Geopolítica y Relaciones internacionales
Trump 2.0 y lo que le espera a las Naciones Unidas en los próximos tiempos
Juan Carlos Tellechea

La comparecencia de Elise Stefanik designada como nueva embajadora de Donald Trump ante la ONU dejó claro una vez más lo que le espera a las Naciones Unidas: la pretensión de la nueva administración estadounidense de liderar mediante la fuerza al mismo tiempo que prioriza sistemáticamente los intereses y valores estadounidenses y, no menos importante, la revisión exhaustiva, así como el condicionamiento de todas las contribuciones financieras de Estados Unidos.
En lo inmediato, Trump y el oligarca Elon Musk, jefe del departamento para la eficiencia gubernamental, han lanzado una rabiosa campaña contra la Agencia para la ayuda humanitaria internacional, USAID, acusándola, sin pruebas, de “nido de víboras de marxistas radicales que odian a Estados Unidos”. El gobierno de Trump suspendió previamente la mayoría de los pagos de ayuda al desarrollo, despidió a cientos de empleados de la agencia y cesó a varios de sus directivos. El objetivo final es disolver por completo a USAID.
Trump ha elogiado reiteradamente a Elise Stefanik como una "luchadora por América increíblemente fuerte, dura e inteligente". Lo que a Trump más le gusta especialmente de ella es que en los últimos años, ha pasado de ser una republicana más tradicional a una de las mayores seguidoras suyas. Stefanik defendió enérgicamente a Trump en el proceso de impeachment contra él.
También se negó a reconocer el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 y se ganó un gran respeto de los republicanos el pasado diciembre durante la comparecencia de varias rectoras universitarias sobre las protestas antiisraelíes en las universidades.
La presidenta de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, fue literalmente interrogada por ella: Stefanik quería saber de boca de la rectora si el llamamiento a matar judíos violaba el código de conducta de Harvard. Cuando intentó responder con evasivas, Stefanik la interrumpió enérgicamente:
La respuesta es sí. ¡Y por eso deberías dimitir!
El 2 de enero pasado concluyó el mandato de Claudine Gay al frente de Harvard.
Poca experiencia en política exterior
Elisa Stefanik está considerada una de las más acérrimas defensoras de Israel y de las políticas del gobierno de Benjamin Netanyahu en el Congreso estadounidense. Por lo demás, tiene poca experiencia en política exterior hasta la fecha y es miembro de los Comités de Servicios Armados y de Inteligencia. Al principio de la guerra de agresión rusa contra Ucrania, se mostró partidaria de entregar armas y ayuda a Kiev. Sin embargo, rechazó el último paquete de ayuda para Ucrania.
Cambio climático
Es justo mencionar asimismo, que Stefanik criticó empero la decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París, diciendo que era “equivocada” y que “daña el esfuerzo en curso para combatir el cambio climático, al mismo tiempo que nos aisla de nuestros aliados”.
En enero de 2017, Stefanik se había unido al Grupo Bipartidista de Soluciones Climática, en una aparente indicación de “una postura moderada sobre las cuestiones del cambio climático”.
Clara llamada a los "amigos"
Al igual que Trump, Stefanik tiene una visión muy crítica de su futura área de trabajo, las Naciones Unidas (ONU). Apoya la exigencia de Israel de abolir el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS). En uno de sus discursos como parlamentaria, criticó a las Naciones Unidas por ser un "semillero de antisemitismo".
Con Stefanik como embajadora ante la ONU, las Naciones Unidas tendrán que prepararse para tiempos más difíciles, y no hay duda de que el Senado estadounidense la confirmará en su nuevo cargo, dada la clara mayoría de los republicanos. En una primera reacción a la propuesta de personal de Trump, Stefanik expresó su gratitud y prometió:
Estados Unidos seguirá siendo el faro de luz en el mundo. Pero esperamos y exigimos de nuestros amigos y aliados que sean socios fuertes.
En lenguaje llano, esta exhortación debería ser interpretada así: los aliados europeos deben hacer más por la defensa común en la OTAN.
Presión política
La Fundación Ciencia y Política (SWP), el mayor gabinete estratégico de la Unión Europea, que asesora al gobierno y al parlamento federal de Alemania, ha analizado en varias publicaciones los retos a los que se enfrenta las Naciones Unidos bajo la segunda administración Trump y las opciones de que disponen los responsables políticos alemanes y europeos para encararlos.
