Francia

Prenavideño con brío

Francisco Leonarte
jueves, 2 de enero de 2025
Elim Chan © Ibermúsica Elim Chan © Ibermúsica
París, sábado, 21 de diciembre de 2024. Maison de la Radio. Serguei Prokofiev: Romeo y Julieta, suite op 46 bis; Sergei Rachmaninov: Rapsodia sobre un tema de Paganini, op 43; Piotr Ilich Chaikovsky: El lago de los cisnes, suite op 20a (suite realizada por el editor de Chaikovsky, Piotr Jurgenson). Nelson Goerner, piano. Orchestre Philarmonique de Radio France. Dirección, Elim Chan
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Venga, uno de esos programas que llenan la sala. Y vamos a llamarlo «Concierto de Navidad» : dos suites de ballets archifamosos y un Rachmaninov un pelín más infrecuente. Y en efecto, la sala está llena. Bastantes jóvenes y niños. La pareja sentada juste delante de mí, de mediana edad, se toman la mano en distintos momentos, emocionados sin duda de escuchar en directo melodías que siempre les han gustado. Ya sólo por eso vale la pena haber organizado este concierto. Es bonito de ver.

Llega la directora, originaria de Hong-Kong, en un vestido negro con hechuras mil novecientos, un poco de ama de llaves de novela decimonónica. Su vestido es lo de menos, sólo una anécdota visual. Lo importante es la energía que despliega al dirigir. Ataca la «Danza de los caballeros» de la suite de Romeo y Julieta con mucho vigor, su ritmo es implacable, no se pierde en delicadezas, salvo momentos muy puntuales en que demuestra también su sentido del rubato. En ciertas ocasiones, durante la suite, el oyente podría tomar flautas y violines por instrumentos de percusión. Atenta a todos los pupitres, Elim Chan sobre todo sabe dar el carácter eminentemente teatral de la partitura. Y en su brillante interpretación, de repente salta a la vista todo lo que el Berstein de West Side Story le debe a este ballet sobre el mismo mito shakespeariano, no sólo ciertos finales de frase, también ciertos acompañamientos. Al finalizar, Chan hace saludar a todos los solistas y todos los pupitres.

Después del entreacto, Rachmaninov: Rapsodia sobre un tema de Paganini, de 1934. Influencia neoclásica, algún apunte que hace pensar en la Rhapsodie in blue (1924) de Gershwin, una lejana influencia del jazz. Pudiera pensarse que al lado de otras obras de esos mismos años como Lady Macbeth de Mtsenk de Shostakovitch, como la Lulu suite de Berg, o sobre todo como Ionisation de Varèse, estas Variaciones de Rachmaninov son poca cosa. Pero fuerza es reconocer la influencia de Rachmaninov en la música ligera de los decenios posteriores. Hay por ejemplo alguna variación que bien podría figurar en una comedia musical de Demy/Legrand de los años 60 y 70, y el tema central al piano, tan rachmaninoviano, podría servir para cualquier canción melódica hasta prácticamente finales del siglo XX.

Chan hace encaje de bolillos para que piano y orquesta se engarcen. Puede que hubiera algún ligero descuadre, pero realmente de forma puntual. En general, la directora hongkonesa hace un estupendo trabajo, escucha a Goerner y hace que la orquesta le siga, cante con él, sin nunca avasallar, al contrario, midiendo los volúmenes. Aquí sí que se muestra Chan de gran delicadeza, dirigiendo sin batuta para mejor calibrar, mejor expresar, muy cerca de los instrumentistas.

Goerner, a su vez, hace demostración de virtuosismo, como requiere la partitura. Potencia sonora. Y siempre en diálogo con orquesta.

Para agradecer el entusiasmo del público, Goerner agrega un Chopin muy bien cantado, con esa melodía que llega a la nota aguda casi como en un pequeño grito de presa herida, pero sin ser melífluo ni exagerar pedales ni mezzevoci ni rubati.

Y la cosa terminará con otra obra repleta de melodías de esas que todo el mundo reconoce sin necesariamente saber quién las ha compuesto, la suite del Lago de los cisnes, el famoso ballet de Chaikovsky. Chan, que esta vez sí empuña la batuta, sabe mostrarse toda la pasión.

Y es que dispone de una orquesta, la Filarmónica de Radio France que -no me cansaré de repetirlo- es un lujo. Las cuerdas nítidas -especialmente en esa prueba del fuego que es la muerte de Tebaldo del Romeo y Julieta-, los metales vibrantes, las madera sensibles, las percusiones atentas. Los solistas se lucen particularmente en el Lago de los cisnes, el trágico oboe, la delicada arpa (qué consumado arte de manejar los silencios), el violín solista elegantísimo, como el violonchelo solista...

Como bis, algunos maestros de la orquesta se calzan un gorro navideño en la cabeza, otros ponen guirmaldas en sus atriles, y, tras unas palabras en inglés de Chan, básicamente felicitando las fiestas y deseándonos una bonitas vacaciones, vuelven a interpretar el tema de Odette del Lago de los cisnes.

Público feliz. Operación Concierto Navideño finalizada con (mucho) éxito. Que de eso se trataba. 

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