Reino Unido

Puccini 2024

Pappano por dos

Agustín Blanco Bazán
lunes, 23 de diciembre de 2024
Antonio Pappano © Ibermúsica Antonio Pappano © Ibermúsica
Londres, domingo, 15 de diciembre de 2024. Barbican Hall. [12 de diciembre de 2024]. La Rondine, ópera en tres actos con libreto de Giuseppe Adami y música de Giacomo Puccini (versión de concierto). Carolina López Moreno (Magda), Serena Gamberoni (Lisette), Michael Fabiano (Ruggero), Paul Appleby (Prunier), Ashley Riches (Rambaldo), Sarah Dufresne (Yvette/Giorgette), Angela Schisano Bianca (Gabriele), Marvic Monreal (Suzy/Lolette), Hector Bloggs (Crebillon),Tom McGowan (Perichaud), Sang Eup Son (Gobin), Coros y Orquesta Sinfónica de Londres. Antonio Pappano, director. [15 de diciembre de 2024]. Ralph Vaughan Williams, Sinfonía nº 9. Edward Elgar: Concierto para violonchelo. Arnold Bax, Tintagel. David Cohen, violonchelo. Orquesta Sinfónica de Londres. Antonio Pappano, director.
0,0003491

De la dirección artística del Covent Garden a la de la Sinfónica de Londres. Un gran cambio para Antonio Pappano, un director de orquesta asociado más bien con ópera, pero no menos competente en el repertorio sinfónico. Y un extraordinario comunicador, esté donde esté, de discurso siempre sincero y al grano, y espontánea empatía con quienes siempre ve como colegas, sean estos cantantes o instrumentistas. ¡Qué gusto verlo ensayar, siempre con un sereno y convincente criterio pedagógico y una humildad bien combinada con un toque de desafiante picardía! ¡Y qué exitosos esos programas de tele donde con similar pedagogía explica obras y describe cantantes como si fuera un amigo de café! Quienes fuera del Reino Unido se llenan la boca anunciando a Antonio Pappano como un Sir similar a Thomas Beecham, no saben que a pesar de este título honorífico Pappano es siempre Tony en el distendido ambiente artístico inglés.

Durante la segunda semana de este diciembre Pappano acreditó sus talentos con dos funciones en concierto de La Rondine, una obra frente a la cual nadie esperaba menos que una interpretación modélica, y en las antípodas, un programa de compositores ingleses que nadie asociaría con la italianidad que muchos insisten en atribuirle, a pesar de que habiendo nacido en Londres de padres italianos, nunca ha vivido en Italia sino entre su ciudad natal y Connecticut.

La Rondine [12 de diciembre de 2024]

Mérito fundamental en esta Rondine de concierto fue la evitación de arrastres edulcorados en favor de una interpretación urgente y asertiva. Porque bien lo sabe Pappano, Puccini nunca es sentimental sino más bien elaborado y certero en sus recetas para conmover a su público. La interpretación general fue inteligente graduada en intensidad hasta la escena culminante de la obra, ese desafiante e inspirado Brindis-concertante del segundo acto en el salón nocturno Bullier, (“Bevo al tuo fresco sorriso”), que en esta ocasión salió de antología: al cuarteto de amantes se unió el coro en un crescendo irresistible para un público cuyo aplauso fue de esos que sólo se dan en una gran noche de ópera, esto es, arrancado como un suspiro de admiración.

Para ese momento los solistas habían superado todos algunas inseguridades iniciales para darlo todo. Y lo más inesperado, por lo menos para mí, fue la capacidad del coro de la Sinfónica de Londres para proyectar su masa con verdadera Italianità (aquí sí que cabe esta expresión) bien para afuera y sin estridencias y con diferenciado squillo, algo poco común en los coros anglosajones. También el vals fue italianizado como se debe, esto es, sin refinamientos, sino con un marcado intenso y vertiginoso. ¿Recuerda el lector el vals de Verdi utilizado por Visconti en Il gatopardo? Pues bien, algo parecido y con ese toque de poesía, desenfreno y atractiva vulgaridad que ya anticipa el neorrealismo musicalizado por Nino Rota.