Trump 2.0 afectará a la ONU de diversas maneras, entre ellas a través de la presión política. Es probable que algunos de los retos de mayor alcance se reduzcan a la financiación. Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el contribuyente más importante a los presupuestos generales de la ONU y, por tanto, tiene un poder financiero considerable en todo el sistema de la ONU.
La administración de Trump podría no solo retener las cuotas de los miembros de la ONU, en línea con las prácticas actuales de Estados Unidos, sino también poner fin a todo tipo de flujos de financiación multilateral. En la medida en que la segunda administración Trump siga apoyando a la ONU, es probable que intensifique la prioridad que desde hace tiempo otorga Estados Unidos a las contribuciones para fines específicos frente a la provisión de recursos básicos.
Exacerbación
Este énfasis envalentonado en la financiación con condiciones exacerbaría el creciente desajuste entre las modalidades de financiación y las funciones que los Estados miembros esperan que desempeñe la ONU.
Para salvaguardar la cooperación multilateral en la ONU, otros Estados miembros tendrán que mostrar liderazgo. Las medidas a corto plazo centradas en los déficits fiscales deben combinarse con una reflexión estratégica a más largo plazo sobre el perfeccionamiento de las funciones y las estructuras de financiación de la ONU.
Los politólogos Dres Max-Otto Baumann y Sebastian Haug del Instituto Alemán de Desarrollo y Sostenibilidad (IDOS) y la Dra Marianne Beisheim, jefa alterna del Grupo de investigación sobre la cooperación en el contexto de la rivalidad sistémica en la Fundación Ciencia y Política (SWP) proponen tres recomendaciones:
- Limitar las prácticas de asignación de fondos y centrarse en las contribuciones básicas voluntarias.
- Establecer alianzas que superen las divisiones, utilizando la aplicación del Pacto de la ONU para el Futuro de 2024 como punto de encuentro.
- Invertir en un sistema multilateral más equilibrado, basado en la igualdad de voz y representación.
Naciones Unidas
Es muy probable que la política estadounidense en las Naciones Unidas (ONU) durante la presidencia de Trump II esté determinada por el principio rector de "América primero". Era de esperar que Estados Unidos vuelva a retirarse de tratados como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, como lo acaba de hacer nuevamente, y deje de realizar pagos a organizaciones de la ONU que Washington considera que persiguen objetivos impopulares.
En lugar de aplicar los objetivos globales con un espíritu de solidaridad, existe la amenaza de que resurjan los "acuerdos" transaccionales basados en una interpretación estrecha de los intereses nacionales. Esto se basa en una comprensión de la ONU como una organización estrictamente intergubernamental en la que solo los Estados nación soberanos toman decisiones, mientras que los actores sociales tienen poco que decir y que no interfiere en los asuntos internos, afirma la Dra Marianne Beisheim.
Muchas autocracias comparten esta concepción, que contrasta con el multilateralismo más interconectado, inclusivo y eficaz acordado en el Pacto de las Naciones Unidas para el Futuro en septiembre de 2024. Sin embargo, el Pacto para el Futuro ofrece puntos de partida para movilizar a los aliados gubernamentales y no gubernamentales en favor del multilateralismo. Una tarea importante sería colmar las lagunas dejadas por la retirada financiera y política de EE. UU., que no deberían ser llenadas solo por China.
Mejores negociadoras
Alemania tiene un papel clave que desempeñar aquí. Durante el primer mandato de Trump, Alemania y Francia iniciaron una alianza en favor del multilateralismo, que recibió un amplio apoyo. Namibia y Alemania, que negociaron el Pacto para el Futuro, podrían lanzar una iniciativa similar con aquellos Estados miembros que les han dado un apoyo comprometido, como México, Costa Rica, Indonesia y Singapur, entre muchos otros.
La diplomática alemana Helga Schmid será presidenta de la Asamblea General en 2025/26. La elección del próximo Secretario General de la ONU o de la primera mujer Secretaria General tendrá lugar durante su mandato. Como se sugiere en el Pacto para el Futuro, el proceso de selección debe ser transparente, participativo e inclusivo, también para dificultar los nombramientos débiles.
Por último, los Estados miembros se han comprometido en el Pacto para el Futuro a realizar mayores esfuerzos para reformar el Consejo de Seguridad. El unilateralismo estadounidense, el revanchismo ruso y la creciente influencia de China están aumentando la presión para que el Consejo de Seguridad sea más representativo, democrático y capaz de actuar.
