Francia
Otra que se cree un genio
Francisco Leonarte

¿Que no conocen ustedes el Orlando Furioso? Yo se lo cuento que lo acabo de ver.
Se trata de un colegio que va a ver un museo, con una maestra muy enrollada que baila con los chavales. Pero varios niños se quedan después de cerrar, seguramente para robar algún cuadro. Pero el guardián del museo tiene poderes, y controla a los niños y hace que las estatuas de cera y los cuadros vivan y tengan orgías a tres y cosas así mientras cantan* … aunque no se sabe muy bien por qué cantan, pero eso es lo de menos.
Entonces los niños se divierten mucho, y uno
pinta una oveja de rosa mientras una de las estatuas de cera canta una cosa. Y
los niños bailan mucho. Pero entonces salen al jardín, y en el jardín se van
los árboles. Entonces los niños se visten de rosa.
Pero uno de los personajes salidos de un cuadro, que en realidad es una señora en camisón, se duerme. Y cuando se despierta vuelven los árboles y las paredes del museo.
Entonces se apagan las
luces y las mamás de los niños, que estaban muy preocupadas y que se parecen
mucho a los personajes salidos de los cuadros y las estatuas de cera, vuelven a
por los niños. Y todo termina bien.
No me lo agradezcan, queridos lectores, sé que acabo de contribuir a aumentar su cultura general merced a este bonito resumen.
No me lo agradezcan a mí sino a una genia de la puesta en escena, la inenarrable Jeanne Desoubeaux (sus palabras en el programa de mano son de una vacuidad importante, pero logra colar las palabras «feminicidio», «Metoo», «no esconderse en la masculinidad», «régimen de temporalidad» y otras cosas que quedan muy bien), directora de escena gracias a la cual por fin entendemos lo que quiso decir el mindundi del y no nos aburrimos con la música del pesao de , porque Desoubeaux trufa prácticamente todas las arias con acciones paralelas con los niños: gracias salá.
El ejemplo típico de la
directora de escena que en vez de partir de la obra llega con sus ideítas
(bastante banales, todo sea dicho) y busca imponerlas a toda costa: una pifia
importante, pero nada original. Por desgracia.
En un alarde de originalidad,
Desoubeaux copia Noche en el museo (peliculeta de Shawn Levy de 2006 a
partir de un libro de Milan Trenc). Bueno, en realidad Lauren
Por lo demás Desoubeaux cumple con todos los
requisitos para ser una regisseuse respetada: hay palabras escritas en el
escenario, hay una trama paralela, hay trajes que recuerdan a los años setenta
(el de Zoroastro), hay un camastro en escena (¿qué tendrán todos estos
mequetrefes con instalar siempre un camastro en escena?), los personajes ya
están en escena, deambulando, cuando los espectadores se van instalando en la
sala ... Vamos, todas las cosas que se hacen desde hace más de veinte años en
la puesta en escena operística, confirmando la tremenda originalidad de
la copiamonas de Desoubeaux.
La escenografía ha debido de costar una pasta gansa, pero como es dinero público no pasa nada si se echa por la ventana. Hay en total dos imagenes bonitas y pare usted de contar.
Los trajes se pretenden lujosos y son de lo más feo que servidor de ustedes ha visto, con telas de esas estampadas en degradé, a la moda de la industria china más barata.
De
todas formas las cantantes se pasan el rato quitándose cosas.* En fin. Las luces
cumplen con las ideas de Desoubeaux, pero no creo que eso sea realmente un
halago...
Eso sí, la coreografía puede contarse entre
las más patateras que servidor de ustedes ha visto últimamente. Interpretada
además por niños que no son profesionales, aquello queda de un chusco que te
mueres. Fenomenal si se tratase de una función de fin de curso. Pero no tan
fenomenal tratándose de un espectáculo en un gran teatro parisino.
La música
Musicalmente la representación es harina de
otro costal.
Cierto, el papel de Orlando le viene grande a Katarina
Cierto, el papel de Zoroastro le viene muy
grande a
Sin embargo Elizabeth de
Y está también Giulia
Y por fin, otra perla que nos ha hecho
disfrutar en cada una de sus intervenciones, Siobhan
En cuanto a Les Talens Lyriques, como de costumbre destaca la limpieza de la interpretación, el empaste de las cuerdas, la belleza del sonido nutrido por numerosos violines. Y unos solistas admirables.
A la dirección, Rousset, muy atento a todos, logra dar diversidad,
diferenciando entre cada una de las arias, mima a los cantantes cuando es
menester. Un buen trabajo.
O sea que si la puesta en escena hubiera
ayudado un poco podría haber sido una estupenda representación. Pero como
sucede por desgracia bastante a menudo, la puesta en escena está hecha sin
tener en cuenta la obra, ni el libreto ni la música. En fin.
Aplausos finales con algunas protestas (¡menos
mal!) cuando llegan los figurantes y famosos niños a saludar (me dirán ustedes
que quienes interpretan no tienen la culpa, pero si el equipo de puesta en
escena sólo sale a saludar el día del estreno, ¿qué recurso le queda al público
para manifestar su disgusto si no es protestando cuando salen a saludar quienes
no han cantado?).
Y lo peor es que, a pesar de la birria de puesta en escena que va en demérito de las representaciones (de hecho la sala estaba a media asta), me temo que a esta Desoubeaux la volverán a fichar para reventarnos otra ópera. ¿Se apuestan ustedes algo?
Comentarios