España - Cataluña

El valor de la alternativa

Eloi Fuguet
viernes, 30 de abril de 2004
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Barcelona, domingo, 18 de abril de 2004. Casal del Metge. Kalina Macuta, violín y Daniel Blanch, piano. A. Corelli, Sonata op.5 nº3. L v. Beethoven, Sonata nº7 op.30 nº2. J. Brahms, Allegro de la Sonata nº3 op. 108. G. Bacewicz, Sonata nº4. Ocupación: 60%
9,61E-05 El dúo de la premiada violinista polaca Kalina Macuta y el no menos premiado pianista catalán Daniel Blanch nos hizo disfrutar de un concierto de programa heterogéneo que fué de menos a más.No querría que esto se entendiera como un reproche pero la primera parte del concierto pecó de "oficialidad". Me explicaré. Ya fuese por los propios nervios de un principio, o por la propia autocrítica que debe tener cualquier músico en activo, o por el acecho de unos micros dispuestos a grabar cualquier imprecisión técnica, o el perpetuo vibrato del "metro" bajo los cimientos del Casal, el concierto estuvo condicionado en un principio. Generalmente cuando la situación no es muy favorable y debemos escoger nuestra interpretación, los músicos encontramos la más clásica, la que ya hemos escuchado antes, la versión oficial. En un principio Macuta y Blanch no se arriegaron en opinar sobre su discurso y dejaron las Sonatas de Corelli y Beethoven un poco faltas de su propio lenguage. Con una afinación más que razonable y un buen uso de la articulación, quizás eché en falta algunos cambios de color sobretodo en la primera sonata. No es cierto que Corelli sea un compositor tibio y menos en sus Sonatas opus 5. La teoría de los afectos, que tanto influenció a los compositores del barroco italiano debe tener un resultado palpable en la interpretación de su música.Ese lenguage propio y confianza los pudimos observar en la segunda parte del concierto, con las sonatas de Brahms y G. Bacewicz. Se destaparon! Todos los del público pudimos escuchar la consecución de un objetivo con un Brahms con feedback. Hasta apareció la hermosa sonrisa de Kalina aprovando dicha consecución! El Andante ma non troppo de la sonata de Bacewicz (violinista, pianista y niña prodigio) consiguió un sentimiento de rendición, fascinación y misterio que tocó la fibra. También destacó el Finale con una exhibición del virtuosismo y de las alternativas estilísticas de ambos intérpretes.El concierto acabó con una vital mazurca de Wienavski y con una agradable armonización de El cant dels ocells compuesta por Bernat Vivancos. Un público que durante el concierto iba exclamando "Oh! que bé que toquen!" (Oh! que bien que tocan) o "Molt bonic!" (Muy bonito!) aprovó aplaudiendo en pie la agradable velada.
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