Entrevistas
Entrevista con Asier Polo (I): "La música clásica es una carrera de fondo"
Jill Arcaro Gordon

En un alarde de precocidad, en sólo cinco años el joven Asier Polo pasó de ser un principiante del chelo a ganar en 1987 el concurso nacional de Juventudes Musicales. Hoy, casi veinte años más tarde, muchos lo consideran uno de los díez mejores intérpretes a nivel mundial: una estrella en el pequeño mundo de los chelistas clásicos.
En estas dos entrevistas demostró ser un gran conversador y una fuente apasionante de información. En esta primera parte habla sobre los obstáculos que tuvo que superar para hacerse con su instrumento construido en Cremona; sus ideas sobre la enseñanza; sus experiencias cuando fue estudiante y el marketing en el mundo de la música. En la segunda parte hablaremos de temas tales como la relación entre el solista y el músico de orquesta; el talento y finalmente nos dará su receta para convertirse en un buen chelista ¡con un ingrediente secreto!
Pregunta. Nos gustaría hablar sobre el violonchelo que toca. ¿Habla de su pedigrí en los programas?
Respuesta. Sí, pone "Asier Polo toca un violonchelo Francesco Ruggieri (Cremona 1689) adquirido con la colaboración de Banesto". La situación de los instrumentos de cuerda es que son históricamente carísimos, al nivel de obras de arte. En los países más desarrollados hay fundaciones que conocen este mundo y compran estos instrumentos para luego cederlos a artistas por temporadas e incluso de por vida. Luego en los programas se pone que la cesión del instrumento se debe a cierta persona o entidad. Por ejemplo, mis compañeros de otros países tocan instrumentos cedidos por bancos, fundaciones u otros organismos. Esto, por desgracia, no existe en España, tanto a nivel personal como institucional. Mi principal problema para poder tocar este chelo ha sido el de financiar su compra. Hablé con varios bancos que no pudieron prestarme la cantidad necesaria, ya que desconocen el mundo musical. Finalmente, a través de Patricia Botín, la presidenta de Banesto, me ayudaron mediante un préstamo a mi medida que debe ser único en España. No es exactamente un préstamo personal, pero tampoco uno hipotecario; lo importante es que al cabo de 15 años, el instrumento será mío.
P. ¿Esta situación le preocupa?
R. Hombre, por un lado me hace ilusión porque puedo conseguir que después de un largo tiempo el chelo sea mío y esto es fantástico. Por otro lado también es una carga financiera grande. Mientras yo pueda hacerlo, no es un problema, pero lo interesante para el futuro sería que existieran fundaciones españolas que compraran los instrumentos y los cedieran. Yo le estoy muy agradecido a Banesto porque si no fuera por ellos me hubiera resultado imposible.
Hace años comencé a hacer conciertos en el extranjero, Berlín, Suiza, Alemania... Los artistas necesitan por un lado relacionarse mucho con los instrumentos que tocan, y por otro lado un instrumento es como una carta de presentación. Ahora tengo la mía. Es un chelo de Francesco Ruggieri, construido en 1689 en Cremona. Es un violonchelo de primera fila de un contemporáneo de Stradivarius. El sonido cremonense es toda una leyenda.
P. Explícanos más sobre el préstamo a tu medida.
R. Sí, y a través de Banesto ha sido la única manera de hacerlo posible. Son pioneros en España en este aspecto, pero no es lo ideal ya que si en su fundación tuvieran el chelo como tienen un cuadro y cuando yo terminase con mi carrera lo devolviera, ellos con su comité de especialistas podrían cederlo otra vez al siguiente intérprete y seguramente su valor se incrementaría. De esta manera, se iría haciendo una colección de instrumentos para españoles que van a concursos internacionales y pueden disponer de un instrumento a su medida.
P. La Casa Real tiene una colección de instrumentos antiguos importante.
R. Sí, pero están encerrados casi todo el año. Creo que los sacan una vez al año para cuartetos famosos y me parece que ensayan con ellos una hora. Un instrumento no lo conoces en una hora. Esto es más bien un gesto simbólico porque se necesitan años. Yo llevo todo un año comenzando a conocer mi instrumento. Son instrumentos con mucha personalidad que conllevan un proceso de adaptación. Entiendo que sea muy difícil al pertenecer a Patrimonio Nacional y por la burocracia, pero podrían prestarlos por lo menos para eventos importantes para el país. Las fibras de la madera tienen que estar en vibración o pierden capacidad de producir sonido.
