Reportajes

Ballet en Múnich: una historia de crisis y premios

J.G. Messerschmidt
viernes, 23 de mayo de 2003
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0,0001388 En las últimas semanas el Ballet del Estado de Baviera ha vivido uno de los períodos más movidos desde su fundación en 1989: dimisiones, discusiones en los medios de comunicación, rumores y, finalmente, un gran éxito en el polémico Premio Benois, que ha consagrado a dos bailarines de la compañía, Lucía Lacarra y Luka Slavicky, como los 'mejores del año'.El mes de abril fue para el Ballet de Baviera uno de los más agitados de su historia. En las filas de la compañía se puso en marcha un movimiento de protesta contra la gestión del Director, Ivan Liska, al que se acusó de incompetencia profesional y de comportamiento dictatorial. En el curso de la crisis, salieron a la luz pública disensiones entre Liska y su mentor, el coreógrafo John Neumeier, así como la intención de la mayor parte de los primeros solistas de abandonar el conjunto. La crisis desató una agria polémica en los medios de comunicación, sobre la que ya informamos en el número de Mundoclásico.com del 21 de abril de este mismo año.Como siempre en estos casos, se formaron dos partidos uno a favor de los bailarines 'rebeldes', que por temor a represalias se mantenían en el anonimato bajo el pseudónimo colectivo de “Bayern Ballett”; y otro favorable al director, Ivan Liska. A las voces en defensa de Liska se sumó la muy acalorada del crítico y docente universitario Peter Boenisch, quien en el foro de la revista Tanznetz solicitaba de los lectores informaciones conducentes a identificar a los miembros de “Bayern Ballett” y sostenía que el conflicto era una lucha entre 'antiguos y modernos', sin aclarar el sentido de esta expresión. Mientras tanto, el diario Münchner Merkur publicaba cartas de lectores que expresaban su solidaridad con los bailarines y solicitaban el regreso de Elena Pankova, la gran estrella despedida por Liska hace tres años.Coup de theatreA mediados de abril, la posición de Ivan Liska parecía irremediablemente debilitada. En una reunión con los bailarines, el controvertido director habría reconocido sus errores, pedido disculpas y conminado a todos a resolver los problemas en el seno de la compañía, sin darlos a conocer a la opinión pública. Tras varios días de silencio 'oficial', la dirección del Ballet de Baviera publicó un nota dando por concluído el conflicto.Sin embargo, los 'rebeldes' volvían al ataque y publicaban un segundo comunicado en el que reclamaban un cambio en la dirección, denunciaban un descenso del nivel artístico de la compañía y hacían un llamamiento a bailarines, espectadores y críticos para salvar la situación. Poco después se anunciaba que Lucía Lacarra y Cyril Pierre, dos de los solistas dimisionarios, habían cambiado de opinión y decidido quedarse en Múnich. Gracias a los oficios del portavoz del Ballet de Baviera pudimos ponernos en contacto con Lacarra, quien accedió muy amablemente a concedernos una entrevista en las próximas semanas.Liska, mientras tanto, asistía en Moscú a la entrega del Premio Benois de la Danza, el muy polémico 'Oscar del ballet'. Tres integrantes del Ballet de Baviera estaban nominados: Lisa Cullum, Luka Slavicky y Lucía Lacarra, así como el coreógrafo Jacopo Godani, por After dark, una pieza encargada y estrenada por el Ballet de Baviera.El 26 de abril se hizo público el fallo del jurado, del que Liska era miembro y que concedió los premios a la mejor bailarina y mejor bailarín del año a dos solistas de su propia compañía, Lucía Lacarra (por su 'Tatiana' en Onegin de Cranko) y Luka Slavicky (por su 'Jean de Brienne' en Raymonda, versión de Ray Barra basada en Petipa).¿Un final feliz?Las vicisitudes sufridas por el Ballet de Baviera se inscriben en un proceso de renovación en la dirección del Teatro Nacional de Múnich, sede del Ballet y la Ópera del Estado de Baviera. A principios de año se anunció que el intendente de la Ópera, Peter Jonas, y su director musical, Zubin Mehta, declinaban la renovación de sus contratos y que serían sustituídos en 2006 por Christoph Albrecht y Kent Nagano respectivamente. Se da la circunstancia de que Albrecht fue gerente del Ballet de Hamburgo a las órdenes de John Neumeier, de quien Liska fue asiduo colaborador y cuyas coreografías se han convertido últimamente en núcleo del repertorio muniqués.Así pues, estamos ante una compleja situación en la que se cruzan y entremezclan factores muy diversos. Unos ven en la crisis una conspiración contra Ivan Liska; otros, la reacción de los bailarines y parte del público contra un director incompetente; dos juicios difícilmente 'probables' de manera objetiva, pero que no se excluyen el uno al otro.
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