Artes visuales y exposiciones
Maurice de Vlaminck. Rebelde del modernismo
Juan Carlos Tellechea

La erupción del fauvismo duró solo cinco
años a comienzos del siglo XX, pero su resplandeciente influjo sigue hasta
nuestros días. Los colores puros, las formas arcaicas y la pincelada impulsiva
han sido adoptados por muchos artistas desde aquel entonces.
Por fin, el Museo von der Heydt de
Wuppertal muestra en estos meses (del 16 de febrero al 18 de mayo) lo que
probablemente sea el cambio más trascendental del modernismo, cubriendo en
Alemania un vacío en este tema, que desde hacía tiempo pedía a gritos ser
subsanado. Porque no es solo la mano la que pinta, sino todo el cuerpo cuando Maurice de
Vlaminck, el más “salvaje” de los fauvistas, cubre de color el
lienzo con el pincel.
Catálogo
En cooperación con el Museo Barberini de
Potsdam, el Museo von der Heydt realiza una importante exposición titulada Maurice
de Vlaminck. Rebell der Moderne (Maurice de Vlaminck. Rebelde del modernismo).
La exhibición, tras tres años de preparativos, fue presentada a la prensa este
jueves 13 de febrero en Wuppertal por el director de la referida institución,
Dr Roland Mönig,
así como por la comisaria Dra Anna Storm.
La muestra, cuyo catálogo ha
sido publicado por la editorial Prestel/Random
House de Múnich reúne 60 cuadros, 50 de ellos de Maurice de
Vlaminck, cuidadosamente seleccionados, así como de Pablo Picasso, Paul Cézanne, André Derain y Henri Matisse.*
En uno de los ensayos incluidos en dicho
volumen, la Dra Storm se refiere precisamente a la Relación de las formas entre las obras de
Es esta la primera exposición individual
póstuma de la obra del artista en Alemania desde hace casi un siglo, que
devuelve la atención a una figura central del arte francés de aquellos años.
Impacto
Maurice de Vlaminck nació en París en 1876, era
hijo de un matrimonio de músicos y comerciantes de instrumentos musicales. Su
padre procedía de Flandes. Maurice creció en Le Vésinet, cerca de París, y
recibió sus primeras lecciones de pintura entre 1888 y 1891. No completó una
educación artística académica. En 1892 se trasladó a la vecina localidad de Chatou, frecuentada por
numerosos artistas, y se convirtió en ciclista profesional y mecánico, pero
tuvo que abandonar esta ocupación en 1896 debido a una enfermedad y a su
trabajo como músico.
En julio de 1900, tuvo un encuentro casual con
André
Van Gogh
En 1901 Maurice de Vlaminck visitó la primera
exposición de Vincent Van
Gogh en París, en la Galería
Bernheim, y quedó tan impresionado que dijo:
¡Van Gogh significa para mí más que mi padre y mi madre!.
Allí fue también donde conoció a Henri
Collioure
En el verano de ese año Matisse y Derain se
encontraron en el pueblo de pescadores de Collioure, cerca de la
frontera con España, y ese taller daría lugar a la controvertida exposición del
Salón de otoño en París, de la que más tarde derivaría el nombre dado a los
fauvistas. La palabra fauvismo (de fauves, fieras en francés), acuñada
por un crítico de la época, pretendía ser despectiva; mas los artistas a los
que iba dirigida la adoptaron luego como propia.
Matisse, Derain y sus amigos hacen recorrer con
vigor el pincel sobre el lienzo. Este nuevo estilo de pintura produce cuadros
de una subjetividad radical. La tela ya no es el soporte de una representación,
sino un objeto plano y concreto en el que las aplicaciones gestuales del color
se suceden en pie de igualdad.
Heterogeneidad
A decir verdad, los fauvistas constituyeron un
grupo heterogéneo de artistas. Algunos de ellos se conocieron en academias y
trabajaban juntos en comunidades de estudio. Eran amigos y se apoyaban
mutuamente, pero no formaban una escuela que exigiera lealtad a una ideología o
corriente determinada. Es importante comprender que el fauvismo, que causó
furor en París entre 1904 y 1908, no sustituyó a otros estilos, sino que se
desarrolló junto a otros muchos lenguajes pictóricos en una escena artística
tremendamente vibrante.
