España - Madrid

Ballet del Teatro de La Scala de Milán

Nuria Balbaneda
miércoles, 14 de septiembre de 2005
Madrid, viernes, 9 de septiembre de 2005. Teatro Real. Ballet del Teatro de La Scala de Milán. Tema y Variaciones. Coreografía: George Balanchine. Música: Piotr Illich Chaicovsqui. The Cage. Coreografía: Jerome Robbins. Música: Igor Stravinsky. La consagración de la primavera. Coreografía: Maurice Bèjart. Música: Igor Stravinsky. Orquesta titular del Teatro Real. Orquesta Sinfónica de Madrid. David Garforth, director de orquesta.
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Desembarca en el Real el ballet de La Scala de Milán con un programa de afán historicista, compuesto por tres obras de mediado el siglo XX , hoy ya 'clásicas', en las que podemos atisbar algunas de las líneas de trabajo de los grandes 'reformadores' contemporáneos, que innovaron, partiendo del vocabulario de la danza clásica, en la brecha abierta por los Ballets Rusos de Diaguilev.

Tema y Variaciones abre la noche. Se trata de una coreografía creada en 1947 por George Balanchine, que rinde homenaje a los grandes ballets imperiales. No se luce la compañía milanesa en esta interpretación, carente de la velocidad y brillantez propias del estilo de Balanchine. Marta Romagna y Alessandro Grillo, la pareja principal, estuvieron más que discretos, sin arrancar del público la ovación que tan difícil y brillante coreografía hubiera merecido. Discreta fue también la actuación de solistas y cuerpo de baile. Flojo técnica y estilísticamente, y con un exceso de sonrisas estereotipadas que 'momifican' la danza.

Más lograda fue la reposición de The Cage, de Jerome Robbins, en la que destacó la interpretación de Gilda Gelati en el papel de la novicia.

Cerró programa La consagración de la primavera, en la versión que en 1959 realizara Maurice Bèjart, y que entusiasmó al público que llenaba el teatro. Destacables Máximo Murru y Deborah Gismondi, los 'elegidos'. Si bien en The Cage las mujeres del cuerpo de baile dejaron el pabellón bien alto, en La consagración el cuerpo de baile masculino 'dio la nota': la diagonal de saltos en la que van ascendiendo (y que restó espectacularidad al bello efecto de luz), fue realmente caótica, absolutamente impropia de una compañía de la talla que se presupone a La Scala. Algo más de training y disciplina parecen necesarios.

David Garforth, muy experimentado en la dirección de música para ballets, condujo la Orquesta Sinfónica de Madrid desde Chaicovsqui a la difícil partitura de Stravinski La Consagración de la Primavera, hito en la historia de la música, y que, merece la pena recordarlo, fue compuesta para la danza.

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