Reino Unido
Boulez 2025¿Boulez mon amour?
Agustín Blanco Bazán

El polémico Pierre Boulez cumpliría 100 años el próximo 26 de marzo y varios de sus amantes artísticos (compositores y ejecutantes) se adelantaron dos meses para celebrar este encuentro londinense en su memoria. El homenaje debería haber sido dirigido por el director invitado principal de la LSO, Franz-Xavier Roth pero éste decidió cancelar momentáneamente sus apariciones al frente de la orquesta londinense mientras se defiende frente a las acusaciones de impropiedad sexual (selfies inapropiados) desatadas contra él el año pasado. En su lugar subió al podio Maxime Pascal.
Lo hizo al frente de la Sinfónica de Londres (London
Synphony Orchestra o “LSO”) una orquesta que descubrió la música de Pierre
Boulez cuando, en 1962, Basil Cameron la dirigió en Le Marteau sans maÎtre. Para el primer concierto en vivo (1967) la
LSO prefirió presentarlo no con sus obras sino con la Sinfonía Fantástica
de Berlioz y en 1970 Boulez la dirigió en la primera ejecución británica de la ‘Waldmärchen’ de Das klagende Lied de Mahler.
A partir de allí la relación entre el
director y la orquesta se transformó en una cooperación continua. En el 2004,
una serie de conciertos bajo el nombre de Essential
Boulez cementó el legado de esta relación, concluida en el 2008 con un
concierto en el Barbican que incluyó la obra Towards Osiris de Matthias Pintscher.
Boulez alternó su labor con la LSO con
su jefatura de la Orquesta Sinfónica de la BBC, desde 1969 a 1975. Si a ello se
agrega la memoria de sus memorables Pélleas
et Mélisande en Londres y Gales y muchos conciertos de repertorio, es
posible concluir que el homenaje de este año está justificado, no sólo como lo
que corresponde frente a un músico de decisiva influencia contemporánea sino también
como un abuelo (o bisabuelo) local.
Predeciblemente el Debussy que tanto
iluminó la inspiración del homenajeado campeó, gracias a una ocurrente idea de
programación, una intercalación de los tres movimientos de Images pour Orchestre (Giges, Iberia y Rondes de printemps) con estrenos mundiales de otros compositores
notoriamente influenciados por el homenajeado.
El primero de estos, Tombeau II. Hommage á Pierre Boulez de
Olga Neuwirth siguió a una diáfana exposición de Giges. La obra de Neuwirth se apoya en la novena de las 12
notaciones de Boulez para desarrollar un majestuoso movimiento lento rebosante
de microtonos, glisandos y multiples planos de exposición cromática que
progresa en un arrollador crescendo que según Neuwirth quiere ser “un
gigantesco grito de desesperación o bronca. Usted puede elegir.”
A esta obra de seis minutos de duración
siguió una luminosa interpretación de Iberia,
rítmicamente bien marcada pero nunca sobreenfatizada y sin arrebatos mal
entendidos. A continuación la Invention
in language of a child, un poema sinfónico de diez minutos en el cual su
compositor, Rafael Marino Arcaro evoca la experiencia personal de un niño
explorando solo las sombras sonoras de la noche para terminar regocijándose con
la flauta y el piccolo que abren un
amanecer cargado de propósitos y determinación. Diez minutos, pero pareció
bastante mas por la duración del amanecer, colorido y atractivo en su
cromatismo sin la fugaz convicción resolutiva final de la obra de Neuwirth. De
cualquier manera, una talentosa e inspirada exploración de sonidos orquestales
bien a lo Boulez dulcificada con seductores intervenciones de glockenspiel, arpa y piano.
Bien a lo Boulez fueron también los
ocho minutos de Suntime, bedtime,
moontime una alegoría sinfónica de Lara Agar a las horas de sol, luna, y…¡a
la cama!, con atractivos contrastes de metales y prolongados acordes de
cuerdas, ricos en expresionismo y expansión sonora.
Y finalmente el homenajeado mismo, con
Maxime Pascal dirigiendo con gesticulación extrema las enormes partituras
impresas de algunas Notations, aquí
ordenadas en 1, 7, 4, 3 y 2. Confieso que en este caso mi normal actitud de
irritación e impaciencia ante sus composiciones cedió ante lo que una gran
orquesta y un talentoso director supieron trasmitirme, esto es, una combinación
incomparable de rigor formal con infinita posibilidad de sonido y expresión. Y
todo esto no como esos experimentos de laboratorio estéril con que muchos trataron
de imitarlo, sino, por el contrario, con una energía sanguínea y disruptiva, verdaderamente
revolucionaria en su gran significado, a saber, la destrucción del silencio de un
pasado estéticamente derrotado por una conflagración nihilista: Fantasque, Modéré, Hieratique-Lent,
Rhytmique, Trés moderé, Strident. Estos nombres, mas que formas, son
expresiones de una vitalidad multifacética y perdurable.
Boulez: ¿mon amour también? ¿No sólo como director de orquesta sino como profeta del pensamiento musical revitalizado en medio de una post-guerra exhausta? ¡He aquí la cuestión! (Mi cuestión, al menos).
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