El Impresionismo, surgido en
la década de 1870, perduró (Claude Monet
no murió hasta 1926), al igual que el Posimpresionismo (Cézanne
vivió hasta 1906). Las diversas corrientes del Simbolismo y la
importante agrupación de los Nabis existieron en
paralelo.
Desde Alemania llegaban fuertes impulsos del Expresionismo, y a partir
de 1906 surgía ya el Cubismo,
en el que desempeñaría un papel destacado Georges Braque, que
anteriormente había pintado cuadros fauvistas. Matisse, el Rey de los
Fauves, procedía del Postimpresionismo; su obra de 1904 Luxe, calme
et volupté muestra la fuerte influencia de Paul Signac y está pintada
aún íntegramente en estilo puntillista.
L'art vivant
Los giros en la historia del arte prevalecen
cuando se corresponden con convulsiones culturales e intelectuales. El fauvismo
incorpora paradigmas filosóficos y científicos que critican el racionalismo y
el materialismo como ajenos a la vida.
Los filósofos Friedrich
Nietzsche y Henri-Louis
Bergson, así como el naturalista, biólogo y teórico de la evolución Jean-Baptiste
Lamarck, representan puntos de referencia para la filosofía de la
vida, que hace hincapié en la intuición, la creatividad y la capacidad de
desarrollo de la naturaleza y el espíritu.
El concepto de transformismo desempeña un papel
importante en la obra de
Cinco sentidos
En 1904/1905, una revista de corta vida
titulada Les arts de la vie atribuyó al arte una función clave en
la renovación cultural y social que se consideraba urgentemente necesaria. La
idea de una materia viva que se transforma constantemente tiene un claro eco en
la pintura de los Fauves: todo interactúa, los cuerpos y las cosas no están
estrictamente separados unos de otros, la fuerza del color anima todas las
formas.
Los cinco sentidos están vinculados
sinestésicamente. Verbigracia, Derain, pinta el ruido de las escenas urbanas
con colores muy contrastados, y en Plage rouge (1905) de Matisse,
el calor del día baña de rojo ardiente una escena portuaria. El famoso retrato
de Matisse de su esposa Amélie, La femme au chapeau (no incluido en
esta exposición de Wuppertal), también data de 1905.
Salón de otoño
Muestra a la sombrerera, que por cierto
mantenía a flote a la familia del artista con su pequeño negocio, luciendo un
enorme sombrero creado por ella en vivos colores y un vestido del mismo color.
El cuadro fue el hazmerreír del Salon de l'automne. La razón: el sombrero y el
vestido de una dama eran naturalmente negros en aquella época.
El colorido libremente elegido por Matisse
sigue siendo incomprensible. El giro de los fauves hacia los fenómenos
contemporáneos cotidianos también tiene que ver con el transformismo. Para
ellos, la tecnología y la publicidad son insignias del mundo moderno, que
tienen un efecto evolutivo sobre la vida y la cambian. Albert Marquet (de quien
el Museo von der Heydt posee varios cuadros de antes de la Primera Guerra
Mundial, según declaró el Dr Roland Mönig a Mundoclasico.com) y Raoul Dufy lo tematizaron
en su serie conjunta Affiches à Trouville (1906).
Con tales imágenes, los Fauves reflejan las
estrategias desarrolladas en la publicidad y el mundo del consumo para generar
atención adaptando sus técnicas de estímulo visual. No lo hacen con intenciones
denunciatorias, sino de forma afirmativa, porque reconocen la evolución de la
materia viva, que incluye al Hombre y su forma de ver.
Fang
Además de la filosofía de la vida y las
corrientes científicas de la época que la acompañan, los artefactos procedentes
del arte no europeo también repercuten en la escena artística. Esto no es
diferente con los Fauves que con Jean-Édouard Vuillard, por
ejemplo, que pertenecía a los Nabis, y muchos otros contemporáneos.
En 1905, Vlaminck fue el primero en comprar una
máscara (Fang) de colmillos de Gabón e inspirarse en ella. El óleo Opio (en
torno a 1910), cedido para este exposición del Museo von der Heydt de Wuppertal
por la Hugh Lane Gallery de Dublín (Irlanda), es uno de esos raros ejemplos,
que atestigua además su breve y frustrado pasaje por el cubismo. Hoy en día,
estas prácticas de adopción de estilos y formas africanos, asiáticos y
oceánicos se acusan reflexivamente de "apropiación cultural" y de
comportamiento colonialista.
