Reino Unido

Boulez 2025

¿Boulez mon amour?

Agustín Blanco Bazán
lunes, 3 de febrero de 2025
Londres, domingo, 26 de enero de 2025. Barbican Concert Hall. Homenaje a Pierre Boulez. Orquesta Sinfónica de Londres (LSO) dirigida por Maxime Pascal. Claude Debussy: Trois images pour orchestre: Giges, Iberia, y Rondes de printemps. Olga Neuwirth: Tombeau II. Hommage à Pierre Boulez. Rafael Marino Arcaro: Invención en lenguaje infantil (estreno mundial). Lara Agar: Suntime bedtime moontime (estreno mundial). Pierre Boulez: Notations: nº 1, 2, 3, 4 y 7.
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El polémico Pierre Boulez cumpliría 100 años el próximo 26 de marzo y varios de sus amantes artísticos (compositores y ejecutantes) se adelantaron dos meses para celebrar este encuentro londinense en su memoria. El homenaje debería haber sido dirigido por el director invitado principal de la LSO, Franz-Xavier Roth pero éste decidió cancelar momentáneamente sus apariciones al frente de la orquesta londinense mientras se defiende frente a las acusaciones de impropiedad sexual (selfies inapropiados) desatadas contra él el año pasado. En su lugar subió al podio Maxime Pascal.

Lo hizo al frente de la Sinfónica de Londres (London Synphony Orchestra o “LSO”) una orquesta que descubrió la música de Pierre Boulez cuando, en 1962, Basil Cameron la dirigió en Le Marteau sans maÎtre. Para el primer concierto en vivo (1967) la LSO prefirió presentarlo no con sus obras sino con la Sinfonía Fantástica de Berlioz y en 1970 Boulez la dirigió en la primera ejecución británica de la ‘Waldmärchen’ de Das klagende Lied de Mahler.

A partir de allí la relación entre el director y la orquesta se transformó en una cooperación continua. En el 2004, una serie de conciertos bajo el nombre de Essential Boulez cementó el legado de esta relación, concluida en el 2008 con un concierto en el Barbican que incluyó la obra Towards Osiris de Matthias Pintscher.

Boulez alternó su labor con la LSO con su jefatura de la Orquesta Sinfónica de la BBC, desde 1969 a 1975. Si a ello se agrega la memoria de sus memorables Pélleas et Mélisande en Londres y Gales y muchos conciertos de repertorio, es posible concluir que el homenaje de este año está justificado, no sólo como lo que corresponde frente a un músico de decisiva influencia contemporánea sino también como un abuelo (o bisabuelo) local.

Predeciblemente el Debussy que tanto iluminó la inspiración del homenajeado campeó, gracias a una ocurrente idea de programación, una intercalación de los tres movimientos de Images pour Orchestre (Giges, Iberia y Rondes de printemps) con estrenos mundiales de otros compositores notoriamente influenciados por el homenajeado.

El primero de estos, Tombeau II. Hommage á Pierre Boulez de Olga Neuwirth siguió a una diáfana exposición de Giges. La obra de Neuwirth se apoya en la novena de las 12 notaciones de Boulez para desarrollar un majestuoso movimiento lento rebosante de microtonos, glisandos y multiples planos de exposición cromática que progresa en un arrollador crescendo que según Neuwirth quiere ser “un gigantesco grito de desesperación o bronca. Usted puede elegir.”

A esta obra de seis minutos de duración siguió una luminosa interpretación de Iberia, rítmicamente bien marcada pero nunca sobreenfatizada y sin arrebatos mal entendidos. A continuación la Invention in language of a child, un poema sinfónico de diez minutos en el cual su compositor, Rafael Marino Arcaro evoca la experiencia personal de un niño explorando solo las sombras sonoras de la noche para terminar regocijándose con la flauta y el piccolo que abren un amanecer cargado de propósitos y determinación. Diez minutos, pero pareció bastante mas por la duración del amanecer, colorido y atractivo en su cromatismo sin la fugaz convicción resolutiva final de la obra de Neuwirth. De cualquier manera, una talentosa e inspirada exploración de sonidos orquestales bien a lo Boulez dulcificada con seductores intervenciones de glockenspiel, arpa y piano.

Bien a lo Boulez fueron también los ocho minutos de Suntime, bedtime, moontime una alegoría sinfónica de Lara Agar a las horas de sol, luna, y…¡a la cama!, con atractivos contrastes de metales y prolongados acordes de cuerdas, ricos en expresionismo y expansión sonora.

Y finalmente el homenajeado mismo, con Maxime Pascal dirigiendo con gesticulación extrema las enormes partituras impresas de algunas Notations, aquí ordenadas en 1, 7, 4, 3 y 2. Confieso que en este caso mi normal actitud de irritación e impaciencia ante sus composiciones cedió ante lo que una gran orquesta y un talentoso director supieron trasmitirme, esto es, una combinación incomparable de rigor formal con infinita posibilidad de sonido y expresión. Y todo esto no como esos experimentos de laboratorio estéril con que muchos trataron de imitarlo, sino, por el contrario, con una energía sanguínea y disruptiva, verdaderamente revolucionaria en su gran significado, a saber, la destrucción del silencio de un pasado estéticamente derrotado por una conflagración nihilista: Fantasque, Modéré, Hieratique-Lent, Rhytmique, Trés moderé, Strident. Estos nombres, mas que formas, son expresiones de una vitalidad multifacética y perdurable.

Boulez: ¿mon amour también? ¿No sólo como director de orquesta sino como profeta del pensamiento musical revitalizado en medio de una post-guerra exhausta? ¡He aquí la cuestión! (Mi cuestión, al menos). 

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