P. ¿Contemplarías vivir y trabajar en otro país?
R. De verdad me costaría. Tampoco he vivido en muchos, salvo cuando estudiaba en Alemania, pero sí he viajado mucho. Cuando volví de Alemania sentí que era muy fácil vivir aquí. Es tan poco complicado comparado con otros sitios y esto me da mucho gusto. Necesito estar cerca de mi gente pero no me importaría vivir fuera por una temporada. Nunca se sabe lo que va a pasar en la vida y si tuviera que irme fuera, me iría.
P. ¿Vives y trabajas en San Sebastián?
R. Vivo, sí; también trabajo en el Centro Superior de Música del País Vasco pero es una actividad que me ocupa poco tiempo. Trabajo cuatro días al mes dando clases. Sin embargo, tengo un ayudante y mis compromisos profesionales de conciertos son cada vez mayores. Probablemente tenga que dejarlo.
P. Es importante la formación de la siguiente generación.
R. Sí, es importante y me gusta enseñar mucho de una forma escogida. Quiero decir por ello: no de lunes a viernes y siempre con alumnos que tú escoges. Entonces puedes exigir un mínimo de calidad con alumnos que tú consideras importante trabajar con ellos. Yo siempre he querido hacerlo pero siento que quizás ahora no sea el momento para mí. Enseñar me ayuda para mi propio trabajo, para tener todos mis datos en orden. A veces estás diciendo cosas a otras personas que tú mismo no haces. Entonces dar clase ayuda a ordenar tu propia información. Tener que explicarle a otra persona también ayuda. Sin embargo, debo invertir todas mis fuerzas ahora en la vida de concertista. Sé que hay mucha gente que quiere estudiar conmigo y por eso hago master classes y talleres, porque me gusta el contacto con la gente joven. Seguiré haciéndolos porque siempre puedo buscar un hueco en la agenda para ellos. También necesito tiempo libre para estudiar y descansar.
P. ¿Cómo ves a España en relación con Europa en cuanto a enseñanza?
R. Yo creo que es difícil de explicar. Hemos adelantado muchísimo y estamos mejorando. Han cambiado mucho las cosas. Cada vez hay más profesorado y mejor preparado. Es una generación que en gran medida ha salido fuera a prepararse. Ahora, veo con mis propios alumnos que solamente con una hora semanal es difícil. La sociedad tampoco es particularmente solidaria. En Alemania todo el entorno ayuda culturalmente. En España no hemos tenido la tradición, ni todos los compositores románticos que animan tanto. En Europa hay más músicos y más aficionados, simplemente gente que tocan en su casa por placer. Esto es lo que a nosotros nos falta. A veces cuando un alumno viene a mi clase tiene todas las ventajas del entorno que luego pierde cuando vuelva a su casa. Hay que luchar para encontrarse en un entorno propicio para la música y para ser serio profesionalmente. Aquí lo que falta es "escuela". Es decir, va saliendo gente porque tienen tanto talento que tienen que salir, pero no hay la infraestructura necesaria. Es importante que salgan solistas, pero aún más importante es que salgan músicos de orquestas fantásticos. Esto sería lo verdaderamente importante.
P. ¿Tiene alguna propuesta que creas pueda igualar España con Europa?
R. No soy exactamente un experto, pero algo de índole burocrático se podría hacer. Hay muchas voces contradictorias en cuanto a las reformas y es importante adaptarnos más al momento en el que vivimos. Ser más realistas y menos teóricos. La organización actual no es práctica, porque los chavales tienen muchos estudios y tienen que estudiar muchas cosas a la vez. Tendríamos que buscar una forma para que sea más fácil para ellos compatibilizar los estudios.