Colonialismo
Por supuesto, Vlaminck se vio influido en cierta
medida por el contexto del colonialismo. Él y sus amigos conocían los objetos
extranjeros del Musée d'ethnographie du Trocadéro de París, por ejemplo. Allí
se escenifican como curiosidades exóticas, con el trasfondo ideológico siempre
consistente en legitimar la subyugación colonial como misión civilizadora.
Sin embargo, de Vlaminck y otros artistas
fauvistas no siguieron este punto de vista. Su distancia del mundo burgués era
demasiado grande, su cercanía al anarquismo y al antimilitarismo demasiado
pronunciada. Vlaminck simpatiza mucho más con las opiniones de Alfred Jarry y su Ubu colonial, retrato satírico de la moral que denuncia el
colonialismo (1901).
Humanidad
De Vlaminck no ve exotismo en las máscaras
africanas, sino un arte admirable de profunda humanidad. Solo por esta razón,
la acusación de apropiación cultural no es adecuda en su caso. Además, hay
otro aspecto del que no tenía ni idea: como solo sabemos por investigaciones
recientes, las máscaras y muchos otros artefactos exóticos que llegaron a
Europa poco después de 1900 se fabricaron especialmente en las colonias con destino al mercado europeo.
Las obras de arte se vendían como piezas
históricas para aumentar su valor, pero se producían precisamente para este
comercio. La supuesta asimetría entre colonos codiciosos y nativos robados o
engañados que hoy escandaliza es un mito, al menos en casos como el de la
máscara Fang de Vlaminck. De hecho, aquí se produjo un intercambio de simetría
casi ejemplar: Los africanos colonizados descubren un mercado cuya demanda
satisfacen en un comercio mutuamente beneficioso, con máscaras que (los
compradores no lo entendían) representan rostros blancos europeos.
Mujeres explotadas
Los Fauves crearon numerosas representaciones
de mujeres desnudas o con poca ropa. Muchas de ellas son prostitutas y no
faltan pruebas de que los pintores no se limitaron a utilizar sus servicios
como modelos. Hay al menos un atisbo de escándalo en el aire.
En una crítica se leía a comienzos del siglo XX
que la Nu rouge de Vlaminck de 1905 (no incluida tampoco en
Wuppertal) era algo así como un documento de la mirada masculina y una
expresión de la satisfacción agresiva del instinto a expensas de la mujer
explotada como objeto sexual.
El conocimiento del trasfondo histórico-social
de los temas y de las referencias biográficas de los pintores a sus obras es
sin duda importante para una interpretación bien fundada. Lo que el espectador
imparcial ve en el Museo von der Heydt de Wuppertal es el art vivant que
Maurice de Vlaminck y sus amigos fauvistas crearon entre 1904 y 1908 a partir
del procesamiento de fuertes impulsos, intuiciones mutuamente inspiradoras y el
valor de crear invenciones pictóricas completamente nuevas.
Evolución
La obra de Vlaminck, predominantemente
consagrada al paisajismo y las naturalezas muertas (muy pocos retratos) se
caracteriza por líneas dinámicas y colores fuertes. En 1906, el marchante Ambroise Vollard
organizaba su primera exposición individual y adquiría toda su obra.
En las vistas de la ciudad de Bougival, de Vlaminck se
esfuerza por aligerar su paleta, pero aquí también su sensibilidad más oscura
se interpone: el rojo, que pinta sobre el lienzo en gruesas franjas, parece
agresivo, el azul y el verde como cargados de lluvia, las nubes luchando por
dominar el cielo estival.
Composición excelente
Al año siguiente, de Vlaminck cae bajo el
hechizo de Cézanne, que tras su muerte en octubre de 1906 se convierte en el
clásico definitivo del momento. Las vistas del Sena de de Vlaminck, con sus
recurrentes veleros, remolcadores de vapor y el puente que cruza el río en
Chatou, parecen ahora exploraciones en estilo geométrico, los árboles se
vuelven bidimensionales, las casas como bloques de construcción.
Ahora también crea naturalezas muertas, que
pronto se convierten en el tema principal de de Vlaminck y expulsan de su arte
todo lo rebelde: en la Mesa de 1907, el rojo y el azul, los colores del
fauvista, siguen siendo cercanos y opresivos; en una composición con un frutero
y un jarrón del mismo año, el nuevo sentido de la forma del pintor los toma por
el cuello.