Nadine Sierra, que había cancelado su Magda “por razones de salud” varios días antes de la primera función nos sorprendió a muchos cuando el 7 por la noche se presentó al mundo entero cantando una eufórica Marsellesa en medio del viento y el frío como parte del espectáculo de reapertura de Notre Dame de Paris.

Su reemplazante, Carolina Perez Moreno, comenzó con alguna fragilidad en el registro bajo para asentarse enseguida con un timbre brillante y terso y un fiato que le permitió elevarse a los agudos en el “bel sogno di Doretta” sin necesidad de filar. Su amante Ruggero fue interpretado por Michael Fabiano con un passaggio algo inseguro pero sólido en su impostación y densidad de color. Serena Gamberoni cantó una Lisette de dicción clara e intensa y, como su amante, el poeta Prunier, Paul Appleby la acompañó con similar arrojo, expresividad y robustez de emisión.

Pero, como fatalmente ocurre, la flojedad dramática de la obra se manifestó en el consabido decaimiento de energía en un tercer acto que, falto de una puesta en escena capaz de darle sentido, siguió siendo lo de siempre: vago y poco convincente. De cualquier manera, la Magda de Perez Moreno suspiró el famoso “Aaaaah!” que marca el fin de la obra como corresponde: esta vez sí con un filado similar a los que sabía hacer Montserrat Caballé. Y también los comprimarios alcanzaron un nivel acorde con las cualidades de los principales.

Vaughan Williams, Elgar y Bax [15 de diciembre de 2024]

Tres días después Pappano comenzó su concierto de compositores ingleses con una interpretación asertivamente rítmica de la Novena sinfonía de Vaughan Williams. Lo cual permitió un marcado expresionismo de la percusión y la clara diferenciación de contrastes entre la exposición de temas principales y las repeticiones que el compositor consideraba esencial en el Moderato Maestoso del primer movimiento. El Andante sostenuto abrió con la renombrada melodía del corno flugel expuesta con sugestiva tranquilidad antes de la irrupción, aquí ejecutada con fuerza mahleriana, de la marcha que el mismo Vaughan Williams definía como “brutal.” Y el riguroso control de dinámicas y contrastes cromáticos impuesto por Pappano ayudó a una palpitante intervención de los saxofones en un scherzo que sobre el final, éstos lograron sincronizar con una juguetonamente marcada percusión de tambor. En el cuarto movimiento Pappano liberó a la orquesta de la rigidez de contraste para permitirle, finalmente una expansión lírica y un sensible cantábile final.

En Londres, más que en ningún otro lado, el Concierto para chelo de Elgar está asociado con la títánicamente extrovertida interpretación de Jacqueline Dupré. Un recuerdo que David Cohen, el solista en esta oportunidad, logró desafiar con la alternativa de una inteligente mezcla de introversión y expresividad. Fue imposible prevenir el espontáneo aplauso de la audiencia que siguió el motto perpetuo del solista al final del segundo movimiento, pero … ¿qué otra cosa podía esperarse frente a la precisa concentración y exactitud lograda por Cohen?

En mi caso empero, me impresionó más el lacerante espíritu exploratorio de Pappano y Cohen en el primer movimiento y la exultante asertividad con que ambos recapitularon una obra que supieron transformar en un maravilloso viaje de interrogantes y respuestas estoicas, pero nunca resignadas a morir sin proponer nuevos interrogantes.

Después de la intensidad melodramática del Concierto de Elgar, Pappano aireó el ambiente con Tintagel, un breve y efectivo poema sinfónico de Arnold Bax donde el post wagneriano mar de Tintagel es evocado con un lirismo que la Sinfónica de Londres logró exponer con magistral empuje. El director y su orquesta fueron entusiastamente aplaudidos por una sala inesperadamente llena para este tipo de repertorio. 

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.