España - Cataluña
Con un par de violas
Josep Mª. Rota

Concierto solidario a beneficio de la asociación Si jo puc, tu també (Si yo puedo, tú también) #EPILEP, en el marco de la programación AJC jove del Auditori Josep Carreras, dado que el Swan Ensemble cuenta con tan solo dos años de existencia y la media de edad de sus miembros ronda los treinta. También en el marco del Cicle Joan Guinjoan, que lleva el nombre del ilustre compositor del siglo XX natural de Riudoms (Tarragona), por el estreno de la pieza de Quim Miracle, profesor de viola del Conservatori de Vila-seca, dedicada exprofeso al Swan Ensemble.
El quinteto de cuerda con piano es una composición nada extraña (Brahms, Dvořák, Schumann) o el quinteto con clarinete (Mozart o el mismo Brahms); más infrecuente es el quinteto de cuerda con algún instrumento doblado, como el Quinteto en do mayor D 956 de Schubert para dos violoncelos. El quinteto con dos violas es más caro de ver en las salas de concierto, a pesar de la cantidad de partituras existentes, como las de Mozart, Boccherini o, entre los más conocidos, el “Americano” de Dvořák, op. 97 (B 180).
Fènix es una obra en dos movimientos, compuesta en otoño de 2024; en palabras del compositor Quim Miracle, el primer movimiento, Elegia, está marcado por las guerras y por la sociedad que parece haber perdido sus valores. En estilo tonal, arranca en un do menor que se desenvuelve y desarrolla pasando por diversas y cambiantes tonalidades. El segundo movimiento, Allegro, ma no troppo es una falsa fuga, en la que los diversos temas se entremezclan. A lo lejos se escucha el toque de difuntos, para pasar a una leve esperanza, que el unísono suspensivo del final deja en el aire.
Casi un siglo separa los dos quintetos; el de Beethoven, el más avanzado de los clásicos, de 1801, y el de Brahms, el más clásico de los románticos, de 1890. El Quinteto de Beethoven se encuadra en su primer período compositivo, cuando amplía sus miras, más allá del piano, especialmente hacia el cuarteto de cuerda. De esta época es también el comienzo de su incipiente sordera. Clásico en la forma, pero moderno en la riqueza de temas, en las combinaciones originales y en los contrastes extremos.
El Quinteto de Brahms tiene un carácter de despedida. El Allegro no troppo, ma con brio siempre me ha parecido un vals, como los de su amigo Schani Strauss, pero camuflado en la forma de sus predecesores Haydn y Mozart. El Adagio tiene un punto de nostalgia, incluso tristeza por el pasado que se fue para no volver. El Un poco allegretto-Trio huele a hierba del Prater, regada con agua del vecino Danubio. El Vivace, ma non troppo presto es una danza húngara en el mejor estilo de Brahms, en recuerdo de la doble monarquía. Todo él un homenaje a su patria de adopción, Viena.
La propina fue El cant dels ocells, a la memoria de la abuela de los Morell, recientemente fallecida. A diferencia de como nos acostumbró el eminente Pau Casals, el solo de la melodía principal no corrió a cargo del chelo sino de la viola de Jordi Morell.
El Swan Ensemble es un ejemplo más de la fuga de talentos que padece nuestro panorama musical. Formados en el adyacente Conservatori de Vila-seca, los hermanos Morell se afincaron en Londres, sede del Swan Ensemble, donde desarrollan su actividad concertística. Han tenido que pasar catorce años para tener la oportunidad de dar un concierto de tales características en la ciudad que les vio nacer y crecer. Las principales características que me gustaría destacar del conjunto serían la precisión de los ataques, el equilibrio de las voces internas y externas, y la pulcritud de la ejecución general.
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