad a las relaciones con Brasil. En el marco del acuerdo de asociación estratégica firmado en 2007, la UE considera a Brasil uno de sus socios más importantes en los foros internacionales. Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos limitados a actividades a corto plazo e intermitentes en torno a las cumbres y el enfoque a menudo eurocéntrico de la UE han dificultado la construcción de una asociación entre iguales mutuamente beneficiosa y sostenible.

Florecimiento

Mientras que el comercio de Brasil con China está floreciendo, la UE no ha cumplido las expectativas de Brasil: Ni ha contribuido suficientemente a finalizar las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio con Mercosur, ni ha conseguido profundizar significativamente en las relaciones políticas. A falta de avances sostenidos en la agenda comercial interregional, entre otras cosas, Brasil se ha vuelto cada vez más hacia China.

El actual estancamiento económico de la UE y su pérdida de liderazgo en tecnologías clave como las energías renovables también influyen en este sentido. A más tardar con las consecuencias de la guerra de agresión rusa contra Ucrania, la Comisión von der Leyen reconoció la necesidad de establecer asociaciones sólidas con países del Sur Global. Desde entonces, ha buscado activamente oportunidades para profundizar las relaciones políticas y económicas con Brasil con el fin de reducir la dependencia unilateral, aumentar la resiliencia y forjar alianzas globales para hacer frente a crisis mundiales como el cambio climático.

Hidrógeno verde

En 2023, von der Leyen viajó a Brasil como primera presidenta de la Comisión Europea en diez años. Anunció que invertiría 2000 millones de euros en la producción de hidrógeno verde y el fomento de la eficiencia energética en la industria como parte de la iniciativa GG, que se presenta como la respuesta geoeconómica y geopolítica de la UE a la BRI china.

Von der Leyen también prometió aportar 430 millones de euros para ayudar al Gobierno brasileño a acabar con la deforestación ilegal para 2030. La GG sigue siendo una respuesta discursiva a la influencia china

Grandes proyectos

Sin embargo, el potencial de la iniciativa GG para reposicionar a la UE en Brasil y otros países del Sur Global tiene sus límites, sobre todo en términos de financiación y velocidad de implementación. Con un presupuesto anunciado de 300000 millones de euros (hasta 2027), la iniciativa de infraestructuras parece modesta en comparación con la BRI de China (estimada en más de 1 billón de dólares).

China invierte sistemáticamente en grandes proyectos, como ampliaciones de puertos y redes eléctricas. Hasta ahora, la UE solo ha anunciado oficialmente un número limitado de proyectos de menor envergadura. No está claro si esto movilizará las inversiones privadas incluidas en el importe previsto de unos 135000 millones de euros. Los complejos procesos de aprobación y los elevados obstáculos burocráticos dificultan la ejecución, sobre todo en comparación con programas competidores como la BRI.

Agilidad

Las inversiones chinas en infraestructuras suelen ofrecer una financiación rápida y poco burocrática. En cambio, la pretensión de la UE de establecer normas estrictas de transparencia, sostenibilidad y derechos humanos se percibe como excesivamente compleja en Brasil y a menudo retrasa la ejecución.

El enfoque de la iniciativa GG en Brasil sigue pareciendo demasiado fragmentado, lo que cuestiona tanto la eficacia de los proyectos como el carácter geoestratégico de la iniciativa en su conjunto. Resulta especialmente problemático que la UE priorice sus medidas en función de los objetivos de su propia agenda política y no aborde adecuadamente las prioridades y las condiciones socioeconómicas específicas de Brasil.

Pragmatismo

China, por su parte, sigue una estrategia más pragmática que también prioriza sus propios intereses. Al mismo tiempo, la estrategia china sigue una lógica decididamente basada en el mercado y se caracteriza por una comprensión más exhaustiva de las expectativas y necesidades del país socio. El enfoque eurocéntrico de la UE, que amenaza con consolidarse con una mayor atención a la competitividad, alberga el riesgo de socavar su credibilidad como socio atractivo y justo a largo plazo.

Por último, la lógica de la rivalidad geopolítica y el encuadre narrativo de GG como contramodelo de las actividades de China tienen poca resonancia en Brasil. Brasil tiene una clara preferencia por un orden mundial multipolar y por diversificar sus asociaciones. Hasta ahora, los GG parecen más bien una respuesta discursiva a la competencia con China, con la que la UE quiere establecer normas ambiciosas, pero sin garantizar los recursos financieros necesarios ni una aplicación eficaz y coherente.

Complejas estructuras de financiación

Para países socios como Brasil, la complejidad de los instrumentos y actores de la financiación europea sigue siendo difícil de comprender. La iniciativa Team Europe, que en realidad pretende reforzar la coordinación entre sus actores, aún no ha podido resolverlo. Especialmente en comparación con China, los procesos de decisión y aplicación suelen ser muy largos debido a las numerosas estructuras de financiación.

