Alemania
Siegfried de primera fermentación
Juan Carlos Tellechea

Muy pocas veces tiemblan los cimientos de la monumental Filarmónica de Colonia como esta antológica tarde, esperada desde hacía meses con gran expectación.
Las aclamaciones del millar largo de espectadores, puesto espontáneamente de pie en su gran sala auditorio de sobresaliente acústica, fueron desatadas por la seductora interpretación de “Sigfrido” de Richard Wagner, en versión de concierto, de la Dresdner Festspielorchester, el Concerto Köln y un impresionante elenco de solistas, bajo la égida del gran maestro Kent Nagano.
El público, fascinado por la actuación, permaneció en el
más absoluto y respetuoso silencio durante todo su transcurso y solo ovacionó
antes a los artistas al final de los dos primeros actos.
En plena gira triunfal por Europa, músicos y solistas ofrecen por primera vez una lectura históricamente informada de El Anillo del Nibelungo de Wagner, un proyecto interdisciplinar fruto de años de investigación artística y científica, iniciado en 2017.
Este Anillo se completará en 2026
con Götterdämmerung (El ocaso de los dioses), cuando se celebre el 150º
aniversario de su estreno en el Festival de Bayreuth, el miércoles 16 de agosto
de 1876. Espectadores llegados de lejanos lugares de Alemania y países vecinos
se dieron cita ahora en Colonia para admirar la singular realización.
El nieto de Wotan
Examinadas las cuestiones de pronunciación,
dirección, instrumentos de época y puesta en escena de Wagner, Nagano y sus
colaboradores aplicaron sus conclusiones a Sigfrido, la segunda jornada del “festival
escénico” (Bühnenfestspiel), centrada en la historia del nieto de Wotan
que quiere saber la verdad sobre sus padres. Tal como fue concebida, esta
producción ni siquiera necesita de escenografías estrafalarias o polémicas para
despertar la imaginación del público durante las cuatro horas y media (con dos
intervalos) que dura la función.
Todo ha sido perfectamente estudiado,
comenzando por la disposición de los instrumentos sobre el escenario, con seis
arpas a la derecha, al principio de la curva de los metales y tubas
wagnerianas, hasta llegar a la percusión (eolífono incluído) y los siete
contrabajos a la izquierda. Delante de estos las cuerdas colocadas en el
centro, crearon un equilibrio perfecto. Ni que decir tiene, el enorme placer
que dispensa el inconfundible sonido de las maderas originales, los trémolos
mordaces y cariñosos vibratos de los violines.
Humanización
A partir del Preludio, la fantástica orquesta
dirigida por
Esta es la inmediatez del drama que buscaba Jan Vogler, conmovido por
las óperas de Wolfgang Amadé Mozart revisitadas por Nikolaus
Harnoncourt. Se trata de un drama musical en el que no hay coro (o
la orquesta lo sustituye) y solo hay diálogos y monólogos en una especie de arioso
con pasajes instrumentales casi camerísticos.
Gestualidad
Para ello, fueron reclutados cantantes, cuyos
registros reviven las técnicas vocales de la época de Wagner. Verbigracia, el
Sigfrido de Thomas
Blondelle no es el de un tenor heroico, sino el de un joven y
moderno juglar vestido con vaqueros que acentúa la dicción con tal claridad que
su discurso es perfectamente comprensible hasta con pocos conocimientos de
alemán y sin necesidad casi de leer el texto de los sobretítulos.
Con sus muecas histriónicas, el espectador,
atrapado en la agitación del relato iniciático de este muchacho que no conoce
ni el miedo ni el deseo y está a punto de descubrirlos, llega a ver la espada
en su mano. Más tarde pasará lo mismo con la lanza del Wotan errante de Derek Walton o con el
caldero en el que cocina Mime, el padre adoptivo de Sigfrido, encarnado por Christian Elsner).
Jóvenes
Este genial Sigfrido crece a lo largo de los
tres actos, pasando del mocoso atrevido que fanfarronea y rechaza de malas
maneras a su odioso padrastro, pasando por su firme convicción de que este no
es su verdadero progenitor, hasta llegar a la sensible y emotiva declaración de
amor a Brünnhilde.
El contraste con el malvado Alberich de Daniel Schmutzhard,
es de tal grado que hasta este parece más simpático que Mime. Según las notas
del programa de mano, los gruñidos, las quejas y los rasgos grotescos de estos
dos no tenían un trasfondo cómico. Richard Wagner, el fanático antisemita,
caricaturizaba así a los judíos.
Sigfrido se ganó por completo a la platea y
demostró que es capaz de una gran potencia vocal en los momentos más
importantes, pronunciando un “Fafner, Fafner, erwache!” (¡Fafner, Fafner,
despierta!) que espabilaría a los muertos.
