Musicología
¿Por qué no las 'vacas locas'?. Apuntes sobre 'las chuletas de Mozart'
Carlos M. Fernández Fernández

Si existe algún temor en la sociedad actual son los riesgos determinados de la contaminación: ondas electromagnéticas, materiales extraterrestres, virus incontrolados. Todo conlleva un cierto pánico ya que según parece vivimos en una Naturaleza amenazadora y qué mejor hay para demostrarlo que buscar victimas 'ilustres' que demuestren que nadie está exento de peligro. La alimentación con carnes no controladas se convierte así en la primera amenaza a la que nos enfrentamos, eso parece ser el argumento principal de la hipótesis en torno a la defunción de Mozart publicada por el Dr. Hirschmann, del Centro Médico de Asuntos del Veterano de Seattle (Estado de Washington).
Pero su artículo no está exento de ciertas dudas metodológicas que en principio nos hacen dudar de la veracidad de esta nueva teoría.En primer lugar nos encontramos ante una nueva hipótesis de lo que podríamos 'ciencia patológica'. Los científicos y los médicos, tenemos tendencia a ver lo que queremos ver y una conclusión errónea suele arrastrar a otros por la senda de la ignominia, solamente los científicos de esta forma logran engañarse a si mismos. ¡Qué delicia más erotógena, que "huelo chuletas de cerdo. Qué sabor más delicioso. Las como a tu salud"! Fuera de la llegada de los Alimentos afrodisíacos, si es que alguna vez existieron. Estos aparecen por motivos culturales muchos años después. ¡Qué mayor piropo --por usar el lenguaje vulgar- se le puede decir a una esposa!. Fuera de la pareja no hay nada que la supere ni en lo normal ni en lo extraordinario que mayor signo de respeto que decirle que es insuperable ante cualquier proposición por sublime que parezca.
Ciñéndonos al plan puramente científico o médico, el hecho de ingerir carne contaminada por la triquina --si es que alguna vez Mozart la ingirió- no presupone desarrollar la enfermedad pues depende de la multiplicación de gusanos en nuestro intestino y de la cantidad de larvas que lleguen a nuestra sangre. Los análisis post-mortem realizados en muchos países dieron un alto numero de contaminados pero muy pocas de estas personas habían desarrollado la enfermedad. Amadè Mozart fallece el 5 de diciembre de 1791, según el argumento del Dr. Hirschman, a mediados de octubre debía haber ingerido 'carne contaminada' lo que sería la causa de que desarrollara la enfermedad final que tiene, según el mismo afirma un período de incubación de hasta 50 días. Hoy en día conocemos un tanto los períodos de la enfermedad y debido a ellos nos parece poco plausible la hipótesis de la triquinosis. Esta enfermedad tiene un período de 'irritación intestinal' que se manifiesta por vómitos, diarrea, y dolores abdominales difusos que comienza a los 2 o 3 días después de la ingestión de carne contaminada.
Un cuadro similar es identificado, en las referencias, a Mozart el 20 de Noviembre ¡un mes después de la ingestión de la carne supuestamente contaminada!, esta es la primera diferencia a tener en cuenta en cuanto a la patocronía de la enfermedad. Hacia el séptimo día, de la ingesta de carne contaminada, podríamos decir que el cuadro se asemeja a una simple gripe: fiebre alta de forma continua, delirio, adinamia pronunciada, a veces edema pulmonar (acúmulo de liquido en los pulmones), y acúmulo de liquido sobre todo en cara y párpados. Una signo tan identificable como este último con la deformidad que le sigue no lo describe ninguno de los que visita a Mozart en sus últimos días, sería otro punto en contra de la hipótesis de la triquinosis. Se detectan en esta fase signos como una contracción espasmódica prolongada de la mandíbula, y cierta disfonía que sin lugar a dudas nos recuerda el personaje trágico-cómico que nos ofrecía la película Amadeus (1974) de Milos Forman, que todos recordamos, en la que se ofrecía una versión caricaturizada de nuestro protagonista. Este cuadro también podría ser asimilable a un fiebre tifoidea si no fuese por el antecedente inmediato de una ingesta de carne de cerdo y porque se suele presentar en todos los que a la vez ingirieron carne del mismo animal ese día. Por lo tanto deberíamos de saber si ese día Mozart comió solo o acompañado, si los que le acompañaban comieron la carne del mismo animal; en ese caso, el mismo cuadro clínico debía ser demostrado en sus compañeros de mesa. Sería otro dato epidemiológico que apoyaría la hipótesis.
Las formas graves de triquinosis suelen causar con afectación cardiaca y afectaciones del sistema nervioso central (dolor de cabeza, obnubilación, delirio y signos focales diferentes según anide la larva en una determinada zona del cerebro). De nuevo carecemos de pruebas de una afectación del sistema nervioso por las larvas de la triquina. El supuesto delirio de Mozart solamente lo podemos objetivar en la celebre película Amadeus que tanto mal hizo a la historia de nuestro personaje. En ningún momento se describe en los testimonios de contemporáneos, por ejemplo, crisis convulsivas o de otro tipo que nos puedan indicar una afectación del cerebro. Por lo tanto nos parece poco posible, aún admitiendo la posible ingesta de carne contaminada, que la enfermedad de Mozart evolucionara hasta una forma grave que le causara la muerte.Empleando el argumento de la defensa la hipótesis se basa en pruebas circunstanciales (colocan la referencia unas pobres chuletas allí donde no deberían estar) y concede veracidad a una imagen de Mozart, la de Amadeus, cuya exageración todos conocemos. Pero existen diferencias importantes en la evolución cronológica de la enfermedad y lo que documentamos en Mozart, por otra parte faltan importantes síntomas (tanto de afectación del sistema nerviosos central, como el típico hinchazón facial) que nos permitieran dar como cierta la hipótesis. Todo nos lleva a concluir que de nuevo esta hipótesis se basa más en presentar una nueva referencia documental, más apta si queremos en torno a los gustos culinarios de Mozart, que una opinión médica debatida sobre las posibles causas de la defunción de nuestro protagonista
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