En el marco del GG, todavía no existe una visión global del alcance del compromiso financiero de la UE y sus Estados miembros en Brasil. En casos concretos, se dispone de información sobre las ambiciones financieras y el estado de ejecución a nivel de proyecto, pero no de forma estandarizada y resumida. La imagen fragmentada de las inversiones europeas en Brasil y otros países latinoamericanos dificulta la determinación de su impacto global.

Opacidades

China tampoco facilita datos transparentes sobre la financiación de proyectos en Brasil. No obstante, cabría esperar que la UE, en particular, analizara las inversiones de forma agregada. La falta de datos agregados también perjudica la comunicación estratégica: sin una presentación clara de las sumas y áreas de impacto de las inversiones europeas en Brasil, es difícil presentar de forma convincente su valor añadido en comparación con las iniciativas chinas.

Esto debilita la capacidad de la UE de afirmar su papel como socio fuerte en cuestiones de inversión global y reduce las oportunidades de enfatizar sus principios de sostenibilidad, transparencia y cooperación basada en valores como un diferenciador atractivo. Aún no se ha aprovechado el potencial para dotar a las ofertas de cooperación europea de mayor credibilidad e impacto a través de la comunicación estratégica.

Unilateralismo

Brasil y otros socios perciben actualmente la diplomacia climática de la UE como poco cooperativa. En lugar de compartir conocimientos y tecnologías respetuosas con el clima, la UE se centra en la presión y en “medidas comerciales unilaterales”, según las críticas de Brasil. Hasta ahora, la UE ha descuidado en gran medida la dimensión exterior del Pacto Verde Europeo. Como resultado, el impacto internacional de los instrumentos europeos de protección del clima, como el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono (CBAM), ha causado graves trastornos diplomáticos, con consecuencias de gran alcance para la reputación global y el poder blando de la UE.

Brasil es uno de los más férreos opositores al CBAM y está unido a sus socios del BRICS+ en su oposición. La CBAM es “discriminatoria”, pone en peligro el desarrollo económico fuera de la UE sin apoyo financiero ni un diseño flexible y obstaculiza los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en lugar de promoverlos.

Tensiones

El Reglamento de la UE sobre Productos Libres de Deforestación (EUDR) también ha provocado tensiones diplomáticas con Brasil. El reglamento, que podría afectar a casi un tercio de las exportaciones brasileñas a la UE, era uno de los principales puntos de discordia en las negociaciones sobre el acuerdo con el Mercosur.

Brasil y otros países socios critican el RUE por considerarlo una medida proteccionista que ignora las leyes nacionales de lucha contra la deforestación y pone en desventaja a los países con recursos forestales. Después de que Brasil pidiera oficialmente a la UE que no aplicara la EUDR como estaba previsto, el Parlamento Europeo insistió en noviembre en que la normativa, que en realidad ya había sido adoptada, debía suspenderse hasta 2025 y modificarse su contenido.

Empeoramiento

La falta de apoyo de la política exterior a la DGA y la consiguiente resistencia a medidas individuales como el CBAM y el EUDR están dificultando su aplicación. Además, socavan la confianza en la UE como mediadora pionera y justa.

Con la inminente retirada de EE. UU. del Acuerdo Climático de París bajo Trump, estas críticas en foros multilaterales y plurilaterales podrían dirigirse incluso con más fuerza solo a la UE. Esto empeoraría las condiciones de la diplomacia climática de la UE en las negociaciones sobre el clima y también la debilitaría en general en términos de política exterior.

Falta de visión estratégica para la cooperación

Los anuncios de la UE de aumentar su implicación en Brasil parecen tener una motivación principalmente geopolítica y deben entenderse como un intento de contrarrestar la creciente influencia de China. El enfoque de asociación, que prevé una estrategia proactiva, a largo plazo y con financiación adecuada en lugar de una acción reactiva, aún no va lo suficientemente lejos.

La visión estratégica de los objetivos e intereses europeos en la cooperación con Brasil, al margen de la competencia con China, sigue siendo difusa e insuficientemente comunicada. Esto limita seriamente la eficacia y la credibilidad de la implicación de la UE. Para empeorar las cosas, las alianzas de los Estados miembros de la UE con Brasil son diversas y sus intereses allí no siempre son congruentes.

Desde la perspectiva brasileña, el valor añadido de la cooperación con la UE a menudo sigue sin estar claro. Por lo tanto, el interés de Brasil se centra principalmente en las relaciones bilaterales con los Estados miembros de la UE y en sus ofertas individuales de cooperación, que suelen considerarse más prometedoras.

Los intereses estratégicos de la UE están en peligro

La pérdida de prestigio e influencia de la UE en un mundo multipolar está limitando cada vez más su margen de maniobra en las economías emergentes como Brasil y amenaza con frustrar su pretensión de dar forma a los estándares y normas globales a largo plazo. Esto ya se está cuestionando en Brasil: la UE está siendo descrita como un actor en crisis cuyo atractivo está disminuyendo.