El Fafner de Hanno Müller
Brachmann es un temible dragón que impacta desde el momento en que
hace su entrada en escena. Proyecta su voz, utilizando una bocina (de época) y
asusta con su peroración:
(traducción libre)
“¿Quién eres, audaz muchacho?
¿Quién golpeó mi corazón?
¿Quién inspiró el valor del niño
para el acto homicida?
Tu cerebro no meditó
lo que lograste”.
No es frecuente escuchar a solistas tan jóvenes
en los papeles de Alberich y Fafner. La muerte de este es otra página conmovedora
en esta representación. Todos los solistas utilizan diferentes niveles de
lenguaje, al igual que en el siglo XIX, individualizando, según los casos, a
cada personaje con acentos dialectales, a veces vulgares, otras veces grotescos
e incluso nobles, como es el caso de este dragón.
Niño
Tölzer Knabenchor (Coro de
niños cantores de Bad Tölz, Alta Baviera), es conmovedor, preciso, cristalino,
con presencia escénica, proyecta su delicada voz con suficiente potencia, y
guía a Sigfrido en su camino hacia Brünnhilde.
El chico tiene que protegerse detrás del héroeo
por el miedo que le inspira Fafner. También Alberich tiene que esconderse de él
entre las arpas. En un momento dado el pajarillo se topa accidentalmente con el
Wotan errante de
Walton está admirable en su divino personaje.
Se regocija, desafiando a Mime. A su nieto Sigfrido le transmite una emoción
contagiosa. Muestra autoridad y luego fatalismo ante la Erda de la deliciosa
mezzosoprano Ulrike
Schneider (que sustituyó por enfermedad a la contralto Gerhild
Romberger).
Brünnhilde
Mas la gran revelación de la velada fue la
Brünnhilde de la jovencísima soprano Åsa Jäger,
dotada de una voz de fenomenal volumen y rara facilidad de expresión que
desafió con su potencia a la orquesta y hasta al repentinamente frágil
Sigfrido. “Heil dir, Sonne” (Salve a ti, sol) fueron sus primeras palabras al
despertar en la última escena del tercer acto, tras haber sido condenada al
sueño por Wotan.
La fabulosa y vívida Brünnhilde, con la energía
y dulzura de su canto, llevará a
Dirección
El ímpetu de la batuta dinámica de Kent Nagano
fue especialmente eficaz para realzar el valor tanto de los conjuntos como de
los solistas instrumentales, y para dar a los artistas líricos el lugar que les
corresponde. No tapó nunca a los cantantes, los respetó siempre, los animó y
ellos se sintieron perfectamente a gusto en este tipo de versión de concierto.
Dieron todo de sí.
Interpretadas como en la ópera, las versiones
de concierto actuadas se ofrecen cada vez con más frecuencia y a los solistas
les permite esbozar toda la gestualidad y mímica necesarias para ilustrar sus
papeles. El cuerpo ayuda a la voz y viceversa, algo imprescindible para estos
artistas.
Precisión
En la cima de esta representación, el gran
maestro Nagano, quien a partir de septiembre de 2026 estará al frente de la
Orquesta Nacional de España (ONE) y será director artístico de la Orquesta y
Coro Nacionales de España (OCNE), conduce tan meticulosamente como siempre,
ritmó con precisión la progresión dramática y balanceó de forma excelente la
tensión y la resolución hasta el final de este maratón musical.
La Orquesta del Festival de Dresde y el
Concerto Köln, destilan profundidad emocional y exquisitez tonal en esta vuelta
a la experiencia revolucionaria de Wagner. Hubo quizá algunos mínimos fallos de
entonación y problemas de homogeneidad en los pasajes puramente instrumentales
(con estos artefactos históricos). Los conjuntos tocan con poco vibrato, mas
con muchos portamenti expresivos.
Subyugante
La afinación en el rango vocal e instrumental
se ha rebajado a 435 hercios. El sonido no es fulgurante, sino más bien
apagado. Los metales no son agresivos. Alcanza un poderoso efecto el
entrelazamiento de los leitmotivs, expuestos e incrustados de diferentes
maneras. En los pasajes líricos los violines subyugan con un conmovedor
cantabile.
La personalidad artística de Nagano pasa totalmente por alto cualquier efecto publicitario del proyecto: su rigor es tan apreciable como diametralmente opuesto a toda búsqueda de originalismo, y allí radica su verdadera identidad. El director presta atención con puntillosidad a cada nota, acento y fraseo, sin perder ni un ápice de la infinita melodía. Aclamaciones bien merecidas.
Sigfrido será
llevado el 14 de junio a los Musikfestpiele de Dresde y el 12 de
septiembre estará en el Festival de Lucerna (Suiza).
El público aguarda asimismo con gran
impaciencia El ocaso de los Dioses, la tercera y última jornada del Anillo del
Nibelungo, en el mismo formato y otra vez en la Filarmónica de Colonia en 2026.
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