España - Madrid

Alimentar su semilla

Nuria Balbaneda
viernes, 6 de mayo de 2005
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Madrid, sábado, 30 de abril de 2005. Teatro Real de Madrid. Compañía Nacional de Danza. Aluminio Coreografía: Mats Ek; Música: John Adams. Estreno Absoluto. Herrumbre Coreografía: Nacho Duato; Música: Pedro Alcalde, Sergio Caballero y David Darling.
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El espectáculo se abre con Aluminio, del coreografo Mats Ek y que se estrena esta temporada. Se trata de una pieza de unos 35 minutos de duración, con música contemporánea. No es uno de los magníficos ballets con argumento a los que nos tiene acostumbrados (o más bien malacostumbrados). Pero tampoco es una obra abstracta, tan sólo algo críptica, que plantea una situación, o más bien, un tema: el de la cotidianeidad que nos estanca. Dice el coreógrafo que “en un principio se llamaba Ik. Pero es una palabra sueca que no tiene traducción y que se trata de una negación rotunda y mayestática. Absoluta. Y me pareció demasiado tajante decir NO". Escenografía, vestuario, todo evoca el título de la obra, Alumnio, que el coreógrafo relaciona con “resistencia, no en un sentido político, sino más bien como un estado mental que uno crea para evitar el estancamiento…” Es la cuarta colaboración del sueco con la CND, pero la primera creación original  para la misma, y aunque no podamos decir que se trate de la más accesible de las producciones de Ek, esperamos, muy sinceramente, que se trate de, al menos “el principio de una larga amistad”…

La segunda parte del programa la constituye Herrumbre, obra de Nacho Duato estrenada el pasado año en el Liceo de Barcelona, en el muy oportuno contexto del Forum, ya que la coreografía pretende ser un alegato contra la violencia, o más exactamente, contra la tortura. La escenografía, una estructura metálica multifuncional, adquiere un importante papel en la obra, tanto como elemento escenográfico como por su contenido simbólico, que evoca desde la valla de un campo de concentración  a las barreras que separan a los seres humanos, y que se ve complementada por la muy acertada iluminación, que en algún momento encañona al público, sin llegar a ser agresiva, tan sólo como inquiriendo si estamos ahí… ¿realmente insensibles a lo que sucede, o tan sólo paralizados en nuestras vidas?.

Bellos fragmentos de chelo electrónico alternan con momentos de ruido, marcando la separación entre lo interno, individual y humano (dolor, incomprensión, soledad, pérdida…) y lo externo, colectivo, pero también  humano (violencia, tortura, guerra, violación, prisión…); apoyando momentos de gran tensión dramática.

Duato consigue hacer evidentes la paliza, la violación, pero no es vulgar, al menos hasta los últimos momentos de la coreografía: el final con los bailarines aportando “velas-homenaje-a las víctimas”  al escenario resulta excesivamente prosaico, sensiblero, y hasta casi maniqueo.

La compañía  muestra en ambas coreografías madurez y excelencia técnica y artística, aunque en algunos pasajes hubo momentos de desincronización que llegaron a hacernos dudar de si no se trataría de un canon… lo que fue especialmente notable en algunos de los movimientos colectivos de Aluminio.

Dos coreografías de enjundia, difíciles, por momentos oscuras, introspectivas, de fuerte contenido intelectual y moral… y ahora adivinen: Un sábado que no es cualquier sábado, sino el ansiado sábado del puente de mayo. Madrid se ha ido a la playa, y por los aledaños del Teatro Real no pasean más que los turistas… Una función que no es cualquier función, sino la matinal… Y  un espectáculo que no es cualquier espectáculo, sino, ni más ni menos que danza contemporánea, algo que (según las malas lenguas) es sólo para iniciados… Pues sorpréndanse: el Real estaba prácticamente lleno. 

Decir que se trata de la Compañía Nacional de Danza, de reconocido prestigio internacional en su género, sería una explicación demasiado fácil. El escenario del Teatro Real posee sin duda unas amplitudes que lo hacen óptimo para la danza, que sin embargo, se ve muy escasamente representada en el mismo. Tal vez ésta sea una de las razones por las que el público aprovecha la ocasión y acude al Real a gozar con la danza. Ésta temporada, apenas tres espectáculos, a saber, Ballet Nacional de España (6 representaciones), ahora, la Compañía Nacional de Danza (cinco representaciones) y un programa pedagógico de Danza (comparen las tres funciones que se hicieron del mismo con los ocho conciertos sinfónicos pedagógicos y las nueve representaciones de ópera (El pequeño deshollinador, que se estrena próximamente) Los números no engañan… y no hace falta demasiada imaginación para interpretarlo, me temo. ¡Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que disponía de compañía de ballet estable…! Pero seamos optimistas, porque pese al escaso apoyo institucional y mediático que la danza recibe, sigue arraigada en nosotros… o qué otra explicación se nos puede ocurrir ante lo que parece ser un auténtico complot para exterminarla y sacarla de nuestros teatros, para no alimentar su semilla en el joven público...

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