Dieter Kerner: 'Grandes Músicos. Sus vidas y sus enfermedades'. Traducción de Helga Bitterlich. Barcelona: Ediciones Mayo S. A., 2003. I.S.B.N. 84-89980-87-X. 240 páginas de 29 X 22 cm. P.V.P. 32 €.
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Llega a las librerías españolas un clásico de los relatos patobiográficos Grosse Musiker: Leben und Leiden cuya primera edición en alemán data de 1963. Kerner falleció en 1980 y durante su vida vio salir de la imprenta tres ediciones de la obra. Después de su muerte aparece en 1986 una cuarta edición a cargo del Dr. Wolfgang Ritter y en 1998 sale la quinta edición a cargo de Hans Schadewaldt en la que se incorpora la bibliografía moderna aparecida desde 1986 en todo el mundo. Así, en palabras del editor, se debe considerar como suplemento de la obra de Kerner aunque las bases de las explicaciones de Dieter Kerner se mantienen en esta obra escrita con tanta vitalidad y con tanto valor artístico incluso donde quizás el especialista hubiese esperado una descripción mas sutil o detallada.El contenido de la obra son una serie de biografías circunscritas a las circunstancias vitales de: Johann Sebastián Bach, Mozart, Beethoven, Paganini, Carl Maria von Weber, Schubert, Bellini, Mendelssohn, Chopin, Schumann, Listz, Wagner, Verdi, Smetana, Bruckner, Chaicovsqui, Dvorák, Puccini, Mahler, Debussy, Reger, Schönberg, Ravel. De todos ellos se recoge amplia información sobre la patogénesis de sus cuadros clínicos como contrapunto a un campo de actividad que hasta el momento solamente habían ocupado biólogos y psicólogos aunque muchas de estas interpretaciones sobre la vida y enfermedad no encontraron en su día el reconocimiento completo de los especialistas. Sin embargo parece más lógica la perspectiva utilizada por Kerner ya que desde una perspectiva meramente psiquiátrica, solamente se puede llegar a resultados psicopatológicos, y que la obra de un compositor neurótico no es arte enfermizo pues sólo en algunos casos se podría valorar como tal.Estas biografías están construidas a partir de piezas aparentemente sin importancia que sirven para aclarar detalles relevantes para un diagnóstico satisfactorio dentro del marco de una vista general médica. En el relato Kerner no ha maquillado nada ni tampoco se negó a escribir patogénesis dolorosas lo que le valió en su momento críticas hoy podemos calificar de injustificadas. El contenido de la obra está justificado plenamente ya que, desde su primera edición, solamente se investigaron personalidades del mundo de la música cuya historia de padecimiento, desde el punto de vista médico, mostraba peculiaridades. No se tuvo en cuenta aquellos que se comprobó que siempre estuvieron sanos o que al final de su vida murieron por enfermedades de desgaste debidas a la edad.El merito de la obra, tal como recoge el prólogo a la cuarta edición, es que por primera vez y de manera exhaustiva se escribe sobre los padecimientos y enfermedades de muchos compositores evitando en lo posible cualquier especulación y si esta surge se cuestiona razonablemente. Su tecnicismo y su alto grado de información marcan sus patografías. Así al analizar el caso Schumann, uno de los tópicos del Romanticismo, acaba con la imagen del músico romántico sumido en la locura, lo que le llevaría a diferentes polémicas con psiquiatras. Sus bases arguméntales son que la documentación de su estancia en Endenich y también la mayoría de los documentos nosológicos fueron destruidos intencionalmente, lo que dificulta un diagnóstico objetivo y los escasos signos que conocemos nos llevan a concluir que la versión de un “Schumann incurable” que forzosamente tenía que vivir ingresados en el sanatorio resulta difícil de creer y mantener.Otros capítulos de su obra todavía hoy en día pueden estar sujetos a controversia. Sobre Mozart nos recuerda que el “último Mozart” escapa siguiendo una ley impenetrable a cualquier explicación detallada, así cada interpretación realizada por un observador se hace conforme más le conviene a su posición y como la mayoría de los retratos están hechos más en función de su música que de su personalidad difieren mucho entre sí. Más difícil de defender hoy en día es su hipótesis sobre el origen de la enfermedad final: envenenamiento por mercurio. Este cuadro en su fase final produce una insuficiencia renal que estaría en concordancia con las teorías actuales de que la causa final de su muerte fue una enfermedad crónica que finalizó con este cuadro clínico. En contra de esta explicación, la más plausible hoy en día, solamente argumenta que una enfermedad crónica le impediría realizar los largos viajes que realiza entre 1789 y 1790, o la gran fecundidad de su obra en el último año de su vida. Pero ¿quién sería el causante de este envenenamiento? ¿Con que intenciones? Desde el punto de vista histórico nos parece difícil de mantener hoy en día su opinión.Suponemos que en esta edición otros capítulos se vieron modificados por el editor, en virtud de las nuevas aportaciones bibliográficas aparecidas desde el fallecimiento del autor, aunque en ningún momento el editor hace suyas las modificaciones en el texto. Kerner achaca la enfermedad de Beethoven a una sífilis, hipótesis también muy difícil de mantener hoy en día, debido sobre todo a estudios procedentes del ámbito francés. El texto de este capitulo rápidamente gira, suponemos que por intención del editor, hacia las tres líneas actuales de estudio en torno a los padecimientos de Beethoven: las molestias digestivas, el padecimiento hepático que le llevaría a su muerte final por coma hepático y la insidiosa sordera progresiva de la que concluye que hoy en día no es posible mantener la imagen de un Beethoven “completamente sordo”, en el sentido más estricto de la palabra nunca lo fue y hasta el final de su vida pudo percibir sonidos fuertes.El libro, importante sin lugar a dudas, no es solo un trabajo de Historia de la medicina o de la música, sino historia cultural por antonomasia siendo la feliz conexión de médico e interés musical histórico una simbiosis impresionante que revitaliza la opinión de que la historia de la medicina es una rama de la Historia, y que la labor de un historiador de la medicina se verá notablemente empobrecida si se limita a hacer solamente historia de la medicina cuando es evidente, tal como demuestra este texto, que se puede hacer una Historia desde la medicina.
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