La campaña para la candidatura alemana al Consejo de Seguridad en 2027/28 debería tener esto en cuenta, y también deberían aprovecharse las intersecciones con los intereses estadounidenses. Con Elise Stefanik, Trump quiere nombrar embajadora de la ONU a una política ambiciosa que quiere demostrar su valía. Es probable que su objetivo sea volver a encarrilar la organización. El aumento de la eficacia, la reforma del mantenimiento de la paz, las libertades individuales y la contención de la influencia china podrían ser preocupaciones compartidas.
Política comercial
Arancel es la palabra más hermosa para Donald Trump, según ha declarado varias veces antes y después de las elecciones. Ya en el decenio de 1980, había expresado repetidamente su convicción de que unos aranceles protectores elevados fortalecerían la economía estadounidense y frenarían las importaciones no deseadas de mercancías.
La protección exterior de Estados Unidos frente a las importaciones y la inmigración ilegal son las principales promesas electorales de Trump. Lo único que no estaba claro es si aplicaría directamente sus anuncios de aumentar los aranceles externos entre un 10% y un 20% de forma generalizada y un 60% contra China o si los utilizaría como amenaza, afirmaban el politólogo Dr Hanns Günther Hilpert y la Dra en agronomía Bettina Rudloff de la Fundación Ciencia y Política (SWP).
Desde el pasado sábado 1 de febrero EE.UU ha impuesto aranceles generales a las importaciones de México, Canadá y China. Los bienes procedentes de Canadá y México están sujetos a aranceles del 25%. Para los productos procedentes de China son del 10%. La Casa Blanca no ha precisado si habría excepciones, pero Trump se declaró dispuesto a negociar con México y Canadá.
La embajada de la República Popular de China en Washington respondió que la medida
no soluciona los problemas internos de EE.UU., no beneficia a ninguna de las partes y menos aún al mundo.
Pekín ha respondido con un arancel del 15% a las importaciones de hidrocarburos estadounidenses.
Según Trump, los aranceles pretenden persuadir a México y Canadá de que tomen medidas para frenar la inmigración ilegal y el contrabando de la droga sintética fentanilo a través de sus fronteras hacia Estados Unidos (aunque sabe muy bien que el problema no es de oferta, sino de demanda creciente). Por supuesto los tres países han anunciado ya diversas contramedidas. La guerra comercial ya está en marcha.
Según la portavoz de la Casa Blanca, Trump no se había comprometido aún a fijar un calendario para la introducción de aranceles a los productos procedentes de la Unión Europea, pero será muy pronto, por lo que Alemania, el mayor exportador de la zona, tendrá que irse preparando ya para los conflictos que sobrevendrán.
Desplome
Por tanto, cabe suponer que las exportaciones europeas, y especialmente las alemanas, a EE.UU. y las exportaciones de bienes intermedios a China y México se desplomarán, con consecuencias negativas para la economía y el crecimiento. Además, el incumplimiento por parte de EE.UU. de la legislación comercial internacional perjudicará aún más a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por tanto, como preparación para los próximos conflictos, el objetivo debería ser minimizar los daños a la economía europea mediante una cuidadosa reflexión.
La UE debería preparar contramedidas creíbles contra los aranceles estadounidenses identificados como contrarios a las normas de la OMC, apuntando al mismo tiempo a las áreas políticamente sensibles para Trump. Sin embargo, no debería participar en aranceles punitivos contra China ni dejarse arrastrar a una guerra arancelaria cada vez más intensa. En su lugar, debería forjar coaliciones con naciones comerciales de ideas afines.
UE-Mercosur
La reciente conclusión y firma del acuerdo de libre comercio UE-Mercosur en Montevideo (Uruguay) y la rápida conclusión de otros convenios enviaría una señal clara a favor de adherirse a la liberalización comercial cooperativa y al orden comercial mundial existente, que protege en particular a los Estados económicamente más débiles.
Transatlánticamente, la UE debería seguir dispuesta a negociar y hacer ofertas atractivas a EE.UU., como hizo el entonces presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker durante el primer mandato de Trump: esto incluye la cooperación en el Consejo de Comercio y Tecnología. La UE también podría ofrecer reducir los aranceles industriales si EE. UU. rebaja los suyos, creando así condiciones de igualdad.
También podría ofrecer la posibilidad de ampliar las importaciones procedentes de EE.UU., por ejemplo de gas natural licuado. La UE también debería liberalizar el comercio de servicios en el mercado interior en su propio interés. De ello se beneficiarían sobre todo los proveedores estadounidenses.
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