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Radio-fórmula Savall
Mikel Chamizo

El trabajo que realiza Jordi Savall, quien aunque mucho les pese a algunos ha sido y sigue siendo el músico español con mayor proyección internacional entre los especializados en música antigua, no siempre es alabado por los seguidores de este repertorio, sobre todo por los más radicales en la defensa de las interpretaciones históricamente informadas, quienes le acusan de una excesiva interferencia en la morfología de las obras que interpreta. En el caso del repertorio renacentista y barroco ibérico, que es el que nos ocupa y del que Savall y compañía han hecho su buque insignia, es meridianamente claro que las recreaciones que hacen de las piezas de Flecha, Guerrero y Arrauxo, entre muchos otros, difieren importantemente de los documentos originales (partituras, tablaturas) en que se basan, la mayoría de las veces en cuestiones tan solo de instrumentación pero otras incluso en temas rítmicos y estructurales.
No obstante Savall, por medio de esta reelaboración de un material musical que es necesariamente vago, ha sabido dotar a estas músicas de unas características que hagan de sus versiones rápidamente reconocibles para el oido acostumbrado además de agradables y de fácil escucha, algo que no siempre es inherente al repertorio antiguo que interpretado de determinadas maneras puede resultar soporifero. Savall ha sabido dar con una fórmula de éxito en el terreno de la música antigua al igual que en otros terrenos la encontraron Pérez-Galdós, Steven Spielberg, McDonalds y hasta CSI.
El concierto de San Sebastián, que incluyó cambios de última hora debido a la indisposición de la indispensable partener de Savall, Montserrat Figueras, presentó las habituales suites de tres o cuatro piezas de autores diversos organizadas en torno a dos o tres esquemas distintos, aunque las más de las veces se iniciaban con una pieza instrumental, a sólo o en grupo, seguida de una pieza vocal lenta y para terminar un tiempo de danza con tambores. Es decir, un esquema que busca la intensificación dramática de unas música que per se carecen de este elemento. El resultado es contundente, entretenido y casi siempre arranca el entusiasmo del público, que es sin duda la intención de unas recreaciones que difícilmente podrían superar un examen musicológico estricto.
En cuanto a las versiones mismas de estas piezas, que son muchas para ser analizadas individualmente, sólo cabe decir que están hechas con esmero y en busca siempre de una calidez sonora que es muy adecuada a las extraordinarias posibilidades de los magníficos integrantes de Hespèrion XXI. Nadie puede decir del grupo de Savall que desafina, que las cuerdas rascan ni que los músicos van justos en su técnica, que es algo bastante habitual en muchos otros grupos de instrumentos antiguos. Lo mismo se puede decir de la Capella Reial de Catalunya, cuyos componentes cantan de una manera muy determinada pero siempre con resultados plenamente convincentes y excelentes en su combinación con los instrumentos, algo que podría esperarse de ellos habida cuenta de la cantidad de años que llevan actuando juntos.
En su selección de piezas para el concierto de San Sebastián no pudo faltar el mega-hit de Mateo Flecha Dindirindin a 4 extraído de la ensalada La Bomba, que repitieron como bis y que si no recuerdo mal fue sintonía de una de las ediciones de la Ruta Quetzal más seguidas por televisión. El público donostiarra, que probablemente será uno de los que mayores posibilidades de escuchar a grupos historicistas tiene en toda España, supo disfrutar de todas estas cualidades de Savall y compañía sin interés alguno por sumergirse en el farragoso terreno de lo que es correcto o incorrecto, algo que al fin y al cabo ni le incumbe ni le quita el sueño.
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