Alemania
Mis oídos zumban y rugen día y noche
Juan Carlos Tellechea

Anna-Sophie Mahler
consiguió una grandiosa puesta en el estreno en Alemania de la ópera de
suspense The Listeners,
con música de Missy Mazzoli,
interpretada con tensión e irresistible intensidad por la orquesta Essener
Philharmoniker, bajo la meticulosa dirección de Andrea Sanguineti, en el
Aalto-Musiktheater de Essen, con mención superlativa también para su coro,
preparado por Klaas-Jan de
Groot.
Sería casi un eufemismo señalar aquí además que
la compositora Missy
The Listeners, estrenada en la Ópera de Oslo, el 24 de septiembre de 2022 (también un sábado, como hoy) es una obra sobre la búsqueda de nuestro yo y nuestro camino en la vida, pero también sobre el deseo incondicional de pertenencia de las personas, el miedo a ser un extraño alejado de la comunidad interpersonal.
El libreto trata de tres temas, la emancipación
femenina, la manipulación a través de sistemas electrónicos inalámbricos y la
manipulación entre seres humanos.
Acúfeno
La trama se centra en un zumbido permanente que
existe como fenómeno físico en el mundo real. En The Listeners, la
protagonista prinicipal es Claire (Betsy Horne),
esposa, madre y profesora, quien un día oye este pitido, bajo y constante, que
le causa noches de insomnio y la vuelve loca. Su ordenada vida se desmorona, no
puede seguir cumpliendo su papel en la familia y la sociedad. Claire se pelea
con su marido y su hija y pierde su trabajo.
Con su alumno Kyle (Aljoscha
Lennert), que también percibe este ruido, visita la casa de Howard
Bard (Heiko Trinsinger), un
carismático filósofo que supuestamente ha ayudado a otras personas que lo
padecen.
Claire, aislada de sus seres queridos y desesperada, es acogida calurosamente por Howard y el grupo de autoayuda de los “Listeners” (Oyentes). Por fin una familia que la comprende y la escucha, piensa ella. Y Claire aprende a aceptar el inexplicable zuñido y sus poderes cada vez mayores.
Pero en cuanto las reuniones de estos siniestros “Oyentes”
adquieren un carácter sectario, la situación se va descontrolando poco a poco.
Cuando se da cuenta de la naturaleza extremista de estas reuniones, ya está
metida en el ajo...
Fenómeno
Para esta producción de gran calibre de The
Listeners Anna-Sophie Katrin Connan diseñaron un espacio para el
propio zumbido y para el estado emocional de Claire. Para la escenografía,
se inspiró en los diversos sentimientos que el pitido puede desencadenar
en los “oyentes”. La emocionante videografía del realizador cinematográfico Georg Lendorff desempeña asimismo un papel
central en la obra, todo ello en un continuo, a menudo sin aliento, que
enfrenta el espectador en un abrir y cerrar de ojos.
El fenómeno no es nuevo. Los ruidos molestos en
los oídos son un tema frecuente en la historia de la música. No es de extrañar
que puedan enloquecer a las persona que los sufren. Ludwig van Beethoven
escribía a su médico:
Mis oídos, zumban y rugen día y noche.
Robert tinnitus (o acúfeno) en un cuarteto de
cuerda.
En la parte delantera de la rampa del
escenario, otros personajes cuentan sus historias, todos ellos forasteros que
ya no pueden cumplir el papel que les corresponde en una sociedad dominada por
la institución de la familia. Ellos también escuchan el extraño sonido. No se
desvela qué es huevo y qué es gallina, si el hecho de ser foráneo crea el
sonido o si el sonido convierte a estas personas en alienígenas.
Siglo XXI
Hasta aquí, The Listeners es una
ópera casi perfecta. Porque, basado en un relato homónimo (2021) de Jordan Tannahill, el
libreto de Royce Vavrek
es muy poético, pero reconoce a la gente en el siglo XXI. Missy Mazzoli no solo
escribe una música coral encantadora, que a menudo se construye a partir de
grupos y luego oscila en ritmos lentos; la música orquestal, con mucha
percusión y electrónica, también es fascinante. Aunque no acompaña a los
cantantes, crea una base para la pieza, con deslumbrantes cambios de color
tonal, sin estructuras motívicas ni melódicas, pero con cautivadores altibajos,
casi una banda sonora y a menudo concebida espacialmente.
Estructura
La segunda parte es más difícil porque la
estructura de la fanática secta, típicamente estadounidense, que se describe de
forma detallada, se superpone a las cuestiones sociales, y feministas,
planteadas al principio, como la cuestión de la emancipación de los modelos
burgueses. El papel del "Coyote", figura muda interpretada por el
bailarín y coreógrafo Ivan
Estegneev, se vuelve cada vez más enigmático. En cierto modo es
salvaje y encarna a la naturaleza en estado indómito, pero también a la
individualidad.
El personaje es un medio dramatúrgico para
establecer el contraste entre la seguridad y el vaciamiento como marco de la
materia en cuestión. Pero discurre paralelamente y no forma parte de ella, por
lo que este segmento queda algo fragmentado. Los personajes siguen siendo
interesantes, mas se pierde un poco la fluidez, sobre todo al final, donde los
motivos argumentales se solapan.
Hay una rebelión en la secta, Howard es
desenmascarado por el MeToo
como un viejo misógino y agresor sexual. Claire se hace cargo entonces del
grupo de ayuda. Se produce un sangriento enfrentamiento con la policía que toma
por asalto la escena. Claire se separa de su familia y se convierte en Coyote.
Éxito
El estreno en Essen fue todo un éxito. Por encima
de todo, Anne-Sophie Mahler consiguió contar la historia de forma coherente con
una excelente caracterización. El vestuario de Pascale
Martin creó estímulos suaves y tangibles, mientras que la
escenografía de Connan empleó el rótulo de “Anger” (ira) para la casa de
Claire, y un recinto de cristal para la secta.
Por lo demás, el espacio permanece vacío,
enmarcado por los vídeos de Georg
El conjunto de catorce solistas obtuvo las
mejores notas. Betsy Mandla Mndebele y Lisa Wittig
encarnaron de forma muy creíble la desconfianza y el amor de marido e hija.
Heiko Deirdre
Angenent fue una ágil "número dos" en todos los sentidos,
Aljoscha encarnó enternecedoramente al alumno Kyle con un tenor fluido.
Y Johannes Weisser, Tobias Greenhalgh, KS (Kammerschauspielerin,
título honorífico austríaco) Marie-Helen
Joël, KS Christina
Clark y Robin
Grunwald dieron a los miembros del rito belleza vocal y estructura
dramática.
Fue esta una gran representación operística del
Aalto-Musiktheater de Essen, aplaudida efusivamente por el público; una velada
que tuvo todo lo que necesita la buena lírica, compromiso, sensualidad y
ambivalencia, con la música de una compositora que ha creado un material
fuerte, conocido y controvertido.
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