Irlanda
¿Sólo una historia de amor?
Maruxa Baliñas
Limerick, martes, 8 de julio de 2003.
University Concert Hall. Porgy and Bess (versión musical, estreno en 1935 en el Alvin Theater de Broadway, Nueva York), música de George Gershwin, texto de DuBose, Heyward e Ira Gershwin. Elizabeth Graham o La Rose Saxon (Bess); Samuel Clark Stevenson o Cedric Cannon (Porgy); y otros de la compañía. Zoltan Papp, dirección musical. Will Roberson, dirección artística. James Fouchard, decorados. John McLain, luminotecnia. Candace Donnelly, trajes.
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Desde fuera, y a poco que se conozca la partitura de Porgy and Bess, parece bastante fácil entender la historia que se narra, pero por lo visto no es algo tan sencillo para los productores. En la mayoría de las versiones que he visto hasta ahora la historia se convierte en algo ligero, tanto musical como dramáticamente, y esta representación de la compañía de Peter Klein no fue una excepción. Como anunciaba la propaganda de la representación, Porgy and Bess es "una conmovedora historia de amantes en Catfish Row". Lo cual es cierto, pero resulta escaso si se obvia todo el componente etnográfico, casi hiper-realista, que acompaña la historia.Sabemos que Gershwin, desde que se planteó hacer la ópera, hizo un gran esfuerzo por conocer de primera mano el ambiente y sobre todo la música tradicional de esa ‘cultura negra rural en período de urbanización’ que se narraba en la ópera. Visitó varias veces Charleston y la zona de Catfish, y durante el verano de 1934 pasó allí una larga temporada, tanto recogiendo material etnográfico como, algo mucho menos habitual incluso en compositores teóricamente muy ‘cercanos-al-pueblo’, contrastando con comunidades negras de la zona la música que iba componiendo, de forma que el resultado fuera también aceptable para ellos.En fin, que Gershwin no hizo una historia de negros para crear un ambiente exótico al tiempo que americano, ni para tener una excusa para introducir elementos de música negra o blues que dieran color a la ópera. Los negros de Gershwin no son los gitanos de Il Trovatore y tantas óperas decimonónicas, aunque Klein y Roberson lo quisieran enfocar así.Respecto a la compañía, lo primero que hay que valorar es el enorme esfuerzo que significa hacer una gira en esas condiciones, con 28 representaciones en 31 días, y recorriendo 21 localidades distintas. Peter Klein, el productor, tiene una gran experiencia y el resultado es bastante convincente, pero ciertamente sin ningún lujo. La orquesta se limitaba a 14 músicos, incluyendo un piano eléctrico que a veces suplía a otros instrumentos. El coro resultaba también escaso de componentes y no muy capaz, tanto vocal como escénicamente. El director, aunque salió al escenario de traje, acabó dirigiendo en mangas de camisa y sentado en su banqueta. O sea, todo muy 'casero'.Los cantantes (lamento no poder dar los nombres exactos, pero a pesar de mis intentos la responsable de prensa del University Concert Hall no consiguió facilitármelos, y los que se citan en la ficha provienen de una información general sobre la gira y pueden no ser los reales) cumplían bien su cometido, por lo menos si los comparamos con el standard de una compañía de musical en gira. Es decir, no había grandes voces pero sí profesionalidad: cantaban con un exceso de vibrato pero sin desafinar, bailaban cuando era necesario y se movían bien en escena, etc.'Porgy' fue quizá el más interesante, tenía una voz preciosa aunque un poco grave de más y falta de agilidad, y además tendía a cantar al estilo del musical, enfatizando mucho las frases y descuidando la calidad del sonido. 'Bess' tenía peor voz pero le sacaba más partido y además actuaba convincentemente. 'Sportin' Life' pertenecía al grupo de los cantantes de 'personalidad multiple', o sea, con tales problemas técnicos de cambio de registro que parecía haber dos o tres cantantes distintos a cargo del papel. Entre los secundarios hubo figuras interesantes: especialmente la viuda (que incluso recibió bravos) y los pregoneros.El escenario consistía simplemente en algunos elementos mobiliarios, que no variaron prácticamente a lo largo de las tres partes de la obra, encuadrados por dos telas pintadas que representaban sendas casas señoriales, algo desconchadas pero todavía demasiado lujosas para lo que Gershwin pretendía que fuera la ambientación de la obra. Lo mismo se podría decir de los trajes, especialmente cuando todos los personajes se visten de blanco para ir de picnic.En resumen, una versión de Porgy and Bess decepcionante escénicamente y mejorable musicalmente.
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