Alejamiento
Sin embargo, ya en 1908 se aleja del fauvismo y
se decanta por el impresionismo. A esto siguió un breve intermezzo con
algunos cuadros cubistas, como se lee más arriba. Sus paisajes también cambian
de carácter, los barcos parecen dormidos, las olas se suavizan, y la Calle de
pueblo de 1911 descansa bajo las pinceladas borrosas como detrás de un vidrio
de botella verde turbio.
Tras una pausa en su trabajo artístico debido a
la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las influencias expresionistas volvieron
a hacerse más claras en 1918. Volvió a reducir sus colores y encontró su propio
estilo paisajístico, que le situó claramente en el círculo de los
postimpresionistas.
Una exposición en Dreut en 1919 le proporcionó
el éxito y el reconocimiento definitivo. En esta época, de Vlaminck se retira
al Valmondois rural, y después a Rueil-la-Gadelière. A partir de ese momento,
su arte y sus libros adoptan una postura estrictamente anticivilizadora y
abordan la destrucción de la naturaleza por el Hombre y la tecnología. A partir
de 1918, los contrastes de claroscuro desempeñan un papel cada vez más
importante en su técnica pictórica. Durante un tiempo, estuvo al cuidado del
galerista Daniel-Henry
Kahnweiler.
Donde nunca encontraría acomodo sería en el Surrealismo. En su lugar,
se refugiaría en un clasicismo que seguía siendo duro y amargo en Aldea en la
nieve (1920) y meramente ilustrativo e impotente en los paisajes invernales y
de cosecha de la última década de su vida.
Colaboracionista
En 1937, el Estado nazi condenó sus obras al
ostracismo por "degeneradas" y confiscó por la fuerza cuadros de
museos alemanes. Maurice de Vlaminck rondaba los 60 años de edad cuando
perpetró su propia caída en desgracia. En noviembre de 1941 aceptó una
invitación del Escuadrón de propaganda nazi para visitar los museos y estudios
de lo que él denominaba el “Gran Reich alemán”.
Viajaban con él su amigo André Derain, el
también pintor Kees van Dongen y una veintena más de artistas franceses. De
regreso a París, e influido por esa propaganda, de Vlaminck elogiaba en un
artículo periodístico el “camino nacional” de la pintura alemana y su “retorno
a las fuentes de inspiración germánicas”.
En un segundo texto, condenaba a Picasso, que
había llevado al arte francés, decía, “a un callejón mortal sin salida”. El
cubismo, agregaba “es una perversión del espíritu”, una “amoralidad”, “un
bárbaro infatuado e impetuoso”. Elogiaba la política artística y cultural de
los nazis (a cargo del entonces siniestro ministro Joseph Goebbels)
especialmente las obras de Arno Breker.
De Vlaminck se hizo retratar por Breker, el artista favorito del racista,
antisemita y genocida Adolf Hitler,
convirtiéndose en un abominable colaboracionista.
En la posguerra
Tras la cruenta derrota de la Alemania nazi en
la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en 1955, tres años antes de su muerte,
Maurice de Vlaminck ya estaba participando en la documenta 1 de Kassel, en la
joven República Federal de Alemania, como testigo de una naturaleza salvaje ya
extinguida. En ese mismo 1955 la Académie Royale des Sciences, des Lettres et
des Beaux-Arts de Belgique lo aceptó como miembro asociado (Élu associé).
En 2008, se le dedicó una exposición en el
Museo del Luxemburgo de París. Se expusieron obras suyas de 1900 a 1915,
primera etapa creativa del artista.
Importantes museos han cedido obras para la exposición de Wuppertal, entre ellos el de Viena, el Art Institute of Chicago, el Brooklyn Museum of Art, el Centre Pompidou de París, la Tate de Londres, el Centre Pompidou de París, el Musée d'Art Moderne de París, el Musée d'Orsay de París, la Hamburger Kunsthalle y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y la Colección Carmen Thysssen de Madrid.
El Museo Barberini aportó nueve obras de Maurice de Vlaminck y el Museo von der Heydt otros tres cuadros (de los cinco que poseía originalmente; dos se habían perdido por las confiscaciones de los nazis para obtener divisas fuertes, pero uno de ellos fue encontrado recientemente en manos privadas, tras haber sido adquirido legalmente en una subasta; el otro lienzo sigue desaparecido, declaró finalmente el director del Museo von der Heydt, Dr Roland Mönig)
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