Sin una presencia fuerte en países clave como Brasil, y sin asociaciones resistentes con ellos, la UE tendrá cada vez más dificultades para aumentar su resistencia geoeconómica, avanzar en la descarbonización y mantenerse a la altura de la competencia por la cuota de mercado y el liderazgo tecnológico.

Recomendaciones para la legislatura 2024-2029

La UE debe intensificar sus esfuerzos diplomáticos hacia Brasil. Lo que se necesita es una diplomacia atenta y continua, así como una clara definición y priorización de los intereses estratégicos de la UE en Brasil y otros países del Sur Global. La UE no debería limitarse a reaccionar ante la creciente presencia de China, sino perseguir una estrategia de asociación proactiva y coherente, cuyo núcleo sean las relaciones con Brasil, basadas en la confianza mutua y la cooperación en pie de igualdad.

Esto requiere una comprensión global y una mayor consideración de las prioridades e intereses políticos, económicos y sociales específicos del país socio. En el caso de Brasil, esto significa sobre todo dar prioridad a la cooperación en política climática y energética sobre aspectos socioeconómicos como la erradicación de la desigualdad social, la pobreza y el hambre, así como la promoción de la creación de valor local.

Interpretaciones

Aunque la UE sigue reclamando un papel de liderazgo normativo, socios como Brasil suelen tener sus propias interpretaciones de normas similares. Por lo tanto, los factores clave para el éxito del diálogo son una conciencia aguda de las diferencias y similitudes, así como la apertura al aprendizaje mutuo.

Un enfoque horizontal es crucial para desarrollar conjuntamente principios de cooperación y establecer asociaciones mutuamente beneficiosas. Esto incluye reconocer los puntos fuertes y los éxitos de los países socios, como el liderazgo de Brasil en biocombustibles. Para aplicar con éxito la agenda política de la nueva Comisión, es esencial que la DGA esté cada vez más flanqueada por la política exterior.

La dimensión exterior de la DGA debe desarrollarse de forma sistemática y estratégica para no poner en peligro su aplicación y evitar nuevos sobresaltos diplomáticos con importantes países socios como Brasil. La nueva Comisión se enfrenta al reto de alinear mejor todos los instrumentos internacionales de política climática existentes con los objetivos de la DGA.

Confianza

Sobre todo teniendo en cuenta que la Comisión se centra más en la política de competencia, la iniciativa de los GG podría utilizarse de forma más estratégica para reducir la resistencia a la CBAM o la EUDR. Para ello, debe integrarse de forma más significativa en la emergente estrategia de seguridad industrial y económica de la UE y servir a una agenda favorable a Brasil y a la UE.

Una iniciativa de GG que ayude a vincular mejor la agenda de desarrollo, clima, comercio e inversión de la UE con los intereses y prioridades de Brasil podría restablecer la confianza en la UE como líder e intermediario justo. Además, la UE debería coordinar mejor sus canales y estructuras de financiación y reducir la complejidad.

Identificar

Sería útil crear una plataforma nacional que reúna al gobierno brasileño con las partes interesadas de la UE. Podría garantizar una visión holística de los distintos canales de financiación, identificar lagunas y sinergias y facilitar el acceso a la financiación. En el caso de Brasil, esto podría ensayarse en la cooperación energética.

Además de estas medidas, el impacto global de la financiación europea debería comunicarse de forma más estratégica. La creación de una base de datos de acceso público que registre las inversiones de la UE y de sus Estados miembros en sectores relevantes en Brasil y otros países socios sería un medio adecuado para hacer visible la contribución positiva europea y el impacto global de las inversiones comparable con iniciativas como la BRI china.

Esto es especialmente importante en el contexto de los conflictos comerciales y diplomáticos emergentes en torno a medidas como la CBAM, con el fin de aumentar la credibilidad y el atractivo de la UE como socio en Brasil y de apuntalar el papel de liderazgo que la UE se esfuerza por desempeñar en la protección del clima.

Lucha futura

La comunicación estratégica también es cada vez más importante porque China ha intentado reivindicar la narrativa del liderazgo climático mundial con más vigor desde las elecciones estadounidenses. La futura lucha por esta narrativa ya quedó patente en la COP29 de Bakú. En Europa, es inminente un nuevo ciclo político, con nuevos mandatos para el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.

Esto abre la oportunidad de formular una agenda integrada que combine los objetivos climáticos con la resiliencia geoeconómica y los intereses comerciales, sin perder de vista los objetivos nacionales y las implicaciones de la política de desarrollo para países socios como Brasil.

Qué hacer

Lo que se necesita son prioridades y ofertas claramente comunicadas, un compromiso político continuo a la altura de las circunstancias, recursos financieros adicionales y un flanqueo más fuerte de la EGD en materia de política exterior. Solo así podrá evitarse que la UE siga perdiendo influencia en un mundo cada vez más multipolar.

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