Discos
Ravel 2025CD Daphnis et Chloé, Ravel, London Symphony Orchestra, Sir Antonio Pappano
Juan Carlos Tellechea

Sir Antonio Pappano, al frente
de la London Symphony Orchestra
(LSO), entrega una bellísima versión (álbum sello LSO Live)
de la sinfonía coreográfica Daphnis et Chloé (1912) de
Maurice Ravel, en un
homenaje por el sesquicentenario del nacimiento del compositor, el 7 de marzo
de 1875 en Ciboure,
País Vasco
francés.
Compuesta para los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev, la
obra, en tres partes y varias escenas para orquesta y coro (sin palabras), que
narra el amor entre el cabrero Dafnis y la pastora Chloé, según un romance del
mítico escritor griego Longo,
es la más larga (dura casi una hora) y la de formación orquestal más amplia de
Ravel. En estos juegos pastoriles en la isla de Lesbos, los jóvenes bailan y
compiten por el amor con el mar y las estatuas de las ninfas como telón de
fondo.
Fresco
Dafnis y Chloé disfrutan de la vida (primera
parte de esta sinfonía coreográfica). Él se gana el beso de ella. Pan, que desata las
fuerzas de la naturaleza contra los piratas (parte 2). Por último, Dafnis y
Chloé, reunidos, presentan una obra sobre el amor de Pan y Siringa.
(Parte 3).
El compositor comentaba que cuando escribió la música para la obra a partir de 1909
Mi intención era componer un fresco sonoro ampliado, por lo que me preocupaba menos el arcaísmo que la fidelidad a la Grecia de mis sueños, que corresponde exactamente a la Grecia imaginada y pintada por los artistas franceses de finales del siglo XVIII.
En el desarrollo sonoro de Daphnis et Chloé,
muy progresivo, pero sobre todo poderoso, la utilización inhabitual del coro
(aquí el destacado Tenebrae
Choir de Londres), desempeña un papel especial. Como si Ravel
hubiera querido subrayar su máxima de crear una música sin referencias al mundo
exterior, hace cantar al coro sin palabras, es decir, solo con las denominadas
vocalizaciones. De este modo, la voz humana se une celestialmente a los
instrumentos orquestales; en esta nueva función, el coro no está tan alejado de
un órgano de acompañamiento, por ejemplo.
Críticas iniciales
La puesta en escena de Daphnis et Chloé fue
estrenada en el Théâtre du Châtelet de París el 8 de junio de 1912, con
dirección musical de Pierre
Monteux, coreografía de Michel Fokine y
escenografía de Léon Bakst.
Los solistas Vaslav
Nijinsky y Tamara
Karsavina bailaron los papeles principales.
La producción solo recibiría críticas mediocres
del público, pese a que Ravel acababa de componer una de sus obras más
fascinantes. Incluso el compositor y profesor de teoría musical Vincent d'Indy se burlaba
de él, calificando la orquestación de “holocausto de roces estrafalarios cuya
utilidad musical no parece flagrante” a pesar de su extremado refinamiento.
Extraño juicio el del autor de la Symphonie sur un chant montagnard français o Symphonie
cévenole que parece abrumado por la increíble paleta orquestal que Maurice
Ravel utiliza en este ballet y que el maestro Sir Antonio Pappano desarrolla
con excelente y precisa mano.
Riqueza
Como experimentado músico, Ravel estaba
acostumbrado a que en el arte las cosas no siempre fueran fluidas y
resbaladizas. Pero si hubiera sabido de antemano las arduas disputas que
conllevaría el proyecto de Dafnis y Chloe, tal vez no habría aceptado el encargo
de los Ballets Rusos en 1909. Sin embargo, Ravel enriqueció la historia de la
música con esta obra orquestal extraordinariamente colorista sobre un ancestral
cuento pastoril.
Para recrear a esta Grecia imaginaria acechada
por los dioses y las extraordinarias criaturas de una mitología onírica, el
compositor recurre a una orquesta imponente que requiere de cuatro instrumentos
de metal (4 trompas, 4 trompetas en do, 3 trombones, 1 tuba), introduce también
a un coro mixto y añade a los considerables recursos orquestales la presencia
de un eolífono (máquina de
viento), anticipándose así a Richard Strauss que
introduciría este extraño artefacto en su Sinfonía Alpina en 1915.
Conflictos
El ballet Dafnis y Chloe sufrió retrasos,
disputas e incluso peleas internas. A pesar de estas controversias, la pieza,
con sus idilios pastoricios y bucólicas escenas, subió a cartel más de tres
años después del comienzo de los trabajos. Ravel subrayaba en aquel entonces
con orgullo que su música estaba
construida sinfónicamente, según un plan tonal muy estricto y utilizando un número reducido de motivos.
Magnificencia
Sin embargo, esta precisión desaparece ante la
magnificente impresión que deja la música interpretada por la
El famoso “Lever du jour”, el “despertar del
día”, al principio de la tercera parte, es solo un ejemplo de muchos en esta
placa. Dura unos instantes, pero la forma de jugar aquí con las voces de la
orquesta es como una pintura indeleble para los oídos.
Todo suena épico y el escucha se siente capaz de reconocer hasta en el más mínimo detalle cada mariposa que vuela en este imaginario escenario. Sir Antonio afila cada contorno mientras fluye el torrente musical. El ballet de Ravel suena maravillosamente brillante y permeable en la interpretación de la LSO. Los instrumentos confieren a la sección de viento gran calidez y una frágil ligereza, pero sobre todo una enorme riqueza de colores y matices. Aquí y allá, esta partitura lleva a los instrumentos hasta sus límites.
Todo levita y fluye
Fascina desde un comienzo cómo todo parece
levitar, flotar y rezumar; cómo se utilizan los grupos instrumentales
individuales para “pintar” ese fresco; cómo surgen las grandes estructuras
sonoras a partir de un núcleo de motivos gracias a la repetición constante y
variada; de hecho, cómo los sonidos se convierten y se desvanecen a lo largo de
los incontables compases...
Esto y mucho más impresiona a los oyentes e
incluso a los colegas compositores de Ravel hasta el día de hoy. Sus
contemporáneos ya habían quedado impresionados por la obra. Igor Stravinsky,
por ejemplo, confesaría en una ocasión que Dafnis y Chloé era uno de los
productos más bellos de toda la música francesa.
Cumbre
No en vano muchos consideran a esta sinfonía
coreográfica la cumbre del arte de Maurice Ravel. Cuanto más se escucha este
disco, más intensamente despliega esta maravillosa música su propia y frágil
belleza. La grabación es abrumadora, con una enorme riqueza de detalles, se
toma su tiempo y se atreve con claros contrastes de tempo. Sir Antonio Pappano
nunca se pierde en exageraciones, sino que abarca el gran arco que esta obra de
55 minutos de Ravel necesita para sí. ¡Un gran éxito! ¡Bravo maestro!
La toma de sonido en el Barbican de Londres, en abril de 2024, por
los ingenieros de sonido Jonathan
Stokes y Neil
Hutchinson, fundadores de Classic Sound
Ltd., ofrece un marco espacial eficaz para la obra y mantiene un
equilibrio perfecto entre la orquesta y el coro, haciendo que Daphnis et Chloé
sea totalmente legible hasta la incandescente danza (bacanal) final.
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