Musicología

De niña a mujer: mis cinco años en Mundoclasico.com

Enrique Sacau
viernes, 26 de noviembre de 2004
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Cinco años han pasado desde que publiqué en Mundoclasico.com (revista que conocí gracias a mi queridísima Ana Varela) mi primera crítica musical online. Cinco años desde que derroché adjetivos en una crítica farragosa, interminable, de un recital que Teresa Berganza y Cecilia Lavilla ofrecieron en Santiago de Compostela, donde yo vivía entonces. Cinco años desde noviembre de 1999 en que, acostumbrado a las breves críticas que escribía para El Mundo y con anterioridad para la revista mensual Tempos Novos—a la que accedí a través del vínculo estrecho que da el amor y que ahora calificaremos eufemísticamente como ‘Método Lewinsky’—decidí usar todos los recursos de una publicación sin límite de espacio para rebozar a los lectores en una crítica de cinco páginas a espacio simple. Cinco años en los que muchas cosas han pasado en Mundoclasico.com y en mi propia vida. Y aunque pueda parecer hedonista escribir esta columna recordatoria, ¿hay acaso algo más hedonista en sí mismo que ir a un concierto y contárselo a un puñado de lectores con todo detalle? Quizá es la pregunta que da coherencia a este texto que sigue.

The Wild Years

Hace poco tiempo, Mikel Chamizo, que es más viejo en esta casa que yo, pero menos si nos atenemos a la fecha de nacimiento, me dijo, con palabras más amables, que me he vuelto aburrido y que ya no se ve la sangre caer por la pantalla cuando se leen mis críticas. Y pensé que no es sólo que yo me haya moderado (la edad, supongo), sino que toda la revista lo ha hecho. Pero no, una breve reflexión me ha llevado a comprobar que no es cierto, que me equivoco. Lo que ha habido es un cambio de papeles. Así, mientras algunos de los críticos de ‘insolente juventud’ nos echamos en brazos del centrismo más anodino, críticos tranquilos, empresarios de pro y abogados de Barcelona, se echan en las fauces del radicalismo más extremo en los albores de la era ZP. Sin ir más lejos, esta semana hemos podido leer ‘No por mucho gesticular…’, la crítica que Alfredo López-Vivié dedica a un concierto dirigido por William-Michael Costello.

Así que no es que la revista se haya moderado, sino que algunos de los muy malos, los que no dormíamos de noche por causa de las pesadillas que nos provocaba nuestra maldad, estamos en boxes, mientras que alguna oveja mansa se ha echado al monte cual ‘Ernani’ enfurecido. Ya se sabe: ‘de las almas puras líbreme Dios, que de las otras ya me libro yo’. Y es que los modelos iniciales eran Fernando Peregrín, autor de críticas tan suaves como ‘Sin novedad en el frente Nacional’, Ángel-Fernando Mayo, autor de un delicioso artículo dedicado a Cristóbal Halffter bajo el título ‘El tábano Cristóbal’ y nuestro venerable editor, Xoán M. Carreira, que se come a los niños con patatas sin necesidad de ponerles salsa ni nada (yo sólo me como tiernos pececitos) y cuya glosa me ahorro. Así que, cinco años después, sigo sin entender por qué alguien se sorprendía con títulos de críticas mías como ‘Sólo faltó la cabra’ o ‘Blanca y radiante va la Arteta’… En fin, me quedo, eso sí, con el ‘estilo Mundoclasico’: un no sé qué, un qué se yo, que hace que nos diferencia de la mayor parte de la crítica musical al menos española. Y es que mientras en los demás medios el crítico de toros, de cine y de fútbol llamas al pan pan y al vino vino, en música, esas cosas, sólo pasan en esta casa.

Es también cierto que en Mundoclasico.com había una media de edad de los críticos absolutamente sorprendente. Cada vez que cogía un avión para ver una ópera aquí o allá y me encontraba con el crítico de turno, resultaba que tenía más calvas en la barba que yo o el mismo brillo inocente en los ojos que un niño de siete años. Juergas con Chamizo en San Sebastián por un lado, pero también Raúl González Arévalo en Málaga (y tantas veces en mi casa de Santiago), Carlos García de la Vega en Zaragoza y Raúl Martínez en Cuenca y Madrid (con los que he tenido amistades muy cercanas); Pedro Coco (¡al que me encontré en Covent Garden el pasado sábado después de años sin vernos!), Paco Bocanegra (al que conocí porque, aún siendo colaborador de esta casa y estando de Erasmus en Nápoles, el muy malvado, me mandó un email poniéndome verde por una crítica que escribí sobre una soprano rusa) y otros. Había, además, una cierta solidaridad ‘adolescente’: ‘si vienes a mi pueblo, te quedas en mi casa’ era la frase más frecuente. ¡Y menos mal! Porque no teníamos un duro…

Mucho más que un chat

Así, Mundoclasico.com es ‘mucho más que un chat’. En MC se liga, se conoce gente, se viaja, se enamora uno y luego se divorcia ruidosamente (bueno, a mí me ha pasado también de forma silenciosa, que conste). Incluso se conoce gente a la que nunca, o casi nunca, se ve gracias al email o a la frase de ‘pásate por mi pueblo y vamos a comer’ como Mar Sancho, Agustín Achúcarro, Teresa Núñez, Susana de Simone, Juan Krakenberger, Julián Carrillo y en general, toda la sección argentina, gracias a la cual, además de recibir sus críticas excelentes, nos enteramos de que los premios cuarto y quinto de del Concurso de Canto de Ushuaia se lo han llevado Óscar Napoleón Westinghouse y Sheila de la Peña-Johnson. Críticos, en suma, que no olvidan mandarte un email cuando nace su hija también y que siempre parecen estar cerquita. Entre los no adolescentes, no faltan tampoco los amigos de ‘diario’, con los que uno está en contacto permanente como Agustín Blanco, Jorge Binaghi, Eduardo Benarroch, Maruxa Baliñas (que detecta una coma mal puesta aunque la letra del documento tenga cuerpo 6 y esté en cursiva), Alfredo y el editor.

En fin, el resumen es muy complejo: me lo he pasado muy bien gracias a los lectores que me han escrito cosas amables y a los que me han acusado en los foros de haber dejado España porque me negaron un empleo de quinientos euros al mes que, según esos mismos lectores, había conseguido de forma corrupta; a los compañeros que he conocido y a lo mucho que he aprendido con todos. Desde esta todavía pequeña colina (cinco años no son nada) miro atrás y pienso si, como dice un amigo, mi mayor cambio ha sido el pasar de pensar que ‘la crítica musical puede mejorar la vida musical de la comunidad’ a pensar que ‘la crítica musical puede mejorar la calidad de vida del crítico’. No sé. Todavía no he crecido tanto como para llegar a esa conclusión.  

En cinco años les cuento otra vez porque, aunque los mismos que decían que nunca se casaría el príncipe, profetizaban el cierre inminente de Mundoclasico.com, me temo que dentro de cinco años seguiremos por aquí.

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