P. ¿Cómo lo compatibilizó en su propia experiencia?
R. Lo hice yendo al instituto nocturno. Mi experiencia personal es de haber empezado muy tarde con el chelo, con 11 años. Pero lo tenía muy claro. En mi casa no había tradición musical. Lo busqué yo solo: cuando un amigo se apuntó a música, yo me apunté con él. Me gustaba cantar y bailar siempre pero sin pensar en profesionalizarlo. Luego, esto cambió porque con quince años gané el concurso de Juventudes Musicales en España. Había progresado tanto que en cuatro o cinco años gané este concurso nacional. Esto me abrió puertas y me dio oportunidades de estar en escenarios. A los 16 años ya tenía perfectamente claro que lo que quería era dar conciertos, tocar y viajar.
P. ¿Tienes hermanos?
R. Sí, somos cinco y yo soy el pequeño y el único músico. Mi padre ha sido agente comercial en un banco y mi madre ama de casa. Se han preocupado por nosotros siempre y nos han apoyado en todo. Yo tenía demasiado claro -y quizás demasiado temprano- lo que quería hacer y esto me trajo problemas con los estudios. No me facilitaron nada en el instituto porque no entendían. Me decían haz esto, y luego lo que quieras, pero yo ya sabía lo que quería. Ahora, parece que hay algunos centros integrados en España. Sería interesante potenciarlo más para suavizar enfrentamientos.
P. ¿Cree que los chelistas españoles tienen alguna característica especial? Siempre se he hablado del talento o temperamento español, ¿qué opina?
R. Eso es mentira (se ríe). Yo creo que el carácter latino es más abierto, quizás. Esto ayuda quizás porque, bueno, en algunos países les enseñan desde muy jovencitos a no hacer ruido. No oyes a los niños en la calle, en el trabajo, en el tren. No hay gritos, no corren ... es todo casi exagerado. Aquí no existe el valor del silencio. Todo lo contrario. Yo creo que de alguna manera destacamos exteriormente y puede parecer que los otros anulan la personalidad, la espontaneidad. Habiendo dicho eso, yo no creo mucho en el concepto de un 'temperamento español'. Hombre, el clima ayuda, pero también nos hace más vagos, por ejemplo, porque encima anima a salir a la calle, y pasártelo bien, con los amigos; eso no es muy propicio para los estudios. No creo necesariamente que los orientales sean más fríos, ni que los alemanes sean más estrictos, o los italianos sean más artistas.
P. ¿Y los americanos?
R. Perdón, es que siempre se me olvidan los americanos (se ríe). Sí, es verdad. Los americanos tienen cosas muy buenas y saben vender. Esto también plantea sus dilemas. Cuando hay una tradición, por ejemplo, encuentro horroroso tocar Beethoven con estilo rock. Eso no es Beethoven.
P. También hay que distinguir entre música y marketing.
R. Sí. En los Estados Unidos venden el producto maravillosamente bien. Lo que pasa es que, a veces, con esa facilidad de vender, venden lo bueno y lo malo. Pero es importante, siempre bajo una máxima calidad, hacer un marketing potente. Hay mucha gente que es buenísima aquí, con carácter, pero no tiene representante, y no saben cómo venderse.
Para mí y ahora cada vez más, la música clásica es una carrera de fondo. Yo creo que hay que fijarse en el músico cuándo tenga setenta años y ver su trayectoria. Hay una tendencia brutal por asemejarnos siempre al pop. Hacen lanzamientos discográficos con lo que llamo 'mal marketing'. De repente sale un chico guapísimo, rubio, con el chelo y un peinado increíble, super sexy; y dos años o tres más tarde, ciao, desaparece. Luego aparece otro igual pero en moreno. Es el mismo modelo que en el pop y son carreras ficticias, montajes. Es mucho mejor ir poco a poco, tranquilamente. Hay mucha gente que es buena que por supuesto, conocemos: Misha Maisky, Yo Yo Ma, Rostropovich. Pero también hay que saber que hay una segunda fila de gente menos conocida que hacen un trabajo profesional increíble, que existen en todas partes, pero no tienen ese fenómeno social de medios.
Volviendo sobre el tópico del temperamento: el temperamento puede ayudar, pero el arte no es solamente temperamento. Es inteligencia, trabajo y sensibilidad. Si no existen estas características, no me interesa mucho el carácter, el temperamento. Si está desorganizado, no sirve para nada.
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